jueves, 20 de mayo de 2021

Vivir en Unidad desde el amor de Cristo.

 


Vivir en Unidad desde el amor de Cristo.


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 22, 30; 23, 6-11
En aquellos días, queriendo el tribuno conocer con certeza los motivos por los que los judíos acusaban a Pablo, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno y, bajando a Pablo, lo presentó ante ellos.
Pablo sabía que una parte eran fariseos y otra saduceos y gritó en el Sanedrín:
«Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, se me está juzgando por la esperanza en la resurrección de los muertos».
Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección ni ángeles ni espíritus, mientras que los fariseos admiten ambas cosas). Se armó un gran griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando:
«No encontramos nada malo en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?».
El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel.
La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo:
«¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio en Jerusalén de lo que a mí se refiere, tienes que darlo en Roma».
Palabra de Dios


La vida de Pablo es bien interesante porque desde que Él tuvo el encuentro con Jesús gastó su vida difundiendo con alegría la buena noticia, por eso decide extender el evangelio impulsado por el Espíritu Santo.

Pablo no tuvo una tarea fácil como predicador. El se vio envuelto en muchos peligros y hasta fue encarcelado, como nos dice esta primera lectura. Desde esta situación, es llevado ante el tribuno que quiere aclararse de qué le acusan los judíos. En su defensa, Pablo, conociendo los distintos puntos doctrinales de los fariseos y los saduceos, saca a relucir uno de los ellos, la resurrección para enfrentar a estos judíos entre sí. Un altercado más que Pablo tiene que vivir. Pero en cuanto es liberado de la cárcel, vuelve a la suyo, a lo único que le interesa y sabe, a predicar a Jesús y su evangelio, una vez más, empujado y fortalecido por el mismo Jesús: “La noche siguiente el Señor se le presentó y le dijo: ¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén, tienes que darlo en Roma”.

Hoy el Señor nos anima para que lo sigamos a pesar de las dificultades que se nos presentan. Así como a los apóstoles,  los santos y santas de nuestra iglesia y hasta el mismo Jesús, vamos a padecer como Él. El mismo Jesús nos lo advirtió en 1 Timoteo 3:12 “ Es cierto que todos los que quieren llevar una vida piadosa en unión con Cristo Jesús sufrirán persecución”.  Pidámosle al Señor que nuestra fe se fortalezca y que tenga raíces profundas para que permanezcamos fieles a Él. Las tribulaciones nos quieren sacar del proyecto de Dios, tengamos la seguridad y la confianza que no estamos solos, ¡Animo que Dios está contigo!

Salmo 15, “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Palabra del Señor


El día de ayer decíamos los deseos de Jesus, unidad, alegría y verdad. Hoy nuevamente Jesús nos dice “ Unidad”. Unidad o unión a qué o a quién? unión al mismo Dios y la unión que debe reinar entre todos sus seguidores: “Para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti”. Jesus insiste nuevamente en la deseada unión: “Que sean uno, como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean completamente uno”. Esa unión será el mejor testimonio para convencer al mundo de que el Padre le ha enviado hasta nosotros y que nos ama.

Una de las cosas que me sorprende y siempre hemos padecido los cristianos es la falta de unidad. En la misma jerarquía de la Iglesia católica hay desunión, algunos por ejemplo se dedican hablar mal del Papa Francisco, de los obispos de sus diócesis, del párroco de la iglesia, del vecino, en otras palabras la lista es larga.

Las comunidades siempre van a tener la tentación de desunión. Es por eso que Jesús intercede por nosotros ante el Padre para que vivamos en unidad. Jesus nos mostró que si es posible vivir entre nosotros la unidad, pero todavía no la vivimos a plenitud porque nuestro corazón está dividido, nosotros no estamos unidos al Padre ni al hijo, a través del Espíritu Santo, es de ahí que aún no puede reinar la unidad en nosotros y a través de nosotros. En nuestro corazón vive la discordia, el orgullo, la soberbia, el querer sobresalir. Estas debilidades tratan de dominarnos, pero si cada dia se las entregamos a Dios y nos esforzamos, estas no tendrán poder sobre nosotros. Que la gracia de Dios reine en nosotros para que la unión con el padre y del hijo sea el mejor testimonio para convencer al mundo que Cristo vive en ti.

Espíritu Santo dame la fuerza del don de la unidad para permanecer con el Padre y el Hijo, que mi corazón al ser inundado con tu presencia sea el mejor testimonio para convencer al mundo que Cristo vive en mí desde el amor. Glorificate en mi para que los demás vean la gloria de Dios porque al estar unido a Cristo lo reconocerán como nuestro salvador ya que  Él comunica nueva vida en aquellos en cuyo interior habita. Espíritu Santo dame la gracia de permanecer adherido al amor de Cristo, Amén.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

--

Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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Santa Misa


 

Lectio divina

 SI NO ME VOY, EL ABOGADO NO VENDRÁ A VOSOTROS

 

Habían sido ya cumplidos los designios de Dios sobre la tierra; pero era del todo necesario que fuéramos hechos partícipes de la naturaleza divina de aquel que es la Palabra, esto es, que nuestra vida anterior fuera transformada en otra diversa, empezando así para nosotros un nuevo modo de vida según Dios, lo cual no podía realizarse más que por la comunicación del Espíritu Santo.

 

Y el tiempo más indicado para que el Espíritu fuera enviado sobre nosotros era el de la partida de Cristo, nuestro Salvador.

 

En efecto, mientras Cristo convivió visiblemente con los suyos, éstos experimentaban -según es mi opinión- su protección continua; mas, cuando llegó el tiempo en que tenía que subir al Padre celestial, entonces fue necesario que siguiera presente, en medio de sus adictos, por el Espíritu, y que este Espíritu habitara en nuestros corazones, para que nosotros, teniéndolo en nuestro interior, exclamáramos confiadamente: «Padre», y nos sintiéramos con fuerza para la práctica de las virtudes y, además, poderosos e invencibles frente a las acometidas del demonio y las persecuciones de los hombres, por la posesión del Espíritu que todo lo puede.

 

No es difícil demostrar, con el testimonio de las Escrituras, tanto del antiguo como del nuevo Testamento, que el Espíritu transforma y comunica una vida nueva a aquellos en cuyo interior habita.

 

Samuel, en efecto, dice a Saúl: Te invadirá el Espíritu del Señor, te convertirás en otro hombre. Y san Pablo afirma: Y todos nosotros, reflejando como en un espejo en nuestro rostro descubierto la gloria del Señor, nos vamos transformando en su propia imagen, hacia una gloria cada vez mayor, por la acción del Señor, que es Espíritu. Porque el Señor es Espíritu.

 

Vemos, pues, la transformación que obra el Espíritu en aquellos en cuyo corazón habita. Fácilmente los hace pasar del gusto de las cosas terrenas a la sola esperanza de las celestiales, y del temor y la pusilanimidad a una decidida y generosa fortaleza de alma. Vemos claramente que así sucedió en los discípulos, los cuales, una vez fortalecidos por el Espíritu, no se dejaron intimidar por sus perseguidores, sino que permanecieron tenazmente adheridos al amor de Cristo.

 

Es verdad, por tanto, lo que nos dice el Salvador: Os conviene que yo vuelva al cielo, pues de su partida dependía la venida del Espíritu Santo.

 

RESPONSORIO    Jn 16, 7. 13

 

R. Si no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me voy, os lo enviaré. * Y, cuando él venga, os conducirá a la verdad completa. Aleluya.

V. Porque no hablará por cuenta propia, sino que os dirá cuanto se le comunique y os anunciará las cosas futuras.

R. Y, cuando él venga, os conducirá a la verdad completa. Aleluya.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Tu Espíritu, Señor, infunda en nosotros la fuerza de sus dones, para que nuestros pensamientos te sean gratos y nuestra voluntad esté siempre sometida a la tuya. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Amén

miércoles, 19 de mayo de 2021

Los deseos de Jesus, la unidad, la alegría y la verdad

 


Los deseos de Jesus, la unidad, la alegría y la verdad


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 28-38
En aquellos días, dijo Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso:
«Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.
Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados. De ninguno he codiciado dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más dicha en dar que en recibir”».
Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos. Entonces todos comenzaron a llorar y, echándose al cuello de Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba de lo que había dicho era que, no volverían a ver su rostro. Y lo acompañaron hasta la nave.
Palabra de Dios


La primera lectura nos deja ver como Pablo es una persona cercana y preocupada por los suyos. Pablo les da unas recomendaciones. Se dirige a los “presbíteros” de Éfeso y es como si les entregará su testamento espiritual. Les recuerda que han sido nombrados/elegidos para cuidar a aquella comunidad, liberándola de los peligros que la acechan: “lobos feroces van a deformar la doctrina e intentarán arrastrar a los discípulos”. Es por eso que Pablo alerta a los buenos pastores y de la misma manera a todos aquellos que tienen una misión evangelizadora.  

Pablo encomienda su comunidad a Dios porque por su gracia ellos podrán ser instruidos, fortalecidos en su fe para que puedan participar de la herencia como hijos de Dios. Que no olviden practicar la caridad socorriendo al necesitado, así como Cristo lo hizo.

Pablo ofrece una serie de consejos porque los ama, les da esta recomendación: “Cuidad de vosotros mismos y de todo el rebaño de Dios… Estad alerta y acordaos de que durante tres años, noche y día no me cansé de amonestar con lágrimas, a cada uno de vosotros”. Esa recomendación no solo es para nuestros pastores sino para ti y para mi. No podemos cansarnos de seguir evangelizando a ese hij@, al cónyuge, al amigo, al compañero de trabajo. A veces sentimos que es como predicar en el desierto, pero hay que perseverar, nunca desfallecer. A pesar de las dificultades, de las incomprensiones, hay que estar firmes en el Señor. Jesus predicó con valentía y dejó a un lado el miedo porque nos impide obrar como es debido.

Pablo en su discurso hace una invitación a los “presbíteros” a trabajar con desinterés material, recordando esas palabras de Jesús que sólo él nos ha transmitido: “hay más alegría en dar que en recibir”.

Que bello mensaje y es tiempo de orar por nuestros sacerdotes para que con alegría y entusiasmo sigan cuidando la comunidad, que guiados por el Espíritu de Dios hagan la voluntad de Dios desde la misericordia.  De la misma manera nosotros desde lo que somos, cuidemos y protejamos nuestras familia, la comunidad, hay que también estar alertas de descubrir los falsos profetas que solo vienen para deformar la doctrina.  

Salmo  67, 29-30. 33-35a. 35bc y 36d R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».
Palabra del Se
ñor

En el evangelio vemos que Jesús se dirige al Padre. Jesus se preocupa por sus discípulos que quedan en el mundo. Se prevé un futuro difícil, como ha sido la propia vida de Jesús. Su presencia los ha resguardado del mal. Ante la incertidumbre que se avecina Jesús expresa tres deseos que son su preocupación, esto es unidad, alegría y verdad.

La unidad
Es la primera preocupación de Jesús. Ante su marcha ruega al Padre para que sus discípulos vivan en la unidad. Una unidad que no es algo material, el simple estar juntos. La unión que Jesús desea es la misma que hay entre Él y el Padre. Jesús quiere que sus discípulos, manifiesten ante el mundo que sus seguidores tienen el mismo principio de vida que Él ha manifestado: el amor, ese vínculo profundo que los identifica ante los demás como sus discípulos. Un amor expresado en la entrega, en el servicio y el olvido de uno mismo. En definitiva, el mismo amor que Él va a manifestar al asumir el camino de la Cruz.

La alegría
El estilo de vida que Él ha traído no ha de ser vivido desde la tristeza o la amargura. La entrega, además de generosa, debe ser alegre. Todo aquel que ha encontrado a Jesús ha de compartir la misma alegría que Él vivió. Quiere que cuantos se decidan a seguirlo, lo hagan con entusiasmo, aunque no estén exentos de problemas y tribulaciones.
La seguridad de seguir al Hijo de Dios debe caracterizarse por la ausencia de miedo. Él es el camino, la verdad y la vida. Esa seguridad no puede quedar nublada por los contratiempos que han de presentarse en el transcurso de la vida. Habrá que asumir todo con entereza, pero siempre debe estar transido por la esperanza y con ella la alegría. Ese conjunto de seguridades que Él ofrece a todos, debe proporcionarnos una alegría profunda. No es la alegría circunstancial, que varía según los estados de ánimo. Debe ser la alegría completa que nace de la seguridad de saber por qué vivimos y para qué vivimos.

La verdad
La verdad suprema es Dios. Él, como la verdad, nunca puede ser manipulable. Hoy da la sensación de que la verdad está ausente de nuestras relaciones; su lugar lo ha ocupado la posverdad. Un término que hace referencia a la manipulación con la que se distorsionan los hechos para crear una opinión pública interesada, sectaria. Es una falsedad donde la realidad se convierte en algo adaptativo. Por eso se usan más las emociones que la razón. Por todo ello, hoy más que nunca, se nos pide huir de la mentira, tan comúnmente aceptada en todos los ambientes. Quizá esa relativización de la verdad tenga algo que ver con haber alejado a la Verdad, que es Jesucristo, de nuestras vidas.

La Palabra de Dios llega un día más a nuestras vidas. Preguntémonos con sinceridad si estos tres deseos de Jesus, la  unidad, la alegría y la verdad siguen vivos en nosotros. Si no lo fueran hagamos un esfuerzo para que se reaviven y se hagan realidad en nosotros.

Mi amado Jesús, hoy puedo ver en tu corazón la preocupación por cada uno de nosotros. Es por eso que me preguntas como estoy en la unidad, en la alegría y en la verdad. La unidad que viene de la unión contigo y con el Padre. Esa unión no significa religiosidad sino que se manifiesta en el amor que se entrega desde el servicio olvidándose de uno mismo. Como tú lo manifestaste en la cruz.   La alegría es tener la convicción que Tú nos acompañas; nacimos para ti y vivimos para ti porque esa es la verdadera razón para tener vida. La verdad es que Dios no es manipulable, Él es la verdad y cuando me alejo de la verdad la relativizo cayendo en la mentira, donde lo bueno parece lo que no es correcto y lo malo parece bueno. Ayúdame Señor a crecer más en la unión contigo desde el amor,  vivir la alegría de ser un hij@de Dios y caminar en la verdad, en Tu verdad, Amén.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!--

Santa Misa


 

Lectio divina

 LA MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA

 

Consumada la obra que el Padre confió al Hijo en la tierra, fue enviado el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, para que indeficientemente santificara a la Iglesia y, de esta forma, los que creen en Cristo pudieran acercarse al Padre en un mismo Espíritu. Él es el Espíritu de vida o la fuente del agua que brota para comunicar vida eterna; por el cual el Padre vivifica a todos los muertos por el pecado, hasta que el mismo Espíritu resucite en Cristo sus cuerpos mortales.

 

El Espíritu habita en la Iglesia y en los corazones de los fieles como en un templo, y en ellos ora y da testimonio de la adopción de hijos. Con diversos dones jerárquicos y carismáticos dirige a la Iglesia, a la que guía hacia toda verdad, y la unifica en comunión y ministerio, enriqueciéndola con todos sus frutos.

 

Con la fuerza del Evangelio hace rejuvenecer a la Iglesia, la renueva constantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. Pues el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: «¡Ven!»

 

Así se manifiesta la Iglesia como una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

 

La universalidad de los fieles que tiene la unción del Espíritu Santo no puede fallar en su creencia, y ejerce esta peculiar propiedad mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando desde los obispos hasta los últimos fieles seglares manifiestan un asentimiento universal en las cosas de fe y de costumbres.

 

Con ese sentido de la fe, que el Espíritu Santo mueve y sostiene, el pueblo de Dios, bajo la dirección del magisterio, al que sigue fidelísimamente, recibe no ya la palabra de los hombres, sino la verdadera palabra de Dios; se adhiere indefectiblemente a la fe que ha sido transmitida de una vez para siempre a los fieles; penetra profundamente en ella con rectitud de juicio y la aplica más íntegramente en la vida.

 

Además, el mismo Espíritu Santo no solamente santifica y dirige al pueblo de Dios por los sacramentos y los ministerios y lo enriquece con las virtudes, sino que, distribuyéndolos a cada uno en particular según le place, reparte entre los fieles dones de todo género, incluso especiales, con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad.

 

Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo.

 

RESPONSORIO    Jn 7, 37. 38. 39

 

R. El último día de la fiesta, Jesús clamaba en alta voz: «Del que crea en mí brotarán torrentes de agua viva.» * Esto lo dijo del Espíritu, que habían de recibir los que a él se unieran por la fe. Aleluya.

V. El que tenga sed que venga a mí y que beba; brotarán de él torrentes de agua viva.

R. Esto lo dijo del Espíritu, que habían de recibir los que a él se unieran por la fe. Aleluya.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios misericordioso, concede a tu Iglesia, congregada por el Espíritu Santo, que se entregue plenamente a ti y que viva siempre unificada por el amor, según tú se lo has mandado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

martes, 18 de mayo de 2021

El Espíritu Santo es quien nos lleva donde Él quiere.

 



El Espíritu Santo es quien nos lleva donde Él quiere.


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 17-27
En aquellos días, Pablo, desde Mileto, envió recado a Éfeso para que vinieran los presbíteros de la Iglesia. Cuando se presentaron, les dijo:
«Vosotros habéis comprobado cómo he procedido con vosotros todo el tiempo que he estado aquí, desde el primer día en que puse el pie en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, con lágrimas y en medio de las pruebas que me sobrevinieron por las maquinaciones de los judíos; cómo no he omitido por miedo nada de cuanto os pudiera aprovechar, predicando y enseñando en público y en privado, dando solemne testimonio tanto a judíos como a griegos, para que se convirtieran a Dios y creyeran en nuestro Señor Jesús.
Y ahora, mirad, me dirijo a Jerusalén, encadenado por el Espíritu.
No sé lo que me pasará allí, salvo que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me da testimonio de que me aguardan cadenas y tribulaciones. Pero a mí no me importa la vida, sino completar mi carrera y consumar el ministerio que recibí del Señor Jesús: ser testigo del Evangelio de la gracia de Dios.
Y ahora, mirad: sé que ninguno de vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino, volverá a ver mi rostro. Por eso testifico en el día de hoy que estoy limpio de la sangre de todos: pues no tuve miedo de anunciaros enteramente el plan de Dios».
Palabra de Dios


En la primera lectura notemos que Pablo reconoce que es un servidor del Señor desde la humildad, Pablo ha llorado y ha sufrido persecuciones. Nos dice que Él se reúne con los presbíteros de Mileto para despedirse y explicarles el por qué de su partida "Ahora me dirijo a Jerusalén forzado por el Espíritu" , esas palabras significan que es el Espíritu de Dios quien nos lleva donde hace falta la presencia de Dios. Seguramente Pablo se sentía bien donde estaba, ya era conocido por su labor pastoral y había una Iglesia constituida. En sus palabras nos habla de las persecuciones que sufría por "...las maquinaciones de los judíos" y sin embargo su idea es marchar donde, posiblemente, estaría más al alcance de sus enemigos. Es decir: San Pablo abandona su "zona de confort", como se dice ahora, y va a enfrentar con toda seguridad mayores peligros ¿Y por qué?: Porque lo primero es predicar el Evangelio, dar a conocer a Jesús aún a riesgo de su propia vida. Él escucha la llamada del Espíritu Santo y cumple lo que le dicta pensando únicamente en su misión.

Esta es una gran enseñanza que nos trae la primera lectura. Cuántas veces sentimos la necesidad de dar un buen consejo, obrar correctamente o hasta dar la Buena Noticia pero no lo hacemos ya sea por pena, pereza, temor, comodidad, por el qué dirán. El Espíritu Santo es quien suscita en nuestros corazones para hacer obras y glorificar al Padre pero nos hacemos los sordos. No me imagino cuántas veces hemos entristecido al Espíritu Santo con estas actitudes de omisión. Seamos mensajeros de amor, de paz, de esperanza, llevemos la alegría de tener a Cristo en nuestro corazón. Eso es lo que nos pide el Señor, llevemos buenas noticias y la noticia es Cristo. Confiemos que no estamos solos sino que el Espíritu de Dios es quien nos acompaña, nos ayuda y nos conduce. Debemos ponernos en las manos de Dios y ser obreros de su vid.

Salmo  67, 10-11. 20-21 R/. “Reyes de la tierra, cantad a Dios”

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 1-11a
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».
Palabra del Señor


En el evangelio Juan nos da un resumen de la vida de Cristo, Él vino a predicar el Reino de Dios. Juan deja ver la relación estrecha entre Dios y su hijo, “ Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti “, la unidad, son uno solo. Podemos decir que esta es como una oración íntima y profunda entre ambos, Padre e Hijo. Jesús "da cuenta" de su labor, al mismo tiempo que pide por nosotros y por Él mismo: "...te ruego por ellos... por éstos que Tú me diste"..."Padre, glorifícame cerca de ti".

Esta oración que nace del corazón de Jesus es como un examen de conciencia, como una rendición de cuentas en la que vemos que ha cumplido punto por punto la tarea que le fue encomendada. Y así nosotros deberíamos hacer lo mismo cada día, hacer un examen de conciencia antes de irnos a descansar o en cada momento importante de nuestra vida. El examen de conciencia nos ayuda  a ver hasta dónde hemos llegado y por donde debemos continuar. Todos tenemos una misión encomendada según nuestras circunstancias y nuestras posibilidades. Al igual que Jesús debemos decirle al Padre cómo vamos, qué hemos hecho, qué nos falta y qué necesitamos.

Mi Jesus, esta oración quiero hacerla ante los ojos de Dios. Te pido que el Espíritu Santo me ayude y me guie para darme cuenta que obras de amor he hecho durante el dia y cuales me a faltado ponerle amor. No permitas que la pereza, el temor, por comodidad o por el qué dirán no cumpla lo que tu me pides cayendo en el pecado de omisión. Sé que me has encomendado una misión según mis circunstancias y mis posibilidades. Necesito saber como voy, que he hecho, que me falta y que necesito para lograr esa misión que me has dado. Hoy decido desde mi voluntad ponerme en tus manos y ser obrer@ de tu vid. Dame la gracia de dar a conocer el Reino de Dios a través de mi vida, de mis acciones, de mis gestos, con la alegría de ser Hij@ de Dios. Amen.

Dios te bendiga,

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     Sandra Yudy Zapata Escudero

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Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios.

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