lunes, 31 de diciembre de 2018

Santa Misa


Lectio Divina

EL NACIMIENTO DEL SEÑOR ES EL NACIMIENTO DE LA PAZ
Aunque el estado de infancia, que el Hijo de Dios asumió sin considerarlo impropio de su grandeza, se haya transformado ya en estado de varón perfecto y aunque, una vez consumado el triunfo de la pasión y resurrección, haya llegado a su fin todo lo que era propio del estado de anonadamiento, que el Señor aceptó por nosotros, sin embargo, la fiesta de la Natividad renueva para nosotros los comienzos sagrados de la vida de Jesús, nacido de la Virgen María; y, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, se nos invita a celebrar también nuestro propio nacimiento como cristianos.

La generación de Cristo, en efecto, es el origen del pueblo cristiano, ya que el nacimiento de la cabeza incluye en sí el nacimiento de todo el cuerpo.

Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan sido llamados cada uno en días distintos, con todo, la totalidad de los fieles, nacida en la fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión.

El creyente que en cualquier parte del mundo es regenerado en Cristo se libra de la culpa original y, al renacer, se transforma en un hombre nuevo; en adelante ya no cuenta la generación carnal de sus padres, sino la generación por la que ha renacido del Salvador, que quiso hacerse Hijo del hombre para que nosotros pudiéramos llegar a ser hijos de Dios.

Pues, si él no hubiera descendido por su humildad hasta nosotros, jamás ninguno de nosotros, por sus propios méritos, hubiera podido llegar hasta él.

Por eso la misma grandeza del don que nos ha sido otorgado exige de nosotros una veneración proporcionada a la excelsitud de esta dádiva; así nos lo enseña el Apóstol, cuando dice: No hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado; el mejor modo de ofrecer a Dios nuestro homenaje religioso es, sin duda, ofrecerle lo que él mismo nos ha dado.

Y ¿qué cosa mejor podríamos encontrar entre los dones divinos, para honrar la fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del Señor?

En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor, la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios aquellos que el Señor ha segregado del mundo.

Por tanto, que quienes traen su origen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios, ofrezcan al Padre la concordia propia de los hijos que están animados por el deseo de la paz, y que todos los miembros de la familia de adopción vivan unidos en aquel que es el primogénito de la nueva creación, que no vino a hacer su propia voluntad, sino la voluntad de aquel que lo envió. Pues los que han sido adoptados por la gracia del Padre, para ser sus herederos, no son los que viven en medio de discordias y contiendas, sino los que tienen un único pensar y un mismo querer. Los que han sido llamados a reproducir la única imagen del Padre deben tener una sola alma.

Por ello el nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz; como lo dice el Apóstol: Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, porque, tanto los judíos como los gentiles, por medio de él tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.

domingo, 30 de diciembre de 2018


ORACIÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

JESÚS, Hijo de Dios e Hijo de María, bendice a nuestra familia. Inspira bondadosamente en nosotros la unidad, la paz y el amor mutuo que tú encontraste en Tu propia familia en la pequeña aldea de Nazaret.
MARÍA, Madre de Jesús y Nuestra Madre, sustenta a nuestra familia con tu fe y tu amor. Consérvanos cerca de tu Hijo, Jesús, en todas nuestras alegrías y en nuestras penas.
JOSÉ, Padre adoptivo de Jesús, guardián y esposo de María, protege a nuestra familia del peligro. Auxílianos en todos los momentos de desánimo y ansiedad.
SAGRADA FAMILIA DE NAZARET, haz a nuestra familia una contigo. Ayúdanos a ser instrumentos de paz. Concédenos que el amor, fortalecido por la gracia, pruebe ser más fuerte que las debilidades y las pruebas que nuestra familia a veces atraviesa. Que siempre tengamos a Dios en el centro de nuestros corazones y hogares hasta que todos seamos una sola familia, feliz y en paz en nuestro verdadero hogar contigo. Amén.


Santa Misa


Lectio Divina

EL EJEMPLO DE NAZARET
Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio.

Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizá de una manera casi insensible, a imitar esta vida.

Aquí se nos revela el método que nos hará descubrir quién es Cristo. Aquí comprendemos la importancia que tiene el ambiente que rodeó su vida durante su estancia entre nosotros, y lo necesario que es el conocimiento de los lugares, los tiempos, las costumbres, el lenguaje, las prácticas religiosas, en una palabra, de todo aquello de lo que Jesús se sirvió para revelarse al mundo. Aquí todo habla, todo tiene un sentido.

Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de una disciplina espiritual si queremos seguir las enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo.

¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret! ¡Cómo quisiéramos volver a empezar, junto a María, nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y a la más alta sabiduría de la verdad divina!

Pero estamos aquí como peregrinos y debemos renunciar al deseo de continuar en esta casa el estudio, nunca terminado, del conocimiento del Evangelio. Mas no partiremos de aquí sin recoger rápida, casi furtivamente, algunas enseñanzas de la lección de Nazaret.

Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros.
Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que sólo Dios ve.

Se nos ofrece además una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social.

Finalmente, aquí aprendemos también la lección del trabajo. Nazaret, la casa del hijo del artesano: cómo deseamos comprender más en este lugar la austera pero redentora ley del trabajo humano y exaltarla debidamente; restablecer la conciencia de su dignidad, de manera que fuera a todos patente; recordar aquí, bajo este techo, que el trabajo no puede ser un fin en sí mismo, y que su dignidad y la libertad 

para ejercerlo no provienen tan sólo de sus motivos económicos, sino también de aquellos otros valores que lo encauzan hacia un fin más noble.

Queremos finalmente saludar desde aquí a todos los trabajadores del mundo y señalarles al gran modelo, al hermano divino, al defensor de todas sus causas justas, es decir: a Cristo nuestro Señor.

sábado, 29 de diciembre de 2018

Santa Misa


Lectio divina

De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 1, En la Epifanía del Señor, 1-2: PL 133, 141-143)


CUANDO LLEGÓ LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS, SE NOS DIO TAMBIÉN LA PLENITUD DE LA DIVINIDAD

Dios, nuestro Salvador, hizo aparecer su misericordia y su amor por los hombres. Demos gracias a Dios, pues por él abunda nuestro consuelo en esta nuestra peregrinación, en este nuestro destierro, en esta vida tan llena aún de miserias.

Antes de que apareciera la humanidad de nuestro Salvador, la misericordia de Dios estaba oculta; existía ya, sin duda, desde el principio, pues la misericordia del Señor es eterna, pero al hombre le era imposible conocer su magnitud. Ya había sido prometida, pero el mundo aún no la había experimentado y por eso eran muchos los que no creían en ella. Dios había hablado, ciertamente, de muchas maneras por ministerio de los profetas. Y había dicho: Sé muy bien lo que pienso hacer con vosotros: designios de paz y no de aflicción. Pero, con todo, ¿qué podía responder el hombre, que únicamente experimentaba la aflicción y no la paz? «¿Hasta cuándo -pensaba- iréis anunciando: "Paz, paz", cuando no hay paz?» Por ello los mismos mensajeros de paz lloraban amargamente, diciendo: Señor, ¿quién ha dado fe a nuestra predicación? Pero ahora, en cambio, los hombres pueden creer, por lo menos, lo que ya contemplan sus ojos; ahora los testimonios de Dios se han hecho sobremanera dignos de fe, pues, para que este testimonio fuera visible, incluso a los que tienen la vista enferma, el Señor le ha puesto su tienda al sol.

Ahora, por tanto, nuestra paz no es prometida, sino enviada; no es diferida, sino concedida; no es profetizada, sino realizada: el Padre ha enviado a la tierra algo así como un saco lleno de misericordia; un saco, diría, que se romperá en la pasión, para que se derrame aquel precio de nuestro rescate, que él contiene; un saco que, si bien es pequeño, está ya totalmente lleno. En efecto, un niño se nos ha dado, pero en este niño habita toda la plenitud de la divinidad. Esta plenitud de la divinidad se nos dio después que hubo llegado la plenitud de los tiempos. Vino en la carne para mostrarse a los que eran de carne y, de este modo, bajo los velos de la humanidad, fue conocida la misericordia divina; pues, cuando fue conocida la humanidad de Dios, ya no pudo quedar oculta su misericordia. ¿En qué podía manifestar mejor el Señor su amor a los hombres sino asumiendo nuestra propia carne? Pues fue precisamente nuestra carne la que asumió, y no aquella carne de Adán que antes de la culpa era inocente.

¿Qué cosa manifiesta tanto la misericordia de Dios como el hecho de haber asumido nuestra miseria? ¿Qué amor puede ser más grande que el del Verbo de Dios, que por nosotros se ha hecho como la hierba débil del campo? Señor, ¿qué es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él? Que comprenda, pues, el hombre hasta qué punto Dios cuida de él; que reflexione sobre lo que Dios piensa y siente de él. No te preguntes ya, oh hombre, por qué tienes que sufrir tú; pregúntate más bien por qué sufrió él. De lo que quiso sufrir por ti puedes deducir lo mucho que te estima; a través de su humanidad se te manifiesta el gran amor que tiene para contigo. Cuanto menor se hizo en su humanidad, tanto mayor se mostró en el amor que te tiene, y cuanto más se anonadó por nosotros, tanto más digno es de nuestro amor. Dios, nuestro salvador -dice el Apóstol-, hizo aparecer su misericordia y su amor por los hombres. ¡Qué grande y qué manifiesta es esta misericordia y este amor de Dios a los hombres! Nos ha dado una grande prueba de su amor al querer que el nombre de Dios fuera añadido al título de hombre.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Sang a Misa


Lectio Divina

De los Sermones de san Quodvuldeo, obispo
(Sermón 2, Sobre el Símbolo: PL 40, 655)
>AÚN NO HABLAN Y YA CONFIESAN A CRISTO
El gran Rey nace como un niño pequeño. Vienen los magos desde tierras lejanas; vienen para adorar al que está todavía acostado en un pesebre, pero que reina ya en el cielo y en la tierra. Cuando los magos hacen saber a Herodes que ha nacido el Rey, Herodes se altera y, para no perder su reino, quiere matar al recién nacido; y, sin embargo, si hubiese creído en él hubiera podido reinar tranquilo aquí en la tierra y para siempre en la otra vida. ¿Por qué temes, Herodes, al oír que ha nacido el Rey? Él no ha venido para destronarte, sino para vencer al diablo. Pero esto tú no lo entiendes y por esto te alteras y te llenas de furor; y, para perder al único niño que buscas, te conviertes en el cruel asesino de muchos.

No te detienen ni las lágrimas de las madres ni el dolor de los padres que lloran la muerte de sus hijos ni los gritos y quejidos de los niños. Matas los cuerpos de los niños, porque a ti el temor te mata el corazón; y piensas que, si logras tu objetivo, podrás vivir por largo tiempo, cuando en realidad pretendes matar al que es la Vida en persona.

Aquel que es la fuente de la gracia, que es pequeño y grande a la vez, que está acostado en un pesebre, te hace temer por tu trono; por medio de ti, y sin que tú lo sepas, realiza sus designios y libra a las almas de la cautividad del demonio. A los que habían nacido en pecado los recibe en el número de sus hijos adoptivos.

Aquellos niños, sin saberlo, mueren por Cristo, y sus padres lloran la muerte de aquellos mártires; Cristo, cuando eran todavía incapaces de hablar, los convierte en idóneos testigos suyos. Así es el reinado de aquel que ha venido para ser rey. Así libera aquel que ha venido a ser libertador, así salva aquel que ha venido a ser salvador. Pero tú, Herodes, ignorando todo esto, te alteras y te llenas de furor; y, al llenarte de furor contra aquel niño, le prestas ya tu homenaje sin saberlo.

¡Cuán grande y gratuito es el don! ¿Qué merecimientos tenían aquellos niños para obtener la victoria? Aún no hablan y ya confiesan a Cristo. Sus cuerpos no tienen aún la fuerza suficiente para la lucha y han conseguido ya la palma de la victoria.


ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, cuya gloria pregonaron en este día los Inocentes mártires, no con palabras, sino dando su vida por ti, haz que nuestra conducta testifique con hechos la fe que proclamamos con los labios. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

jueves, 27 de diciembre de 2018

Santa Misa


Lectio Divina

De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan
tado 1, 1. 3: PL 35, 1978. 1980)
EN LA ENCARNACIÓN SE HA MANIFESTADO LA MISMA VIDA EN PERSONA

Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos Y lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida. ¿Quién podría tocar con sus manos a la Palabra, si no fuese porque la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros? Esta Palabra, que se hizo carne para que pudiera ser tocada, comenzó a ser carne en el seno de la Virgen María; pero no fue entonces cuando empezó a ser Palabra, ya que, como nos dice Juan, existía desde un principio. Ved cómo concuerda su carta con las palabras de su evangelio, que acabáis de escuchar: Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios.

Quizá alguien piense que hay que entender la expresión «la palabra de vida» como un modo de hablar que se refiere a Cristo, pero no al cuerpo de Cristo que podía ser tocado por nuestras manos. Atended a las palabras que siguen: Porque la vida se ha manifestado. Por tanto, Cristo es la Palabra de vida.

¿Y de dónde se ha manifestado esta vida? Existía desde un principio, pero no se había manifestado a los hombres; en cambio, sí se había manifestado a los ángeles, que la veían y se alimentaban de ella como de su propio pan. Pero, ¿qué dice la Escritura? El hombre comió pan de ángeles.

Así, pues, en la encarnación se ha manifestado la misma Vida en persona, y se ha manifestado para que, al hacerse visible, ella, que sólo podía ser contemplada con los ojos del corazón, sanara los corazones. Porque la Palabra sólo puede ser contemplada con los ojos del corazón; en cambio, la carne puede ser contemplada también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no a la Palabra; por esto la Palabra se hizo carne, que puede ser vista por nosotros, para sanar en nosotros lo que nos hace capaces de ver a la Palabra.

Y nosotros -continúa- testificamos y os anunciamos esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado, esto es, se ha manifestado entre nosotros y, para decirlo con más claridad, se ha manifestado en nuestro interior.

Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos. Atended, queridos hermanos: Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos. Ellos vieron al mismo Señor presente en la carne y oyeron las palabras que salían de su boca, y nos lo han anunciado. Nosotros, por tanto, hemos oído, pero no hemos visto.

¿Somos por eso menos dichosos que ellos, que vieron y oyeron? Pero entonces, ¿por qué añade: A fin de que viváis en comunión con nosotros? Ellos vieron, nosotros no, y sin embargo vivimos en comunión con ellos, porque tenemos una fe común.

Y esta nuestra comunión de vida es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas -continúa- para que sea colmado vuestro gozo. Gozo colmado, dice, en una misma comunión de vida, en una misma caridad, en una misma unidad.


OREMOS,
Dios nuestro, que nos descubriste los arcanos de tu Verbo por medio del apóstol san Juan, concédenos alcanzar una debida comprensión de todo aquello que él ha hecho llegar a nuestros oídos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

lunes, 24 de diciembre de 2018

Santa Misa de hoy


Lectio Divina

LA VERDAD BROTA DE LA TIERRA Y LA JUSTICIA MIRA DESDE EL CIELO
Despierta, hombre: por ti Dios se hizo hombre. Despierta, tú que duermes, surge de entre los muertos; y Cristo con su luz te alumbrará. Te lo repito: por ti Dios se hizo hombre.

Estarías muerto para siempre, si él no hubiera nacido en el tiempo. Nunca hubieras sido librado de la carne del pecado, si él no hubiera asumido una carne semejante a la del pecado. Estarías condenado a una miseria eterna, si no hubieras recibido tan gran misericordia. Nunca hubieras vuelto a la vida, si él no se hubiera sometido voluntariamente a tu muerte. Hubieras perecido, si él no te hubiera auxiliado. Estarías perdido sin remedio, si él no hubiera venido a salvarte.

Celebremos, pues, con alegría la venida de nuestra salvación y redención. Celebremos este día de fiesta, en el cual el grande y eterno Día, engendrado por el que también es grande y eterno Día, vino al día tan breve de esta nuestra vida temporal.

Él se ha hecho para nosotros justicia, santificación y redención. y así -como dice la Escritura- «el que se gloría que se gloríe en el Señor.»

La verdad brota, realmente, de la tierra, pues Cristo, que dijo: Yo soy la verdad, nació de la Virgen. Y la justicia mira desde el cielo, pues nadie es justificado por si mismo, sino por su fe en aquel que por nosotros ha nacido. La verdad brota de la tierra, porque la Palabra se hizo carne. Y la justicia mira desde el cielo, porque toda dádiva preciosa y todo don perfecto provienen de arriba. La verdad brota de la tierra, es decir, la carne de Cristo es engendrada en María. Y la justicia mira desde el cielo, porque nadie puede apropiarse nada, si no le es dado del cielo.

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, porque la justicia y la paz se besan. Por medio de nuestro Señor Jesucristo, porque la verdad brota de la tierra. Por él hemos obtenido el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de Dios. Fíjate que no dice «nuestra gloria», sino la gloria de Dios, porque la justicia no procede de nosotros, sino que mira desde el cielo. Por ello el que se gloría que se gloríe no en sí mismo, sino en el Señor.

Por eso también, cuando el Señor nació de la Virgen, los ángeles entonaron este himno: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

¿Cómo vino la paz a la tierra? Sin duda porque la verdad brota de la tierra, es decir, Cristo nace de María. Él es nuestra paz, él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, para que todos seamos hombres de buena voluntad, unidos unos a los otros con el suave vínculo de la unidad. Alegrémonos, pues, por este don, para que nuestra gloria sea el testimonio que nos da nuestra conciencia; y así nos gloriaremos en el Señor, y no en nosotros. Por eso dice el salmista: Tú eres mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza.

¿Qué mayor gracia pudo hacernos Dios? Teniendo un Hijo único lo hizo Hijo del hombre, para que el hijo del hombre se hiciera hijo de Dios.

Busca dónde está tu mérito, busca de dónde procede, busca cuál es tu justicia: y verás que no puedes encontrar otra cosa que no sea pura gracia de Dios.
RESPONSORIO    Is 11, 1. 5. 2
R. Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. * La justicia será el ceñidor de su cintura, y la lealtad el cinturón de sus caderas.
V. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza.
R. La justicia será el ceñidor de su cintura, y la lealtad el cinturón de sus caderas.

ORACIÓN.
OREMOS,
Jesús, Señor nuestro, ven pronto, no tardes más, para que se reanimen con tu venida los que confían en tu amor. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

viernes, 21 de diciembre de 2018

Santa Misa


Lectio Divina

Del Comentario de san Ambrosio, obispo, sobre el evangelio de san Lucas
(Libro 2, 19. 22-23. 26-27: CCL 14, 39-42)

VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Cuando el ángel reveló a María los misterios recónditos de Dios, para fortificar la fe con un ejemplo, habló a la Virgen de la maternidad de una mujer ya anciana y estéril; con ello le quiso demostrar que para Dios no hay nada imposible.

Al oír María este anuncio, llena de gozo y sin demora, partió hacia las montañas, no porque dudara de las palabras del ángel ni porque estuviera incierta de la veracidad del hecho ni porque vacilara ante la realidad del ejemplo, sino porque se sentía impulsada por el deseo de cumplir un deber de piedad, anhelante de prestar sus servicios y presurosa por la intensidad de su alegría.

Llena ya totalmente de Dios, ¿a dónde podía dirigirse María con prisa sino hacia las alturas? En efecto, la gracia del Espíritu Santo ignora la lentitud. Los beneficios de María y los dones de la presencia del Señor se manifestaron en seguida, pues, así que Isabel oyó el saludo de María, su criatura saltó de gozo en su seno y ella quedó llena del Espíritu Santo.

Considera la precisión y exactitud de cada una de las palabras: Isabel fue la primera en oír la voz, pero Juan fue el primero en experimentar la gracia, porque Isabel escuchó según las facultades de la naturaleza, pero Juan, en cambio, se alegró a causa del misterio. Isabel sintió la proximidad de María, Juan la del Señor; la mujer oyó la salutación de la mujer, el hijo sintió la presencia del Hijo; ellas proclaman la gracia, ellos, viviéndola interiormente, logran que sus madres se aprovechen de este don hasta tal punto que, con un doble milagro, ambas empiezan a profetizar por inspiración de sus propios hijos.

El niño saltó de gozo y la madre fue llena del Espíritu Santo, pero no fue enriquecida la madre antes que el hijo, sino que, después que fue repleto el hijo, quedó también colmada la madre. Juan salta de gozo y María se alegra en su espíritu. En el momento que Juan salta de gozo, Isabel se llena del Espíritu, pero, sí observas bien, de María no se dice que fuera llena del Espíritu, sino que se afirma únicamente que se alegró en su espíritu (pues en ella actuaba ya el Espíritu de una manera incomprensible); en efecto: Isabel fue llena del Espíritu después de concebir; María, en cambio, lo fue ya antes de concebir, porque de ella se dice: Dichosa tú que has creído.

Pero también vosotros sois dichosos porque habéis oído y creído, pues todo el que cree, como María, concibe y da a luz al Verbo de Dios y proclama sus obras.

Que resida, pues, en todos el alma de María, y que esta alma proclame la grandeza del Señor; que resida en todos el espíritu de María, y que este espíritu se alegre en Dios; porque, si bien según la carne hay sólo una madre de Cristo, según la fe Cristo es fruto de todos nosotros, pues todo aquel que se conserva puro y vive alejado de los vicios, guardando íntegra la castidad, puede concebir en sí la Palabra de Dios.

El que alcanza, pues, esta perfección proclama, como María, la grandeza del Señor y siente que su espíritu, también como el de María, se alegra en Dios, su salvador; así se afirma también en otro lugar: Proclamad conmigo la grandeza del Señor.

El Señor es engrandecido ciertamente, pero no en el sentido de que reciba por medio de nuestras palabras algo que a él le faltaba, sino porque con estas palabras él queda engrandecido en nosotros. En efecto, porque Cristo es la imagen de Dios, cuando alguien actúa con piedad y con justicia engrandece la imagen de Dios -pues todo hombre ha sido creado a su imagen y semejanza- y, al engrandecer esta imagen, también él queda engrandecido por una mayor participación de la grandeza divina.
RESPONSORIO    Lc 1, 45. 46; Sal 65, 16
R. Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. Y dijo María: * «Proclama mi alma la grandeza del Señor.»
V. Venid a escuchar, os contaré lo que Dios ha hecho conmigo.
R. Proclama mi alma la grandeza del Señor.

ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, acoge benignamente las plegarias de tu pueblo, que se alegra por la venida de tu Hijo en nuestra carne mortal; concédele que, cuando vuelva él revestido de gloria y majestad, pueda también alegrarse al recibir de sus manos la recompensa de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

jueves, 20 de diciembre de 2018

Dios salva, Aleluya!!!



Isaías 7,10-14
En aquellos días, el Señor habló a Acaz: "Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo." Respondió Acaz: "No la pido, no quiero tentar al Señor." Entonces dijo Dios: "Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"."
Palabra de Dios


Salmo 23 " Va a entrar el Señor, él es el Rey de la Gloria"

Lucas 1,26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin."
Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel.
Palabra de Dios
Te alabamos Señor


Hoy la primera lectura puede parecer un poco confusa porque el profeta Isaías le hace una pregunta al asustado e incrédulo rey Ajaz o Acaz,  "¿les parece poco cansar a los hombres, que quieren cansar también a Dios?". ¿Por qué le habla de cansar a los hombres? ¿Qué es eso de cansar a Dios?

En la lectura se habla que Ajaz está cansando a los hombres  de su reinado porque carece de vigor. En nuestros tiempos lo llamariamos liderazgo. Al rey Ajaz le falta liderazgo. Ajaz tiene el poder por ser rey pero no sabe qué hacer con ese poder. Posiblemente se dejó envanecer por el poder y esto cegó el querer de Dios. Cuando un líder le falta liderazgo hace que las personas le pierdan confianza y alegría. Esto es lo que le está sucediendo a Ajaz.

Ese cansancio no solo lo siente el pueblo sino también podríamos decir que Dios está cansado al ver que Ajaz no guia y tampoco se deja guiar, ni lidera ni deja tomar el control de su vida a Dios.

Recordemos cómo termina la primera lectura “ Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".". Qué quiere Dios enseñarle a Ajaz al decirle esto?

Dios tiene el control siempre y en muchas ocasiones toma el control a pesar de que no lo dejemos actuar. Ajaz estaba viviendo una crisis política,  y de esta incertidumbre agobiante, Dios mantiene su promesa a la descendencia de David: así como tú eres rey, ya Dios anuncia heredero, porque habrá un futuro; tenemos a Dios con nosotros. Dios no retira sus bendiciones o sus promesas a pesar de nuestras necedades. Dios sosiega y abre un camino a la humanidad, que en aquella Virgen por excelencia, recibe al verdadero Emmanuel. Es el misterio gozoso de la Navidad.

Algunos piensan que es más importante la semana santa que la navidad. Cada una de estas tiene su importancia. El viernes Santo nos recuerda que por amor Él decidió morir en la cruz por salvarnos del pecado. Su pasión y muerte fue consecuencia de su misión por dar a conocer a Dios Padre.

La Navidad nos ayuda a reconocer el amor de Dios por nosotros. Movido por su amor Él se digna a ser uno de nosotros y vivir en en medio de nosotros. Baja de los cielos, deja su vida divina sabiendo lo que le espera. Por eso decimos que Dios sosiega y abre un camino a la humanidad, todo esto es posible por el “ Sí” de María , ella quien es la primera que recibe al  verdadero Emmanuel. Es el misterio gozoso de la Navidad.

Niño Jesús tú eres la promesa del Padre Dios que vino a salvarnos, dame la gracia de guardar tu precioso nombre en mi corazón, porque no importa que tan lejos esté extraviado por causa del pecado, tengo la seguridad que de allí puedes sacarme. Tu propósito al hacerte uno de nosotros era mostrarnos el camino que nos lleva hacia el Padre y para que también entendamos que el propósito de toda la vida de Nuestro Señor es salvarnos, porque tenemos un Dios que Salva ¡Aleluya!, ven a nuestras vidas , ven no tardes tanto!

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo!!!


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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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Santa Misa


Lectio Divina

De las Homilías de san Bernardo, abad, Sobre las excelencias de la Virgen Madre
(Homilía 4, 8-9: Opera omnia, edición cisterciense 4 [1966], 53-54)

EL MUNDO ENTERO ESPERA LA RESPUESTA DE MARÍA
Has oído, Virgen, que concebirás y darás a luz un hijo. Has oído que no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta: ya es tiempo de que vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, condenados a muerte por una sentencia divina, esperamos, Señora, tu palabra de misericordia.

En tus manos está el precio de nuestra salvación; si consientes, de inmediato seremos liberados. Todos fuimos creados por la Palabra eterna de Dios, pero ahora nos vemos condenados a muerte; si tú das una breve respuesta, seremos renovados y llamados nuevamente a la vida.

Virgen llena de bondad, te lo pide el desconsolado Adán, arrojado del paraíso con toda su descendencia. Te lo pide Abraham, te lo pide David. También te lo piden ardientemente los otros patriarcas, tus antepasados, que habitan en la región de la sombra de muerte. Lo espera todo el mundo, postrado a tus pies.

Y no sin razón, ya que de tu respuesta depende el consuelo de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la salvación de todos los hijos de Adán, de toda tu raza.

Apresúrate a dar tu consentimiento, Virgen, responde sin demora al ángel, mejor dicho, al Señor, que te ha hablado por medio del ángel. Di una palabra y recibe al que es la Palabra, pronuncia tu palabra humana y concibe al que es la Palabra divina, profiere una palabra transitoria y recibe en tu seno al que es la Palabra eterna.

¿Por qué tardas?, ¿por qué dudas? Cree, acepta y recibe. Que la humildad se revista de valor, la timidez de confianza. De ningún modo conviene que tu sencillez virginal olvide ahora la prudencia. Virgen prudente, no temas en este caso la presunción, porque, si bien es amable el pudor en el silencio, ahora es más necesario que en tus palabras resplandezca la misericordia.

Abre, Virgen santa, tu corazón a la fe, tus labios al consentimiento, tu seno al Creador. Mira que el deseado de todas las naciones está junto a tu puerta y llama. Si te demoras, pasará de largo y entonces, con dolor, volverás a buscar al que ama tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por el amor, abre por el consentimiento. Aquí está -dice la Virgen- la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
RESPONSORIO    Cf. Lc 1, 31. 42
R. Recibe la palabra, Virgen María, que el Señor te anuncia por medio del ángel: concebirás y darás a luz al Dios hecho hombre, * para que te llamen bendita entre las mujeres.
V. Darás a luz un hijo sin perder tu virginidad, concebirás en tu seno y serás madre siempre intacta.
R. Para que te llamen bendita entre las mujeres.

ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, cuyo Verbo inefable fue recibido por la Virgen Inmaculada cuando aceptó tu designio, manifestado por el anuncio del ángel, e, inundada por la luz del Espíritu Santo, fue convertida en mansión de la divinidad, concédenos que también nosotros, a imitación suya, aceptemos siempre sincera y humildemente tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Nuestra fortaleza viene del Señor !!!


Jueces 13,2-7.24-25a
En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: "Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos."
La mujer fue a decirle a su marido: "Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte."" La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo.
Palabra de Dios


Salmo 70 " Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu Gloria"

Lucas 1,5-25
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto."
Zacarías replicó al ángel: "¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada." El ángel le contestó: "Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento."
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: "Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres."
Palabra de Dios
Te alabamos Señor


Últimamente he estado rodeada de recién bebés. Sus cuerpecitos pequeños y delicados, sus rostros que muestran tanta inocencia y pureza. Ellos nos traen alegría, paz, ternura y amor. Algunos ante la llegada de estos pequeños al mundo se hacen esta pregunta…. Que va ser de ellos?  una pregunta que nos lleva hacia el futuro.

Una de las cosas que me gusta es trabajar con los niños, porque cuando son tan pequeños se sienten los super héroes, quieren hacer más de una carrera, les preguntas qué quieren ser de grandes y dicen policía, maestros, médicos, enfermeras, etc. Los niños nunca miden sus limitaciones, son unos eternos soñadores. Si miramos la Historia misma es ante todo el tejido de las decisiones, pequeñas o grandes, que vamos tomando, y por ello la voluntad de cada persona es un elemento más de libertad para el conjunto de la humanidad. Por eso yo soy quien decido hacer esto o aquello, de ser feliz o no, de perdonar o no perdonar, de amar o no amar, de hacer el bien o dejar de hacer el bien.

Hoy las lecturas nos trae el nacimiento de dos grandes hombres, Sansón y Juan Bautista. Ambos tenían una característica en común : una inmensa fortaleza. Mientras Sansón tenía una fuerza física, Juan Bautista tenía un poder de denuncia. Ambos siervos de Dios.

MIentras Sansón es la imagen de un hombre que quiere cambiar su entorno; Juan Bautista es aquella voz que llama a cada uno a revisar su propia vida. Sansón mira y hace mirar hacia fuera; Juan mira y hace mirar hacia adentro. Como Sansón actúa hacia fuera, desconoce su propio interior, y allí, en su mundo interior de afectos, es atrapado por un cariño que finalmente lleva al desastre su camino. En paralelo: como Juan denuncia la infidelidad interior, la del corazón, es encarcelado por un rey que vive encadenado a una pasión ilícita. Finalmente: aunque Sansón fue atrapado por ese afecto interior, al final de sus días ejerció a su modo su vocación y puso su fortaleza al servicio del plan divino. Paralelamente, aunque Juan fue encarcelado en su cuerpo, su profetismo obró en libertad y su martirio dejó una página imborrable de santidad y fidelidad que todavía hoy nos libera y hace inmenso bien.

Pero nos preguntaremos porque Sansón y Juan Bautista son hombres grandes? Su grandeza proviene no solo de sus obras  sino de su misma existencia, pues la existencia de ambos es en sí misma una señal de la acción de Dios. Recordemos que ambos no podían existir. Sus padres eran estériles pero esta barrera es vencida por el poder de Dios. Dios les da un gran regalo a los padres de Sansón y de Juan Bautista, les da lo que una pareja puede anhelar, un hijo. Zacarías no alcanza a creer en el tamaño del regalo; le abruma el don. O tal vez siente que ese regalo llega ya muy tarde o no llega del modo que él lo quisiera. Sin embargo, ese regalo, simple y sencillo regalo, es lo que viene a ofrecernos Jesucristo. Su regalo se llama gracia.

En este tiempo de adviento porque es importante reconocer el regalo de la gracia? Así como a estas dos familias, la de Sansón y Juan Bautista que estaban marcadas por la esterilidad al no dar vida, ellas se disponen y se abren desde la fe al recibir el regalo de Dios y es allí donde Dios puede hacer la obra maravillosa.

Nuestra vida es estéril o por lo menos amenazada de esterilidad. La esterilidad de la vida se llama absurdo, falta de sentido, falta de fe, desánimo, tristeza, amargura, soledad, desconfianza. Necesitamos ser salvados de esa esterilidad y los precios textos de hoy nos enseñan que sólo un camino es posible: el regalo, la gracia, el don. Fácilmente a nosotros, como a Zacarías, puede parecernos que algo tan pequeño como una predicación, una confesión o una celebración eucarística es incapaz de transformar mucho en nuestros absurdos. Dios solo necesita de ese momento para hacer algo maravilloso en nosotros siempre y cuando nos dispongamos a recibir su gracia. Una predicación es la palabra de Dios que llega y trabaja en cada corazón y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Una confesión, es abrirse a la gracia del perdón. La eucaristía es el mismo verbo encarnado que se parte y se comparte alimentando nuestras almas estériles.  Porque en eso tan humilde, tan pequeño como una hostia, habita el don capaz de cambiar nuestra historia y renovar al mundo.

Niño Jesús, tú que quisiste nacer en un pesebre ayúdame a abrirme al regalo de la gracia del arrepentimiento para que detrás de ella llegue la gracia del perdón y que lo acoja no solo para mi sino también ofrecer el perdón a mis hermanos, quienes me han lastimado con sus palabras y acciones. Navidad es volver a llenarme de amor, paz, perdón, alegría y esperanza que solo tú traes y poderla llevar a donde vayamos durante cada día del año. Ayudamos Niño Jesús a reconocer que nuestra Fortaleza viene es de la acción de Dios en nuestras vidas y esta fortaleza espiritual es la que nos hace un corazón firme que no peca porque ofender a Dios produce un dolor inmenso en nuestro ser. Ven niño Jesús ven a nuestra vida, ven no tardes tanto!!!

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo!!!

--
Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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Santa Misa


Lectio Divina

Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 3, 20, 2-3: SC 34, 342-344)

EL DESIGNIO DE LA ENCARNACIÓN REDENTORA
La gloria del hombre es Dios. El beneficiario de la actividad de Dios, de toda su sabiduría y poder, es el hombre.

Y de la misma forma que la habilidad del médico se manifiesta en los enfermos, así Dios se manifiesta en los hombres. Por eso dice san Pablo: Dios encerró a todos los hombres en la desobediencia, para usar con todos ellos de misericordia. En estas palabras el Apóstol se refiere al hombre que, por desobedecer a Dios, perdió la inmortalidad, pero que alcanzó luego la misericordia, recibiendo la gracia de adopción por el Hijo de Dios.

El hombre que, sin orgullo ni presunción, piensa rectamente de la verdadera gloria de las creaturas y de la de aquel que las creó -es decir, de Dios todopoderoso que da a todos el ser- y permanece en el amor, en la sumisión y en la acción de gracias a Dios recibirá de él una gran gloria y crecerá en ella en la medida en que se asemeje al que por él murió.

El Hijo de Dios se sometió a una existencia semejante a la de la carne de pecado para condenar el pecado y, una vez condenado, expulsarlo fuera de la carne. Asumió la carne para incitar al hombre a hacerse semejante a él y para proponerle a Dios como modelo a quien imitar. Le impuso la obediencia al Padre para que llegara a ver a Dios, dándole así el poder de alcanzar al Padre. El Verbo de Dios que habitó en el hombre se hizo también Hijo del hombre, para que el hombre se habituara a percibir a Dios y Dios a vivir en el hombre, conforme a la voluntad del Padre.

Por eso, pues, aquel que es la señal de nuestra salvación, el Emmanuel nacido de la Virgen, nos fue dado por el mismo Señor, porque era el mismo Señor quien salvaba a los que por sí mismos no podían alcanzar la salvación; por eso Pablo proclama la debilidad del hombre, diciendo: Ya sé que en mí, es decir, dentro de mi estado puramente natural, no habita lo bueno; así indica que nuestra salvación no proviene de nosotros, sino de Dios. y añade también: ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Y luego, para aclarar quién lo libra, afirma que esta liberación es obra de la gracia de Jesucristo nuestro Señor.

También Isaías dice lo mismo: Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis.» Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona y os salvará. Esto lo dice para significar que por nosotros mismos no podemos alcanzar la salvación, sino que ésta es consecuencia de la ayuda de Dios.
RESPONSORIO    Cf. Jr 31, 10; cf. 4-5
R. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla hasta los confines de la tierra, * y decid a las islas remotas: «Vendrá nuestro Salvador.»
V. Anunciadlo y haced que se escuche en todas partes; proclamad la nueva, gritadla a plena voz.
R. Y decid a las islas remotas: «Vendrá nuestro Salvador.»

ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que te has dignado revelar al mundo el esplendor de tu gloria por medio del parto de la santísima Virgen María, concédenos venerar con fe íntegra y celebrar con sincero rendimiento el gran misterio de la encarnación de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

martes, 18 de diciembre de 2018

Santa Misa


Lectio Divina


De la Carta a Diogneto
(Cap. 8, 5--9, 6: Funk 1, 325-327)

DIOS NOS REVELÓ SU AMOR POR MEDIO DE SU HIJO

Nadie jamás ha visto ni ha conocido a Dios, pero él ha querido manifestarse a sí mismo. Se manifestó a través de la fe, que es la única a la que se le concede ver a Dios. Porque Dios, Señor y Creador de todas las cosas, que todo lo hizo y todo lo dispuso con orden, no sólo amó a los hombres, sino que también fue paciente con ellos. Siempre lo fue, lo es y lo será: bueno, benigno, exento de toda ira, veraz; más aún: él es el único bueno. Después de haber concebido un designio grande e inefable se lo comunicó a su único Hijo.

Mientras mantenía oculto su sabio designio y lo reservaba para sí, parecía abandonarnos y olvidarse de nosotros. Pero, cuando lo reveló por medio de su amado Hijo y manifestó lo que había establecido desde el principio, nos dio juntamente todas las cosas: participar de sus beneficios y ver y comprender sus designios. ¿Quién de nosotros hubiera esperado jamás tanta generosidad?
Dios, que todo lo había dispuesto junto con su Hijo, permitió que hasta el tiempo anterior a la venida del Salvador viviéramos desviados del camino recto, atraídos por los deleites y concupiscencias, y nos dejáramos arrastrar por nuestros impulsos desordenados. No porque se complaciera en nuestros pecados, sino que los toleraba. Ni es tampoco que Dios aprobara aquel tiempo de iniquidad, sino que estaba preparando el tiempo actual de justicia, a fin de que, convictos en aquel tiempo de que por nuestras propias obras éramos indignos de la vida, fuéramos hechos dignos de ella por la bondad de Dios, reconociendo así que por nosotros mismos no podíamos entrar en el reino de los cielos, pero que esto se nos concedía como un don de Dios.

Pues cuando nuestra maldad había colmado la medida y se hizo plenamente manifiesto que por ella merecíamos el castigo y la muerte, llegó en cambio el tiempo establecido por Dios para manifestar su bondad y su poder -¡oh inmenso amor de Dios a los hombres!- y no nos odió ni nos rechazó ni se vengó de nuestras ofensas, sino que nos soportó con magnanimidad y paciencia, apiadándose de nosotros y cargando él mismo con nuestros pecados. Nos dio a su propio Hijo como precio de nuestra redención: entregó al que es santo para redimir a los impíos, al inocente por los malos, al justo por los injustos, al incorruptible por los corruptibles, al inmortal por los mortales. Y ¿qué otra cosa hubiera podido encubrir nuestros pecados sino su justicia? Nosotros que somos impíos y malos, ¿en quién hubiéramos podido ser justificados sino únicamente en el Hijo de Dios?

¡Oh admirable intercambio, mediación incomprensible, beneficios inesperados: que la impiedad de muchos sea encubierta por un solo justo y que la justicia de un solo hombre justifique a tantos impíos!

RESPONSORIO Hch 4, 12; Is 9, 6
R. En ningún otro se encuentra la salud; * y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.
V. Será llamado: «Consejero admirable», «Dios poderoso», «Padre sempiterno» y «Príncipe de la paz».
R. y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.

ORACIÓN.
OREMOS,
Concédenos, Señor, que la renovación del misterio de la Navidad de tu Hijo, a la cual nos preparamos, nos libre del antiguo yugo del pecado por el cual estamos oprimidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

lunes, 17 de diciembre de 2018

Tres enseñanzas : Cristo es real, no estamos condicionados por nuestro pasado y la Providencia es la que gobierna nuestras vidas.

Génesis 49,2.8-10
En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les dijo: "Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en el futuro; agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel: A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, pondrás la mano sobre la cerviz de tus enemigos, se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Judá es un león agazapado, has vuelto de hacer presa, hijo mío; se agacha y se tumba como león o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos."
Salmo 71 " Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente "

Mateo 1,1-17
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.
Palabra de Dios


Recuerdo las veces que leía la genealogía de Jesús y quedaba como en las mismas. Ya después de varios años y con una buena explicación de parte del padre por fin pude entender todos los mensajes que nos trae esta lectura.

Porque es importante leer acerca de la genealogía de Jesús nos preguntaremos. Es importante por tres razones:

Jesús es carne de nuestra carne, es uno de los nuestros, El tuvo una familia, El es real, no es un personaje de la fantasía. Él quiso entrar en nuestra historia, ser miembro de nuestro pueblo, ser uno de los nuestros, su motivación para hacerlo fue el amor por cada uno de nosotros. Bien lo dice en la Novena de Navidad, “ Tu que te dignaste a ser como nosotros…. “. Jesus decidio salir de su zona de confort para mostrarnos el amor del Padre.

Ahora pregúntate: Tú naciste no por accidente, tu naciste porque Papa Dios quiso. Cada bebé que nace es porque Dios quiere que nazca en una familia, esa es la voluntad del Padre Dios.

También Jesús nos enseña que hay que salir de nuestra zona de confort. El nos dio su ejemplo a dignarse y dejar su divinidad para ser uno de nosotros. Preguntate que estas arriesgando o sacrificando por Dios, que estás haciendo para agradar a Dios, quizás el Señor en esta navidad te pide que compartas mas tiempo con tu familia, o quizás El te pide que lleves paz y armonía al trabajo, o repartas alegría y esperanza a quienes lo necesitan.

En conclusión Jesús es real y es real su amor y su perdón. El se digna en dejar su divinidad para mostrarnos el amor de Papa Dios.

La familia y los antepasados de Jesús al igual que la de cada uno de nosotros está manchado de cosas oscuras, como son pasiones desordenadas y muerte de inocentes. Hay incestos, violaciones, traiciones, asesinos, prostitutas, violencia. Por ejemplo la mujer llamada Rahab era una prostituta muy famosa en Jericó. El Rey David hizo cosas muy buenas pero también cosas terribles como traicionar a unos de sus generales para quedarse con la esposa de el.
Que debemos de aprender de esto, que el pasado no determina nuestro futuro. A veces escucho ciertas personas con tono de desesperanza que dicen “ mi papá era drogadicto y es por eso que también yo lo soy”,  “ En mi familia nadie pudo estudiar porque no había dinero entonces por eso yo no estudie “, y así podemos escuchar una tras otra historia con el mismo contenido, “ yo soy el que soy porque mi familia es así “. Los que hablan de esta manera perdóneme que les diga pero con el respeto que se merecen tienen un espíritu de perdedor. Por mas que tu familia sea tu puedes cambiar tu historia, hacer tu futuro. Tu tienes la oportunidad de escribir algo nuevo en tu historia y romper la cadena que traen tus antepasados con la ayuda de Cristo. Es sólo cambiar de actitud, creer en ti y creer en aquel quien te ayuda a romper las cadenas tus antepasados, creele a Cristo porque Dios quiere escribir su historia en tu vida

Te has puesto a pensar cómo llegaste a conocer a Jesús? Fácilmente algunos podemos decir que cuando éramos pequeños los primeros quienes nos dieron a dar a conocer la Fe cristiana fue nuestros padres. Pero cuando fuimos creciendo algunos se fueron distanciando de la fe, otros por ejemplo no llevábamos una vida coherente con el evangelio de Cristo y alguien se nos cruzó en la vida y nos ayudaron a volver al camino, a volver a la casa del padre.

Si nos ponemos a mirar con detenimiento nuestra vida, vamos a encontrar como Dios a estado persiguiéndonos, buscando la manera de encontrarse con nosotros, El a estado esperando a que lo veamos, que reconozcamos su presencia, su amor. A todo eso se le llama providencia y por eso decimos que tenemos un Dios providente. La providencia es la que nos ayuda a permanecer firmes cuando llegan las contradicciones y las dificultades.
Señor Jesús hoy cuando leo el origen de tu familia, aprendo varias cosas, la primera es que tengo un Dios que es real y tu hijo Jesús no es una fantasía. Jesus es real como su carne, su dolor, su perdón y su amor. Lo segundo las cadenas pueden romperse en el Nombre de Jesús. Mi vida no está ya escrita, yo soy quien escribo mi vida y mi historia. Dame la gracia de aceptarte a ti para que tu también hagas parte de ella. Tercero reconozco que siempre has estado conmigo a lo largo de mi vida. Eres un enamorado de mi y tu locura hace que te quieras manifestar en las cosas sencillas y bonitas del dia a dia. Gracias por ser un Dios que provee y donde pongo toda mi confianza. No tengo temor al futuro porque tu providencia es la que gobierna mi vida y me da firmeza cuando me llegan las tentaciones. Amen.

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo!!!


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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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Santa Misa


Lectio Divina

EL MISTERIO DE NUESTRA RECONCILIACIÓN
De nada nos serviría afirmar que nuestro Señor, el Hijo de la Virgen María, es hombre verdadero y perfecto si no creyésemos además que es hombre perteneciente a aquel linaje mencionado en el Evangelio.

Mateo, en efecto, dice: Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham; y sigue el orden de su generación humana hasta llegar a José, con quien estaba desposada la Madre del Señor.

Lucas, en cambio, siguiendo un orden inverso, se remonta al origen del género humano, para mostrar que el primer Adán y el nuevo Adán tienen una misma naturaleza.

El Hijo de Dios, en su omnipotencia, hubiera podido manifestarse, para instruir y justificar a los hombres, como se había manifestado a los patriarcas y profetas, es decir, bajo diversas apariencias humanas, como, por ejemplo, cuando entabló una lucha o mantuvo una conversación, o cuando no rechazó la hospitalidad que le ofrecían y tomó el alimento que le presentaban. Todas estas figuras eran como profecía y anuncio misterioso de aquel hombre que debía asumir, de la descendencia de esos mismos patriarcas, una verdadera naturaleza humana.

Pero todas estas figuras no podían realizar aquel misterio de nuestra reconciliación prefijado antes de los tiempos, porque el Espíritu Santo no había descendido aún sobre la Virgen ni el poder del Altísimo la había aún cubierto con su sombra; solamente cuando la Sabiduría eterna, edificándose una casa en el seno purísimo de la Virgen, se hizo hombre pudo tener cumplimiento este admirable designio; y, uniéndose la naturaleza humana y la divina en una sola persona, el Creador del tiempo nació en el tiempo, y aquel por quien fueron hechas todas las cosas empezó a contarse entre las creaturas.

Pues si el nuevo hombre, sometido a una existencia semejante a la de la carne de pecado, no hubiera llevado sobre sí nuestros pecados, si el que es consustancial al Padre no se hubiera dignado ser consustancial a una madre y si -libre de todo pecado- no hubiera unido a sí nuestra naturaleza, la cautividad humana continuaría sujeta al yugo del demonio; y tampoco podríamos gloriarnos de la victoria del Vencedor si ésta hubiera sido obtenida en una naturaleza distinta a la nuestra.

El sacramento de la regeneración nos ha hecho partícipes de estos admirables misterios, por cuanto el mismo Espíritu, por cuya virtud fue Cristo engendrado, ha hecho que también nosotros volvamos a nacer con un nuevo nacimiento espiritual.

Por eso el evangelista dice, refiriéndose a los creyentes: Ellos traen su origen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios.
RESPONSORIO    Cf. Is 11, 10; Lc 1, 32
R. Mirad: la raíz de Jesé descenderá como salvación de los pueblos y la buscarán los gentiles; * y su nombre será glorioso.
V. El Señor le dará el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob para siempre.
R. y su nombre será glorioso.

ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, creador y restaurador de la naturaleza humana, que quisiste que tu Hijo, la Palabra eterna, se encarnara en el seno de la siempre Virgen María, atiende a nuestras súplicas y haz que tu Hijo unigénito, que ha tomado nuestra naturaleza humana, se digne hacernos participantes de su naturaleza divina y nos transforme así plenamente en hijos tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

viernes, 14 de diciembre de 2018

Santa Misa


Lectio Divina

Del Cántico espiritual de san Juan de la Cruz, presbítero
(Canciones 37, 4 Y 36, 13, declaración)

EL CONOCIMIENTO DEL MISTERIO ESCONDIDO EN CRISTO JESÚS
Por más misterios y maravillas que han descubierto los santos doctores y entendido las santas almas en este estado de vida, les quedó todo lo más por decir y aun por entender, y así hay mucho que ahondar en Cristo, porque es como una abundante mina con muchos senos de tesoros, que por más que ahonden, nunca les hallan fin ni término, antes van en cada seno hallando nuevas venas de nuevas riquezas acá y allá. Que por eso dijo san Pablo del mismo Cristo, diciendo: En Cristo moran todos los tesoros y sabiduría escondidos, en los cuales el alma no puede entrar ni puede llegar a ellos, si no pasa primero por la estrechura del padecer interior y exterior a la divina Sabiduría.

Porque aun a lo que en esta vida se puede alcanzar de estos misterios de Cristo, no se puede llegar sin haber padecido mucho y recibido muchas mercedes intelectuales y sensitivas de Dios, y habiendo precedido mucho ejercicio espiritual, porque todas estas mercedes son más bajas que la sabiduría de los misterios de Cristo, porque todas son como disposiciones para venir a ella.

¡Oh, si se acabase ya de entender cómo no se puede llegar a la espesura y sabiduría de las riquezas de Dios, que son de muchas maneras, si no es entrando en la espesura del padecer de muchas maneras, poniendo en eso el alma su consolación y deseo! ¡Y cómo el alma que de veras desea sabiduría divina desea primero el padecer, para entrar en ella, en la espesura de la cruz!

Que por eso san Pablo amonestaba a los de Éfeso que no desfalleciesen en las tribulaciones, que estuviesen bien fuertes y arraigados en la caridad, para que pudiesen comprender con todos los santos qué cosa sea la anchura y la longura y la altura y la profundidad, y para saber también la supereminente caridad de la ciencia de Cristo, para ser llenos de todo henchimiento de Dios.

Porque para entrar en estas riquezas de su sabiduría, la puerta es la cruz, que es angosta. Y desear entrar por ella es de pocos; mas desear los deleites a que se viene por ella es de muchos.
RESPONSORIO    1Co 2, 9-10
R. Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre * lo que Dios ha preparado para los que le aman.
V. Pero a nosotros nos lo ha revelado por su Espíritu.
R. Lo que Dios ha preparado para los que le aman.

ORACIÓN.
OREMOS,
Oh Dios, que inspiraste a san Juan un amor extraordinario a la cruz y a la renuncia de sí mismo, concédenos seguir incesantemente su ejemplo, para alcanzar la gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

jueves, 13 de diciembre de 2018

Santa Misa de hoy


Lectio Divina



  ILUMINAS LA GRACIA DE TU CUERPO CON EL ESPLENDOR DE TU ESPÍRITU
Tú, que has salido de entre el pueblo, de entre la multitud, eres ciertamente una de las vírgenes que iluminas la gracia de tu cuerpo con el esplendor de tu espíritu (por eso, con toda razón, eres comparada a la Iglesia); así pues, en las noches, cuando estés en tu habitación, piensa siempre en Cristo y espera continuamente su llegada.

Así te desea Cristo, por eso te ha elegido. El entra cuando se le deja la puerta abierta; él, que ha prometido entrar, no puede faltar a su promesa. Abraza entonces al que has buscado, acércate a él y quedarás radiante; deténlo, pídele que no se vaya luego, suplícale que no se marche. Pues la Palabra de Dios suele pasar de prisa: si siente algún desdén, no se entrega; si no se le hace caso, se retira. Atiende con interés a lo que te diga, sigue con insistencia las huellas de sus palabras; pues suele retirarse pronto.

¿Qué dice la esposa del Cantar de los cantares? Lo busqué y no lo encontré, lo llamé y no respondió. Si se ha marchado muy pronto de ti aquel a quien llamaste, a quien suplicaste, a quien abriste tu puerta, no por ello pienses que le has desagradado, pues a veces quiere ponernos a prueba. ¿Qué fue lo que dijo, en el Evangelio, a las turbas que le rogaban que no se fuese? Es necesario que yo vaya a anunciar la palabra de Dios también a otras ciudades, porque ésa es mi misión. Así pues, si pareciere apartarse de ti, sal fuera y búscalo de nuevo por todas partes.

¿Quién más, si no es la santa Iglesia, puede enseñarte cómo retener a Cristo? Y ya te lo ha enseñado, si entiendes lo que lees: Apenas los pasé, encontré al amor de mi alma; lo abracé y ya no lo soltaré.

Y ¿cuál es la manera de retener a Cristo? No por la fuerza, no con los nudos de una soga, sino con ataduras de amor, con correas espirituales, con el afecto del alma es como se le retiene.

Si quieres tener a Cristo contigo, búscalo sin temor al sufrimiento; muchas veces, donde mejor se lo encuentra es en medio de los suplicios del cuerpo, entre las mismas manos de los perseguidores.

Apenas los pasé, hemos citado antes. Pasado un breve espacio de tiempo después que hayas escapado a los perseguidores, sin sucumbir a los poderes del mundo, Cristo te saldrá al encuentro y no permitirá que seas ya probada por mucho tiempo.

La que de este modo busca a Cristo, la que lo encuentra, puede exclamar: Lo abracé y ya no lo soltaré, hasta entrarlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en sus entrañas. Esta casa y alcoba de tu madre no significa otra cosa que la parte más íntima de tu ser. Conserva bien esa casa, limpia bien sus rincones más escondidos, para que así, limpia de toda mancha, se levante como una casa espiritual, hasta formar un sacerdocio santo, consolidada por la piedra angular, y que el Espíritu Santo habite en ella.

La que de este modo busca a Cristo, la que le ruega, no queda abandonada por él; al contrario, él vuelve con frecuencia a visitarla, pues está con nosotros hasta el fin del mundo.
RESPONSORIO    
R. Agradó a Dios en el combate y fue glorificada ante Dios y ante los hombres; hablaba sabiamente ante los príncipes, * y la amó el Señor del universo.
V. Esta virgen preparó en su corazón una morada digna para Dios.
R. Y la amó el Señor del universo.

ORACIÓN.
OREMOS,
Te pedimos, Señor, por intercesión de santa Lucía, virgen y mártir, que llenes de luz y de gozo nuestros corazones, y que quienes hoy celebramos su martirio en la tierra lleguemos a contemplar con nuestros propios ojos tu gloria en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Hoy en este dia tan especial recibe a la Santísima Virgen María en tu corazón para que ella haga nuestro corazón como un niño dispuesto a creer en Dios, a obedecerle y a llenarse de pureza.


Zacarías 2,14-17
Festeja y aclama, joven Sión, que yo vengo a habitar en ti -oráculo del Señor-
Aquel día se incorporarán al Señor muchos pueblos y serán pueblo mío; habitaré en medio de ti, y sabrás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti.
El Señor tomará a Judá como lote suyo en la tierra santa y volverá a escoger a Jerusalén.
¡Silencio todos ante el Señor, que se levanta en su santa morada!
Palabra de Dios


Salmo 95 “Contad las maravillas del Señor a todas las naciones “

Lucas 1,39-45
Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
Palabra de Dios


Hoy nuestra Iglesia Católica celebra la fiesta de la Virgen de Guadalupe, virgen de America!

Los hechos que hemos escuchado sobre las apariciones de la Virgen en el Tepeyac tienen ese tinte maravilloso. No como ostentación sino como esplendor. Algo como lo que sucedió el día en que Moisés vio una zarza que ardía sin consumirse (Éx 3). Aquel portento atrajo su atención, es decir, lo asombró, y de aquel asombro partió un diálogo, una alianza, un camino, una liberación. El Dios admirable es el Dios esplendoroso; el Dios maravilloso es el que nos rebasa y levanta nuestra atención como un modo de indicar que puede también levantar nuestra vida.

Algunos podrían preguntarse hasta con cierta manera crítica porque un templo para Maria? ¿No se supone que los templos, si es que hay que hacerlos, han de construirse sólo para Dios?

A continuación les daremos las palabras que la historia recoge como dichas por María a Juan Diego: "Mucho quiero que se me construya una casita para mostrar a mi hijo y para darlo a todos los hombres que me invoquen". Pregunta: ¿es esta una casa para adorar a María como si fuera una diosa? Respuesta: Ella misma dice para que es esa "casita", ese templo, al que llama suyo. El propósito es sólo uno: "mostrar a mi hijo". Un predicador que quiere hacer oír la palabra de Dios pide un micrófono; María, que quiere mostrarnos las benditas gracias y admirables enseñanzas de su Hijo, pide una casa. Ella es una mujer de casa y quiere recibirnos como en su casa para entregarnos sus tesoros.

Es razonable, pues, el celo de quienes se preocupan que descuidemos nuestra mirada de Dios por quedarnos con una creatura; pero este celo por la gloria divina tiene mucho que agradecer y poco que temer en el caso del Tepeyac: todo allí habla de mirar hacia Jesús. La Casa es porque la Señora quiere "darnos a su hijo". ¿Habrá señal más grande del origen celeste de estos hechos tan cargados de sencillez como de ternura?

Personalmente pensaba que la virgen de Guadalupe era solo de los Mexicanos lo cual es incorrecto ya que el Papa Pio X en 1910, la proclamó Patrona de la América Latina; en 1935, Pio XI la nombró Patrona de las Islas Filipinas; y, en 1945, Pio XII le dio el título de Emperatríz de América.

También otra idea errada que yo tenía era que el indio Juan Diego era un niño.  Gran equivocación porque Juan Diego era un hombre viudo alrededor de unos 40 o más años de edad y además catequista. Fácilmente pensaba esto porque esta aparición tan bella tiene la inocencia, lo sencillo y lo puro de los niños.

Que tenía San Juan Diego, que lo hacía tan especial que la Virgen María se le presenta a El?  Una de ellas era su corazón de niño, un corazón dispuesto a creer, un corazón lleno de pureza, y un corazón dispuesto a la obediencia. Como un buen hijo y como un buen niño quien es dócil, obediente y hace lo que se le pide. Juan Diego aunque era un hombre ya crecido pero que no perdió el alma o el corazón de niño. Un hombre que ha tenido la experiencia del matrimonio y al mismo tiempo un niño.

La Virgen de Guadalupe se le aparece  a Juan Diego cuando este iba de camino para su catequesis. Pero Maria asi como Jesus que se hace el encontradizo y Él temiendo que se le apareciera por segunda vez y que le quitara tiempo porque estaba apresurado ya que iba a atender un enfermo Juan Diego se va por otro camino. Cuánta sencillez y que corazon tan limpio tiene este hombre porque él no quiere “entretenerse” hablando con la Madre de Dios porque está prestando un servicio de caridad. Ese es el corazón de Juan Diego.

Juan Diego se convirtió en el cuidador de la casa de la virgen, ya que el obedeció las palabras de María. La imagen de la Virgen de Guadalupe permaneció algunos días en la capilla episcopal del obispo fray Juan de Zumárraga, y luego en el templo mayor. El 26 de diciembre de ese mismo año fue trasladada solemnemente a una ermita construida al pie del cerro del Tepeyac. Su culto se propagó rápidamente e influyó mucho para la difusión de la fe entre los indígenas. Después de habérsele construido sucesivamente otros tres templos al pie del cerro, se construyó el actual, que fue terminado en 1709 y elevado a la categoría de basílica por san Pio X en 1904.

No olvidemos que María quiere darnos a su Hijo; el Hijo quiere darse a sí mismo. Guadalupe y la Eucaristía son dos misterios inseparables. La voluntad de la Señora brota de la voluntad del Señor, y ambas voluntades admirablemente unidas se vuelven una sola ofrenda en el altar, especialmente cuando el sacerdote dice: "Por Cristo, con Él y en Él...".

Guadalupe es una escuela de evangelización y, a la vez, una escuela de adoración. Un lugar para admirar, agradecer y celebrar, así como un camino para aprender a proclamar, profesar y predicar el misterio de Cristo, Hijo del Dios "por quien se vive". La Virgen de Guadalupe siempre está dispuesta a dar auxilio y defensa en las tribulaciones; es, además, un impulso hacia la práctica de la caridad cristiana, al mostrar la predilección de María por los humildes y necesitados, y su disposición por remediar sus angustias.

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo!!!

ORACIÓN
A LA VIRGEN DE GUADALUPE
¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único redentor nuestro.
Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todos nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.
Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorga abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios. Amen.

Santa Misa


Lectio Divina

EL MEJOR HOMENAJE A MARÍA: AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO
Amadísimos hijos, deseamos unir nuestra voz a ese himno filial que el pueblo mexicano eleva hoy a la Madre de Dios. La devoción a la Virgen Santísima de Guadalupe debe ser para todos vosotros una constante y particular exigencia de auténtica renovación cristiana. La corona que ella espera de todos vosotros no es tanto una corona material, sino una preciosa corona espiritual, formada por un profundo amor a Cristo y por un sincero amor a todos los hombres: los dos mandamientos que resumen el mensaje evangélico. La misma Virgen Santísima, con su ejemplo, nos guía en estos dos caminos.

En primer lugar, nos pide que hagamos de Cristo el centro y la cumbre de toda nuestra vida cristiana. Ella misma se oculta, con suprema humildad, para que la figura de su Hijo aparezca a los hombres con todo su incomparable fulgor. Por eso, la misma devoción mariana alcanza su plenitud y su expresión más exacta cuando es un camino hacia el Señor y dirige todo el amor hacia él, como ella supo hacerlo, al entrelazar en un mismo impulso la ternura de madre y la piedad de creatura.

Pero además, y precisamente porque amaba tan entrañablemente a Cristo, nuestra Madre cumplió cabalmente ese segundo mandamiento que debe ser la norma de todas las relaciones humanas: el amor al prójimo. ¡Qué bella y delicada intervención de María en las bodas de Caná, cuando mueve a su Hijo a realizar el primer milagro de convertir el agua en vino, sólo para ayudar a aquellos jóvenes esposos! Es todo un signo del constante amor de la Virgen Santísima por la humanidad necesitada y debe ser un ejemplo para todos los que quieren considerarse verdaderamente hijos suyos.

Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable y justamente remunerado; no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones, y mientras una parte de la humanidad siga estando marginada a las ventajas de la civilización y del progreso. Por ese motivo, en esta fiesta tan señalada os exhortamos de corazón a dar a vuestra vida cristiana un marcado sentido social -como pide el Concilio-, que os haga estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos para el progreso y en todas las iniciativas para mejorar la situación de los que sufren necesidad. Ved en cada hombre un hermano, y en cada hermano, a Cristo, de manera que el amor a Dios y el amor al prójimo se unan en un mismo amor, vivo y operante, que es lo único que puede redimir las miserias del mundo, renovándolo en su raíz más honda: el corazón del hombre.

El que tiene mucho que sea consciente de su obligación de servir y de contribuir con generosidad para el bien de todos. El que tiene poco o no tiene nada que, mediante la ayuda de una sociedad justa, se esfuerce en superarse y en elevarse a sí mismo y aun en cooperar al progreso de los que sufren su misma situación. Y, todos, sentid el deber de uniros fraternalmente para ayudar a forjar ese mundo nuevo que anhela la humanidad.

Esto es lo que hoy os pide la Virgen de Guadalupe, ésta la fidelidad al Evangelio, de la que ella supo ser el ejemplo eminente.

Sobre vosotros, muy queridos hijos, imploramos confiado la maternal benevolencia de la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, para que siga protegiendo a vuestra nación y la dirija e impulse cada vez más por los caminos del progreso, del amor fraterno y de la pacífica convivencia.


ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios.

  Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios. Primera lectura Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a ...