Hay que aprender a gastar la vida
" El Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: “Ve, profetiza a mi pueblo Israel”.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 1-8
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico:
«¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados». Algunos de los escribas se dijeron: «Este blasfema». Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al paralítico—: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”». Se puso en pie y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Tú me has sacado de donde estaba para mostrarme tus maravillas y prodigios. Por gracia hemos recibido la misión profética, una misión que nos lleva a caminar en verdad, justicia y amor. La misión que nos encomiendas debe llegar a donde vayamos: a nuestras familias, al trabajo, a la comunidad, a cualquier lugar y con cualquier persona con la que nos relacionemos. Tu misión da un sentido pleno a la fe que digo tener y a la vida que tú me has dado. Dame la gracia de permanecer fiel a tu misión de amor, entrega y servicio. No permitas que por mi mediocridad, el facilismo y la pereza, tu misión de salvación deje de llegar a donde tiene que llegar.
Tú me has sanado de mis parálisis, como son los miedos, la conciencia dormida y el desánimo, para que testifique de todo lo que tú has hecho en mí y a través de mí. Cada vez que me acerco a los sacramentos, renuevo mis fuerzas porque tú eres quien me perdonas cuando me acerco a la confesión, tú me das el pan vivo del cielo en la comunión, tú me hablas al corazón a través de la Palabra, preparando mi corazón para el encuentro contigo y, conociéndote, yo tomo la decisión de seguirte.
No quiero malgastar mi vida en cosas efímeras ni gastar mi vida mirando cómo otros son más felices que yo, viviendo en la tristeza, olvidando la alegría y dejando que cada día la pereza se apropie de mí. Hoy, Señor, tú me pides que me levante, que reconozca mi propia vida, con sus luces y oscuridades, con sus tristezas y alegrías. Hay que tomarla y avanzar sin miedo a equivocarse o fallar. No estamos solos, tú vas conmigo dando cada paso, porque la vida hay que vivirla, y es mejor vivirla junto contigo para que mi vida tenga sentido como fue la tuya. Amén.
†
Que la
paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en
el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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