Primera lectura
Hermanos:
Que vuestra caridad no sea una fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.
Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.
Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran.
Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde.
Palabra de Dios
Que gran enseñanza nos trae la primera lectura de hoy, que nuestro amor sea auténtico; y es que el amor nos prepara a los otros comportamientos. Por eso es tan importante amar a la manera de Jesus y para poder amar de esa manera tenemos que dejar que Él entre en nuestra vida.
Pablo nos exhorta diciéndonos que la caridad no sea fingida más bien auténtica, aborrecer lo malo y apegarnos a lo bueno. Amarnos los unos a los otros como así mismo. Que seamos prontos sirviendo a los demás, cuidemos nuestra vida espiritual y sirvamos al Señor constantemente.
Esta primera lectura no necesita mucha explicación porque es muy clara. Más bien dejemos que ella misma nos ilumine, no para juzgarnos sino para guiarnos en el camino.
Detesten y aborrezcan el mal; abracen y se unan a lo bueno
Ámense fraternalmente, rivalicen en estima mutua
No sean descuidados ni perezosos en el esfuerzo
Manténganse fervientes en espíritu, sirviendo al Señor
Vivan alegres por la esperanza
Sean pacientes y firmes en la fe, aún en el sufrimiento
Perseveren en la oración
Compartan y contribuyan con los necesitados
Practiquen la hospitalidad
Bendigan y no maldigan si son perseguidos
Vivan en armonía unos con otros
No sean pretenciosos ni altivos; pónganse con la gente sencilla
Salmo Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 R. “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Senor
Retomando la primera lectura podemos decir que María nos demuestra el amor que es auténtico, un amor a la manera de Jesus que se pone en camino de una manera pronta para servir a su prima Isabel. Por ello necesitamos acoger la gracia que el Señor nos regala a través de su Hijo Jesucristo.
La lectura nos trae a dos mujeres, Maria e Isabel. Ambas están en embarazo y es el primer encuentro de los dos hijos que están en el vientre de sus madres. Estas dos mujeres tienen también algo en común, las dos se han convertido en receptoras de la vida y sus hijos fueron concebidos por la gracia infinita de Dios para una misión salvadora.
El “ Si” de María significa ponerse a disposición, servir con prontitud, ajustarse al plan de Dios, servir con alegría y todo esto es causa de ser habitada por todo un Dios. Puedes descubrir lo que Dios puede hacer en un alma que está abierta a su gracia? Eso es lo que le sucedió a Maria.
No ha nacido aún su Hijo, pero en ella habita Dios y esto es lo que Isabel descubre y proclama al escuchar el saludo de María, “mi hijo ha saltado de alegría en mi seno” dice Isabel, y prosigue: “¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?,y, sin esperar respuesta, solo iluminada por el Espíritu proclama una oración que ha llegado en la iglesia hasta nuestros días: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” ¡”Dichosa tú que has creído!”
Por último, la bendición de Isabel provoca una respuesta de acción de gracias. María canta su Magnificat, salmo de gratitud a Dios porque ha visitado y redimido a su pueblo.
Que nosotros aprendamos como la Virgen Maria a disponernos al plan de Dios para que El pueda hacer maravillas a través de nosotros, Amen.
Mi amado Jesús, en tu madre la Santisima Virgen Maria descubro como un alma puede brillar en este mundo si se abre a la gracia de Dios. Por eso hay que unirnos a lo que es bueno y aborrecer el mal, acercarnos a la fuente del amor que eres Tu para que podamos amarnos fraternalmente. Quiero vivir cada día esforzándome por ser la mejor versión de nosotros mismos. Dame la perseverancia para cuidar la vida de oración y así vivir cada minuto con esperanza, servir con alegría y con prontitud al Señor. Ayúdame a ser fieles a ti aun en el sufrimiento, que seamos generosos con los necesitados, y bendigamos a los que nos persiguen y maldigan. Permíteme vivir en armonía guiados por el Espíritu Santo, y sobre todo regálame un corazón humilde para aceptar el plan de Dios para que Él pueda hacer maravillas a través de mi, Amen.
Dios te bendiga,
¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!
†
Que la
paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en
el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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