lunes, 26 de septiembre de 2022

Dios todo me lo ha dado!

 


Dios todo me lo ha dado!


Primera lectura
Lectura del libro de Job 1, 6-22

Un día los hijos de Dios se presentaron ante el Señor; entre ellos apareció también Satán.
El Señor preguntó a Satán:
«¿De dónde vienes?».
Satán respondió al Señor:
«De dar vueltas por la tierra; de andar por ella».
El Señor añadió:
«¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y vive apartado del mal».
Satán contestó al Señor:
«¿Y crees que Job teme a Dios de balde? ¿No has levantado tú mismo una valla en torno a él, su hogar y todo lo suyo? Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se extienden por el país. Extiende tu mano y daña sus bienes y ¡ya verás cómo te maldice en la cara!».
El Señor respondió a Satán:
«Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él ni lo toques».
Satán abandonó la presencia del Señor.
Un día que sus hijos e hijas comían y bebían en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a casa de Job con esta noticia:
«Estaban los bueyes arando y las burras pastando a su lado, cuando cayeron sobre ellos unos sabeos, apuñalaron a los mozos y se llevaron el ganado. Solo yo pude escapar para contártelo».
No había acabado este de hablar, cuando llegó otro con esta noticia:
«Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido a las ovejas y a los pastores. Solo yo pude escapar para contártelo».
No había acabado este de hablar, cuando llegó otro con esta noticia:
«Una banda de caldeos, divididos en tres grupos, se ha echado sobre los camellos y se los ha llevado, después de apuñalar a los mozos. Solo yo pude escapar para contártelo».
No había acabado este de hablar, cuando llegó otro con esta noticia:
«Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó sobre los jóvenes y los mató. Solo yo pude escapar para contártelo».
Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se echó por tierra y dijo:
«Desnudo salí de! vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor».
A pesar de todo esto, Job no pecó ni protestó contra Dios.
Palabra de Dios

Sal 16, 1. 2-3. 6-7 R. Inclina el oído y escucha mis palabras

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.
Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros».
Jesús le respondió:
«No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».
Palabra del Senor


En la primera lectura nos trae la historia de Job. Nos dice la lectura que Job es un hombre justo y bueno, en otras palabras se ajusta a la voluntad de Dios, su corazón no hay engaño ni falsedad. Job es una persona íntegra y virtuosa, por eso el diablo lo tienta para saber hasta qué punto es fiel a Dios. Job a pesar de ser tentado por el diablo, fue protegido por Dios en todas sus cosas aunque inicialmente pareciera que lo había perdido todo. A veces pensamos que una pérdida es un mal, o una desgracia. Renegamos, peleamos con los demás y hasta maldecimos a Dios sin saber que en el fondo Dios tiene una bendición mayor para nosotros. Lo que el mal te quita y te roba, Dios te lo vuelve a dar quizás no de la misma manera pero si te lo multiplica.

Job le cayó males tras males pero no se sumió en la desesperación. Cuántos de nosotros cuando las cosas no andan bien buscamos responsables en los otros, no aceptamos que a veces nosotros fuimos los causantes de la situación, y ante las desgracias importantes, las achacamos a Dios porque ha sido capaz de permitir que ocurriera, aunque en ocasiones el desenlace era inevitable; y nos hundimos en la desesperación y el desánimo.

Job estuvo triste pero se aferró a la misericordia de Dios. Fácilmente no entendió lo que estaba sucediendo en su vida pero se confió solo en el Señor.  Tal es su afirmación  “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor”.

La actitud de Job nos enseña  la importancia de asumir con valentía los reveses de la vida confiando totalmente en Dios, dirigiéndose a Él como nos refiere el salmo 16: “Yo te invoco porque Tú me respondes, Dios mío, inclina tu oído y escucha mis palabras”. Job tiene muy claro que si salió desnudo del vientre de su madre, cuando llegue el momento, desnudo volverá a él, o sea, que nada de lo bueno o de lo malo que ha tenido, le impedirá alabar por siempre al Señor.

Señor, hoy deseo amarte y servirte de una manera incondicional así como Tu me amas. Tu eres mi alimento que le da significado a mi vida y la mejor recompensa es saber que soy amada y sostenida por ti. Por tu gracia regálame la paz y la sabiduría necesaria para enfrentar los males que a veces llegan a mi vida, que no caiga en la desesperación sino que te busque y me aferre a ti. Además, hazme crecer en la humildad para no caer en el afán de protagonismo, o buscar estar por encima de todo el mundo, sino más bien que mi vida sea virtuosa desde el servicio hacia los demás. Tu me has dado todo, todo lo que soy y lo que tengo es gracias a ti, por eso de que tengo que creerme?. No soy nada sin ti. Que en la abundancia y en la pobreza, que en la salud y en la enfermedad y en la prosperidad y en la desgracia pueda yo siempre alabarte Señor con todo mi ser, Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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