miércoles, 30 de junio de 2021

Como discípulos de Jesús, ¿luchamos contra el mal como él o más bien nos hacemos los desentendidos?

 



Como discípulos de Jesús, ¿luchamos contra el mal como él o más bien nos hacemos los desentendidos?

Primera lectura
Lectura del libro del Génesis 21,5.8-20
Abrahán tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac.
El chico creció, y lo destetaron. Abrahán dio un gran banquete el día que destetaron a Isaac
Al ver que el hijo de Agar, la egipcia, y de Abrhán jugaba con Isaac, Sara dijo a Abrahán:
«Expulsa a esa criada y a su hijo, pues no va a heredar el hijo de esa criada con mi hijo Isaac».
Abrahán se llevó un disgusto., pues era hijo suyo. Pero Dios dijo a Abrahán:
«No te aflijas por el muchacho y la criada; haz todo lo que te dice Sara, porque será Isaac quien continúe tu descendencia. Pero también al hijo de la criada le convertiré en un gran pueblo, pues es descendiente tuyo».
Abrahán madrugó, tomó pan y un odre de agua, lo cargó a hombros de Agar y la despidió con el muchacho. Ella marchó y fue vagando por el desierto de Berseba. Cuando se le acabó el agua del odre, colocó al niño debajo de unas matas; se apartó y se sentó a solas, a la distancia de un tiro de arco, diciendo:
«No puedo ver morir a mi hijo».
Se sentó aparte y, alzando la voz, rompió a llorar. Dios oyó la voz del niño, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, le dijo:
«¿Qué te pasa, Agar? No temas, que Dios ha oído la voz del chico, allí donde está. Levántate, toma al niño y agárrale fuerte de la mano, porque haré que sea un pueblo grande».
Dios le abrió los ojos, y vio un pozo de agua; ella fue, llenó el odre de agua y dio de beber al muchacho.
Dios estaba con el muchacho, que creció, habitó en el desierto y se hizo un experto arquero.
Palabra de Dios


En el ciclo de los patriarcas del AT, el texto de hoy nos narra el despido de Agar, la concubina de Abrahán, a instancias de su esposa Sara. Como sabemos, Sara era estéril y, para poder tener descendencia, le dio su esclava Agar a Abrahán, a fin de que el hijo concebido por ésta pudiera figurar como heredero.

Pero, cuando la misma Sara dio a luz a su hijo Isaac, según la promesa que Dios le había hecho, vio peligrar la primogenitura de éste frente al hijo de Agar. Y decidió alejar a la esclava y a su hijo para evitar complicaciones, sin preocuparse de la suerte que éstos iban a correr, solos por el desierto. Aquí está la primera enseñanza y es que por temor podemos caer en el egoísmo, en pensar solo en nuestra conveniencia. Es por eso que Sara es capaz de despedir a Agar y a su hijo sin importar lo que les va suceder a ambos en el desierto. Agar se ve empujada al desierto con el agua justa para sobrevivir. Llega a una situación de desespero. Pero, como dice el refrán: “Cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana.” En el mismo desierto en el que pensaba morir, se encuentra con un poco que le da la vida. Dios no deja que mueran ni ella ni el niño. En el camino ha encontrado la esperanza. Lo desconocido se torna amigable para ella. Se ha encontrado con el Dios de la vida donde ella esperaba ya sentada la muerte.

La segunda enseñanza que nos trae esta primera lectura es que Dios tuvo compasión de Agar al escuchar sus lamentos por su hijo ‘Ismael’ (= ‘Dios escucha’, en hebreo), que iba a morir también como ella, y no sólo los salvó a ambos, sino que prometió una gran descendencia a este hijo.

Pidámosle al Señor que nos cuide de tener sentimientos de temor o de envidia porque nos lleva a tomar decisiones equivocadas. Y lo segundo a confiar en el Señor, porque como dice en el salmo, “ El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó “.

Salmo 33 R/. R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8,28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos.
Desde el sepulcro dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
Y le dijeron a gritos:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?».
A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba paciendo. Los demonios le rogaron:
«Si nos echas, mándanos a la piara».
Jesús les dijo:
«Id».
Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo al mar y se murieron en las aguas.
Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.
Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
Palabra del Señor


Preguntémonos… Como discípulos de Jesús, ¿luchamos contra el mal como él?

¿Qué es luchar contra los demonios? No me estoy refiriendo a exorcismos, sino más bien como es mi actitud frente a la injusticia, la mentira, la corrupción? ¿Será que pasamos de largo para evitar problemas? Mi actitud es indiferente frente a lo que no es correcto y que va contra la ley de Dios?

Todo aquel que se esfuerce para llevar la Luz de Cristo donde vaya siempre va encontrar algún tipo de resistencia porque el mundo de las tinieblas se niega y rechaza la presencia de Dios. Ahora bien, mirándonos a nosotros mismos, cuales son las áreas en la que no queremos que Dios entre en nuestra vida.

Tanto en la primera lectura como en el evangelio nos invitan a salir, salir al encuentro con los demás llevando el mensaje de salvación y ser luz de Cristo y también a salir de nosotros mismos, a ponernos en movimiento. Salir significa arriesgarse. El que sale se tiene que enfrentar a lo desconocido y eso siempre nos resulta difícil. Preferimos atenernos a lo conocido porque nos sentimos seguros y salvos. Salir de nosotros mismos es también arriesgado porque vamos a descubrir que dentro de nosotros existen incoherencias y que hay muchas cosas por mejorar.

A veces las circunstancias de la vida nos empujan a salir de nuestra seguridad, de nuestra casa. Claro que no siempre nos gusta que nos saquen de nuestra seguridad. Los gerasenos vivían muy tranquilos. Sus endemoniados eran un problema pero lo tenían localizado al haberlos encadenado en el cementerio. No habían pensado que para Jesús, el enviado de Dios, la salud, la vida, de aquellos endemoniados era más importante que todos los cerdos del pueblo. Quizá fuera posible que los gerasenos deseasen verse libres de los endemoniados. Pero no al precio de perder su riqueza, su comodidad, su seguridad. Era preferible que aquellos hombres sufriesen si ése era el precio a pagar por vivir bien. Lo que hace Jesús no les gusta. Por eso, le echan del país. Sería interesante examinar en qué zonas de nuestra vida no queremos que entre Jesús porque, aunque un poco endemoniados, preferimos no movernos de donde estamos.

Mi Amado Jesus, caminar por el desierto no es fácil porque exige salir de mi seguridad y lanzarme hacia ti dando pasos de fe. Seguramente mis primeros pasos que daré serán dudosos, porque aun necesito fortalecer mi fe. Pero en el camino voy encontrando la esperanza porque tú sales al encuentro conmigo para sostenerme y animarme en el camino, me regalas agua para calmar mi sed, me tomas de la mano para que no me sienta  sol@ y te sientas cerca de mí para descansar conmigo. Mis tristezas y mis súplicas tú las escuchas y respondes. Soy yo quien a veces no acepto tu respuesta. Ayúdame a tener un corazón humilde para aceptar tu voluntad y ser obediente. Hoy te pido que desde tu misericordia entres en todas aquellas partes de mi vida, libérame de todos los demonios que habitan en mi para poder alcanzar la libertad que tanto me quieres dar, Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!  

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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Santa misa


 

Lectio Divina

 VENGA TU REINO


¿Quién hay, por disparatado que sea, que cuando pide a una persona grave no lleva pensado cómo pedirla, para contentarle y no serle desabrido, y qué le ha de pedir, y para qué ha menester lo que le ha de dar, en especial si pide cosa señalada, como nos enseña que pidamos nuestro buen Jesús? Cosa me parece para notar. ¿No pudierais, Señor mío, concluir con una palabra y decir: «Dadnos, Padre, lo que nos conviene»? Pues a quien tan bien lo entiende todo, no parece era menester más.

¡Oh Sabiduría eterna! Para entre vos y vuestro Padre esto bastaba, que así lo pedisteis en el huerto: mostrasteis vuestra voluntad y temor, mas os dejasteis en la suya. Mas a nosotros nos conocéis, Señor mío, que no estamos tan rendidos como lo estabais vos a la voluntad de vuestro Padre, y que era menester pedir cosas señaladas para que nos detuviésemos en mirar si nos está bien lo que pedimos, y si no, que no lo pidamos. Porque, según somos, si no nos dan lo que queremos (con este libre albedrío que tenemos), no admitiremos lo que el Señor nos diere; porque, aunque sea lo mejor, como no vemos luego el dinero en la mano, nunca nos pensamos ver ricos.

Pues dice el buen Jesús que digamos estas palabras en que pedimos que venga en nosotros un tal reino:

Santificado sea tu nombre, venga en nosotros tu reino.

Ahora mirad, qué sabiduría tan grande de nuestro Maestro. Considero yo aquí y es bien que entendamos, qué pedimos en este reino. Mas como vio su majestad que no podíamos santificar, ni alabar, ni engrandecer, ni glorificar este nombre santo del Padre eterno, conforme a lo poquito que podemos nosotros (de manera que se hiciese como es razón), si no nos proveía su majestad con darnos acá su reino, por ello lo puso el buen Jesús lo uno cabe lo otro. Porque entendamos esto que pedimos, y lo que nos importa importunar por ello, y hacer cuanto pudiéremos para contentar a quien nos lo ha de dar, os quiero decir aquí lo que yo entiendo. El gran bien que me parece a mí hay en el reino del cielo, con otros muchos, es ya no tener cuenta con cosa de la tierra, sino un sosiego y gloria en sí mismos, un alegrarse que se alegren todos, una paz perpetua, una satisfacción grande en sí mismos, que les viene de ver que todos santifican y alaban al Señor, y bendicen su nombre y no le ofende nadie. Todos le aman, y la misma alma no entiende en otra cosa sino en amarle, ni puede dejarle de amar, porque le conoce. Y así le amaríamos acá, aunque no en esta perfección, ni en un ser; mas muy de otra manera le amaríamos de lo que le amamos, si le conociésemos.

RESPONSORIO   

R. El que sabe dar buenos dones a sus hijos nos impulsa a pedir y a buscar. * Recibiremos con más abundancia, si creemos con más confianza, y esperamos con más firmeza, y deseamos con más ardor.
V. Con frecuencia la oración se expresa mejor con gemidos que con palabras, más con el llanto que con los labios.
R. Recibiremos con más abundancia, si creemos con más confianza, y esperamos con más firmeza, y deseamos con más ardor.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que quisiste hacernos hijos de la luz por la adopción de la gracia, concédenos que no seamos envueltos por las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

martes, 29 de junio de 2021

¿Cómo estás ayudando a levantar y mantener la Iglesia de Cristo?


 ¿Cómo estás ayudando a levantar y mantener la Iglesia de Cristo?


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 12, 1-11
En aquellos días, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.
Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener también a Pedro. Eran los días de los Ácimos. Después de prenderlo, lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua.
Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. Cuando Herodes iba a conducirlo al tribunal, aquella misma noche, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.
De repente; se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocando a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo:
«Date prisa, levántate».
Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió:
«Ponte el cinturón y las sandalias».
Así lo hizo, y el ángel le dijo:
«Envuélvete en el manto y sígueme».
Salió y lo seguía, sin acabar de creerse que era realidad lo que hacía el ángel, pues se figuraba que estaba viendo una visión. Después de atravesar la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad, que se abrió solo ante ellos. Salieron y anduvieron una calle y de pronto se marchó el ángel.
Pedro volvió en sí y dijo:
«Ahora sé realmente que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».
Palabra de Dios


Hoy en la primera lectura vemos cómo Dios libera a Pedro. Nos dice la lectura que mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. Pienso que no solo la Iglesia sino también El, fácilmente se preocupa por los hermanos que están afuera porque pueden terminar como El encarcelado o sufrir el martirio por anunciar el evangelio. Los gobernantes injustos y recelosos que creen que encerrando a los discípulos van a detener el avance de la Palabra. Herodes dobla la guardia, multiplica rejas y cadenas pero ¿qué es eso para Dios? Por más que el ser humano quiera apagar y enmudecer el mensaje del Evangelio es imposible, porque no hay prisiones para la Fe.

En nuestro tiempo hay también otro tipo de cárceles, la avaricia, el dinero, la pereza, los placeres mundanos, el egoísmo. Ataduras que nos encierran en nosotros mismos y nos hacen (o lo intentan hacer) dar la espalda a Dios y al prójimo. Podemos tener la sensación de que esas ataduras son inquebrantables y dejarnos llevar por el desaliento. Pero Dios siempre está ahí, dispuesto a liberarnos como hizo con San Pedro. Debemos tener actitud orante, disposición de ánimo, y veremos cómo el Señor obra en nosotros. El Señor lo puede hacer siempre y cuando nosotros reconozcamos en que cárcel es en la que estamos viviendo, querer salir de allí y además pedir su ayuda. El Señor quiere romper las cadenas que nos atan, abrir las puertas que nos encierran y dejemos que el ángel de Dios nos lleve de la mano para vivir como verdaderos hijos e hijas de Dios desde la libertad que nos da la alegría de la Palabra.

Salmo  33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 R/. El Señor me libró de todas mis ansias.

Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18
Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en liberación y el momento de mi partida es inminente.
He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios


Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Palabra del Señor


En la segunda lectura y en el evangelio nos enseña la importancia de la Fe. Pablo sabe que su final se acerca y es por eso que le habla con sinceridad a Timoteo y le da la clave para mantenerse en la carrera de la evangelización, Pablo le dice “ He mantenido la Fe “.
Pablo siempre confió en el Señor, desde su conversión puso su vida en sus manos, y ahora nos explica cómo ese ha sido el secreto de su misión. Y se siente alegre, confiado ante su final porque sabe que está cumpliendo con la voluntad de Dios. Lo importante no es el cómo y el cuándo, lo verdaderamente importante es que... "me salvará y me llevará al Reino del Cielo" Por eso no vemos en él desesperanza, ni tan siquiera temor, sabe que alcanzará la corona dolorosa del martirio pero ni la rechaza ni la teme porque en ella se encuentra Dios.

Todos hemos pasado por momentos de miedo, de temor pero si de verdad nuestra Fe fuera fuerte y sincera nuestra actitud ante la vida sería alegre, positiva y eso ayudaría a los demás. Debemos ser conscientes de que es nuestro deber, como seguidores de Cristo, iluminar a los demás, ser "la sal de la tierra" como lo es San Pablo en esta hermosa carta. "No tengáis miedo" nos gritó el Santo Papa Juan Pablo II, y no debemos tenerlo porque Dios está en medio de nosotros.

Hoy en la fiesta de San Pedro y San Pablo, nos recuerda el nacimiento de la iglesia, la institución de San Pedro como primer Papa. Cristo solo con los Doce, en la intimidad que da la amistad y la convivencia, con sencillez: "Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Un pobre pescador, un hombre humilde pero con determinación. De la misma manera Cristo nos llama desde lo que somos, unos pobres pecadores que sólo podemos ofrecer lo que tenemos, lo que hay en el corazón. Eso es lo que ofreces al Señor y Él sí que sabe cómo potencializar lo que tú y yo tenemos. Seguramente Pedro tendría dudas, preguntas, miedos... Pedro le cree a Jesús ciegamente y es por eso que profesa su fe diciéndole "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo" sin duda inspirado por el Espíritu Santo tal y como el mismo Cristo le dice. Es consciente de que la carga que acaba de recibir no es ligera pero está dispuesto. Y Jesús también nos dice que el poder del infierno no podrá con su Iglesia. Muchas veces creemos que el mal puede llegar a vencernos, pensemos en estas palabras, confiemos en Cristo y, como San Pedro, aceptemos aquello que Dios nos depare sin miedo, con alegría y responsabilidad.

Hoy celebramos la memoria de estos dos grandes Apóstoles, San Pedro y San Pablo son ejemplos que deben fortalecernos. Cada uno cumplió su misión y juntos ayudaron a levantar los pilares de la Iglesia. Ambos tienen en común el amor, la Fe ciega en Cristo, la entrega total a la Palabra. Pidámosles hoy que por su intersección ellos infundan en nosotros el valor apostólico para continuar la labor que ellos comenzaron.

Mi amado Jesús, como necesito que me liberes de las cárceles en las que vivo, cárceles como del qué dirán, de la apariencia, del orgullo, la vanidad. Tu me hiciste libre y por eso hoy me acerco a ti con la confianza que Tu me vas a liberar obrando sobre mi voluntad. Desde la mucha o poca fe que tengo me acerco a ti, confiando que vas hacer el milagro del amor en mi, pongo en tus manos mi vida, mis temores, mis preocupaciones porque lo que más quiero es poder hacer tu santa voluntad. Acrecienta mi fe, que mi actitud frente a la vida sea alegre, en paz, confiada y positiva, esto no solo me ayudará a mi sino a quienes están cerca de mi. Que mi vida sea luz para otros, ser sal de la tierra. Echa fuera el temor en mi porque Tu estas conmigo, Amen.

Dios te bendiga.

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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Santa Misa


 

lunes, 28 de junio de 2021

Lectio Divina

 LA GLORIA DE DIOS CONSISTE EN QUE EL HOMBRE VIVA Y LA VIDA DEL HOMBRE CONSISTE EN LA VISIÓN DE DIOS

 

La claridad de Dios vivifica y, por lo tanto, los que ven a Dios reciben la vida. Por esto aquel que supera nuestra capacidad, que es incomprensible, invisible, se hace visible y comprensible para los hombres, se adapta a su capacidad, para dar vida a los que lo perciben y lo ven. Vivir sin vida es algo imposible, y la subsistencia de esta vida proviene de la participación de Dios, que consiste en ver a Dios y gozar de su bondad.

 

Los hombres, pues, verán a Dios y vivirán, ya que esta visión los hará inmortales, al hacer que lleguen hasta la posesión de Dios. Esto, como dije antes, lo anunciaban ya los profetas de un modo velado, a saber, que verán a Dios los que son portadores de su Espíritu y esperan continuamente su venida. Como dice Moisés en el Deuteronomio: Aquel día veremos que puede Dios hablar a un hombre, y seguir éste con vida.

 

Aquel que obra todo en todos es invisible e inefable en su ser y en su grandeza, con respecto a todos los seres creados por él, mas no por esto deja de ser conocido, porque todos sabemos, por medio de su Verbo, que es un solo Dios Padre, que lo abarca todo y que da el ser a todo; este conocimiento viene atestiguado por el Evangelio, cuando dice: Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.

 

Así, pues, el Hijo nos ha dado a conocer al Padre desde el principio, ya que desde el principio está con el Padre; él, en efecto, ha manifestado al género humano el sentido de las visiones proféticas, de la distribución de los diversos carismas, con sus ministerios, y en qué consiste la glorificación del Padre, y lo ha hecho de un modo consecuente y ordenado, a su debido tiempo y con provecho; porque donde hay orden allí hay armonía, y donde hay armonía allí todo sucede a su debido tiempo, y donde todo sucede a su debido tiempo allí hay provecho.

 

Por esto el Verbo se ha constituido en distribuidor de la gracia del Padre en provecho de los hombres, en cuyo favor ha puesto por obra los inescrutables designios de Dios, mostrando a Dios a los hombres, presentando al hombre a Dios; salvaguardando la invisibilidad del Padre, para que el hombre tuviera siempre un concepto muy elevado de Dios y un objetivo hacia el cual tender, pero haciendo también visible a Dios para los hombres, realizando así los designios eternos del padre, no fuera que el hombre, privado totalmente de Dios, dejara de existir; porque la gloria de Dios consiste en que el hombre viva, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios. En efecto, si la revelación de Dios a través de la creación es causa de vida para todos los seres que viven en la tierra, mucho más lo será la manifestación del Padre por medio del Verbo para los que ven a Dios.

 

RESPONSORIO    Ml 2, 6; Sal 88, 22

 

R. «Una doctrina auténtica llevaba en su boca, y en sus labios no se hallaba maldad; * en paz y rectitud andaba conmigo», dice el Señor.

V. Mi mano estuvo siempre con él y mi brazo lo hizo valeroso.

R. «En paz y rectitud andaba conmigo», dice el Señor.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Señor, tú que quisiste que el obispo san Ireneo hiciera triunfar la verdadera doctrina y lograra afianzar la paz de tu Iglesia, haz que nosotros, renovados, por su intercesión, en la fe y en la caridad, nos esforcemos siempre en fomentar la unidad y la concordia entre los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

sábado, 26 de junio de 2021

Lectio Divina

 DIOS PUEDE SER HALLADO EN EL CORAZÓN DEL HOMBRE


La salud corporal es un bien para el hombre; pero lo que interesa no es saber el porqué de la salud, sino el poseerla realmente. En efecto, si uno explica los beneficios de la salud, mas luego toma un alimento que produce en su cuerpo humores malignos y enfermedades, ¿de qué le habrá servido aquella explicación, si se ve aquejado por la enfermedad? En este mismo sentido hemos de entender las palabras que comentamos, o sea, que el Señor llama dichosos no a los que conocen algo de Dios, sino a los que lo poseen en sí mismos. Dichosos, pues, los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Y no creo que esta manera de ver a Dios, la del que tiene el corazón limpio, sea una visión externa, por así decirlo, sino que más bien me inclino a creer que lo que nos sugiere la magnificencia de esta afirmación es lo mismo que, de un modo más claro, dice en otra ocasión: El reino de Dios está dentro de vosotros; para enseñarnos que el que tiene el corazón limpio de todo afecto desordenado a las creaturas contempla, en su misma belleza interna, la imagen de la naturaleza divina.

Yo diría que esta concisa expresión de aquel que es la Palabra equivale a decir: «Oh vosotros, los hombres en quienes se halla algún deseo de contemplar el bien verdadero, cuando oigáis que la majestad divina está elevada y ensalzada por encima de los cielos, que su gloria es inexplicable, que su belleza es inefable, que su naturaleza es incomprensible, no caigáis en la desesperación, pensando que no podéis ver aquello que deseáis.»

Si os esmeráis con una actividad diligente en limpiar vuestro corazón de la suciedad con que lo habéis embadurnado y ensombrecido, volverá a resplandecer en vosotros la hermosura divina. Cuando un hierro está ennegrecido, si con un pedernal se le quita la herrumbre, en seguida vuelve a reflejar los resplandores del sol; de manera semejante, la parte interior del hombre, lo que el Señor llama el corazón, cuando ha sido limpiado de las manchas de herrumbré contraídas por su reprobable abandono, recupera la semejanza con su forma original y primitiva y así, por esta semejanza con la bondad divina, se hace él mismo enteramente bueno.

Por tanto, el que se ve a sí mismo ve en sí mismo aquello que desea, y de este modo es dichoso el limpio de corazón, porque al contemplar su propia limpieza ve, como a través de una imagen, la forma primitiva. Del mismo modo, en efecto, que el que contempla el sol en un espejo, aunque no fije sus ojos en el cielo, ve reflejado el sol en el espejo, no menos que el que lo mira directamente, así también vosotros -es como si dijera el Señor-, aunque vuestras fuerzas no alcancen a contemplar la luz inaccesible, si retornáis a la dignidad y belleza de la imagen que fue creada en vosotros desde el principio, hallaréis aquello que buscáis dentro de vosotros mismos.

La divinidad es pureza, es carencia de toda inclinación viciosa, es apartamiento de todo mal. Por tanto, si hay en ti estas disposiciones, Dios está en ti. Si tu espíritu, pues, está limpio de toda mala inclinación, libre de toda afición desordenada y alejado de todo lo que mancha, eres dichoso por la agudeza y claridad de tu mirada, ya que, por tu limpieza de corazón, puedes contemplar lo que escapa a la mirada de los que no tienen esta limpieza, y, habiendo quitado de los ojos de tu alma la niebla que los envolvía, puedes ver claramente, con un corazón sereno, un bello espectáculo. Resumiremos todo esto diciendo que la santidad, la pureza, la rectitud son el claro resplandor de la naturaleza divina, por medio del cual vemos a Dios.

RESPONSORIO    Jn 14, 6. 9; 6, 47

R. Dice el Señor: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. * El que me ve ve también al Padre.»
V. El que cree en mí tiene vida eterna.
R. El que me ve ve también al Padre.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

viernes, 25 de junio de 2021

Cuando llegas al límite es donde uno llega a saber quién es!

 


Cuando llegas al límite es donde uno llega a saber quién es!


Primera lectura
Lectura del libro del Génesis 17,1.9-10.15-22
Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo:
«Yo soy el Dios todopoderoso, camina en mi presencia y sé perfecto».
El Señor añadió a Abrahán:
«Por tu parte, guarda mi alianza,tú y tus descendientes en sucesivas generaciones. Esta es la alianza que habréis de guardar, una alianza entre yo y vosotros y tus descendientes: sea circuncidado todo varón entre vosotros».
El Señor dijo a Abrahán:
«Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, a quien también bendeciré. De ella nacerán pueblos y reyes de naciones».
Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonrió, pensando en su interior:
«¿Un centenario va a tener un hijo y Sara va a dar a luz a los noventa?».
Y Abrahán dijo a Dios:
«Ojalá pueda vivir Ismael en tu presencia».
Dios replicó:
«No, es Sara quien te va a dar un hijo, lo llamarás Isaac; con él estableceré mi alianza y con sus descendientes, una alianza perpetua. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré crecer sobremanera, engendrará doce príncipes y lo convertiré en una gran nación. Pero mi alianza la concertaré con Isaac, el hijo que te dará Sara, el año que viene por estas fechas».
Cuando el Señor terminó de hablar con Abrahán, se retiró.
Palabra de Dios


Salmo 127,1-2.3.4-5 R/. “Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor”

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8,1-4
Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:
«Señor, si quieres, puedes limpiarme». Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio». Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Palabra del Señor

La primera lectura en la persona de Abrahán nos enseña como es de importante ser una persona íntegra. Abrahán al ser un hombre bueno, fiable, íntegro, quien sabía dirigir su familia, a sus criados, a los rebaños y, algo muy importante, hombre de palabra en las transacciones comerciales con otros jefes de tribus. Abrahán se había ganado la confianza a lo largo de los años por su buen hacer, señal clara de su buen ser. Coherencia! Como nos falta coherencia, como a la sociedad le falta coherencia, ser personas íntegras. Ahora no es fácil encontrar personas con estos valores.  

Dios quiere fortalecernos en la fe. Abrahan le cree a Dios, pero Dios quiere que Abrahán le crea aún más, es por eso que Dios le habla a través de señales y entre esas es cambio de nombre lo que significa cambiar la misión de ser padre de un gran pueblo durante generaciones. Dios a veces interrumpe nuestros planes porque tiene algo que enseñarnos, es de ahí que nos toca salir de nuestra comodidad para lanzarnos dando pasos de fe. También Sara cambiará de nombre e inesperadamente, por la edad, tendrá un hijo, Isaac, que significa “que Dios ría o sea bendecido”. Ismael, hijo primero, tendrá muchos hijos también; pero con él, Dios no pactará. Isaac tiene la predilección de Dios. Tanto Abrahán como Sara sólo pueden fiarse de Dios. En otras palabras “ Si Dios lo dice, hay que hacerlo”.  

Será que nosotros tenemos actitudes como Abrahan y Sara que decimos “ Si Dios lo dice, hay que hacerlo ? “

Es por eso que el salmo es un canto “ Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor”.
Todo irá bien al hombre o mujer que honra al Señor; esa es la clave de la bendición del Señor. En el hogar, en la familia, con los hijos, si se honra -es una traducción más sensata de “quien teme” al Señor, todos sus asuntos serán bendecidos, por el Señor. Así que ya sabemos, según el salmista, dónde encontrar la llave de la dicha personal y familiar: bendecir al Señor, no olvidarlo, tenerlo muy en cuenta en la vida diaria.

En el evangelio Jesús nos deja una vez más ver su corazón misericordioso. Ante la súplica del leproso “ Señor, si quieres, puedes limpiarme “, Jesús responde de una manera inmediata porque es una súplica que es clara y directa como también este leproso da una profesión de fe. Es por eso que Jesus dice “ Si quiero. ¡Queda limpio! Eso sí, Jesús puso condiciones: No vayas pregonándolo, no se lo digas a nadie. Vete al templo y haz lo que está prescrito por la ley… Después, imagino que le diría, vuelve a casa, con tu familia, (si tienes) y sé fiel al Señor. No le dijo: Ven y sígueme, o me debes una. No.

Este es un diálogo entre dos hombres que saben lo que quieren, Jesus sanar y el leproso ser sanado. Jesús no quiere fama, el leproso quiere estar limpio. Un escritor español José Luis Sampedro, dice “Porque es tocando fondo, aunque sea en la amargura y la degradación, donde uno llega a saber quién es, y dónde entonces empieza a pisar firme”. Gran lección para nuestra vida como cristianos, hay que pisar firme, sin pisar a nadie.

Mi amado Jesús, hoy quiero orar con el Salmo porque a través de él tu me das la llave para vivir en gozo cada día. La clave es “ Quién teme al Señor todo irá bien”. El hombre o mujer que honra al Señor será bendecido por el Señor porque todo lo que venga de Él es bueno, agradable y perfecto. Ayúdame a creerte, a confiar y dar pasos de fe. Hay situaciones que tú permites en mi vida porque necesito pasar por el crisol y purificar mis sueños y mis deseos. Dame la gracia de tener temor de Dios, osea respeto por ti, no quiero ofenderte a través de mis palabras, mis pensamientos, mis actitudes,y mis sentimientos. Límpiame Señor la lepra que tengo, quiero vivir como un verdadero hij@ de Dios. Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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Lectio Divina

 LA ESPERANZA DE VER A DIOS

 

La promesa de Dios es ciertamente tan grande que supera toda felicidad imaginable. ¿Quién, en efecto, podrá desear un bien superior, si en la visión de Dios lo tiene todo? Porque, según el modo de hablar de la Escritura, ver significa lo mismo que poseer; y así, en aquello que leemos: Que veas la prosperidad de Jerusalén, la palabra «ver» equivale a tener. Y en aquello otro: Que sea arrojado el impío, para que no vea la grandeza del Señor, por «no ver» se entiende no tener parte en esta grandeza.

 

Por lo tanto, el que ve a Dios alcanza por esta visión todos los bienes posibles: la vida sin fin, la incorruptibilidad eterna, la felicidad imperecedera, el reino sin fin, la alegría ininterrumpida, la verdadera luz, el sonido espiritual y dulce, la gloria inaccesible, el júbilo perpetuo y, en resumen, todo bien.

 

Tal y tan grande es, en efecto, la felicidad prometida que nosotros esperamos; pero, como antes hemos demostrado, la condición para ver a Dios es un corazón puro, y, ante esta consideración, de nuevo mi mente se siente arrebatada y turbada por una especie de vértigo, por la duda de si esta pureza de corazón es de aquellas cosas imposibles y que superan y exceden nuestra naturaleza. Pues si esta pureza de corazón es el medio para ver a Dios, y si Moisés y Pablo no lo vieron, porque, como afirman, Dios no puede ser visto por ellos ni por cualquier otro, esta condición que nos propone ahora la Palabra para alcanzar la felicidad nos parece una cosa irrealizable. ¿De qué nos sirve conocer el modo de ver a Dios, si nuestras fuerzas no alcanzan a ello? Es lo mismo que si uno afirmara que en el cielo se vive feliz, porque allí es posible ver lo que no se puede ver en este mundo. Porque, si se nos mostrase alguna manera de llegar al cielo, sería útil haber aprendido que la felicidad está en el cielo. Pero, si nos es imposible subir allí, ¿de qué nos sirve conocer la felicidad del cielo sino solamente para estar angustiados y tristes, sabiendo de qué bienes estamos privados y la imposibilidad de alcanzarlos? ¿Es que Dios nos invita a una felicidad que excede nuestra naturaleza y nos manda algo que, por su magnitud, supera las fuerzas humanas?

 

No es así. Porque Dios no creó a los volátiles sin alas, ni mandó vivir bajo el agua a los animales dotados para la vida en tierra firme. Por tanto, si en todas las cosas existe una ley acomodada a su naturaleza, y Dios no obliga a nada que esté por encima de la propia naturaleza, de ello deducimos, por lógica conveniencia, que no hay que desesperar de alcanzar la felicidad que se nos propone, y que Juan y Pablo y Moisés, y otros como ellos, no se vieron privados de esta sublime felicidad, resultante de la visión de Dios; pues, ciertamente, no se vieron privados de esta felicidad ni aquel que dijo: Ahora me aguarda la corona merecida, que el Señor, justo juez, me otorgará, ni aquel que se reclinó sobre el pecho de Jesús, ni aquel que oyó de boca de Dios: Te he conocido más que a todos. Por tanto, si es indudable que aquellos que predicaron que la contemplación de Dios está por encima de nuestras fuerzas son ahora felices, y si la felicidad consiste en la visión de Dios, y si para ver a Dios es necesaria la pureza de corazón, es evidente que esta pureza de corazón, que nos hace posible la felicidad, no es algo inalcanzable. Los que aseguran, pues, tratando de basarse en las palabras de Pablo, que la visión de Dios está por encima de nuestras posibilidades se engañan y están en contradicción con las palabras del Señor, el cual nos promete que, por la pureza de corazón, podemos alcanzar la visión divina.

 

RESPONSORIO    Sal 62, 2; 16, 15

 

R. Mi alma está sedienta de ti, Dios mío; * mi carne tiene ansia de ti.

V. Yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.

R. Mi carne tiene ansia de ti.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

jueves, 24 de junio de 2021

¡En Dios está mi fuerza!

                                     



¡En Dios está mi fuerza!


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 49, 1-6
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas».
En realidad el Señor, defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios.
Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
Palabra de Dios

Salmo 138, 1-3. 13-14. 15 R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.


Segunda lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 22-26
En aquellos días, dijo Pablo:
«Dios suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”.
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegará Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida decía:”Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”.
Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a vosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación».
Palabra del Señor


Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡ No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre» Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.
Palabra del Señor


Hoy es la solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista y es importante esta solemnidad porque nos recuerda a lo que hemos sido llamados, “ Ser Luz de las naciones”.

La primera lectura nos dice el profeta Isaias que Dios nos llama desde el vientre materno, Él nos llama y nos va trayendo hacia Él desde el amor y somos nosotros quienes decidimos si aceptamos su llamado, su invitación, hacer parte de su plan de la salvación. Él mismo pone en nuestro corazón, en nuestros labios, en nuestro ser sus sentimientos, y está en nosotros dejar que esos sentimientos de Cristo nazcan y se fortalezcan, de esta manera nosotros daremos gloria a Dios. No es fácil ajustarse al plan de Dios, el mismo Juan Bautista nos lo dice “ Es necesario que Él crezca y yo disminuya ”, un golpe bastante bajo para nuestro EGO.

Algunas veces nos podemos sentir cansados y sin fuerzas porque por más que nos esforcemos y hagamos las cosas bien, no vemos los frutos de una manera inmediata. El mismo profeta de Isaías dice “ En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas . En realidad el Señor, defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios”.  La batalla no es mía sino de Cristo, y nosotros como sus siervos solos debemos de acoger su mensaje y obedecer para darle gloria al Padre a través de su Hijo Jeuscristo.

Dios cuando nos da una misión, no nos deja solos, todo lo contrario nos da las suficiente herramientas y nos muestra el camino para que su plan pueda tener éxito. Para ello, Dios a la hora de acercarse a los hombres ha dado sus pasos. Antes de hacernos el gran regalo de su hijo Jesús, quiso que un precursor empezase a hablar de él con fuerza. Ese precursor fue Juan el Bautista. Desde antes de su nacimiento, los signos especiales le rodearon. Nace de unos padres, Zacarías e Isabel, ya de avanzada edad y siendo Isabel estéril hasta entonces. Se rompe la tradición de llamarle como a su padre y le llamarán Juan porque está acorde con la misión que va a realizar. Juan significa “Dios es propicio”, “Dios se ha apiadado”, “Dios es misericordia”.

Su misión va a ser presentar a Jesús, el Mesías, como el que nos quiere a todos los hombres, El que tiene en sus entrañas marcado la misericordia. Juan Bautista se dedica de lleno a proclamar la próxima venida de nuestro Salvador a orillas del Jordán. A los que hacen caso a su predicación les bautiza como signo de que quieren abandonar su vida de pecado para que puedan comenzar a vivir una vida nueva que solo Jesus puede dar.

Juan, como amigo de Dios, lleva también en su corazón la verdad y la humildad. Por eso, con toda sencillez y humildad pregona a todos los que se acercan a él que no es el Mesías, al que no es digno ni de desatarle las correas de sus sandalias. Y cuando aparece Jesús y es también bautizado por Juan, les pide que se queden con Jesús y no con él. “Conviene que él crezca y yo mengue”. Qué es lo mismo que decirles: “Seguid a Jesús que es el Hijo de Dios, el verdadero salvador de los hombres y no a mí”.

Que hoy por intercesión de San Juan Bautista podamos nosotros cumplir la misión encomendada por Dios, una vida de donación desde el amor haciendo que nuestra vida en este mundo sea la vida de Dios, lo que significa abandonar la vida de pecado y dejar que Cristo viva y reine en mi.  

En el bautismo recibimos una vela como signo de ser Luz de este mundo, dame la gracia Señor de que la Luz de Cristo brille en mi, rompe con el poder de tu Espíritu Santo el orgullo que aun esta pegado y adherido en mi porque no está permitiendo que tu crezcas y que pueda glorificarte. Quiero ser amigo tuyo Señor, por eso mi corazón debe andar en la verdad y en la humildad regalame ese milagro. Quiero ser un sierv@ que está pronto para servirte y poder llevar a cabo la misión que tu quieres cumplir a través de mi. Que mi vida sea la vida de Dios donde dejo la vida de pecado para que Tu mi Señor sea quien viva y reine en mi, Amen.

DIos te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!


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Santa Misa


 

Lectio Divina

 LA VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO

 

La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo. Ello no deja de tener su significado, y, si nuestras explicaciones no alcanzaran a estar a la altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar esfuerzo para profundizarlo y sacar provecho de él.

 

Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una jovencita virgen. El futuro padre de Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la Virgen cree el del nacimiento de Cristo y lo concibe por la fe. Esto es, en resumen, lo que intentaremos penetrar y analizar; y, si el poco tiempo y las pocas facultades de que disponemos no nos permiten llegar hasta las profundidades de este misterio tan grande, mejor os adoctrinará aquel que habla en vuestro interior, aun en ausencia nuestra, aquel que es el objeto de vuestros piadosos pensamientos, aquel que habéis recibido en vuestro corazón y del cual habéis sido hechos templo.

 

Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: La ley y los profetas llegan hasta Juan. Por tanto, él es como la personificación de lo antiguo y el anuncio de lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de padres ancianos; porque personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno de su madre. Aún no ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo en las entrañas de su madre. Con ello queda ya señalada su misión, aun antes de nacer; queda demostrado de quién es precursor, antes de que él lo vea. Estas cosas pertenecen al orden de lo divino y sobrepasan la capacidad de la humana pequeñez. Finalmente, nace, se le impone el nombre, queda expedita la lengua de su padre. Estos acontecimientos hay que entenderlos con toda la fuerza de su significado.

 

Zacarías calla y pierde el habla hasta que nace Juan, el precursor del Señor, y abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba que, antes de la predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en cierto modo latente, oculto, encerrado. Con el advenimiento de aquel a quien se referían estas profecías, todo se hace claro. El hecho de que en el nacimiento de Juan se abre la boca de Zacarías tiene el mismo significado que el rasgarse el velo al morir Cristo en la cruz. Si Juan se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de Zacarías habría continuado muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquel que es la voz; en efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar al Señor, le dijeron: Dinos quién eres. Y él respondió: Yo soy la voz del que clama en el desierto. Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya al comienzo de las cosas. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna desde el principio.

 

RESPONSORIO    Lc 1, 76-77

 

R. A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, * porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.

V. Anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

R. Porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.

OREMOS,

Dios todopoderoso, que suscitaste a san Juan Bautista, para que le preparara a Cristo un pueblo bien dispuesto, concede a tu pueblo el don de la alegría espiritual y guíanos por el camino de la salvación y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN


miércoles, 23 de junio de 2021

¿Cómo es mi diálogo con Dios? ¿Trato con Él mis asuntos existenciales?

 


¿Cómo es mi diálogo con Dios?

¿Trato con Él mis asuntos existenciales?

Primera lectura
Lectura del libro del Génesis 15,1-12.17-18:
En aquellos días, el Señor dirigió a Abrán, en una visión, la siguiente palabra:
«No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante».
Abrán contestó:
«Señor, Dios ¿qué me vas a dar si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?».
Abrán añadió:
«No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará».
Pero el Señor le dirigió esta palabra:
«No te heredará ese, sino uno salido de tus entrañas será tu heredero».
Luego lo sacó afuera y le dijo:
«Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas».
Y añadió:
«Así será tu descendencia».
Abran creyó al Señor y se le contó como justicia.
Después le dijo:
«Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra».
Él replicó:
«Señor Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?».
Respondió el Señor:
«Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón».
Él los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba.
Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él.
El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.
Aquel día el Señor concertó alianza con Abrán en estos términos:
«A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Eufrates».
Palabra de Dios


Algunos de nosotros que hemos experimentado salir de nuestras tierras para otro país, seguramente nos hacíamos varias preguntas y en la búsqueda de respuestas nos manteniamos en constante diálogo con Dios. En esta primera lectura Abran quien es un peregrino salido de Ur de los Caldeos, nos deja ver la relación que debemos tener con Dios, en nuestra realidad debemos dejar que participe Dios, lo que significa que está bien hacerle preguntas y reclamos. Dios no busca una relación con personas mudas y no pensantes. Una espiritualidad sin diálogo es una falsa espiritualidad y nada tiene que ver con el Espíritu.

Dios le dice a Abrán: “No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante.” Una falsa espiritualidad está inclinada a permanecer callada. Un ejemplo claro lo vimos en la anunciación de la Virgen Maria, Ella le hace preguntas al ángel, ella es consciente de todo lo que le está pasando. Es muy enriquecedor cuando te abres al diálogo con Dios porque Él mismo te ilumina la propia existencia y el proceso personal que se está viviendo.

Abrán planteó el problema interior que vivía: «Señor, ¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?» La fe busca comprender y no hacerlo deja en entredicho al supuesto creyente. Hay que mirarse a uno mismo, encontrar cual es verdadero problema interior y eso fue lo que Abran le dice a Dios. Hay personas que creen que vivir de acuerdo con el plan de Dios no implica negar los razonamientos y la búsqueda de sentido a lo que acontece cada día. Es fuerte la pregunta de Abrán ¿de qué me sirven tus dones? En el horizonte limitado por la esterilidad solamente ve una salida lógica, humanamente hablando: Eliezer de Damasco le heredará. Más dolorosa la constatación: No me has dado hijos. A este dolor, tan común en la existencia humana, sale al encuentro el Dios amor que responde clarificando y despejando dudas: “No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas.” En medio de soledades y oscuridades, la luz que procede de lo alto alumbra el entendimiento y la vida misma, para hacer ver que hay otras salidas. Dios hace fecunda la existencia humana cuando parece que la infecundidad lo anula todo.

Dios que es generoso le dice a Abran, “cuenta las estrellas, si puedes”. Dios le hace una promesa que supera todo lo imaginable. Así será tu descendencia. Lo convierte en padre de los creyentes a él, que da crédito a la palabra que se le dice, porque Dios es siempre fiel a sus promesas. Establece una alianza prometiéndole la posesión de la tierra desde el río de Egipto hasta el gran río Éufrates.

El diálogo entre Dios y Abrán se resuelve en una extraordinaria fecundidad. No la de orden material, sino aquella espiritual que hace hijos de Abrahán a todos los creyentes.

Salmo 104,1-2.3-4.6-7.8-9 R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».
Palabra del Señor


Cuando recibimos el bautismo estamos llamados a ser sacerdotes, profetas y reyes. Es por eso que todo bautizado participa de la condición profética de Jesucristo. Esta participación se realiza por la comunión con su vida, actitudes, proyecto de vida. Esta participación en la misión de Jesús no valen las apariencias. No sirve tomar prestado lo que se intenta comunicar, al final queda en evidencia: “se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.”

Jesús no solo les está explicando a los discípulos el proyecto de vida que Él nos propone sino también nos lo explica a nosotros y nos invita a que lo aceptemos.

Necesitamos ser hombres y mujeres de oración, oración que nace del corazón y de nuestras situaciones que estamos viviendo. La oración no debe hacerse con el ánimo de cumplir y de practicar ritos vacíos que nos llevan a tener una espiritual superflua. Es por eso que el árbol dañado que no puede dar frutos sanos o está seco no puede dar frutos. Jesús hace una llamada de atención. No para que miremos al otro y juzguemos al otro, sino para que entremos dentro de nosotros mismos y veamos los fundamentos de nuestra fe y existencia cristiana. Los fundamentos de nuestra fe no puede quedarse solo en el catecismo que recibimos en la primera comunión, o pretender vivir el cristianismo en una vía y mi vida existencial en otra vía. Ambas se tienen que complementar porque es ahí donde reconocemos que el mensaje de Cristo nos ayuda a vivir cada día desde la esperanza, la fe, y el amor, vivir como verdaderos hij@s de Dios. Hay que revisar muy bien cuáles son los frutos que estamos produciendo porque si no son buenos,  entonces algo hay que renovar interiormente. Algo anda mal. Jesús lo repite dos veces.

No valen las apariencias piadosas o creernos que somos verdaderos creyentes si no estamos en revisión permanente a la luz de la Palabra que se nos ha comunicado.

Reflexiona acerca de estas dos preguntas
¿Cómo es mi diálogo con Dios?
¿Trato con él mis asuntos existenciales?

¿Para qué valen las apariencias piadosas o decir que soy cristiano si no tengo un diálogo contigo Señor? Señor quiero vivir mi relación contigo desde un diálogo abierto donde cabe las preguntas y los reclamos porque tu no quieres unos hij@s mudos o que no piensen. Quiero ser como la Virgen Maria que fue consciente de su situación, de lo que estaba pasando y al abrirse a través del diálogo con el Angel San Gabriel Tu mismo iluminaste su propia existencia. Dame la gracia Señor de tener una dialogo asi contigo, para que mi vida de fe sea fecunda porque a través de mi historia y de mi vivencial existencial tú te manifiestas y me recuerdas la alianza de amor que tienes conmigo, Amen.  

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios.

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