Hebreos 5, 7-9
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios
En la primera lectura resaltamos la humanidad de Cristo y esto es importante porque algunos afirman que para Cristo fue fácil aceptar tantas cosas como fue la humillación, la flagelación y hasta muerte en la cruz porque Él era Dios. Lo cual no es verdad, Dios fue 100 % Dios y 100 % humano. Cristo sintió lo mismo que un ser humano. Nos dice en la lectura que “Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte”. Lo que significa que sintió temor, angustia, abandono, alegría, preocupación, todo lo que un ser humano pueda sentir.
Es importante la humanidad de Cristo para nosotros porque vamos entendiendo que al tener un Dios humanizado, que se hizo tan semejante a nosotros para podernos entender todo lo que nos sucede. Cristo entiende nuestro dolor, sufrimiento, soledad, angustia, tristeza, y hasta ser incomprendido. Cristo en medio de su situación cómo fue la flagelación y la pasión, nos muestra el camino, la confianza en su Padre Celestial, ese abandono total para que su súplica sea escuchada en el cielo. Cristo nos recuerda que Él fue escuchado por el Padre cuando estaba angustiado y esto nos debe de dar la confianza y la tranquilidad que Dios siempre nos escucha y nos da una respuesta a nuestra petición, “ Si, un No, o un espera...”.
Por último Cristo nos muestra el camino que a pesar de ser el hijo de Dios aprendió a través del sufrimiento a obedecer. Esa es la clave, obedecer a Dios, dejarse guiar por Dios para poder ser como el Hijo, quien el mismo Dios lo resucitó en el último día.
Salmo 30 " Sálvame, Señor, por tu misericordia "
Juan 19,25-27
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor
En el evangelio notemos que la escena es la madre de Jesus al pie de la cruz. María nos enseña tres cosas, solidaridad, madurez en la fe y participación en el misterio de la cruz.
Maria nos enseña la solidaridad, algunos caen en el error de hacerse los desentendidos de los problemas y del sufrimiento de los demás a menos que sea el dolor propio, porque cuando el dolor es propio si le hacemos un altar a nuestro dolor. Mujeres que mueren por causa del maltrato de su pareja, jovenes que caen en la prostitucion, niñas que son abusadas y esclavizadas, madres que han perdido a sus hij@s ya sea porque sus hijos están en el infierno de la drogadicción, del alcoholismo, en los juegos de azar, o por manos criminales han acabado la vida de sus hij@s. Mujeres que ven cómo sus hij@s mueren de hambre, o por falta de recursos no pueden acceder a los medicamentos. Pidámosle a la Virgen Maria que nos ayude a solidarizarnos con el dolor del hermano.
Maria nos enseña la madurez en la Fe, Maria estuvo rodeada del odio pero no dejo que ese odio invadiera su corazón. El dolor no puede aplastar nuestra fe. Lo vemos en Maria y en Jesús. Contra Jesús hubo blasfemia, insultos, sobre Él cayó el odio pero Jesus no respondió de la misma manera, más bien respondió con humildad, con una actitud mansa y orante, …. “ Como cordero fue llevado al matadero”.
Preguntémonos, cuando las cosas no suceden como lo esperamos, cuando vivimos incomprensiones, injusticias, desengaños, calumnias, ante el dolor, cual es mi actitud ? sera que me dejo llenar de odio y resentimiento? ¿Será que le saco la lista a Dios haciéndole reclamos? Como dice San Pablo “ Nada me podrá separar del amor de Dios“. Romanos 8, 35-39.
María nos enseña la participación del misterio de Cristo en la Cruz. Maria nos muestra que si seguimos a Cristo vamos a padecer como Él pero también vamos a reinar con Él. Es muy fácil decir y pertenecer a una lista de quienes se llaman cristianos. Jesús mismo nos lo dijo “ El que no toma su cruz de cada dia no puede ser discípulo mío “. No podemos minimizar u ocultar el misterio de la cruz de Cristo. No podemos caer en un cristianismo light, o suave porque caemos a un laicismo que termina escondiendo el misterio de la cruz. Jesus y Maria nos muestran que el cristianismo no es un programa de un mejoramiento continuo o una terapia de superación personal. Pidámosle que por intersección de la Virgen de los dolores demos los frutos que el mismo Cristo espera de nosotros.
Virgen Maria, hoy especialmente vengo a donde ti porque se que tu me llevaras hacia tu hijo Jesucristo y especialmente te pido tu intercesión para que me acerques a aquellos quienes padecen el dolor y al solidarizarme con ellos pueda ver el rostro de Cristo, el Cristo lacerado, el Cristo sufriente, el Cristo que necesita de mi. No permitas que el dolor sepulte la Fe que he recibido, no permitas que el odio, las dudas, y el mal que me rodea entre en mi corazón, que nada ni nadie me separe del amor de Tu hijo Jesucristo. Dame la fortaleza para entrar en el misterio de la cruz, sin renegar, sino tomar la cruz con amor para poder dar los frutos que Tu hijo espera en mí, así como Tu lo hiciste Maria, Amen.
Dios te bendiga,
¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!
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† Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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