1 Pedro 5,1-4
Queridos hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.Palabra de Dios
Escuchamos esta primera lectura y posiblemente caemos en la idea de pensar que este mensaje no nos compete a nosotros, que más bien este mensaje es solo para los jerarcas de la iglesia, al Papa, los obispos, cardenales, diáconos y religiosos, lo que no es verdad, esta enseñanza lo debemos de aplicar también nosotros y te voy a explicar el porqué.
Pablo le está dando ánimo a las primeras comunidades cristianas ya que han pasado momentos difíciles de persecución e incomprensión a causa de su fe. El quiere recordarles que la misión que han recibido es ante todo la de ser pastores de un rebaño que Dios les ha encomendado. Esa misión la deben llevar a cabo dando un servicio desde la humildad.
Hay una imagen preciosa de un buen Pastor, el cual muestra a Jesus cargando a una persona en sus hombros. Ser pastor significa llevar en los propios hombros la realidad humana que nos rodea; y llevarla, no como un peso, sino como un hermano, una hermana: acogiendo y abrazando esa realidad única que es cada ser humano, desde la comunión profunda, desde la fraternidad.
Es por eso que pienso que el mensaje de esta primera lectura nos concierne a todos. Dios te ha regalado por ejemplo unos herman@s, quizás tu tienes un poco más de experiencia del amor de Dios, entonces el Señor te llama para que seas ese pastor que lleva en sus hombros la realidad humana de tu hermano, el Señor te invita a caminar con el otro para hacer camino y durante ese peregrinar entonces vas a conocer al otro. Demos el caso de una Padre de familia, su responsabilidad no solo es darle lo necesario a sus hijos como es techo, comida, educación, sino también amor, y valores cristianos. Si Dios nos dio esa pequeña comunidad que es la familia, entonces cuidemosla, no a la fuerza, no desde la injusticia y tiranía, sino con buena gana, como Dios nos ama. Siendo generosos con el tiempo, con el servicio, desde la humildad y dando amor.
Pidámosle al Señor por aquellos que ejercen de una u otra forma el servicio de acompañar a la gente y a las comunidades. Pidamos por nosotros mismos que a menudo nos toca acompañar a otros. Son responsabilidades que nos invitan a poner ante el espejo la manera de situarnos ante las personas y a vivir esa tarea, no tratando de imponer nuestra visión de las cosas, sino desde el servicio generoso, y desde la escucha profunda de cada persona y desde la mirada de amor que Dios la dirige. Así como el Señor se desborda en generosidad, se acerca para levantarnos, sanarnos y transformarnos hagamos nosotros lo mismo, El mismo nos ayudará a vivir cada día con esperanza, con caridad y con confianza, como el buen Pastor.
Salmo 22 " El Señor es mi pastor, nada me falta. "
Mateo 16,13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo."
Palabra del Senor
Hoy en la fiesta de la cátedra de San Pedro, celebramos la fe en Cristo, el Hijo de Dios; La fe, que fundamenta nuestra vida, sostenida por la cadena de testigos que nos han precedido, y que nos une como familia, como Iglesia; la que surge a partir de una llamada personal del Señor a seguirle; recordamos en este día a aquellos primeros seguidores a los que Jesús llamó, acercándose a sus vidas en medio de sus tareas cotidianas como hoy continúa acercándose a las nuestras. Entre esos seguidores de la primera hora recordamos hoy a Simón, hermano de Andrés. Simón, este pescador rudo, impulsivo, contradictorio, en el que nos podemos sentir identificados muchos de nosotros. Dispuesto a todo por Cristo y que en el momento que las cosas se pusieron difíciles le traicionó y le abandonó; pero que fue capaz, al encontrarse con su mirada amorosa, de dejarse perdonar y lavar por Él, de aprender a colocarse detrás de Él y a permitir que Otro marcara el rumbo de su vida. En ese camino lento de maduración en la fe, desde la conciencia humilde de su debilidad pudo decir desde lo hondo del corazón al Señor “Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”y recibir de Él un nuevo nombre “Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”
La imagen de la roca, de la “piedra” nos evoca aquello que es firme, estable y por lo tanto sobre lo que podemos apoyarnos porque es sólido y resistente. La imagen de “la piedra angular” de un edificio, añade a la idea de solidez, otra diferente: la de ser “base o fundamento de algo”.
Utilizando ambas imágenes hemos comparado la Iglesia como un edificio construido a partir de la piedra angular que es Cristo. Él es quien lo sostiene, a partir de quien se forma toda la estructura, quien lo da unidad, solidez.
En esta fiesta de hoy, agradezcamos la fe recibida y sintámonos Iglesia, unidos a tantos hombres y mujeres que han vivido y siguen viviendo la aventura de la fe. Que el Señor nos ayude a perseverar hasta el final en Él.
Señor gracias infinitas por hacerme parte de tu plan de salvación. Primero por darme la fe que recibí de mis padres, catequistas, de los religiosos, de todos aquellos que me ayudaron para aceptarla, valorarla y cuidarla. Segundo gracias por llamarme a seguirte, tú me llamas desde lo que soy, a pesar de ser impulsiv@, neci@, orgullos@, intolerante, incoherente, tu no pierdes la fe en mí y cuentas conmigo. Pero tu sabes que durante el camino me vas a ir instruyendo y solo me pides que te deje estar cerca de mi. Además me recuerdas que de una manera u otra cada uno tiene una responsabilidad como pastor. Ayúdame a no vivir anestesiada en la vida, a reconocer la realidad humana de los que me encuentro en el camino, porque a través de ellos es que tu me hablas. Dame la gracia de vivir una comunión profunda y desde la fraternidad con mis hermanos así como lo es contigo, Amen.
Dios te bendiga,
¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!
†
Que la
paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en
el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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