martes, 5 de julio de 2022

Es momento de reflexionar como esta nuestra mirada.

 


Es momento de reflexionar como esta nuestra mirada.


Primera lectura
Lectura de la profecía de Oseas 8, 4-7. 11. 13

Esto dice el Señor: «Han constituido reyes en Israel, sin contar conmigo, autoridades, y yo no sabía nada. Con su plata y con su oro se hicieron ídolos para establecer pactos.
¡Tu becerro te ha rechazado, Samaría! Mi ira se inflamó contra ellos. ¿Hasta cuándo serán culpables de la suerte de Israel? ¡Un artesano lo ha hecho, pero eso no es un Dios!
Sí, terminará hecho pedazos el becerro de Samaría.
Puesto que siembran viento, cosecharán tempestades; “espiga sin brote no produce harina”.
Tal vez la produzca, pero la devorarán extranjeros.
Efraín multiplicó los altares de pecado, y fueron para él altares de pecado. Para él escribo todos mis preceptos, son considerados cosa de otros. Sacrificios de carne asada!
Sacrificaron la carne y se la comieron. El Señor no los acepta. Tiene presente su perversión
y castiga sus pecados: deberán retornar a Egipto».
Palabra de Dios

Sal 113 B, 3-4. 5-6. 7ab-8. 9-10 R/. Israel confía en el Señor

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 32-38

En aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló. La gente decía admirada:
«Nunca se ha visto en Israel cosa igual».
En cambio, los fariseos decían:
«Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Palabra del Senor


Seguimos escuchando a Oseas en la primera lectura. El profeta a través de su bella obra, en la que expresa la alianza de Dios con su pueblo y denuncia a Israel por haber caído en la idolatría en su doble vertiente: la adoración a Baal, dios de la lluvia y la fertilidad (4,12b-13;7,14b;9,1) y la adoración de los becerros instalados en Betel y Dan por Jeroboán I en 931 a.C.  al producirse la división política y religiosa entre el Reino del Sur (Juda) y el reino del Norte (Samaría) (1 Re 12, 20-33).

El pueblo ha pecado con el primer mandamiento, “ Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza”.

En nuestra vida cotidiana nos encontramos con el dios dinero, poder, reconocimiento, quienes son los que me siguen en redes sociales, cuantos likes tengo en las redes, etc. Por eso es tan fácil perder la vista de lo que realmente es lo fundamental porque nos distraemos al poner las energías y el corazón en realidades que no nos llenan, no nos satisfacen y nos presentan un falso sendero de felicidad. Ponte a pensar, gastamos el tiempo, mucho tiempo en encontrar un reconocimiento, seguramente hoy te recuerdan y reconocen lo que has hecho pero al pasar el tiempo llegan nuevas generaciones, aparecen nuestras situaciones, y la gente se va olvidando de ti. Un jugador de fútbol por ejemplo puede ser la sensación en el momento pero cuando se acaban los días de gloria porque van llegando nuevos jugadores, con mejor rendimiento y capacidad, el que era héroe del momento se va apagando poco a poco. 
Bien lo dice Jesus, “ busca los tesoros de arriba que no le entra la polilla''. Tu quieres ser exitoso o que te recuerden como alguien que fue glorioso. El exitoso brilla y es recordado por un tiempo, en cambio el que trabaja en la excelencia, en ser la mejor versión de sí mismo vive una vida de gloria porque su testimonio de vida deja grabado en la memoria y en el corazón de los demás, de esta manera su huella marca las vidas que va tocando y que permite encontrar el sentido de la existencia. Por eso Cristo es quien da el sentido a nuestra vida, a nuestra existencia y es el único que puede llenarnos de plenitud. Por ello te invito a la reflexión y a que te respondas con sinceridad: ¿Quién es el verdadero Dios en este momento en tu vida? ¿A quién le entregas tus fuerzas, tu corazón, tu alma y tus energías?

El evangelio de hoy nos presenta la curación de un mudo, (9,32-33) tras la resurrección de la hija de un jefe, la curación de la hemorroisa (Mc 5,23-43), y de dos ciegos (9, 27-31). El evangelista está presentando los signos del Reino que Jesús anuncia con su palabra. Sus familiares y amigos ya saben el diagnóstico, está endemoniado. Por ello, al expulsar Jesús al demonio, el mudo comienza a hablar. La reacción ante ese exorcismo-curación es doble, mientras la gente queda admirada por el milagro, los fariseos critican interrogando en nombre de quien se ha realizado.

El evangelio nos habla de dos realidades, hay quienes se admiran por lo que Jesus hace y hay otros que levantan calumnias por lo que Él hace. En otras palabras “palo porque sí y palo porque no”. Pero ¿qué hay detrás de esta dura realidad? Todo depende de la mirada. Hay miradas limpias y hay miradas que están contaminadas. Es momento de reflexionar como esta nuestra mirada.
Puede pasar que experimentemos lo de Jesus, que por mas que actuemos de la mejor manera, no faltará quien levante calumnias por lo que hacemos. En ese caso, no permitas que los comentarios malintencionados perturben tu paz y tranquilidad. No es fácil, pero para eso tenemos quien nos defienda y nos ayude, el Espíritu Santo. Pero puede suceder lo contrario que seamos nosotros quienes dudemos de las obras buenas que el prójimo esté haciendo. En este caso hay que ser sincero consigo mismo y buscar en el fondo de nuestro corazón porque desconfiamos de las obras buenas del otro. Quizás porque nuestra mirada está enferma por la envidia, los celos, el orgullo, o por el narcisismo?

Mi amado Jesús, como necesito que Tu me limpies mi mirada porque reconozco las veces que actúo de una manera injusta y sin compasión al poner en duda las buenas obras que los demás hacen. Detrás de ese temor descubro la enfermedad de la envidia, los celos y el orgullo. Movida por esos sentimientos dañinos mato toda obra buena que el otro quiere hacer en tu Nombre. Perdoname Señor por las veces que he actuado de esta manera, por eso dame la gracia de crecer en virtudes para que pueda alcanzar la plenitud que tanto ansío y que mi vida sea un verdadero testimonio de lo que puede ser una vida junto a ti, una vida no de éxitos sino de gloria, la Gloria de Dios viviendo en un alma, Amén.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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