miércoles, 19 de enero de 2022

Solo quien verdaderamente triunfa es aquel quien pone toda su confianza en el Señor

 


Solo quien verdaderamente triunfa es aquel quien pone toda su confianza en el Señor


Primera lectura
Lectura del primer libro de Samuel 17, 32-51
En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo:
«Que no desmaye el corazón de nadie por causa de ese hombre. Tu siervo irá a luchar contra ese filisteo».
Pero Saúl respondió:
«No puedes ir a luchar con ese filisteo. Tú eres todavía un joven y él es un guerrero desde su mocedad».
David añadió:
«El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará también de la mano de ese filisteo».
Entonces Saúl le dijo:
«Vete, y que el Señor esté contigo».
Agarró el bastón, se escogió cinco piedras lisas del torrente y las puso en su zurrón de pastor y en el morral, y avanzó hacia el filisteo con la honda en mano. El filisteo se fue acercando a David, precedido de su escudero. Fijó su mirada en David y lo despreció, viendo que era un muchacho, rubio y de hermoso aspecto.
El filisteo le dijo:
«¿Me has tomado por un perro, para que vengas a mí con palos?».
Y maldijo a David por sus dioses.
El filisteo siguió diciéndole:
«Acércate y echaré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo».
David le respondió:
«Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina. En cambio, yo voy contra ti en nombre del Señor del universo, Dios de los escuadrones de Israel al que has insultado. El Señor te va a entregar hoy en mis manos, te mataré, te arrancaré la cabeza y hoy mismo entregaré tu cadáver y los del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra. Y toda la tierra sabrá que hay un Dios de Israel. Todos los aquí reunidos sabrán que el Señor no salva con espada ni lanzas, porque la guerra es del Señor y os va a entregar en nuestras manos».
Cuando el filisteo se puso en marcha, avanzando hacia David, este corrió veloz a la línea de combate frente a él. David metió la mano en el zurrón, cogió una piedra, la lanzó con la honda e hirió al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente y cayó de bruces en tierra.
Así venció David al filisteo con una honda y una piedra. Lo golpeó y lo mató sin espada en la mano.
David echó a correr y se detuvo junto al filisteo. Cogió su espada, la sacó de la vaina y lo remató con ella, cortándole la cabeza. Los filisteos huyeron, al ver muerto a su campeón.
Palabra de Dios


Salmo 143, 1. 2. 9-10 R/. ¡Bendito el Señor, mí alcázar!

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Entonces le dice al hombre que tenia la mano paralizada:
«Levántate y ponte ahí en medio».
Y a ellos les pregunta:
«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».
Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:
«Extiende la mano».
La extendió y su mano quedó restablecida.
En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.
Palabra del Señor


En la primera lectura nos habla acerca de la batalla entre David y Goliat. David no se dejó intimidar por Goliat a pesar de su poca experiencia en batallas, como también del comentario que le hizo Saul “ No puedes ir a luchar con ese filisteo. Tú eres todavía un joven y él es un guerrero desde su mocedad”. David reconoce lo que es y es por eso que le respondió a Saul de la siguiente manera “ El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará también de la mano de ese filisteo”. David reconoce que quien lo ha librado de las batallas ha sido el Señor. Goliat está seguro que sus batallas triunfales han sido desde sus fuerzas. Cuántos de nosotros nos sucede lo mismo que Goliat. Creemos que la abundancia y los logros que hemos conseguido es por causa de nuestra sagacidad e inteligencia. Otros por ejemplo tienen el espíritu humilde de reconocer que han llegado hasta ahí, que todo lo que tienen es por gracia y misericordia de Dios.  

Otra enseñanza que nos trae esta primera lectura es que hay batallas que parecen perdidas de antemano, pero que se resuelven en una décima de segundo. Goliat parecía invencible, pero David pudo derrotarlo, con la ayuda de Dios. Puede que ya estés cansado o cansada de hacer y obrar el bien porque ves como los deshonestos nadie les da el tatequieto, nadie los pone en su lugar y parece que todo les sale bien, la vida les sonríe. Ante esa situación no te desanimes, permanece haciendo el bien, no te canses de hacerlo porque quien obra correctamente siempre sentirá paz y tranquilidad en su alma y nuestro Padre Celestial se sentirá orgulloso de nuestro obrar, y nosotros podremos mirarle a los ojos con total confianza.

En cualquier momento de nuestra vida se repite la escena de David y el de Goliat.Haz lo que te corresponde hacer, depende de ti de seguir a Jesús y esto exige un esfuerzo el cual siempre será insuficiente. Ahí es donde tenemos que dejar actuar a Dios.Todo depende de la ayuda que siempre recibimos del mismo Jesú, bien lo dijo Jesus “Sin mí no podéis hacer nada”.

En el evangelio nos hablan de una parálisis y retomando la primera lectura nos puede también suceder que por tener ese Goliat en nuestra vida llámese desánimo, tristeza, depresión, ansiedad, rencor, odio, celos, envidia, jefe, vecino, amig@, hij@, compañer@ de trabajo, o aquellos que tienen poder político y económico, como también nuestra propia voluntad nos paralicemos, nos quedemos estáticos, nos invada el temor dejando que el Goliat dirija y gobierne nuestra vida.

En tu vida, como en la mía, seguro que ha habido momentos en los que hemos sentido que la parálisis nos invadía, no nos dejaba ir hacia delante. Cuando vuelva a suceder, cuando te parezca que estás paralizado en el camino espiritual, busca a Jesús. Extiende tu mano delante de Él, y desea de todo corazón que Él te sane. Él lo puede todo.

De rodillas me acerco a ti Señor y con el corazón abierto te agradezco mi Dios porque he llegado a donde estoy gracias a tu misericordia y bondad. Me he esforzado, claro que sí, pero mi esfuerzo nunca será suficiente y es ahí donde tú entras y me das la fuerza necesaria para poder llegar más alto como las águilas. El vuelo exige mantener los brazos abiertos y dejarme guiar por las corrientes del aire. Hay momentos en que me siento cansad@ y con ganas de rendirme, pero Tu Espíritu me acompaña y su soplo me ayuda a permanecer firme en ti. Dame la gracia de creer, confiar y esperar en ti, que a pesar de que los vientos se avecinan y el horizonte no sea claro mantenga la confianza que no estoy sol@ en este vuelo, porque en esta batalla no estoy solo, tu vas conmigo, Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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