viernes, 28 de mayo de 2021

La vida nos enseña que los sencillos y anónimos se consideraron unos fracasados para el mundo pero ellos son los que están muy presente en la memoria callada de Dios.

 


La vida nos enseña que los sencillos y anónimos se consideraron unos fracasados para el mundo pero ellos son los que están muy presente en la memoria callada de Dios.

Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico 44,1.9-13:
Hagamos el elogio de los hombres de bien, de la serie de nuestros antepasados. Hay quienes no dejaron recuerdo, y acabaron al acabar su vida: fueron como si no hubieran sido, y lo mismo sus hijos tras ellos.
No así los hombres de bien, su esperanza no se acabó; sus bienes perduran en su descendencia, su heredad pasa de hijos a nietos. Sus hijos siguen fieles a la alianza, y también sus nietos, gracias a ellos. Su recuerdo dura por siempre, su caridad no se olvidará.
Palabra de Dios


El Eclesiástico es un libro pedagógico, lleno de sabiduría muy sensata, con mucho sentido común.

Si leyéramos este capítulo 44 desde el versículo  1 al 15 sería más completo, quedaría muy claro el contraste de los hombres famosos con los anónimos, humildes y sencillos. Todos, unos y otros, hombres buenos. “Voy hacer el elogio de los hombres buenos, nuestros antepasados de épocas diversas”. Los primeros son reyes, jefes, gobernantes, sabios, poetas, compositores, ricos, profetas, escritores. Magnífico que un pueblo no olvide a los que han construido parte de su historia. Pero “hay otros que ya nadie recuerda, que terminaron cuando terminó su vida y después pasó lo mismo con sus hijos”.
Los hombres que agradaron a Dios fueron hombres de bien y su esperanza aún pervive.  Se mantuvieron fieles al pacto con Yahvé. ¿Qué más se puede pedir? Su recuerdo permanecerá para siempre y sus buenas acciones no se olvidarán. ¿Hay algo mejor? ¿Quién ha mantenido y dado sentido a la historia y a la vida de su pueblo? Nuestro Señor Jeuscristo.

La vida nos enseña que los sencillos y anónimos se consideraron unos fracasados para el mundo pero ellos son los que están muy presente en la memoria callada de Dios. Usted elige. “Venid benditos de mi Padre los que habéis…”. Jesús sabía bien lo que decía…

Salmo 149,1-2.3-4.5-6a.9b R/. El Señor ama a su pueblo

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 11-25
Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, derecho hasta el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo:
«Nunca jamás coma nadie de ti.»
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y los instruía, diciendo:
«¿No está escrito: “Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos” Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos».
Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él.
Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado».
Jesús contestó:
«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: “Quítate de ahí y tirate al mar”, no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.
Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas».
Palabra del Señor


Es extraño ver una actitud de Jesus enfadado pero es que no siempre van a ser palabras dulces. A veces necesitamos regaños y llamadas de atención.

Jesús dice “ Mi casa es y será casa de oración y vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones”… Los sacerdotes y maestros de la ley estaban siempre al acecho para poderlo acusar. Jesús lo dice porque en el templo debe reinar la fraternidad, la honestidad, no abusar de la necesidad del otro, y lo que estaba sucediendo era todo lo contrario. Aún en nuestro tiempo vemos como algunos se aprovechan de la buena fe de las gentes para sacar su provecho. Las comunidades divididas porque el uno no me cae bien entonces no me congrego, el otro le está yendo bien entonces no lo apoyo. Algunos sacerdotes manipulan a los feligreses para sacar provecho llenando sus propios bolsillos. Algunos colaboradores de la iglesia se creen los porteros que dejan pasar al que quiere.
El llamado es a orar mucho para que sea el Espíritu Santo liberándonos de las ataduras como la envidia, el enojo, las críticas y la división que no son de Dios y podamos vivir en fraternidad cumpliendo la voluntad de Dios.

Por último Jesús nos dice: tened fe, pedid con convicción, orad creyendo conseguir lo que pedía, mi Padre no os fallará y, sobre todo, perdonad. Ahí queríamos llegar. Ese es el Jesús que reconocemos; ese es el Jesús al que estamos acostumbrados. Si no hay perdón, el resto es solo palabrería  y, en el fondo, hipocresía.

Pidámosle al Señor no caer en ese mal. Lo nuestro es la veracidad y reconocimiento del otro como igual, como hermano y no como comerciante interesado al uso o alguien del que se pueda sacar provecho.

Señor que por el caminar en esta vida yo te agrade con cada actitud, deseo en lo más profundo de mi alma ser bueno, ser un hombre de bien que hace la voluntad de Dios. Para poder lograrlo necesito el don del entendimiento donde te escucho y acepto tu voluntad. Mantenerme fiel a ti requiere la fuerza de Tu Espíritu porque en mis fuerzas es imposible. Quiero vivir en fraternidad en el hogar, en la comunidad, en el trabajo, libérame Señor de las ataduras de la envidia, el enojo, de juzgar y crear división, esos sentimientos no son de Dios.  Ayúdame a tener un corazón humilde para poder agradar al Padre celestial, quien ama y es fiel a su pueblo, Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

--

Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

Encuentranos en : www.catolicosregina.com

Siguenos en facebook  https://facebook.com/orandoyviviendo/ 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios.

  Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios. Primera lectura Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a ...