martes, 25 de mayo de 2021

El mejor culto que le podemos hacer a Dios es el amor, amándolo a Él a través del prójimo.

 


El mejor culto que le podemos hacer a Dios es el amor, amándolo a Él a través del prójimo.


Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico 35, 1-12
Quien observa la ley multiplica las ofrendas, quien guarda los mandamientos ofrece sacrificios de comunión. Quien devuelve un favor hace una ofrenda de flor de harina, quien da limosna ofrece sacrificio de alabanza. Apartarse del mal es complacer al Señor, un sacrificio de expiación es apartarse de la injusticia. No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues esto es lo que prescriben los mandamientos. La ofrenda del justo enriquece el altar, y su perfume sube hasta el Altísimo. El sacrificio del justo es aceptable, su memorial no se olvidará.Glorifica al Señor con generosidad y no escatimes las primicias de tus manos. Cuando hagas tus ofrendas, pon cara alegre y paga los diezmos de buena gana. Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con generosidad, según tus posibilidades. Porque el Señor sabe recompensar y te devolverá siete veces más. No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará; no te apoyes en sacrificio injustos. Porque el Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas.
Palabra de Dios


El mejor culto que podemos hacer a Dios es el amor. Amándolo a Él a través del prójimo.

¿Qué es lo que espera Dios de nosotros? un corazón generoso, una actitud pronta para responder a su amor entregando hasta la vida a través del servicio.

El amor a Dios requiere compromiso y esto significa no ser indiferente a la injusticia. No podemos acostumbrarnos a ver al que sufre, al hambriento, al desamparado. Tenemos que ser parte de la solución y para eso necesitamos apartarnos de la injusticia. No podemos prender una vela a Dios y otra al maligno. Si nuestro corazón tiene ausencia de compromiso frente al mal que nos rodea o caemos en actitudes  por omisión realmente no estamos amando a Dios y menos a nuestro prójimo.

Cabe también resaltar que la práctica del culto, de la misa de cada Domingo la debemos de hacer con alegría. No podemos dejar que se vuelva rutina los ritos, a veces nos falta tener una buena actitud y motivación. Desde el sacerdote hasta los servidores, el ministerio de la Música.  El Señor está presente en la Eucaristía y está atento a recibir cada ofrenda de amor que nosotros le ofrecemos, quizás solo le podemos ofrendar nuestras frustraciones, tristezas, angustias, pero Él está ahí para aceptar todo eso que le queremos dar.    

Que la próxima vez que nos reunamos como comunidad en la eucaristía estemos alegres porque es Cristo quien nos invita y nos acoge desde lo que somos llenándonos de su amor para que nosotros de la misma manera respondamos con generosidad a su amor donado a través del servicio hacia los más necesitados.

Salmo  49,5-6.7-8.14.23 R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,28-31
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más - casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».
Palabra del Señor


En el evangelio la gran enseñanza es el significado de la Fe y el seguimiento de Jesus. Esto nos exige una entrega incondicional a Cristo y el evangelio y la humildad de corazón.

La entrega incondicional. Jesus nos llama porque antes te ha elegido desde siempre y espera, desde tu libertad, que le digas que sí. Pero, al mismo tiempo, es una vocación porque es desapegarse y salirte de ti mismo para ser fiel solo a Él. Esta vocación exige radicalidad absoluta. Cuando desde tu libertad decides entregarte incondicionalmente a Cristo encuentras el sentido profundo de la vida.

Así como la entrega es importante también la disponibilidad y esto se alcanza cuando nuestro corazón es humilde. Es hermoso saber que el Señor nos llama y dependiendo de nuestra disponibilidad nos encomienda a un servicio a la comunidad de creyentes. La humildad es una gracia y, a la vez, un compromiso de amor. La primera Bienaventuranza que se refiere a los pobres de espíritu o pobres en el espíritu, nos indica con claridad que nada somos ni podemos sin el Señor y olvidar esto es, en el fondo, olvidarnos de quienes somos y de la responsabilidad que tenemos hacia los demás, nuestros hermanos, a los que debemos servir con caridad y diligencia.

Esta entrega incondicional y la disponibilidad por ejemplo lo vemos en una pareja de esposos, si ellos quieren que su amor crezca y se fortalezca cada uno tiene que dejar su egoísmo a un lado y permitir que Cristo viva en sus vidas santificando a su cónyuge. No olvidemos que las dificultades son las que nos ayudan a crecer en virtudes, virtudes como la paciencia al escuchar, ser misericordioso, perdonar. Los Padres por ejemplo con sus hijos deben acompañarlos en su proceso de crecimiento intelectual y espiritual. No podemos convertirnos sólo en padres que proveen las cosas materiales. Dios nos hizo padres para que cuidemos a nuestros hij@s y les enseñemos cual es el camino para alcanzar la vida eterna con Cristo. Como feligreses, debemos apoyar al sacerdote para poder llevar a cabo las obras sociales de la parroquia,  no podemos limitarnos solo a ir a misa, hay muchas cosas que nuestra comunidad necesita y entre varios las cosas son más fáciles de llevar. Dios nos da una comunidad para crecer en la fe, en la esperanza y en el amor como también para practicar las obras de misericordias corporales y espirituales.

El amor que decimos tenerte Señor requiere compromiso, y si mi corazón tiene ausencia de compromiso frente al mal entonces no te estoy amando y mucho menos al prójimo. Ayúdame Espíritu Santo a que mi amor por el Señor me lleve a comprometerme más con la misión de Cristo, como es amar a mis prójimo a través del servicio. Necesito un corazón agradecido para reconocer que sin ti nada soy, un corazón generoso que pueda dar hasta que duela, quiero responder a tu llamado con prontitud al no ser indiferente al dolor de los que sufren la injusticia, porque la injusticia es la ausencia de la verdad. Tu eres la verdad y al acercarme a tu verdad toda la mentira queda descubierta. Dame la gracia de trabajar por la justicia y la verdad, porque ambas son las que le dan un verdadero sentido a mi vida. Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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