miércoles, 30 de junio de 2021

Como discípulos de Jesús, ¿luchamos contra el mal como él o más bien nos hacemos los desentendidos?

 



Como discípulos de Jesús, ¿luchamos contra el mal como él o más bien nos hacemos los desentendidos?

Primera lectura
Lectura del libro del Génesis 21,5.8-20
Abrahán tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac.
El chico creció, y lo destetaron. Abrahán dio un gran banquete el día que destetaron a Isaac
Al ver que el hijo de Agar, la egipcia, y de Abrhán jugaba con Isaac, Sara dijo a Abrahán:
«Expulsa a esa criada y a su hijo, pues no va a heredar el hijo de esa criada con mi hijo Isaac».
Abrahán se llevó un disgusto., pues era hijo suyo. Pero Dios dijo a Abrahán:
«No te aflijas por el muchacho y la criada; haz todo lo que te dice Sara, porque será Isaac quien continúe tu descendencia. Pero también al hijo de la criada le convertiré en un gran pueblo, pues es descendiente tuyo».
Abrahán madrugó, tomó pan y un odre de agua, lo cargó a hombros de Agar y la despidió con el muchacho. Ella marchó y fue vagando por el desierto de Berseba. Cuando se le acabó el agua del odre, colocó al niño debajo de unas matas; se apartó y se sentó a solas, a la distancia de un tiro de arco, diciendo:
«No puedo ver morir a mi hijo».
Se sentó aparte y, alzando la voz, rompió a llorar. Dios oyó la voz del niño, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, le dijo:
«¿Qué te pasa, Agar? No temas, que Dios ha oído la voz del chico, allí donde está. Levántate, toma al niño y agárrale fuerte de la mano, porque haré que sea un pueblo grande».
Dios le abrió los ojos, y vio un pozo de agua; ella fue, llenó el odre de agua y dio de beber al muchacho.
Dios estaba con el muchacho, que creció, habitó en el desierto y se hizo un experto arquero.
Palabra de Dios


En el ciclo de los patriarcas del AT, el texto de hoy nos narra el despido de Agar, la concubina de Abrahán, a instancias de su esposa Sara. Como sabemos, Sara era estéril y, para poder tener descendencia, le dio su esclava Agar a Abrahán, a fin de que el hijo concebido por ésta pudiera figurar como heredero.

Pero, cuando la misma Sara dio a luz a su hijo Isaac, según la promesa que Dios le había hecho, vio peligrar la primogenitura de éste frente al hijo de Agar. Y decidió alejar a la esclava y a su hijo para evitar complicaciones, sin preocuparse de la suerte que éstos iban a correr, solos por el desierto. Aquí está la primera enseñanza y es que por temor podemos caer en el egoísmo, en pensar solo en nuestra conveniencia. Es por eso que Sara es capaz de despedir a Agar y a su hijo sin importar lo que les va suceder a ambos en el desierto. Agar se ve empujada al desierto con el agua justa para sobrevivir. Llega a una situación de desespero. Pero, como dice el refrán: “Cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana.” En el mismo desierto en el que pensaba morir, se encuentra con un poco que le da la vida. Dios no deja que mueran ni ella ni el niño. En el camino ha encontrado la esperanza. Lo desconocido se torna amigable para ella. Se ha encontrado con el Dios de la vida donde ella esperaba ya sentada la muerte.

La segunda enseñanza que nos trae esta primera lectura es que Dios tuvo compasión de Agar al escuchar sus lamentos por su hijo ‘Ismael’ (= ‘Dios escucha’, en hebreo), que iba a morir también como ella, y no sólo los salvó a ambos, sino que prometió una gran descendencia a este hijo.

Pidámosle al Señor que nos cuide de tener sentimientos de temor o de envidia porque nos lleva a tomar decisiones equivocadas. Y lo segundo a confiar en el Señor, porque como dice en el salmo, “ El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó “.

Salmo 33 R/. R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8,28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos.
Desde el sepulcro dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
Y le dijeron a gritos:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?».
A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba paciendo. Los demonios le rogaron:
«Si nos echas, mándanos a la piara».
Jesús les dijo:
«Id».
Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo al mar y se murieron en las aguas.
Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.
Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
Palabra del Señor


Preguntémonos… Como discípulos de Jesús, ¿luchamos contra el mal como él?

¿Qué es luchar contra los demonios? No me estoy refiriendo a exorcismos, sino más bien como es mi actitud frente a la injusticia, la mentira, la corrupción? ¿Será que pasamos de largo para evitar problemas? Mi actitud es indiferente frente a lo que no es correcto y que va contra la ley de Dios?

Todo aquel que se esfuerce para llevar la Luz de Cristo donde vaya siempre va encontrar algún tipo de resistencia porque el mundo de las tinieblas se niega y rechaza la presencia de Dios. Ahora bien, mirándonos a nosotros mismos, cuales son las áreas en la que no queremos que Dios entre en nuestra vida.

Tanto en la primera lectura como en el evangelio nos invitan a salir, salir al encuentro con los demás llevando el mensaje de salvación y ser luz de Cristo y también a salir de nosotros mismos, a ponernos en movimiento. Salir significa arriesgarse. El que sale se tiene que enfrentar a lo desconocido y eso siempre nos resulta difícil. Preferimos atenernos a lo conocido porque nos sentimos seguros y salvos. Salir de nosotros mismos es también arriesgado porque vamos a descubrir que dentro de nosotros existen incoherencias y que hay muchas cosas por mejorar.

A veces las circunstancias de la vida nos empujan a salir de nuestra seguridad, de nuestra casa. Claro que no siempre nos gusta que nos saquen de nuestra seguridad. Los gerasenos vivían muy tranquilos. Sus endemoniados eran un problema pero lo tenían localizado al haberlos encadenado en el cementerio. No habían pensado que para Jesús, el enviado de Dios, la salud, la vida, de aquellos endemoniados era más importante que todos los cerdos del pueblo. Quizá fuera posible que los gerasenos deseasen verse libres de los endemoniados. Pero no al precio de perder su riqueza, su comodidad, su seguridad. Era preferible que aquellos hombres sufriesen si ése era el precio a pagar por vivir bien. Lo que hace Jesús no les gusta. Por eso, le echan del país. Sería interesante examinar en qué zonas de nuestra vida no queremos que entre Jesús porque, aunque un poco endemoniados, preferimos no movernos de donde estamos.

Mi Amado Jesus, caminar por el desierto no es fácil porque exige salir de mi seguridad y lanzarme hacia ti dando pasos de fe. Seguramente mis primeros pasos que daré serán dudosos, porque aun necesito fortalecer mi fe. Pero en el camino voy encontrando la esperanza porque tú sales al encuentro conmigo para sostenerme y animarme en el camino, me regalas agua para calmar mi sed, me tomas de la mano para que no me sienta  sol@ y te sientas cerca de mí para descansar conmigo. Mis tristezas y mis súplicas tú las escuchas y respondes. Soy yo quien a veces no acepto tu respuesta. Ayúdame a tener un corazón humilde para aceptar tu voluntad y ser obediente. Hoy te pido que desde tu misericordia entres en todas aquellas partes de mi vida, libérame de todos los demonios que habitan en mi para poder alcanzar la libertad que tanto me quieres dar, Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!  

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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