miércoles, 18 de diciembre de 2019

Dios es tan grande pero a la vez tan pequeño que necesita de nuestra humanidad.


Jeremías 23,5-8
"Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: "El-Señor-nuestra-justicia". Por eso, mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que no se dirá: "Vive el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto", sino que se dirá: "Vive el Señor, que sacó a la raza de Israel del país del Norte y de los países adonde los expulsó, y los trajo para que habitaran en sus campos.""
Palabra de Dios


Esta primera lectura nos quiere enseñar que tenemos que vivir con fe y esperanza cada dia. El pueblo elegido por Dios estaba sometido al poder del faraón, igualmente nosotros tenemos faraones en nuestra vida, todas aquellas cosas que nos esclavizan, que nos someten de una u otra manera. No es fácil salir del poder del faraón, no es fácil dejar aquellas cosas que nos gustan y además no hace daño. Algunas personas son conscientes  que las cosas que hacen no está bien hecho y quisiera dejarlo pero no son capaces.

Es por eso que Jesús viene a nuestra vida para liberarnos de las ataduras y esclavitudes y mientras estamos en ese proceso estaremos pasando por el destierro, por el desierto. Si permanecemos fieles al Señor, si permanecemos firmes en Él, El mismo reconstruye nuestra vida. Con el profeta Jeremías nos anuncia la promesa del Señor, “ suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra “. Jeremías se refiere al Mesías. Jesús es el nuevo y mayor que Moisés, Jesús es quien vence sobre nuestros enemigos, da unidad y paz a la Casa de Dios.  Jesús conduce al pueblo cruzando las aguas del bautismo, bautismo que limpia y nos purifica, bautismo que se renueva con el sacramento de la confesión.

El Señor vive en medio de nosotros a través de todos los sacramentos de nuestra iglesia católica. En los sacramentos degustamos las señales de ese amor salvador y que tiene poder redentor. Porque Él es quien nos bautiza, nos perdona los pecados en la confesión, El mismo nos da Su Cuerpo y Su sangre en la Eucaristía y El mismo está presente en cada uno de los sacramentos. Que hermosura y que bendición!

Salmo 71 " Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente."

Mateo 1,18-24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados."
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: "Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"." Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
Palabra del Señor


El evangelio nos habla de la hermosa misión que tiene José y como Él confía y cree en lo que le dice el ángel del Señor.  Y es que Dios desde su inmensidad necesita de nuestra humanidad para que su plan divino se pueda realizar. Maria y Jose, fueron seres humanos como tú y como yo. Dios se valió de ellos para que pudiera nacer su Hijo Jesucristo y traernos la salvación.

De la misma manera Dios se sirve de tantas personas para ofrecernos su misericordia. Es el caso de los sacerdotes que son sus colaboradores quienes se convierten en instrumentos de la misericordia de Dios a través de todos los sacramentos, porque ellos actúan en persona de Cristo.

Ahora preguntémonos si nosotros estamos disponiendo nuestro corazón, todo nuestro ser, si realmente somos instrumentos útiles en las manos de Dios para que los demás se sientan amados,  consolados, escuchados por el buen Dios. Cuantas veces por no saber, estamos pecando por omisión, esto significa el bien que dejamos de hacer. Pensamos que es suficiente los que hacemos entonces tomamos una actitud muy cómoda y tranquila. Esa actitud no nos hace bien ni para nosotros ni para los demás. Hay que dejar fluir la bendición que Dios quiere dar a nuestros hermanos. Algunas veces me he puesto a pensar, si en mi vida me llega cierta situación, osea alguien me pide ayuda me tomo el tiempo de pensarlo y mirar como le puedo ayudar? o más bien lo descarto porque desde lo humano es imposible ayudar. Si miráramos con los ojos de la Fe, la esperanza y el amor, nuestra mirada seria diferente. Estoy segura que si Dios permitió que esa persona se acercara a ti es porque Él necesita de tu y de mi humanidad para ayudarle. Esto se puede comparar con una árbol, el árbol de la vida es Dios y nosotros somos sus ramas que le llevan el alimento a las hojas. Demos el caso que la rama se corta entonces no le llega el alimento a la hoja o a la flor, entonces ella muere.

En este tiempo de adviento pidamosle al Señor que en compañía de la Virgen María y de San José nos dejemos sorprender por sus maravillas. Que nuestros corazones se ensanchen para que quepan más personas allí, que nuestros corazones reconozcan, como ella, que nada es imposible  para ti.  Tu solo lo que nos pides es poner la confianza plena en Tu amor, Niño Jesús ven no tardes tanto. Amen.

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo por siempre sea Alabado!!!

Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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