jueves, 4 de agosto de 2022

La verdadera religión está en el corazón, desde donde se ha de conocer mejor a ese Padre que nunca nos abandona.

 


La verdadera religión está en el corazón, desde donde se ha de conocer mejor a ese Padre que nunca nos abandona.


Primera lectura
Lectura del profeta Jeremías 31,31-34:

Llegan días —oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y la casa de Juda una alianza nueva. No sera una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor —oráculo del Señor—.
Esta será la alianza que haré con ellos después de aquellos días —oráculo del Señor—: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo:
«Conoced al Señor», pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor —oráculo del Señor—, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados.
Palabra de Dios

Salmo 50 R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,13-23

En aquel tiempo, aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomo la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Palabra del Senor

Mantenernos siempre fieles a Dios debe ser uno de nuestros objetivos importantes en la vida de todo cristiano. Hay momentos donde todo resulta más fácil, por ejemplo cuando lo que pedimos nos resulta, cuando nuestra vida es color de rosa, y recibimos más bendiciones de las que esperamos. Las cosas empiezan a complicarse cuando el tiempo es difícil, nos cae la enfermedad, un revés económico, disputas, contiendas, calumnias, cuando empezamos a perder si que es difícil mantener nuestra fe viva y permanecer fieles al Señor.

Esto es lo que nos trae la primera lectura del día de hoy. La historia del pueblo de Israel nos facilita comprender mejor los momentos en que no es fácil vivir nuestro cristianismo con autenticidad. En esos momentos difíciles, oscuros, de desierto es el momento de purificar nuestra fe y la mejor manera es fortaleciéndola. Esto solo es posible cuando nos enfrentamos a la dificultades y reveses de nuestra vida. Es por eso que Jeremias anima al pueblo a vivir desde la fidelidad. No olvidemos que el pueblo de Dios al vivir desterrados experimentaron humillación y  desprecio.

¿Has pasado por una situación similar? ¿Cómo te has sentido? ¿Cómo queda uno tras esas experiencias? Desanimado y sin querer luchar. Por eso, Jeremías anima al pueblo a no olvidar a Dios, pese a todo lo vivido. Y les trasmite la Nueva alianza con su Dios. Se trata de vivir, un nuevo encuentro con Yahvé, donde Él será su Dios y ellos serán su pueblo. La alianza que Dios nos invita a que hagamos con Él, es una alianza desde el amor, una ley en el corazón.

A todos nos ha sucedido que por causa del amor hemos hecho cosas hasta imposibles. Dios quien lo sabe por eso pondrá su ley del amor en nuestro corazón. Por amor le obedeceremos, seremos sus esclavos, por amor nos volveremos más pequeños para que Él pueda crecer en nosotros, por amor perdonamos a quien nos ofendió, por amor serviremos a quien lo necesita sin esperar nada a cambio. De ahí la importancia de poner a Dios en el centro de nuestra vida. La verdadera religión está en el corazón, desde donde se ha de conocer mejor a ese Padre que nunca nos abandona.

En el evangelio Jesús nos pregunta.. “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo”? ¿Por qué esta pregunta?

Jesus sabe que lo siguen pero aun no son conscientes de cuál es su identidad y para qué ha venido a este mundo. Algunos de nosotros por ejemplo nos pasó, hablábamos de Jesus repitiendo lo que nos dice el catecismo pero no habíamos tenido la experiencia personal e íntima con El. Esta pregunta es muy profunda porque nos ayuda a descubrir realmente quién es Jesus para tu vida y porque es tan importante que sea Él el centro de nuestra vida. Cuando realmente comprendamos no desde el conocimiento, porque hay muchos teólogos que tienen conocimiento de Jesús pero su corazón está lejos de la experiencia con el resucitado nos convertiremos en extensiones de testigos del amor de Dios para otros, así como los apóstoles que fueron “ enviados para llevar la buena noticia“.

Jesús espera que nos demos la oportunidad de conocerlo para poder amarlo y luego seguirlo de verdad. Es un proceso que exige fidelidad, oración, coherencia y esfuerzo para que todo se vaya afianzando en nosotros y así nunca sustituyamos a Jesús por esos “diosecillos” que nos presenta la sociedad. Tener presente ese proceso debe animarnos. Siempre podemos seguir avanzando con confianza en su ayuda. Todos sabemos que no es fácil. A Pedro, a pesar de esa respuesta tan clara, podemos decir que le quedaba mucho trecho por andar y ahondar en el conocimiento de Jesús. Vendrían situaciones donde su conducta no dejaría claro quién era Jesús para él, en el momento de su negación tres veces. Por miedo Pedro prefiere negarlo. Jesús sabía que la fe de Pedro aún no estaba madura, tuvo paciencia porque sabía que Dios se iba a glorificar en él. Pedro siguió su proceso de maduración de la fe y todo ello le sirvió para levantarse y fiado en la gracia de Jesús, proclamó con entusiasmo a ese Jesús hasta dar la vida por Él.

Mi amado Jesús, cuánto necesito que fortalezcas mi corazón para mantenerme fiel a la alianza de tu amor. Si que es fácil seguirte cuando todo sale bien en mi vida los planes, los proyectos y cuando recibo todas las bendiciones de parte de ti. Es por eso que hoy me acerco a través de la oración para que en los momentos difíciles persevere en la fe, que pueda entender que tu plan es mejor que el mío porque tu no quieres que ninguno de tus hij@s se pierda en el abismo de la muerte.  Por mas que mis pecados sean de color escarlata tu tienes el poder de limpiarlos y dejarlos como la nieve. Tu no amas el pecado sino que tu amas con locura al pecador. Dame la gracia de renovar una vez más la alianza de tu amor en mi corazón para que cada vez que tenga la tentación de caer en el pecado sienta un dolor que me llegue hasta las entrañas y tome el camino correcto como es alejarme del pecado. Derrama en mi corazón un Espíritu Nuevo para que mi corazón sea puro, purifica mis sentimientos, pensamientos y actitudes para que la Gloria de Dios se manifieste en mi, Amen.  

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!



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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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