viernes, 27 de agosto de 2021

Estar vigilantes es cultivar y permanecer en el amor que decimos sentir.

 


Estar vigilantes es cultivar y permanecer en el amor que decimos sentir.


Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 4, 1-8
Hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús:
Ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguid adelante.
Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.
Esto es la voluntad de Dios: vuestra santificación, que os apartéis de la impureza, que cada uno de vosotros trate su cuerpo con santidad y respeto, no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios.
Y que en este asunto nadie pase por encima de su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga todo esto, como ya os dijimos y aseguramos: Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino santa.
Por tanto, quien esto desprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.
Palabra de Dios

Salmo  96, 1 y 2b. 5-6. 10. 11-12 R. Alegraos, justos, con el Señor

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.
Pero las prudentes contestaron:
“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
“Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió:
“En verdad os digo que no os conozco”.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora»
Palabra del Señor


En esta primera lectura Dios nos muestra que espera de nosotros, y es que tengamos una vida sagrada, una vida sagrada es la que está a favor de Dios y a favor del hombre. Es por eso que Pablo nos advierte que nos debemos de comportar conforme a las instrucciones de Dios. Esto es buscar la voluntad de Dios como es apartarnos de la impureza como es la mentira, la falsedad, la hipocresía, el rencor, el odio, la crítica, el enojo, la soberbia, la vanidad. Lo segundo es cuidar nuestro cuerpo con santidad y respeto porque allí vive el Espíritu Santo, cuidemos nuestros sentidos, lo que vemos, escuchamos y sentimos. Adicionalmente no debemos de aprovecharnos de la necesidad del otro, no tener actitudes humillantes y a pasar por encima de nuestro hermano. Por último Pablo nos dice que quien no practica esto, quien no busca la santidad no solo desprecia a un hombre sino a Dios.

Una vida en santidad o sagrada consiste en amar a Dios con todas nuestras fuerzas y amar al hermano con todas nuestras fuerzas. Con todo lo que significa amar. Hay que vivir el amor en relación con Dios y el hermano, y nunca profanar el amor. Lo sagrado para Dios es que vivamos bien y no mal, una vida feliz, dichosa y no una vida infeliz y desdichada.

El evangelio nos invita a estar en vela, estar despiertos y atentos a la venida del Señor. Pero será que solo se está refiriendo cuando pasemos por el trance de la muerte?, no solamente significa eso.

Hay muchas maneras en las que el Señor se presenta en nuestra vida terrena con más o menos intensidad de reconocimiento por parte nuestra. En la oración, en su Palabra, en la eucaristía, en mil circunstancias de la vida, en cada hermano necesitado que se acerca a nosotros para pedir ayuda… Debemos mantener, en medio de nuestras actividades normales de cada día, la ilusión de experimentar su presencia, su llegada, con un corazón preparado y ansioso de recibirle.

Pero a veces por estar tan ocupados y preocupados no somos capaces de reconocer su presencia. Vivimos distraídos, nos preocupamos por las cosas que no son importantes dándoles mayor valor que le deberíamos dar. Por ejemplo los bienes materiales, el reconocimiento, la fama, el poder, en fin.

Hoy el Señor nos invita a estar vigilantes porque debemos cuidar, cultivar y permanecer en su amor. De la misma manera como una planta necesita agua, el sol, la tierra, el fertilizante. Así como las relaciones humanas necesitan ese cuidado de los detalles, dar y recibir palabras de afirmación, compañía, tiempo, nuestra relación con Dios necesita ser cuidada. Podríamos preguntarnos, cómo puedo cuidarla? de qué manera? Alimentamos la relación con Dios a través de su Palabra, la eucaristía, la oración y viviendo en comunidad la Fe.

Mi amado Jesús, la invitación que me haces a través de tu palabra es estar en vigilancia, lo que significa cuidar, cultivar y permanecer en el amor que digo sentir. Esto se aplica a todo lo que digo amar, la familia, la pareja, los amig@s, los padres, los hij@s y a ti; que mis acciones se vean reflejadas con actos concretos como es el compromiso y la fidelidad. No permitas Señor que por las ocupaciones y preocupaciones del día a día descuide y termine faltando al compromiso del amor.  Dame la gracia de llenarme de tu amor para poder ser extensión de tu amor. Gracias Señor por darme Tu Palabra, la Eucaristía, la Oración y la comunidad, porque a través de ellas puedo cultivar y permanecer en Tu gran amor. Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!--

 Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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