viernes, 29 de enero de 2021

La fe es nuestra columna vertebral que nos mantiene firmes.


Hebreos 10,32-39
Hermanos: Recordad aquellos días primeros, cuando, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos: ya sea cuando os exponían públicamente a insultos y tormentos, ya cuando os hacíais solidarios de los que así eran tratados. Pues compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores, y permanentes. No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa. Os falta constancia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa. Un poquito de tiempo todavía, y el que viene llegará sin retraso; mi justo vivirá de fe, pero, si se arredra, le retiraré mi favor. Pero nosotros no somos gente que se arredra para su perdición, sino hombres de fe para salvar el alma.
Palabra de Dios


La primera lectura es preciosa porque nos recuerda que los hombres de Fe, están destinados a la salvación. Pero que caracterizó y caracteriza a los hombres de fe ? Que fueron perseverantes hasta el final. Nuestra condición temporal nos hace inevitablemente propensos al cansancio, la duda, la mediocridad, la deserción, la apostasía. Ignorar esto no es resolverlo sino sencillamente eso: ignorarlo.

Es de ahí que la lectura comienza diciéndonos  " Recuerden aquellos primeros días en que, recién iluminados por el bautismo, soportaron duros y dolorosos combates. Unas veces fueron expuestos públicamente a insultos y tormentos; otras, compartiendo los sufrimientos de los hermanos que eran maltratados. Pues se compadecieron de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus bienes, sabiendo que están en posesión de otros bienes mejores y perdurables." Les hace oír los preludios del futuro con estas palabras: " no pierdan la confianza, pues la recompensa es grande. Lo que ahora necesitan es la perseverancia, para cumplir la voluntad de Dios alcanzar lo prometido. Atiendan a lo que dice la Escritura: Pronto, muy pronto, el que ha de venir vendrá sin retraso; y mi justo vivirá por la fe, pero si desconfía, dejará de agradarme. Pero nosotros no somos de los que retroceden para su perdición, sino hombres de fe destinados a salvarnos."

Pidámosle al Señor que desde su misericordia nos ayude a permanecer fieles a Él, a ser perseverantes en la Fe.

Salmo 36 "El Señor es quien salva a los justos"

Marcos 4,26-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega."
Dijo también: "¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas." Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra del Señor


La sencillez de lo pequeño y con ella, la grandeza y poder de lo insignificante. Jesús elige dos elementos minúsculos, pero poderosos: semilla (no dice cuál) y grano de mostaza. Ambas por si mismas no darían fruto. Ambas necesitan la tierra, cuanto más esponjosa y aireada, mejor. Una vez sembradas, en el silencio de la noche, crecen. Cada una con su tamaño, la semilla no da un fruto grande, pero sí abundante de granos; la mostaza, planta grande, crece en árbol frondoso, siendo su semilla minúscula.

Jesús muchas veces utiliza el símbolo de la semilla, de la tierra buena o mala en la que ha de crecer. Da suma importancia al “silencio” de ese crecimiento, sin meter ruido, y a través del  tiempo va ir madurando, abriéndose paso en la tierra, para terminar floreciendo.

Nosotros sí podemos comprender. La tierra somos cada uno de nosotros. De su calidad, cuidados, regadíos y desvelos dependerá que calladamente, en la noche, a la espera del sol de justicia, a  la espera de la Palabra vivificadora, brote en cada uno las semillas plantadas bien por el bautismo recibido (agua necesaria), bien por la catequesis/resonancia (cuidados precisos de aprendizaje), bien por la poda y limpieza que debemos hacer para que las virtudes y los valores se desarrollen (examen de conciencia), bien por la actitud ante la vida una vez que han brotado esas semillas (posicionamiento ante la vida), bien por los encuentros y relaciones con otros (clima necesario para un buen crecimiento), bien por tantas pequeñas acciones, acontecimientos vivencias, expresiones de fe y esperanza que fortalezcan la maduración hacia arriba… Un día vendrá el tiempo de la siega, de ser útiles de otra forma y en otro lugar del Reino, pero mientras tanto nos toca vivir aquí con lo que somos… hasta la madurez total del encuentro definitivo con Dios.

La Palabra de Dios, cualquier palabra bien dicha con bondad y verdad, será nuestro caldo de cultivo interior y exterior.  No olvidemos que la semilla en necesaria para que crezca un árbol, o una fruta. La semilla está ahí, siempre va estar siendo regada por el sembrador. Pidámosle al Señor que nos ayude a aferrarnos a la Fe recibida, a tener paciencia y perseverancia en este proceso porque toma tiempo para poder dar fruto, como también a no perder el foco de nuestra vida. Solo así podremos ser árboles frondosos para que otros lleguen a descansar.        

Con el corazón agradecido quiero levantar una oración de alabanza con el Salmo de hoy, porque el Señor hace salir el sol por igual a los buenos y a los malos. Cuando vivo por el camino de la generosidad, de la misericordia, y de confianza comienzo a experimentar en mi vida el gozo y la paz que solo tu me puedes dar. Pero cuando me encierro en mi mismo, no ofrezco el perdón y la confianza la pongo en mis propias fuerzas, experimento el cansancio, la fatiga, el desánimo, la mediocridad y hasta la deserción. Hoy te quiero pedir mi Jesús que me ayudes a permanecer fiel a tu amor y a la fe que me has dado.Yo no he  recibido un Espíritu de Cobardía sino de fortaleza, de amor y templanza . Por eso ayúdame a perseverar hasta el final como también valorar, cuidar y proteger la fe porque es nuestra columna vertebral que nos mantiene firmes. Dame la gracia de amar la Palabra de Dios, no solo escucharla sino meditarla, acogerla(practicarla) y celebrar la Fe de manera comunitaria, estos son los elementos primordiales para mi sustento diario o semanal. No permitas mi amado Jesús que las preocupaciones,  las ocupaciones, el dolor y el pecado nos separe lo que Tu nos das y nos quieres cada dia, Tu amor. Amen.

Dios te bendiga,

¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!


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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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