No tengas miedo, haz lo que te corresponde y Dios te dará la victoria!
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 21-33
Hermanos:
Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo: las mujeres, a sus maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia:
Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.
Palabra de Dios
Salmo 127, 1bc-2. 3.4-5 R/. Dichosos los que temen al Señor
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 18-21
En aquel tiempo, , decía Jesús:
«¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé?
Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas».
Y dijo de nuevo:
«¿A qué compararé el reino de Dios?
Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó».
Palabra del Señor
La primera lectura hay que leerla con cuidado porque algunos la utilizan para someter y maltratar a la mujer. El mensaje que nos quiere dar la primera lectura es la imagen del amor matrimonial como símbolo del amor de Cristo a su iglesia. Así como Cristo se entregó y dio su vida por ella, el amor esponsal debe ser lo mismo. Un amor que se consagra el uno para el otro, un amor que es único, un amor que cuida, protege, respeta, un amor que se esfuerza para hacer el bien al otro. El amor esponsal nos lo enseñó Cristo, amando su iglesia. Ese es el modelo a seguir.
En el evangelio Jesús nos presenta dos parábolas: la del grano de mostaza y la de la levadura. A través de estas dos parábolas Jesus nos quiere enseñar la fuerza que tiene el reino en nuestro interior para abrirse paso.
La primera parábola habla de un hombre que siembra una semilla de mostaza y que crece hasta llegar a ser un inmenso árbol que alberga los pájaros. Todos hemos recibido las semillas a través de los sacramentos, la semilla de la fe, la esperanza y el amor en el sacramento del bautismo y qué decir en el sacramento de la confirmación. Algunos se han esforzado en hacer crecer estas semillas otros en cambio siguen con el catecismo que recibieron en la primera comunión, la relación con Dios no tiene raíces profundas, son de aquellos que siguen la ley del cumplimiento, cumplo y miento porque no hay coherencia en sus vidas como cristianos. Es momento de revisar como están esas semillas que Dios nos dio y hasta donde las hemos hecho crecer, realmente las hemos cuidado y protegido o la hemos descuidado. Pero a pesar de todo esto, si cuidamos o no cuidamos las semillas recibidas por Dios, esas semillas están ahí en nosotros y en algún momento va a crecer por la misericordia de Dios.
La segunda parábola es de la mujer que introduce levadura en la masa. A pesar de utilizar poca levadura la masa se fermenta. Jesus utiliza en ambos casos porciones pequeñas y la razón es porque quiere mostrarnos todo el realismo. Cuando vemos cómo el mal tiene tanta fuerza, los enemigos utilizan muchas armas, tienen mejores estrategias y son más astutos que los hijos de la luz, puede suceder que nos desanimamos porque no vemos la luz al final del camino. Hay poderes económicos y políticos que presionan para que aprueben leyes y sentimos a veces que estamos nadando contra la corriente. Muchos cristianos nos vemos pequeños ante estas maquinarias que promueven la muerte en sus diferentes modalidades. Jesus hoy nos trae esperanza con el evangelio, porque a pesar de que sea tan pequeño esa porción de granos de mostaza o la levadura, ella es capaz de hacer camino, le levantarse por encima de las plantas de todo el huerto o de fermentar toda la masa de harina. Jesus nos invita a no tener miedo, hagamos lo que nos corresponde, porque el fruto lo dará Dios, El lo dará como él quiera y cuando quiera. No nos asustemos porque la oposición es grande y tiene fuerza, no nos asustemos por la bulla o el rugido de los leones que nos acechan. No nos asustemos por la altura de Goliat. Preocúpate por amasar bien la levadura,por sembrar bien la semilla, hazlo con fe una y otra vez, porque Dios dará la victoria.
Mi amado Jesús, gracias por esas palabras de ánimo que me das, me dices que no debo de tener miedo a pesar de que mis ojos vean como los enemigos van ganando terreno, sus estrategias son más astutas que las nuestras y parece que tienen tanto poder que es imposible detenerlos. Hoy me recuerdas que aunque la semilla y la levadura sean pequeñas, ellas tienen el poder hacer camino, de levantarse ante los obstáculos porque ahí está presente el reino de Dios, un reino de justicia y de amor. Yo debo de hacer lo que me corresponde, sembrar bien la semilla y amasar bien la masa, el fruto tú lo darás a su debido tiempo. Dame la gracia de no perder la paz y la esperanza, que no me asuste porque la oposición es grande y tiene fuerza, no permitas que me asuste por el tamaño de Goliat, más bien fortalece mis pasos de fe para poder alcanzar hacia la batalla y conquistar más corazones y territorios para ti, Amen.
Dios te bendiga,
¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!
†
Que la
paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en
el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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