martes, 24 de mayo de 2022

Quien anda en la verdad talla e incomoda a los demás.

 


Quien anda en la verdad talla e incomoda a los demás.


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16, 22-34

En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que les arrancaran y que los azotaran con varas; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, él los cogió, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo.
A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los presos los escuchaban. De repente, vino un terremoto tan violento que temblaron los cimientos de la cárcel. Al momento se abrieron todas las puertas, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pero Pablo lo llamó a gritos, diciendo:
«No te hagas daño alguno, que estamos todos aquí».
El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó fuera y les preguntó:
«Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?»
Le contestaron:
«Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia».
Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa.
A aquellas horas de la noche, el carcelero los tomó consigo, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos; los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.
Palabra de Dios

Sal 137, 1bcd-2a. 2bc-3. 7c-8 R/. Tu derecha me salva, Señor

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 5-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».
Palabra del Señor


La primera lectura trae una gran enseñanza porque nos deja ver que Pablo y Silas oraban a Dios a pesar de la situación que estaban viviendo. Ellos no se acobardaron, no perdieron la cabeza, y no se dejaron desanimar ante la situación. Sus esperanzas estaban solo puestas a quien es, al Señor. Ellos sí sabían a quién seguían y a quién creerle.  Y es que en las dificultades nuestra fe se pone a prueba, realmente nos damos cuenta si nuestra fe está inmadura, está en proceso de maduración, o está madura. Seguramente Pablo y Silas nunca se imaginaron que su actitud iba a ser el detonante para que el carcelero creyera en el Señor y buscara la salvación la cual se alcanza a través de la conversión.  Pablo y Silas a través de su testimonio de vida y su capacidad de anunciar a Jesús en medio de la dificultad, da origen a la conversión del carcelero. Esto es lo más grandioso de lo que sucede esa noche: en el calabozo de una cárcel se hace presente la salvación de Dios. La realidad se transforma en gozo, alegría, liberación…

Reflexionemos cómo está nuestra fe ante las dificultades, tendremos una fe inmadura, o será que está en proceso de maduración o tal vez está madura?  Los demás como me ven, como una persona de fe? soy una persona que transmito la fe hacia los demás? Ante las dificultades soy capaz de reconocer lo que el Señor me quiere decir y enseñar? Soy capaz de reconocer la presencia de Dios en la adversidad? Será que doy testimonio del amor y del poder de Dios?

En el evangelio notemos que Jesús habla a sus discípulos de la tristeza que les llena el corazón. Una tristeza que parece que no está referida solamente a la marcha de Jesús sino a lo que les acaba de decir en los versículos anteriores, que hemos leído en la eucaristía de ayer. Les van a excluir, perseguir… matar, a veces en nombre de Dios. Es exactamente lo que está ocurriendo con él, que morirá al día siguiente como maldito de Dios. Sus discípulos no pueden esperar que la predicación del mensaje sea un camino de rosas, y ya lo hemos constatado en la 1ª lectura de hoy. Pero Jesús insiste en que es bueno para los discípulos que Él se vaya pues va a enviarles el Paráclito. Jesús les está haciendo una propuesta mejor. El Espíritu de Dios es quien les dará la fortaleza para enfrentar con coraje todas las dificultades que se les presente por causa del evangelio porque quien anda en la verdad talla e incomoda a los demás.

Cuántas veces el Señor nos ofrece mejores propuestas y nosotros las rechazamos, por ejemplo ofrecer el perdón, vivir cada día con un espíritu de optimismo y de alegría, no vivir de las apariencias, disfrutar el tiempo en la familia, cuidar y valorar nuestros seres queridos, revisar cuales son nuestras prioridades. Para los discípulos fue algo desconcertante y difícil en ese momento pero luego lo entenderían. Ahora… para nosotros hoy… Cada uno podemos preguntarnos en qué y cómo cambiaría nuestra vida si la viviéramos conscientes de que Dios la habita…

Mi amado Señor, tú quieres ordenar mi vida porque si lo propio del sabio es ordenar, con cuánta más razón cabe decirlo de ti, tú que eres fuente de toda sabiduría. Por eso hoy te pido que ordenes mis prioridades desde mis ideas, mis sentimientos, mis deseos, el tiempo, las amistades, los quehaceres de cada dia. Todo tiene su orden y todo tiene su tiempo. Que sea consciente de entregarte mi agenda cada día, las personas con las que me voy a reunir para que se lleven aunque sea un poquito de tu amor, que cuides cada paso que voy a dar y que mis palabras no ofendan o maltraten a los demás. Que sea tu Santo Espíritu guiando y fortaleciendo mis pasos en este peregrinar de la vida. Tu necesitas que yo sea testigo de tu amor para que los demás te conozcan, por eso dame la gracia de crecer en la fe para poder ver las maravillas que tu me quieres mostrar y mostrar a los que están alrededor mío. Que en los momentos de adversidad me acerque a ti con la confianza de que no quedaré defraudado, porque tu derecha me salva a todos quienes creemos en ti, Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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