lunes, 9 de agosto de 2021

El Señor quiere hablarte al corazón...

 


El Señor quiere hablarte al corazón...


Primera lectura
Lectura de la profecía de Oseas 2, 16b. 17de. 21-22
Así dice el Señor:
"Yo me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón. Y me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que la saqué de Egipto. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo, me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión, me casaré contigo en fidelidad, y te penetrarás del Señor".
Palabra de Dios


El profeta Oseas nos muestra dos situaciones,  la primera: la vida del profeta es un símbolo de la acción de Dios con su pueblo. Lo que a Oseas le pasa con la mujer que ama, a Dios le pasa con su pueblo. Lo segundo : Oseas denuncia como el Pueblo se olvida de la alianza que tiene con Dios y busca vivir con otros dioses. El pueblo se ha vuelto infiel.
Es de ahí que la lectura comienza diciendo “ Yo me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón “. Muchas veces el Señor nos tiene que sacar de donde estamos para que podamos escucharlo, lo que significa que a veces tenemos que tocar fondo para que reaccionemos. Realmente el Señor no quiere hacer eso con nosotros pero a veces no le dejamos más opción.  

En los capítulos 1 y 2 del libro de Oseas, nos encontramos con un Dios enfadado porque a pesar de que El los a sacado de la esclavitud, los ha cuidado y alimentado el pueblo se ha olvidado de Él y se ha ido con otros dioses.
Retomando la primera parte de la lectura pareciera que Dios ha cambiado de actitud  “ Yo me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón “. Podríamos decir que Dios nos enseña cómo perdonar y la manera es “ te llevaré y le hablaré al corazón”, El Señor quiere hablarte de corazon a corazon.

Notemos que Dios nos invita al desierto, como el lugar del encuentro, como el lugar donde no es posible esconderse; que nos mima; que nos seduce, una y otra vez; que nos recuerda que está siempre caminando a nuestro lado; que mantiene su fidelidad. Un Dios que sufre y se enfada cuando lo olvidamos, pero que no puede dejar de amarnos, que nos habla al corazón y nos habita por dentro. Un Dios que se compromete con cada persona, siempre y en cada momento. Un Dios que no se cansa y nos enseña a amar.

Salmo 44 Llega el Esposo; salid a recibir a Cristo, el Señor.

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: - "Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:
- ¡Que llega el esposo, salid a recibidlo!.
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os compréis".
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".
Palabra del Señor


En la primera lectura decíamos que Dios nos quiere llevar al desierto. ¿Qué hay en el desierto? aridez, soledad, vientos de arena que nos pueden arrebatar la vida. En el desierto tenemos solo una opción y es abandonarnos en las manos de Dios. Su llamada requiere una respuesta por parte de nosotros. El Señor nos llama porque quiere volvernos a seducir en su amor y esto será posible si aceptamos su llamado.  

La escena de las doncellas cada una con sus lámparas nos plantea a que reflexionemos saber dónde estoy o decidir dónde y cómo quiero estar. Nos presenta a un grupo de mujeres, cada una con su lámpara. La lámpara que es la luz es personal, cada una tiene la luz que tiene y necesita cuidarla. Nadie puede cuidarla por ti, es tu luz. ¿Qué hacemos cada una con la luz? Esa es nuestra decisión. Podemos mantener nuestra lámpara limpia, cuidando que esté siempre encendida, esperar el momento conveniente mientras nos dedicamos a otras cosas…
Nos dice el evangelio que las mujeres salen al encuentro del amado, prepararse para seducir y dejarse seducir por Dios. Son mujeres activas que hacen uso de su libertad, no solamente esperan, también deciden cómo quieren esperar. Es la libertad con la que Dios nos ha creado.Esta es la primera enseñanza que nos trae el evangelio, como estas haciendo uso de tu libertad?  Eres una mujer que solo espera de manera pasiva o activa a Dios?

La experiencia con Dios es personal, nadie puede andar por ti. Todos hacemos parte de este hermoso peregrinar donde nos apoyamos, nos sostenemos, hasta podemos compartir la experiencia, pero ésta es diferente para cada persona. Hay unas mujeres que estaban dormidas. Esto tranquiliza mucho ya que no es necesario estar siempre en vela, pero sí estar preparadas. Algunas pueden caer en el error de estar todo el tiempo activas perdiendo los tiempos de intimidad con Dios. Recuerda que dependiendo de tu responsabilidad tienes que estar más conectada con Dios.

Pidámosle al Señor que nos ayude a estar en vela, a estar preparadas para encontrarnos con Él en nuestro dia a dia para que seamos alumbradas y habitadas por su Santo Espíritu.

Mi amado Jesús, los desiertos es el lugar propicio para el encuentro contigo porque es imposible esconderme, a menos que yo encuentre una roca en medio del desierto y la roca eres Tu. Es por eso que en el desierto mi única seguridad eres tú, y la única opción es abandonarme  en tus bondadosas manos. Gracias Señor por mantener tu fidelidad, por caminar a mi lado a pesar de que a veces te ignore. Gracias Señor porque me seduces con tu amor con el único propósito de querer caminar a mi lado. Gracias Señor por comprometerte con cada persona, con mi familia, conmigo siempre y en cada momento. Gracias porque no te cansas y porque me enseñas a amar. Dame la gracia de atender con prontitud tu llamado, Amén.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!



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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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