martes, 30 de junio de 2020

Hay que aprender leer la vida….


Amós 3, 1-8; 4, 11-12
Escuchad esta palabra que dice el Señor, hijos de Israel, a todas las familias que saqué de Egipto: "A vosotros solos os escogí, entre todas las familias de la tierra; por eso os tomaré cuentas por vuestros pecados.
¿Caminan juntos dos que no se conocen? ¿Ruge el león en la espesura sin tener presa? ¿Alza su voz el cachorro en la guarida sin haber cazado?
¿Cae el pájaro por tierra si no hay una trampa? ¿Salta la trampa del suelo sin haber atrapado? ¿Suena la trompeta en la ciudad sin que el pueblo se alarme? ¿Sucede una desgracia en la ciudad que no la mande el Señor?
Que no hará cosa el Señor sin revelar su plan a sus siervos, los profetas.
Ruge el león, ¿quién no teme? Habla el Señor, ¿quién no profetiza? Os envié una catástrofe como la de Sodoma y Gomorra, y fuisteis como tizón salvado del incendio, pero no os convertisteis a mí -oráculo del Señor-. Por eso, así te voy a tratar, Israel, y, porque así te voy a tratar, prepárate a encararte con tu Dios."
Palabra de Dios


Hoy en el profeta Amós nos invita a leer la propia historia, los acontecimientos que han sucedido en nuestra vida. Toda acción causa un efecto, ya sea un efecto positivo o un efecto negativo. Ver las consecuencias de los actos y descubrir qué produce cada efecto: tal es el principio de eso que llamamos "leer la vida.".

Hay un dicho de mi madre que siempre me acuerdo y es “ Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe “, refiriéndose que si hacemos muchas veces una cosa peligrosa, finalmente tenemos problemas. Cuántas veces escuchamos consejos que hasta de alguna manera nos incomodaron, nos fastidiaron, y hasta no le hicimos caso,  después cuando estamos en el problema ahi si caemos en cuenta que esos consejos eran sabios. Que aquellas personas quienes nos lo decían no era por molestarnos y fastidiarnos sino por hacernos caer en cuenta de nuestros errores. Y es que allí está Dios ofreciendo Su misericordia una y otra vez, pero a veces por nuestro orgullo no lo escuchamos porque pensamos que somos más astutos que los demás. Cuando vemos los fracasos y tropiezos de nuestra vida aprendemos a reconocer la presencia de Dios en nuestra vida, su manifestación como también  a nosotros cómo nos faltó hacer buen discernimiento en su momento.   

En la lectura podemos ver como el profeta Amós es alguien que es capaz de leer la vida con la luz y profundidad que Dios le concede. Por eso el profeta conoce mejor que nadie el sentido del pasado y el futuro al que va el pueblo, muchas veces sin darse cuenta. Dios "revela" sus secretos a los profetas, no porque ellos sean seres especiales sino porque sus ojos se han acostumbrado a la especial claridad que trae la luz divina. ahora no pensemos que ser profeta es un privilegio para solo algunos pocos,  sino la vocación de todos nosotros, en la medida en que TODOS estamos invitados a reconocer los trazos de Dios en nuestra vida y en la vida de nuestros pueblos. Recuerda que todos somos llamados a ser profetas, sacerdotes y reyes. Así, de hecho, lo testifica nuestra Iglesia, cuando, al momento de bautizarnos, nos declara partícipes de Cristo "sacerdote, profeta y rey."

Salmo 5 " Señor, guíame con tu justicia "

Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!» Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: "¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!"
Palabra del Señor


En el evangelio de hoy nos muestra una episodio como es que Jesús calma la tempestad. Retomando la primera lectura reconozcamos que cuando nuestra vida está alejada de Dios si que llegan momentos de tormenta, de tempestad, de desasosiego, de dificultad. No es que Dios se haya marchado, no es que Dios nos retire su bendición, no es que Dios nos castigue por lo que hemos hecho o dejado de hacer. Somos nosotros quienes nos separamos de Él. Cuando nuestra vida está confusa y no hay claridad acércate al Señor. 
Como muestra el evangelio de este día, hemos de saber en fe que Él es siempre Dios, y que su soberanía está por encima de todo. El mismo les dice a sus discípulos “¡Cobardes! ¡Qué poca fe!”. Todo lo conoce y en todo está su gobierno, sea que lo entendamos o que no nos lo parezca. El sabe lo que hace y cómo lo hace.

Cuando tenemos en nuestra vida esos momentos de soledad, donde nos cuestionamos y cuestionamos a Dios, donde entran las inquietudes y aparecen las preguntas, donde nos preguntamos? Porque Dios no me ha resuelto esto, porque Dios no me a sanado de esto, porque Dios no me ha liberado de esta esclavitud. Por ejemplo cuando una ciudad es amurallada, se necesita que abran la puerta para entrar. Esas grietas de nuestra vida es esa puerta que necesita Dios para entrar y sanar. Una grita a veces no es lo suficientemente grande, entonces aun no esta lista. Dios quiere entra ahí desde la libertad, no desde la imposición, El es respetuoso y Él quiere entrar con su gracia, con su bendición. Se que es difícil decirte esto pero solo en la tormenta se produce fruto.

Ahora bien, una cosa es estar en una tormenta porque es por causa de una situación en específica y otra muy distinta estar o vivir atormentado. Tormentas siempre las vamos a tener, pero tenemos la seguridad que vamos a salir victoriosos de ellas si estamos con el Señor. En cambio estar o vivir atormentado es por causa de vivir separado de Dios, es cuando vivimos en pecado, cuando sacamos a Dios de nuestra vida, El que es la vida, la paz, la seguridad. 

Mi amado Jesús, hoy quiero leer mi vida con tus ojos y con tu corazón. Leer mi vida es reconocer que el sentido que tuvo mi pasado para formar el futuro. Gracias por revelarme Tus secretos en mi propia vida con Tu Luz Divina. Tu has hecho trazos en mi vida mostrándome lo que me amas y lo importante que soy para ti. Como me hace de falta el discernimiento para saber dónde estás presente y cuando yo me estoy alejando de ti. Hoy me exhortas al decirme “ No seas cobarde!, Yo estoy contigo!”. Dame la confianza de creer en ti y si aun no me has sanado de aquellos que tanto quiero sanarme es porque aun mi grieta no está abierta. Abreme Señor mas las heridas que tengo en el alma para realmente ser sando por ti, porque solo en la tormenta se produce fruto. Amen.   

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo por siempre sea Alabado!!!


--
Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

Encuentranos en : www.catolicosregina.com
Siguenos en facebook  https://facebook.com/orandoyviviendo/ 
SI BUSCARE AGRADAR A LOS HOMBRES, NO SERIA SIERVO DE CRISTO

Esta es nuestra gloria: el testimonio de nuestra conciencia. Hay hombres que juzgan temerariamente, que son detractores, chismosos, murmuradores, que se empeñan en sospechar lo que no ven, que se empeñan incluso en pregonar lo que ni sospechan; contra esos tales, ¿qué recurso queda sino el testimonio de nuestra conciencia? Y ni aun en aquellos a los que buscamos agradar, hermanos, buscamos nuestra propia gloria, o al menos no debemos buscarla, sino más bien su salvación, de modo que, siguiendo nuestro ejemplo, si es que nos comportamos rectamente, no se desvíen. Que sean imitadores nuestros, si nosotros lo somos de Cristo; y si nosotros no somos imitadores de Cristo, que tomen al mismo Cristo por modelo. El es, en efecto, quien apacienta su rebaño, él es el único pastor que lo apacienta por medio de los demás buenos pastores, que lo hacen por delegación suya.

Por tanto, cuando buscamos agradar a los hombres, no buscamos nuestro propio provecho, sino el gozo de los demás, y nosotros nos gozamos de que les agrade lo que es bueno, por el provecho que a ellos les reporta, no por el honor que ello nos reporta a nosotros. Está bien claro contra quiénes dijo el Apóstol: Si buscare agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo. Como también está claro a quiénes se refería al decir: Procurad agradar a todos en todo, como también yo procuro agradar a todos en todo. Ambas afirmaciones son límpidas, claras y transparentes. Tú limítate a pacer y beber, sin pisotear ni enturbiar.

Conocemos también aquellas palabras del Señor Jesucristo, maestro de los apóstoles: Alumbre vuestra luz a los hombres para que, viendo vuestras buenas obras, den gloria a vuestro Padre celestial, esto es, al que os ha hecho tales. Nosotros somos su pueblo, el rebaño que él guía. Por lo tanto, él ha de ser alabado, ya que él es de quien procede la bondad que pueda haber en ti, y no tú, ya que de ti mismo no puede proceder más que maldad. Sería contradecir a la verdad si quisieras ser tú alabado cuando haces algo bueno, y que el Señor fuera vituperado cuando haces algo malo. El mismo que dijo: Alumbre vuestra luz a los hombres, dijo también en la misma ocasión: No hagáis vuestra justicia delante de los hombres. Y del mismo modo que estas palabras te parecían contradictorias en boca del Apóstol, así también en el Evangelio. Pero si no enturbias el agua de tu corazón, también en ellas reconocerás la paz de las Escrituras, y participarás tú también de su misma paz.

Procuremos, pues, hermanos, no sólo vivir rectamente, sino también obrar con rectitud delante de los hombres, y no sólo preocuparnos de tener la conciencia tranquila, sino también, en cuanto lo permita nuestra debilidad y la vigilancia de nuestra fragilidad humana, procuremos no hacer nada que pueda hacer sospechar mal a nuestro hermano más débil, no sea que comiendo hierba limpia y bebiendo un agua pura pisoteemos los pastos de Dios, y las ovejas más débiles tengan que comer una hierba pisoteada y beber un agua enturbiada.

RESPONSORIO    Flp 2, 2. 3-4; 1Ts 5, 14. 15

R. Dadme esta gran alegría: Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir; dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. * No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.
V. Sostened a los débiles, tened paciencia con todos; procurad siempre el bien entre vosotros y para con todos.
R. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que quisiste hacernos hijos de la luz por la adopción de la gracia, concédenos que no seamos envueltos por las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

lunes, 29 de junio de 2020

Aprendamos del Apóstol San Pedro y San Pablo.



Hechos 12,1-11
En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: "Date prisa, levántate." Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: "Ponte el cinturón y las sandalias." Obedeció, y el ángel le dijo: "Échate el manto y sígueme." Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: "Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos."
Palabra de Dios

Salmo 33 " El Señor me libró de todas mis ansias "

2 Timoteo 4,6-8.17-18
Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios


Mateo 16,13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo."
Palabra del Señor

La primera lectura nos habla el momento en que Pedro está encarcelado y como el ángel del Señor libera a Pedro. Comienza el texto diciéndonos que Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Pedro fue encarcelado y mientras estaba el preso nos dice que la Iglesia oraba incesantemente a Dios por El. Como nos dice? “ La iglesia oraba incesantemente”. 
A pesar de la situación que estaba viviendo Pedro, la Iglesia no se quedó mano cruzada sino que la Iglesia oraba. Esta es la primera enseñanza para nuestra vida. A pesar de nuestras dificultades, obstáculos,  incomprensiones el Pueblo oraba. Hay una cancion hermosa de la Renovación Carismática y dice así “ Cuando el Pueblo alaba a Dios suceden cosas, suceden cosas maravillosas, hay sanacion y liberacion...”. Sabes porque no hay más sanaciones, liberaciones y milagros ? Porque nos falta mas alabanza, y adoracion. Alabar es creerle a Dios lo que Él puede hacer en mi, Alabar a Dios es confiar mi vida, mi situación solo a Él. Alabar a Dios es tener la seguridad que todo lo que viene de Él es Bueno, Agradable y Perfecto a pesar de que a veces no lo comprenda.  Adorar al Señor es darle todo el honor y la gloria. Adorar al Señor es rendirse ante su amor. Adorar al Señor es reconocer que el Rey de mi vida. Adorar al Señor es reconocer su grandeza, su majestad y nuestra pequeñez. 

Nos dice la lectura que estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Pedro como estaba ? atado de cadenas. A renglón seguido nos dice que de repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: "Date prisa, levántate." Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: "Ponte el cinturón y las sandalias." Obedeció, y el ángel le dijo: "Échate el manto y sígueme." . Esta es la segunda enseñanza. El ángel dice ""Date prisa, levántate." , osea no te quedes en el mismo punto, muévete, ponte en camino. Además le pide "Ponte el cinturón y las sandalias." , osea Dios nos pide que tomemos todo aquellos que somos, osea nuestro corazón quebrado, roto, hecho trizas, porque El puede hacer algo bueno alli y seguro que lo hará. Nos dice también que las cadenas se cayeron y es que Dios te sana,y te libera es para darte una misión, pero hasta ahí Pedro no entendía nada. El primer beneficiado de la sanación eres tu pero a la vez te conviertes en un testigo de Cristo para los demás. Echarse el manto es toma tu vida, toma lo que eres, tus habilidades, tus destrezas, pero también toma tus debilidades, tus flaquezas, lo que te averguenza de ti. Y luego le dice “sígueme”.

Continua la lectura diciendo que Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: "Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos."....La actitud de Pedro es entendible, al principio no lo creía. Algunos se quedan ahí, no entienden para qué han sido sanados, para que han sido liberados, porque su vida ha sido transformada por Dios. De alguna manera se quedan en la comodidad,  recibo y sigo recibiendo las bendiciones de Dios pero no me comprometo en las obras que el mismo Dios me pide que haga. Es una posición muy cómoda.  Nos dice el texto que él pensó que era una visión y luego recapacitó y dijo : "Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.". Pedro se da cuenta cual es su misión, “ El Señor me ha enviado un ángel para librarme de las manos de Herodes “, El Señor me liberó primero, me hace su testigo. Pablo termina diciendo “ ….y de la expectación de los judíos”. Se denomina como expectación la ansiedad que se produce por la espera de algo importante o de un suceso. La palabra expectación deriva del latín exspectatio, -ōnis. Entre los sinónimos que se pueden emplear con expectación están interés, afán, curiosidad, ilusión y deseo. Sinonimo de futuro, espera, salida, afan, esperanza. Esto es, Pedro sabe que así como él goza de la libertad que el Señor le dio, el desea que los demás también gocen de esa libertad. Es por eso que sale a anunciar la Buena Noticia.

Mi amado Jesús, Tú que me has enseñado un amor sacrificado ayúdame a dar amor como Tu lo has dado con firmeza y en movimiento. Firmeza en la fe y movimiento motivado por tu amor. Le fe de saber que Tu eres quien me salva y por eso mi vida debe estar cimentada en la roca que eres tu mi Señor.  Yo quiero dar la vida como tu la das, un amor que no es egoísta, no es calculador,  un amor desde la vida así como Tú mismo me lo das. Yo soy testigo de Tu amor incondicional, de lo que haz hecho en mi y en mi vida. Gracias por seguirme liberando de las cadenas que me atan, cadenas del pasado, recuerdos dolorosos, memoria lastimada por el pecado. Tu mismo has venido a liberarme porque necesitas que sea un testigo tuyo. Por eso Señor hoy te digo : Aquí estoy Señor para hacer Tu voluntad, amén. 

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!


--
Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

Encuentranos en : www.catolicosregina.com
Siguenos en facebook  https://facebook.com/orandoyviviendo/ 

Santa MIsa


ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO

El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos, ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto y, con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por ella.

San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras: Y yo te digo que tú eres Pedro. Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le replicó: «Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Porque tú eres Pedro.» «Pedro» es una palabra que se deriva de «piedra», y no al revés. «Pedro» viene de «piedra», del mismo modo que «cristiano» viene de «Cristo».

El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Yo te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto que él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: Quedan perdonados los pecados a quienes los perdonéis; quedan retenidos a quienes los retengáis.

En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es porque Pedro es el primero entre los apóstoles.

No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor.

A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro.

En un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos eran en realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos. Primero lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros, por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.

RESPONSORIO   

R. Apóstol san Pablo, predicador de la verdad y maestro de los gentiles, * verdaderamente que eres digno de ser glorificado.
V. Por ti conocieron la gracia de Dios todas las naciones.
R. Verdaderamente que eres digno de ser glorificado.

OREMOS,
Dios nuestro, que nos llenas de santa alegría con la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de estos apóstoles, de quienes recibió el primer anuncio de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

domingo, 28 de junio de 2020

PREDICAMOS A CRISTO HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA

¡Ay de mí si no evangelizare! Para esto me ha enviado el mismo Cristo. Yo soy apóstol y testigo. Cuanto más lejana está la meta, cuanto más difícil es el mandato, con tanta mayor vehemencia el amor nos apremia. Debo predicar su nombre: Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; él es quien nos ha revelado al Dios invisible, él es el primogénito de toda creatura, y todo se mantiene en él. Él es también el maestro y redentor de los hombres; él nació, murió y resucitó por nosotros. Él es el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él ciertamente vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.

Yo nunca me cansaría de hablar de él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, la verdad y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed; él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.

Éste es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos. A vosotros, pues, cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el principio y el fin, el alfa y la omega, el rey del nuevo mundo, la arcana y suprema razón de la historia humana y de nuestro destino; él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; él es el Hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del cuerpo místico.

¡Jesucristo! Recordadlo: él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO    2Tm 1, 10; Jn 1, 16; Col 1, 16-17

R. Cristo Jesús, nuestro Salvador, ha aniquilado la muerte, y ha hecho brillar la vida y la inmortalidad por el Evangelio. * Y de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia.
V. Todo fue creado por él y para él, él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
R. Y de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia.
OREMOS,
Dios nuestro, que quisiste hacernos hijos de la luz por la adopción de la gracia, concédenos que no seamos envueltos por las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén


sábado, 27 de junio de 2020

DIOS PUEDE SER HALLADO EN EL CORAZÓN DEL HOMBRE

La salud corporal es un bien para el hombre; pero lo que interesa no es saber el porqué de la salud, sino el poseerla realmente. En efecto, si uno explica los beneficios de la salud, mas luego toma un alimento que produce en su cuerpo humores malignos y enfermedades, ¿de qué le habrá servido aquella explicación, si se ve aquejado por la enfermedad? En este mismo sentido hemos de entender las palabras que comentamos, o sea, que el Señor llama dichosos no a los que conocen algo de Dios, sino a los que lo poseen en sí mismos. Dichosos, pues, los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Y no creo que esta manera de ver a Dios, la del que tiene el corazón limpio, sea una visión externa, por así decirlo, sino que más bien me inclino a creer que lo que nos sugiere la magnificencia de esta afirmación es lo mismo que, de un modo más claro, dice en otra ocasión: El reino de Dios está dentro de vosotros; para enseñarnos que el que tiene el corazón limpio de todo afecto desordenado a las creaturas contempla, en su misma belleza interna, la imagen de la naturaleza divina.

Yo diría que esta concisa expresión de aquel que es la Palabra equivale a decir: «Oh vosotros, los hombres en quienes se halla algún deseo de contemplar el bien verdadero, cuando oigáis que la majestad divina está elevada y ensalzada por encima de los cielos, que su gloria es inexplicable, que su belleza es inefable, que su naturaleza es incomprensible, no caigáis en la desesperación, pensando que no podéis ver aquello que deseáis.»

Si os esmeráis con una actividad diligente en limpiar vuestro corazón de la suciedad con que lo habéis embadurnado y ensombrecido, volverá a resplandecer en vosotros la hermosura divina. Cuando un hierro está ennegrecido, si con un pedernal se le quita la herrumbre, en seguida vuelve a reflejar los resplandores del sol; de manera semejante, la parte interior del hombre, lo que el Señor llama el corazón, cuando ha sido limpiado de las manchas de herrumbré contraídas por su reprobable abandono, recupera la semejanza con su forma original y primitiva y así, por esta semejanza con la bondad divina, se hace él mismo enteramente bueno.

Por tanto, el que se ve a sí mismo ve en sí mismo aquello que desea, y de este modo es dichoso el limpio de corazón, porque al contemplar su propia limpieza ve, como a través de una imagen, la forma primitiva. Del mismo modo, en efecto, que el que contempla el sol en un espejo, aunque no fije sus ojos en el cielo, ve reflejado el sol en el espejo, no menos que el que lo mira directamente, así también vosotros -es como si dijera el Señor-, aunque vuestras fuerzas no alcancen a contemplar la luz inaccesible, si retornáis a la dignidad y belleza de la imagen que fue creada en vosotros desde el principio, hallaréis aquello que buscáis dentro de vosotros mismos.

La divinidad es pureza, es carencia de toda inclinación viciosa, es apartamiento de todo mal. Por tanto, si hay en ti estas disposiciones, Dios está en ti. Si tu espíritu, pues, está limpio de toda mala inclinación, libre de toda afición desordenada y alejado de todo lo que mancha, eres dichoso por la agudeza y claridad de tu mirada, ya que, por tu limpieza de corazón, puedes contemplar lo que escapa a la mirada de los que no tienen esta limpieza, y, habiendo quitado de los ojos de tu alma la niebla que los envolvía, puedes ver claramente, con un corazón sereno, un bello espectáculo. Resumiremos todo esto diciendo que la santidad, la pureza, la rectitud son el claro resplandor de la naturaleza divina, por medio del cual vemos a Dios.

RESPONSORIO    Jn 14, 6. 9; 6, 47

R. Dice el Señor: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. * El que me ve ve también al Padre.»
V. El que cree en mí tiene vida eterna.
R. El que me ve ve también al Padre.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

viernes, 26 de junio de 2020

Cuando se encuentra la miseria humana también se encuentra la misericordia de Dios.


2 Reyes 25, 1-12
El año noveno del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén con todo su ejército, acampó frente a ella y construyó torres de asalto alrededor.
La ciudad quedó sitiada hasta el año once del reinado de Sedecías, el día noveno del mes cuarto.
El hambre apretó en la ciudad, y no había pan para la población.
Se abrió brecha en la ciudad, y los soldados huyeron de noche por la puerta entre las dos murallas, junto a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la estepa.
El ejército caldeo persiguió al rey; lo alcanzaron en la estepa de Jericó, mientras sus tropas se dispersaban abandonándolo.
Apresaron al rey y se lo llevaron al rey de Babilonia, que estaba en Ribla, y lo procesó.
A los hijos de Sedecías los hizo ajusticiar ante su vista; a Sedecías lo cegó, le echó cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia.
El día primero del quinto mes, que corresponde al año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia, llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia.
Incendió el templo, el palacio real y las casas de Jerusalén, y puso fuego a todos los palacios.
El ejército caldeo, a las órdenes del jefe de la guardia, derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén.
Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó cautivos al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la plebe. De la clase baja dejó algunos como viñadores y hortelanos.
Palabra de Dios


Uno de los puntos más neurálgicos y dolorosos que ha tenido nuestra iglesia catolica es el abuso sexual. Ese punto oscuro que ha manchado la hermosura, la divinidad, el amor y la santidad de Cristo por algunos que utilizaron su poder dentro de la iglesia para hacer cosas abominables contra los inocentes, especialmente contra nuestros niños y niñas.
Ante tanta maldad es entendible desde el dolor humano que no podamos encontrar o es imposible creer en un Dios que guardaba silencio mientras se cometieron esas injusticias y abusos contra menores. En la primera lectura nos presenta una escena donde Dios guarda silencio mientras el templo es devorado por las llamas, y un rey que huye como un cobarde para luego ser atrapado y humillado hasta el extremo.

Qué podemos aprender de semejantes hechos? Que la degradación del ser humano aparece cuando alimentamos y le damos rienda suelta a nuestras pasiones y deseos retorcidos que hay en nuestro corazón. Que así como en nuestra Iglesia Católica hay algunos han sido pederastas también han habido hombres y mujeres que han alcanzado la santidad. No se nos puede olvidar, que tenemos un Dios que sufre con nosotros, llora con nosotros, padece las injusticias como nosotros. Pero además, Dios que es justo, El único Santo y único Justo tarde o temprano llega El hacer justicia y aquel quien hizo todas esas atrocidades será atrapado y humillado hasta el extremo.

Salmo 136 " Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti"

Mateo 8, 1-4
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme". Extendió la mano y lo tocó diciendo: "¡Quiero, queda limpio!" Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés".
Palabra del Señor


Esta expresión la escuché y me gusto “ Donde se encuentra la miseria humana también se encuentra la misericordia divina”.

Ayer comencé los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola con el libro “ The Ignatian adventure”, y algo que me llamó la atención en la introducción del programa fue esto lo que dijo el Padre Larry Gillick en el primer video “ Jesús hoy te hace esta pregunta, Realmente quien eres? “.

Ante esta pregunta debemos ser lo más honestos con nosotros mismos. Adiós a las justificaciones y a creernos nuestras propias mentiras. Hay que ser paciente y amable contigo mismo, no te trates mal pero tampoco seas tan flexible. Se honesto contigo mismo,de cara a la Luz de Dios desnuda tu alma y escucha la respuesta realmente quien eres. Luego ora por lo que recibes de cara a cara con Dios. Y es que cuando tu descubres tu miseria también encuentras la misericordia de Dios.

Hoy en el evangelio vemos como este leproso se acerca, se arrodilla, le dice y recibe. Wow! esos son los mismos pasos que nosotros debemos de hacer. 

La lectura comienza diciéndonos “ En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso”. A pesar de haber tanta gente Jesús nos conoce a cada uno de nosotros. El sabe tu nombre, tu historia, tus fragilidades, lo que vales. Por causa de la multitud el leproso no se queda quieto, sino que se acerca a Jesús. Solo se acerca quien conoce al otro, en este caso a Cristo. Y como nosotros lo conocemos, como Jesucristo se da a conocer nos preguntamos. En su palabra, en el silencio frente al sagrario, en la intimidad del corazón, cuando practicamos las obras de misericordia, en los sacramentos, en el buen consejo de un amigo, en una prédica, también a través de los testimonios.
Ahora si sabemos cómo Jesús se da a conocer y donde encontrarlo, ahora la pregunta se devuelve hacia nosotros. Cual es nuestra actitud? si buscamos a Jesús?  Si nos acercamos a Él lo conoceremos y tendremos una experiencia de su gran amor. La lectura nos continúa diciendo que el leproso se arrodilló.

 El gesto de arrodillarse es postrarse, es reconocer la majestad, la divinidad, la grandeza de Dios y la pequeñez de nosotros. Este gesto de postura también nos enseña que nuestro orgullo debe bajarse, volvernos cada vez más pequeños para que Cristo crezca más en mi ser como nos lo decía Juan Bautista. Postrarnos ante Jesús es conocer nuestra miseria, nuestras incoherencias, nuestra doble moral, las máscaras que nos ponemos para agradar a los demás.  A renglón seguido el leproso le habla a Jesús. 
El leproso le dice :"Señor, si quieres, puedes limpiarme" . Este hombre reconoce su lepra. El leproso al desnudar su alma ante Jesús reconoce lo que es, su historia, su vida, y su propia miseria y al rendirse lo hace con humildad porque le pide al Señor “ si quieres, puedes limpiarme". Es también un manera de abandonarse en las manos de Cristo. El leproso se abandona a la misericordia de Jesús.

Mi amado Jesús, quiero acercarme así como el leproso del evangelio, acercarme más a Tu Palabra que me muestra tu corazón,  acercarme en el silencio frente al sagrario para experimentar tu amor, en los sacramentos para descubrir que no estoy solo, en el buen consejo de un sacerdote porque ahí estás también tú, y a través de los testimonios para descubrir que Tu tienes el poder de volver a crear algo nuevo y bueno en mi. Dame la gracia de postrarme ante ti para descubrir mi pequeñez y tu grandeza. Que conociéndome a profundidad reconozca mi miseria humana y poder encontrar Tu misericordia. Hoy te digo desde lo profundo de mi corazón, “ Señor si quieres límpiame”, límpiame de todo aquello que me aparta de ti, porque quiero ser como Tu mi Señor, Amen.  

Dios te bendiga,
Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!
--
Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

Encuentranos en : www.catolicosregina.com
Siguenos en facebook  https://facebook.com/orandoyviviendo/ 

Santa MIsa


LA ESPERANZA DE VER A DIOS

La promesa de Dios es ciertamente tan grande que supera toda felicidad imaginable. ¿Quién, en efecto, podrá desear un bien superior, si en la visión de Dios lo tiene todo? Porque, según el modo de hablar de la Escritura, ver significa lo mismo que poseer; y así, en aquello que leemos: Que veas la prosperidad de Jerusalén, la palabra «ver» equivale a tener. Y en aquello otro: Que sea arrojado el impío, para que no vea la grandeza del Señor, por «no ver» se entiende no tener parte en esta grandeza.

Por lo tanto, el que ve a Dios alcanza por esta visión todos los bienes posibles: la vida sin fin, la incorruptibilidad eterna, la felicidad imperecedera, el reino sin fin, la alegría ininterrumpida, la verdadera luz, el sonido espiritual y dulce, la gloria inaccesible, el júbilo perpetuo y, en resumen, todo bien.

Tal y tan grande es, en efecto, la felicidad prometida que nosotros esperamos; pero, como antes hemos demostrado, la condición para ver a Dios es un corazón puro, y, ante esta consideración, de nuevo mi mente se siente arrebatada y turbada por una especie de vértigo, por la duda de si esta pureza de corazón es de aquellas cosas imposibles y que superan y exceden nuestra naturaleza. Pues si esta pureza de corazón es el medio para ver a Dios, y si Moisés y Pablo no lo vieron, porque, como afirman, Dios no puede ser visto por ellos ni por cualquier otro, esta condición que nos propone ahora la Palabra para alcanzar la felicidad nos parece una cosa irrealizable. ¿De qué nos sirve conocer el modo de ver a Dios, si nuestras fuerzas no alcanzan a ello? Es lo mismo que si uno afirmara que en el cielo se vive feliz, porque allí es posible ver lo que no se puede ver en este mundo. Porque, si se nos mostrase alguna manera de llegar al cielo, sería útil haber aprendido que la felicidad está en el cielo. Pero, si nos es imposible subir allí, ¿de qué nos sirve conocer la felicidad del cielo sino solamente para estar angustiados y tristes, sabiendo de qué bienes estamos privados y la imposibilidad de alcanzarlos? ¿Es que Dios nos invita a una felicidad que excede nuestra naturaleza y nos manda algo que, por su magnitud, supera las fuerzas humanas?

No es así. Porque Dios no creó a los volátiles sin alas, ni mandó vivir bajo el agua a los animales dotados para la vida en tierra firme. Por tanto, si en todas las cosas existe una ley acomodada a su naturaleza, y Dios no obliga a nada que esté por encima de la propia naturaleza, de ello deducimos, por lógica conveniencia, que no hay que desesperar de alcanzar la felicidad que se nos propone, y que Juan y Pablo y Moisés, y otros como ellos, no se vieron privados de esta sublime felicidad, resultante de la visión de Dios; pues, ciertamente, no se vieron privados de esta felicidad ni aquel que dijo: Ahora me aguarda la corona merecida, que el Señor, justo juez, me otorgará, ni aquel que se reclinó sobre el pecho de Jesús, ni aquel que oyó de boca de Dios: Te he conocido más que a todos. Por tanto, si es indudable que aquellos que predicaron que la contemplación de Dios está por encima de nuestras fuerzas son ahora felices, y si la felicidad consiste en la visión de Dios, y si para ver a Dios es necesaria la pureza de corazón, es evidente que esta pureza de corazón, que nos hace posible la felicidad, no es algo inalcanzable. Los que aseguran, pues, tratando de basarse en las palabras de Pablo, que la visión de Dios está por encima de nuestras posibilidades se engañan y están en contradicción con las palabras del Señor, el cual nos promete que, por la pureza de corazón, podemos alcanzar la visión divina.

RESPONSORIO    Sal 62, 2; 16, 15

R. Mi alma está sedienta de ti, Dios mío; * mi carne tiene ansia de ti.
V. Yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.
R. Mi carne tiene ansia de ti.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

jueves, 25 de junio de 2020

Nuestro cuarto de reblujos, el cuarto de sanalejo…..

2 Reyes 24, 8-17
Cuando Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén.
Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén. Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre.
En aquel tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la cercaron. Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus oficiales la tenían cercada. Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y funcionarios.
El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado. Se llevó los tesoros del templo y del palacio y destrozó todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, habla hecho para el templo según las órdenes del Señor. Deportó a todo Jerusalén, los generales, los ricos -diez mil deportados-, los herreros y cerrajeros; sólo quedó la plebe.
Nabucodonosor deportó a Jeconías a Babilonia. Llevó deportados, de Jerusalén a Babilonia, al rey y sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino, todos los ricos-siete mil deportados-, los herreros y cerrajeros-mil deportados-, todos aptos para la guerra. En su lugar nombró rey a su tío Matanías, y le cambió el nombre en Sedecías.
Palabra de Dios


Hoy la primera lectura nos trae el momento dramático y triste que es el destierro a Babilonia. El pueblo de Dios sale de su propia tierra, un tirano como es Nabucodonosor,lo altanero y blasfemo que llega este rey hasta burlarse de todo y profanarlo todo. 

Toda historia tiene algo que es triste y decepcionante pero por el otro lado va haber una enseñanza, un aprendizaje. Es verdad cuando se afirma “ El ser humano aprende más no cuando el viento está a su favor sino cuando el viento está en contra “.  o también “ El ser humano aprende mas no cuando alcanza los éxitos sino en los fracasos”. 

Esta situación donde el rey Jeconías y la ciudad santa, Jerusalén, quedan en poder del enemigo,queda desprotegida de alguna manera y bajo la presión del rey tirano de Nabucodonosor también nos va traer un regalo al final. Cuando el pueblo de Dios vuelve del destierro, el Pequeño resto que habrá de quedar, buscará servir a Dios con una libertad y sinceridad que antes no existieron. Eso es la conversión.

El ser humano es complejo, mientras más golpes se de contra el mismo por su terquedad, por su orgullo, por su obstinación al querer sacar a Dios de su vida, al final cuando se de cuenta que las cosas a su manera no lo llevan a ninguna parte, se volverá hacia Dios desde la libertad y sinceridad, y no habrá nada ni nadie que lo vuelva hacer mirar hacia atrás, porque el Señor a conquistado su corazón. Ahí es donde se comienza el proceso de la conversión.

Salmo 78 " Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre"

Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No todo el que me dice: "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces les declararé: "Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados."
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente."
Palabra del Señor


Hoy el evangelio nos advierte Jesús que tengamos cuidado con muchos ritualismos exteriores solo para ser vistos. Que nuestras prácticas fervorosas hacia Dios no se pueden quedar en ritos vacíos sino que todas ellas nos deben llevar a la sincera conversión.

Jesús hoy nos exhorta de una manera muy dura pero si que es necesario en su tiempo y en nuestro tiempo. Todos nosotros hemos tenido alguien de cerca que es muy piadoso, muy rezandero, de muchos ritos y practicas exteriores y va uno a mirar su vida y da mucho qué decir. Hay incoherencia, falsedad, doble moral, no hay integridad. Pero también podemos decir que algunos si tiene una vida coherente con el evangelio, son personas íntegras y eso lo podemos ver en la vida de los santos.

Es de ahí, que no culpo aquellas personas que se alejan de Dios por los malos testimonios que damos. Prendemos una vela a Dios y otra vela al diablo. Con los mismos labios que le cantamos, le adoramos y le damos gracias a Dios los utilizamos para maldecir, para criticar, o traer cizaña,  para acabar con el nombre del otro. Le oramos a Dios y gastamos tiempo para entrar en “ comunión con Él”, pero como nos cuesta servir a nuestro hermano. Le pedimos a Dios que nos perdone, pero como nos cuesta perdonar. Hacemos obras de caridad en su “ Nombre” pero a la vez estamos esperando la recompensa , el aplauso y por qué no el reconocimiento de los demás. Pedimos y esperamos que los demás nos comprendan pero somos incapaces de entender al otro. Como nos hace de daño el fariseísmo, como nos creemos tan buenos porque hacemos cosas para Dios, ser bueno no es lo que él hace a través de nosotros sino en nosotros. Como nos dejamos corregir por El, cómo me rindo ante Él en aquellas áreas rebeldes de mi vida. De Él viene todo lo bueno y si hacemos algo bueno es El mismo quien lo hace y no nosotros. Si hay sanaciones, es porque es obra de Dios y no de nosotros. Si tenemos el don de profetizar, no somos nosotros sino que es El mismo quien profetiza utilizando nuestros labios. Es que hacer la voluntad no es hacer muchas cosas para Dios, porque podemos ser muy buenos para hacer cosas para Dios pero aun tenemos nuestro espacio que es de nosotros, nuestro cuarto de sanalejo que nadie puede venir a organizarnos porque allí está nuestro reblujo.

Días pasados escuché al padre John Mario Montoya hablando de nuestro cuarto de sanalejo. Todos en la casa tenemos un cuarto que ponemos el reblujo, las cosas viejas, que no usamos, que están ahí por si algún día las utilizamos. Cuando tenemos un invitado le mostramos toda la casa excepto ese cuarto de reblujo. Así es nuestra vida, mostramos lo mejor de nosotros, nos esforzamos en mantener una apariencia agradable y bonita para los demás y hasta al mismo Dios. Pero que nadie entre a ese cuarto de sanalejo o de reblujo. Que nadie entre a organizar lo que hay allí. Hoy Jesús te pide.. Me dejas entrar a tu cuarto de reblujos? me dejas entrar a tu cuarto de sanalejo?

Mi amado Jesús, hoy reconozco que todo lo bueno que hay en mi es por Tu gracia. Hoy aprendí que no es tanto hacer cosas para ti, sino dejar que Tú obres en mi. Se que tengo mi cuarto de reblujo, mi cuarto de sanalejo. Allí están aquellas áreas de mi vida que hasta ahora han sido rebeldes. Muchas veces he negado que tu entres allí porque ahí hay apegos, hay recuerdos de dolor, de frustración, de tristeza. Hoy me dices que por mas que quiera mostrar la mejor versión de mi mismo a los demás pero si aun tengo este cuarto de sanalejo en mi, estoy teniendo actitudes de fariseo, estoy teniendo doble moral, no estoy dejando que Tu Palabra me sane desde adentro. Dame la gracia de rendirme ante tu presencia, para que tu puedas hacer algo nuevo y bueno en mi en esas áreas de mi vida que son tan difíciles de entregarte. Amen.

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!   



--
Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

Encuentranos en : www.catolicosregina.com
Siguenos en facebook  https://facebook.com/orandoyviviendo/ 

Santa Misa


DIOS ES COMO UNA ROCA INACCESIBLE

Lo mismo que suele acontecer al que desde la cumbre de un alto monte mira algún dilatado mar, esto mismo le sucede a mi mente cuando desde las alturas de la voz divina, como desde la cima de un monte, mira la inexplicable profundidad de su contenido.

Sucede, en efecto, lo mismo que en muchos lugares marítimos, en los cuales, al contemplar un monte por el lado que mira al mar, lo vemos como cortado por la mitad y completamente liso desde su cima hasta la base, y como si su cumbre estuviera suspendida sobre el abismo; la misma impresión que causa al que mira desde tan elevada altura a lo profundo del mar, la misma sensación de vértigo experimento yo al quedar como en suspenso por la grandeza de esta afirmación del Señor: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Dios se deja contemplar por los que tienen el corazón purificado. Nadie ha visto jamás a Dios, dice san Juan; y Pablo confirma esta sentencia con aquellas palabras tan elevadas: A quien ningún hombre vio ni puede ver. Esta es aquella piedra leve, lisa y escarpada, que aparece como privada de todo sustentáculo y aguante intelectual; de ella afirmó también Moisés en sus decretos que era inaccesible, de manera que nuestra mente nunca puede acercarse a ella por más que se esfuerce en alcanzarla, ni puede nadie subir por sus laderas escarpadas, según aquella sentencia: Nadie puede ver al Señor y seguir viviendo.

Y, sin embargo, la vida eterna consiste en ver a Dios. Y que esta visión es imposible lo afirman las columnas de la fe, Juan, Pablo y Moisés. ¿Te das cuenta del vértigo que produce en el alma la consideración de las profundidades que contemplamos en estas palabras? Si Dios es la vida, el que no ve a Dios no ve la vida. Y que Dios no puede ser visto lo atestiguan, movidos por el Espíritu divino, tanto los profetas como los apóstoles. ¿En qué angustias, pues, no se debate la esperanza del hombre? Pero el Señor levanta y sustenta esta esperanza que vacila. Como hizo en la persona de Pedro cuando estaba a punto de hundirse, al volver a consolidar sus pies sobre las aguas.

Por lo tanto, si también a nosotros nos da la mano aquel que es la Palabra, si, viéndonos vacilar en el abismo de nuestras especulaciones, nos otorga la estabilidad, iluminando un poco nuestra inteligencia, entonces ya no temeremos, si caminamos cogidos de su mano. Porque dice: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

RESPONSORIO    Jn 1, 18; Sal 144, 3

R. Nadie ha visto jamás a Dios; * el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
V. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza.
R. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios.

  Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios. Primera lectura Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a ...