miércoles, 30 de septiembre de 2020

Jesus no llama a los que son dignos, sino a los que él quiere, ahí está la misericordia de Dios.



Job 9, 1-12. 14-16
Respondió Job a sus amigos: "Sé muy bien que es así: que el hombre no es justo frente a Dios.
Si Dios se digna pleitear con él, él no podrá rebatirle de mil razones una.
¿Quién, fuerte o sabio, le resiste y queda ileso?
Él desplaza las montañas sin que se advierta y las vuelca con su cólera; estremece la tierra en sus cimientos, y sus columnas retiemblan; manda al sol que no brille y guarda bajo sello las estrellas; él solo despliega los cielos y camina sobre la espalda del mar; creó la Osa y Orión, las Pléyades y las Cámaras del Sur; hace prodigios insondables, maravillas sin cuento.
Si cruza junto a mí, no puedo verlo, pasa rozándome, y no lo siento; si coge una presa, ¿quién se la quitará?; ¿quién le reclamará: "Qué estás haciendo"?
Cuánto menos podré yo replicarle o escoger argumentos contra él. Aunque tuviera razón, no recibiría respuesta, tendría que suplicar a mi adversario; aunque lo citara y me respondiera, no creo que me hiciera caso.
Palabra de Dios


Salmo 87 " Llegue hasta ti mi súplica, Señor "

Lucas 9, 57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: "Te seguiré adonde vayas." Jesús le respondió: "Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza."
A otro le dijo: "Sígueme." Él respondió: "Déjame primero ir a enterrar a mi padre." Le contestó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios."
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia." Jesús le contestó: "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios."
Palabra del Señor


Ayer comencé a leer el libro de Santa Teresita del Niño Jesús “ Historia de un alma “ y en las primeras páginas algo atrajo mi atención cuando la misma Santa dice”  «Subió Jesús a una montaña y fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él» (San Marcos, cap. II, v. 13). He ahí el misterio de mi vocación, de mi vida entera, y, sobre todo, el misterio de los privilegios que Jesús ha querido dispensar a mi alma... El no llama a los que son dignos, sino a los que él quiere, o, como dice san Pablo: «Tendré misericordia de quien quiera y me apiadaré de quien me plazca. No es, pues, cosa del que quiere o del que se afana, sino de Dios que es misericordioso».

Jon al decir “ El hombre no es justo frente a Dios “, y es que solo un alma que se siente pequeña, frágil, pecadora, que ha experimentado la misericordia de Dios es capaz de decir tal belleza. Pero para eso hay que conocerse, conocerse a profundidad. A veces nos da miedo de entrar en nosotros mismos porque las incoherencias nos señalan, porque la voz de Dios nos confronta. Es de ahí que somos muy dados en criticar a los demás, a señalar y hasta dar sentencias duras contra los demás. Eso trae el pecado. El pecado nos hace creernos grandes, invencibles, autosuficientes, nos hace creer como dioses. La vanidad, el poder, la riqueza nos hace olvidar las proporciones y nos creemos infinitos, inteligentísimos o poderosos sin medida. Esa falsa grandeza nos lleva a separarnos de Dios.
Job nos enseña que debemos reconocer lo que realmente somos, ser conscientes que nada somos sin nuestro creador y que no tenemos nada de qué vanagloriarnos porque todo lo que tenemos es porque el mismo Dios nos lo ha dado. Debemos reconocer nuestros límites, e incluso como decía San Agustin “ La seguridad de que uno nunca logrará saber cuánto ignora”.

En nuestro tiempo se valora mucho el conocimiento, y eso está bien. Pero, ¿has notado que son muchas más las personas que quieren mejorar su inteligencia y mucho menos las que quieren aprender a amar, servir o adorar? La verdadera sabiduría comienza cuando reconocemos que uno no sabe todo, que uno necesita de los demás, que somos seres para vivir en comunidad y que estamos llamados a amar y a servir, porque “ si no vives para servir, no sirves para vivir” como lo decía la Madre Teresa de Calcuta. Necesitamos ser más adoradores para conocer a Cristo y enamorarnos de Él. La adoración me lleva a conocer el corazón de Cristo y experimentar su amor, su bondad, su misericordia. En la adoración aprendo a reconocer su voz en este mundo tan ruidoso y también descubro que es lo que Él espera que nosotros hagamos por El.  

El evangelio Jesús nos recuerda que Él debe ser el primero y para eso nos invita a soltar, soltar que? todas aquellas cosas que nos impiden caminar desde la libertad. El que está ligero de equipaje realmente es capaz de comenzar la aventura con Cristo de lo contrario pospondrá este caminar con el Señor de la vida. Por eso a Jesus hay que conocerlo, amarlo y seguirlo, se conoce a través de las escrituras, se ama en la adoración Eucarística porque vemos su corazón y hay que seguirlo porque es la respuesta de parte de nosotros a ese amor crucificado.

Mi amado Jesús, no soy justo frente a ti Señor, no merezco ni siquiera que me mires por lo que soy, pero Tu amor es tan grande que no solo me levantas sino que además Tu te bajas para acercarte a mi. Necesito conocerme mucho mas, caminar dentro del laberinto de mi ser para poder descubrir realmente quien soy y la grandeza que eres Tu. Yo soy una vasija que tiene grietas, suciedad, que no es uniforme, pero en tus manos sé que harás algo nuevo en mi y lo haces con delicadeza porque sabes lo frágil que soy.  Muéstrame con la luz de Tu Santo Espíritu que es aquello que debo de soltar para poder caminar hacia ti. Deseo comenzar y permanecer en esta aventura contigo mi Jesús.  Conocerte a través de las escrituras, ser un alma que ama la adoración Eucarística para poder ver tu corazón, y quiero seguirte dando respuesta a Tu amor crucificado en la cruz, Amen.

Dios te bendiga,

¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!


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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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