1 Juan 3,7-10
Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.Palabra de Dios
Hoy la primera lectura nos advierte “ Que nadie os engañe” y como nos daremos cuenta que el profeta o el servidor viene de parte de Dios? Muy fácil!, En la misma lectura nos lo dice “ Quien obra la justicia es justo, como él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio”.
No podemos creerle a todo aquel que pretende predicar el evangelio. Dios desde su amor nos habla a través de los pensamientos, Él nos habla a través de nuestra conciencia y nos muestra qué cosas vienen del bien y qué cosas vienen mal. La misma lectura nos dice “ Quien obra la justicia es justo, como él es justo “. El Santo y el Único Justo es Cristo porque quien lo guía es Dios mismo. El que actúa con injusticia comete pecado y el pecado es del diablo.
¿Qué hacer ante esta situación? ¿Qué hacer cuando vemos que alguien actúa injustamente?
-Orar mucho por la persona, orar para que su corazón vuelva a Dios y sea transformado, inundado, sumergido por el amor de Dios.
-Acercarnos a la persona, hay que hacerle ver a la persona que está actuando de manera injusta y reprendela con un testigo. Dile que su actuar no está conforme a los designios de Dios. Si a pesar de eso la persona sigue actuando de esa manera injusta entonces acuérdate como dice en un pasaje de la Biblia, en Mateo 18:15-20, si se rehúsa a escucharlos, entonces dicelo a la Iglesia.
Bien nos lo dice la lectura al final “ En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano”.
Pidámosle al Señor que nos ayude a quitar nuestras cegueras, a trabajar por la justicia y la paz. El maligno es quien no nos deja perdonar, ni tampoco amar. El mal prefiere alimentar nuestra soberbia, el orgullo, la autosuficiencia. Que el Señor por su gracia nos libere de todos esos males que aquejan nuestra alma.
Salmo 97" Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios ".
Juan 1,35-42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: "Éste es el Cordero de Dios." Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: "¿Qué buscáis?" Ellos le contestaron: "Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?" Él les dijo: "Venid y lo veréis." Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: "Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)." Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)."
Palabra del Señor
En el evangelio el apóstol Juan nos recuerda que es importante descubrir nuestra vocación,hemos nacido de Dios.
El propósito de este pasaje es que descubramos cómo el ser y el obrar necesariamente van de la mano. "Operari sequitur esse", decían los escolásticos: el obrar sigue al ser. Si nuestro ser tiene su fuente en Dios, porque de él hemos nacido, nuestro obrar sigue al obrar de Dios, según escribe Juan: "que nadie los engañe; el que hace la voluntad de Dios es justo, como él es justo". Volvemos a tomar lo que nos dice la primera lectura.
El ser humano es un eterno buscador del amor y de la felicidad. Es por eso que Jesus nos pregunta, "¿qué buscan?" y yo le agregaría, y “ donde lo buscan?”.
Para poder encontrar la respuesta a esta pregunta tenemos que entrar primero en el misterio de nuestras necesidades a través del misterio de Cristo. Ahí nos daremos cuenta si estamos buscando algo o alguien. No tengamos miedo de entrar en nosotros mismos, necesitamos conocer qué necesitamos, y reconociendo nuestras necesidades es la manera propia de encontrar a quien puede aliviarlas y responderlas.
Así como a los discípulos no sabían qué responder porque no se conocían a sí mismos, nos puede suceder a nosotros. Los discípulos lo único que sabían de Jesus es que era el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Y eso bastó para que desearan conocer la casa de Jesús, el lugar libre de tinieblas, el espacio sin pecado. Si lo pensamos bien, la respuesta de ellos, aún en su indefinición, es más profunda que muchas otras respuestas. No pidieron salud, ni liberación de un demonio, ni muchos conocimientos, ni largos años. En el fondo pidieron quedarse con él, estar con él, vivir con él. Es como si le hubieran dicho: "danos de ti". Una genuina petición eucarística.
Mi amado Jesús, estamos aún en tiempo de Navidad y a tiempo para que Tu Niño Jesús me devuelvas la vista que tanto necesito. Como me cuesta entrar y caminar en cada rincón de mi vida, quizás con recuerdos que lastiman y que han sanado en falso alimentando el rencor, la amargura, la tristeza y el desamor. Necesito alcanzar el conocimiento de mí mismo para saber lo que necesito y al reconocer mis necesidades podre encontrar aquel quien puede aliviarlas y sanarlas. Niño Jesus ya has hecho todo por mi, regalame la voluntad para ir a buscarte, y al encontrarte llegar adorarte, Amen.
Dios te bendiga,
¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!
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†
Que la
paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en
el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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