Primera lectura
Comienzo del libro de la Sabiduría 1,1-7:
Amad la justicia, gobernantes de la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con sencillez de corazón. Porque se manifiesta a los que no le exigen pruebas y se revela a los que no desconfían de él.
Los pensamientos retorcidos alejan de Dios y el poder, puesto a prueba, confunde a los necios. La sabiduría no entra en alma perversa, ni habita en cuerpo sometido al pecado. Pues el espíritu educador y santo huye del engaño, se aleja de los pensamientos necios y es ahuyentado cuando llega la injusticia. La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al blasfemo: inspecciona las entrañas, vigila atentamente el corazón
y cuanto dice la lengua. Pues el espíritu del Señor llena la tierra, todo lo abarca y conoce cada sonido.
Palabra de Dios
La primera lectura que está tomada del libro de la sabiduría nos invita a que amemos la justicia. Y es que para vivir según la voluntad de Dios tenemos que amar la justicia, osea pensar rectamente sobre Él y buscarlo con sencillez de corazón. En la justicia está la salvación del ser humano, porque sólo el justo puede conocer a Dios. Pero para vivir la justicia que posibilita el encuentro salvador con Dios, necesitamos que Dios nos dé su sabiduría. Por eso hay que pedirle a Él sabiduría!
Hay tres disposiciones que facilitan el camino del encuentro con el Señor, el amor a la justicia, el pensamiento recto, la sencillez de corazón. Hay otras disposiciones que nos alejan de Él (los pensamientos torcidos, la doblez, la injusticia). Esta disposición tiene que ver con la voluntad, porque la voluntad es la que guía el obrar, la inteligencia es la que razona y el corazón es la que expresa el centro íntimo de la persona.
Demos gracias a Dios porque nos llama a recibir su sabiduría, un regalo que Él mismo nos quiere dar para educarnos y ayudarnos a pensar y obrar correctamente según su Santa voluntad.
Salmo 138,1-3a.3b-6.7-8.9-10 R/. Guíame, Señor, por el camino eterno
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay de quien los provoca!
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar. Tened cuidado.
Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, le perdonarás».
Los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería».
Palabra del Señor
Jesus instruye a los discípulos y les da tres claves muy importantes para la vida en comunidad. Las tres claves son el escándalo, el perdón y la fe. Sin estas tres no es posible construir relaciones fraternas.
Cuando nos conocemos a profundidad desde lo largo, ancho y profundo descubrimos realmente quiénes somos, ni los gigantes y perfectos que pretendemos ser, ni tampoco tan pequeño e insignificante que no tiene valor. El valor no está definido por lo que haces, no te lo da la familia, ni los amigos, ni los títulos, ni el puesto en que ocupas dentro de una empresa, tu verdadero valor te lo da es cuando te reconoces y sientes ser amad@ por el creador. El es quien te da el valor que mereces, eres un hij@ de Dios, haces parte de la familia de Dios, eres un hij@ amad@ por Dios que a pesar de tus aciertos y desaciertos El te sigue amando y siempre estará contigo siempre. Por eso es tan importante alimentar nuestra fe en el Dios Padre de misericordia, que nos ha creado y nos ha hecho sus hijos; Sólo desde esta mirada de fe, podemos sentir la fuerza y el deseo de vivir desde ese Amor y de sentir la necesidad de ser transformados por Él.
Bajo la luz de la misericordia de Dios, necesitamos reconocer la parte de pecado que hay en cada uno de nosotros; ser conscientes de nuestras contradicciones e incoherencias, atrevernos a nombrarlas y reconocerlas, a pedir perdón por ellas, a trabajarlas, a dejar que el Espíritu también trabaje en nosotros y a descubrirnos finalmente como pecadores perdonados y salvados; Así como Dios ha sido misericordioso con nosotros, quienes somos nosotros para no perdonar a los demás?
Una vida que se ha dejado amasar por el amor y el perdón de Dios, es una vida que camina hacia la autenticidad. Y toda vida auténtica es un estímulo que ayuda a crecer a otros, no pienses que tu solo te salvas, cada uno es responsable de los demás. Pero si nuestra vida se resiste a dejarse transformar; si nos instalamos en la arrogancia, en la prepotencia, en la rigidez frente a los otros. Si nuestro esfuerzo se centra en cuidar la “buena imagen” aunque nuestro corazón esté lleno de resentimiento y de tareas de crecimiento humano pendientes, la vida acaba convirtiéndose en “doble vida”. Es decir una vida dividida y rota por las contradicciones no abordadas y no trabajadas. Una vida que, si no se abre a un proceso de verdad y sanación, va destruyéndose y puede también destruir a aquellos que están cerca y que son más vulnerables: a esta capacidad de herir y destruir se refiere Jesús cuando habla de “escandalizar a los pequeños” y ya sabemos lo duro que es con la persona que escandaliza: más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar.
Pidámosle al Señor que desde su misericordia nos ayude a no mirar tanto hacia afuera, sino que más bien meditemos nuestra propia historia y en aquellas situaciones en las que hemos podido escandalizar a otras personas, cómo hemos podido influir negativamente sobre su proceso de vida y de fe. Hay cosas que necesitamos romper, curar, personas a quienes necesito pedir perdón y perdonar. Que el Señor nos aumente nuestra fe para poder mirar con ojos de misericordia todo lo vivido.
Mi Jesus, mi amado, como necesito de tu sabiduría para poder entender tantas cosas que pasan a través de mi vida. Las cosas no son por casualidad sino Diosidencias, un plan divino que me ayuda a crecer como cristiano y ayudar a mi hermano en su proceso de crecimiento. Sin tu sabiduría no podré entender tus planes y terminaré estropeando la obra de Dios. Regalame tu sabiduría para poder llegar a amar la justicia y por ende actuaré conforme a tu voluntad Señor. Perdóname por no dejarme transformar por ti, por mi autosuficiencia, orgullo y vanidad prefiriendo cuidar mi imagen sabiendo que mi corazón está lleno de resentimiento y de tareas de crecimiento pendientes que me llevan a tener una vida doble, una vida y un corazón dividido. Que la fuerza de tu Santo Espíritu rompa ese muro que hay en mi para que me abra a un proceso de verdad y sanación. No quiero seguir lastimándome y destruyendo a aquellos que están cerca de mi. Por eso, Señor te pido, aumenta mi fe para poder mirar con ojos de misericordia todo lo vivido. Amen.
Dios te bendiga,
¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!--
†
Que la
paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en
el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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