martes, 18 de enero de 2022

La mirada y los criterios de Dios

 


La mirada y los criterios de Dios


Primera lectura
Lectura del primer libro de Samuel 16, 1-13
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel:
«¿Hasta cuándo vas a estar sufriendo por Saúl, cuando soy yo el que lo he rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y ponte en camino. Te envío a casa de Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mi».
Samuel respondió:
«¿Cómo voy a ir? Si lo oye Saúl, me mata».
El Señor respondió:
«Llevas de la mano una novilla y dices que has venido a ofrecer un sacrificio al Señor. Invitarás a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que has de hacer. Me ungirás al que te señale».
Samuel hizo lo que le había ordenado el Señor.
Una vez llegado a Belén, los ancianos de la ciudad salieron temblorosos a su encuentro.
Preguntaron:
«¿Es de paz tu venida?».
Respondió:
«Si. He venido para ofrecer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio».
Purificó a Jesé y a sus hijos, y los invitó al sacrificio.
Cuando estos llegaron, vio a Eliab y se dijo:
«Seguro que está su ungido ante el Señor».
Pero el Señor dijo a Samuel:
«No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón».
Jesé llamó a Abinadab y lo presentó a Samuel, pero le dijo:
«Tampoco a éste lo ha elegido el Señor».
Jesé presentó a Samá. Y Samuel dijo:
«El Señor tampoco ha elegido a este».
Jesé presentó a sus siete hijos suyos ante Samuel. Pero Samuel dijo a Jesé:
«El Señor no ha elegido a estos».
Entonces Samuel preguntó a Jesé:
«¿No hay más muchachos?».
Y le respondió:
«Todavía queda el menor, que está pastoreando el rebaño».
Samuel le dijo:
«Manda a buscarlo, porque no nos sentaremos a la mesa, mientras no venga».
Jesé mandó a por él y lo hizo venir. Era rubio, de hermosos ojos y buena presencia. El Señor dijo a Samuel:
«Levántate y úngelo de parte del Señor, pues es este».
Samuel cogió el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu del Señor vino sobre David desde aquel día en adelante.
Samuel emprendió luego el camino de Ramá.
Palabra de Dios

Salmo  88, 20. 21-22. 27-28 R/. Encontré a David, mi siervo

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 23-28
Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.
Los fariseos le preguntan:
«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».
Él les responde:
«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, como entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a los que estaban con él?».
Y les decía:
«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».
Palabra del Señor


Hoy el Señor a través de las lecturas nos invita a reflexionar cómo es nuestra mirada. De pronto tenemos una mirada que señala, que juzga, que critica?

Nuestra mirada depende de lo que realmente tenemos en el corazón. Por ejemplo si nuestra mirada es de señalamientos osea acusadora,  que juzga y critica puede ser por varias razones, una razón puede ser es que nos sintamos muy buenos, los inmaculados, los santos, que seguimos la ley al pie de la letra y el orgullo hinchado que habita en nosotros nos hace ver importantes, más grandes y vemos a los demás más chicos, insignificantes, en otras palabras los demás no están a nuestro nivel. La otra razón para revisar es cómo está nuestra relación con Dios. Si nuestra relación con El no es de cercanía, de confianza y de amor entonces nuestra actitud frente a los demás era de la misma manera como nos sentimos.

Ahora bien si revisamos por ejemplo las prácticas religiosas y espirituales ahí si hay mucha tela para cortar. Por ejemplo los que “somos de Misa”, los que estamos cerca de la Iglesia, solemos mirar con desconfianza las prácticas que no encajan en lo que siempre se ha hecho. Puede ser nuestra dificultad en abrirnos a la novedad que nos trae el Espíritu Santo.

Después del Concilio Vaticano II, se han abierto muchas posibilidades para vivir la fe, dentro de la Santa Madre Iglesia. Es bueno dar gracias por los diversos dones y carismas que conviven a nuestro lado. No todos, quizá, encajen con nuestra espiritualidad, con nuestra experiencia o con nuestros gustos. Lo principal es caer en la cuenta de que esas formas de vivir la fe ayudan a alguien a ser santo, o lo que es lo mismo, a ser feliz. Y si la iglesia las reconoce, “adelante con los faroles”.

Recuerdo que en mi experiencia con la espiritualidad carismática tuve algunos desacuerdos con personas, pero lo más importante fue que en esa dificultad el Señor me enseñó a ser más tolerante con aquel que no piensa y no practica la misma espiritualidad que yo practico. Como también aprendí a no creerme mejor que los demás porque ya tenía algo de recorrido. En conclusión aprendí tolerancia y humildad. ¡Qué gran lección!

También tenemos que tener mucho cuidado con caer en el error para hacer lo que queramos, “El sábado para el hombre y no el hombre para el sábado”. Hay normas que realmente nos ayudan a ser mejores. Por eso siempre debemos tener en cuenta la dignidad de la persona. Todo lo que respeta o desarrolla la dignidad de cada ser humano podemos y debemos aceptarlo. Para eso existe el Magisterio de la Iglesia, que nos va orientando por el buen camino. No podemos practicar la ley por sí sola, hay que practicar la ley del amor.

En la primera lectura notemos cuál es el criterio del Señor para elegir. “No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura... No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, más el Señor mira el corazón”. Dios no ve cómo los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón porque es allí donde se guardan las verdaderas intenciones y sentimientos. El Señor tiene criterios como la bondad y la generosidad que pueden hacer de la vocación del ungido un derroche para su pueblo. Una vez más, el Señor es desconcertante; Él nos sorprende con sus planes y proyectos “sus planes no son nuestros planes, sus caminos no son los nuestros” (Is 55,8). ¿Estaremos suficientemente atentos y abiertos para captarlos?

Mi amado Jesús, enséñame a mirar como tú miras y a tener tus criterios. Para ello necesito que limpies mi corazón, purificalo con tu amor porque es allí donde nace y crece mi mirada hacia los demás. Ayúdame a ser tolerante y respetuoso con aquellos que no piensan igual a mi, y es que en la diversidad también hay una obra que tu quieres hacer y enseñar. No permitas que me sienta “ bueno”, al llamarme cristiano y por practicar la “ ley'', más bien dame la gracia de la humildad para reconocer todo lo bueno que eres Tu conmigo porque  no me tratas conforme a mis pecados. Que la fuerza de tu Santo Espíritu obre en mí y a través de mi para que practique la ley del amor cada día de mi vida, Amen.  

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...

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