lunes, 12 de septiembre de 2022

El salto de amor que Dios da por ti es la misericordia

 



El salto de amor que Dios da por ti es la misericordia

Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11,17-26.33:

Hermanos:
Al prescribiros esto, no puedo alabaros, porque vuestras reuniones causen más daño que provecho. En primer lugar, he oído que cuando se reúne vuestra asamblea hay divisiones entre vosotros; y en parte lo creo; realmente tiene que haber escisiones entre vosotros para que se vea quiénes resisten a la prueba.
Así, cuando os reunís en comunidad, eso no es comer la Cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comer su propia cena y, mientras uno pasa hambre, el otro está borracho.
¿No tenéis casas donde comer y beber? ¿O tenéis en tan poco a la Iglesia de Dios que humilláis a los que no tienen?
¿Qué queréis que os diga? ¿Que os alabe? En esto no os alabo.
Porque yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Por ello, hermanos míos, cuando os reunís para comer, esperarnos unos a otros.
Palabra de Dios

Sal 39 R/. Proclamad la muerte del Señor, hasta que vuelva

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 7,1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente:
«Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:
«Señor, no te molestes; porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:
«Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Palabra del Señor


En la primera lectura Pablo se lamenta como a la comunidad le falta unidad, en los corazones aun existe el egoísmo y es por eso que Pablo los exhorta para que recapaciten y  sean un solo cuerpo, sobre todo a la hora de celebrar la Eucaristía, momento clave de la vida del cristiano. A veces me pregunto, para qué aparentar que somos muy espirituales y que practicamos muchos ritos si aún hay ese perdón que no he regalado, si aun alimentamos el resentimiento, la envidia, el enojo, los celos en nuestro corazón. Una de la señales que nos hará ser reconocidos que verdaderamente somos hij@s de Dios, herman@s en Cristo es cuando vivamos en unión fraterna. Dentro de la Iglesia hay multitud de carismas, movimientos, congregaciones, caminos... pero no debemos olvidar nunca que todos pertenecemos a un mismo cuerpo cuya cabeza es Cristo y que nada ni nadie puede separarnos. No podemos pensar en “yo” o “nosotros”, debemos pensar en clave universal, que al fin y al cabo es lo que significa ser católico. Y dentro de esa universalidad siempre debemos estar en clave de unidad con el Señor y con los hermanos. Vivir en fraternidad no significa pensar igual, es respetar la diversidad, apartar nuestros intereses y gustos en favor de los demás, vivir la fe en comunión y siempre buscar la unidad de la iglesia.

En el evangelio Lucas nos muestra cómo la misericordia abre puertas, derriba las barreras y hace puentes. La persona de Jesus y el centurión nos muestran cómo dos personas que son totalmente distintas mientras una lo tiene todo el otro no tiene nada. El centurión romano pertenece al país invasor osea a los enemigos, el centurión romano tiene poder pero a la vez es muy necesitado. Jesus es un profeta itinerante, alguien que no tiene donde reclinar la cabeza, ante los ojos del mundo Jesús no tiene nada pero a la vez lo tiene todo. Aqui esta la primera lección y es que a veces idolatramos los poderes de esta tierra y las respuestas a nuestras preguntas están en la personas mas sencillas y en la vida más simple que podamos imaginar.  

Retomando el tema de la misericordia Jesús posiblemente podría haberse llenado de resentimiento frente a ese ejército invasor y hasta pensamos que tendría justificación para odiar y no hacer el favor que le pedía este centurión romano, pero para Jesús va primero el dolor de la otra persona, sin importar que este hombre haya sido un invasor, un injusto, que a maltratado mucha gente. Jesús antepone lo primordial que es el sufrimiento. La llave que abre el corazón de Dios es esa, “el sufrimiento”. Tengamos la confianza y la seguridad que tenemos un Dios que es compasivo y misericordioso, un Dios que nos busca para que podamos descansar en su regazo, un Dios que por amor decidió bajar del cielo y ser como uno de nosotros para acompañarnos,  ayudarnos y sostenernos ante las dificultades.

A veces nos sucede que nos sentimos lejos de Dios, ya sea por causa de nuestras equivocaciones, así como el centurión romano pero hay un salto de amor que Dios ha dado para acercarse a ti y ese salto de amor se llama “ Su misericordia” . Así como Él dio el salto de amor para acercarse a nosotros, tú y yo necesitamos hacer un salto de amor hacia Él, el salto de amor hacia El se llama la “ Fe”. Jesús mismo lo dice al finalizar el pasaje “ Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe “. Dios se hizo cercano a ti y a mi por la misericordia y nosotros nos terminamos de acercar a Dios por la Fe. Esa es la combinación, que Él revele su amor en nosotros y nosotros que aceptemos ese amor por la fe.  

Mi amado Jesús, todo lo que me falta por aprender el valor de la humildad y la fe. El centurión reconoció que a pesar de que aparentemente tenía todo, era una persona necesitada. Este hombre se llenó de valor para reconocer lo necesitado. Seguramente si fuéramos como él nuestra vida sería mucho más sencilla, más llena de amor, más plena, más en comunión contigo, y en el fondo seríamos más felices, más llenos de vida, y eso se notaría a nuestro alrededor. Ayúdame Señor a no solo buscar mis propios intereses y beneficios sino también a comprometerme más con el que está cerca de mi, lo mínimo que puedo hacer por el que sufre es elevar una oración al cielo por sus necesidades y tu desde tu providencia lo bendeciras, porque toda oración elevada al cielo siempre tiene una respuesta. Quiero ser “sal de la tierra” capaz de transformar el mundo. Haz crecer en mí la confianza en ti, dejar a una lado nuestras circunstancias, nuestros deseos egoístas, nuestros recelos y prejuicios. Gracias Señor por dar el salto de amor como es tu misericordia y dame la gracia de dar el salto de amor hacia ti desde la fe. Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!





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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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