viernes, 16 de octubre de 2020

Ayúdanos Señor a que lo exterior nos cambie lo interior.



Efesios 1, 11-14
Hermanos: Con Cristo somos herederos también nosotros. A ésto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos un himno de alabanza a su gloria. En él también ustedes, después de escuchar la palabra de la verdad, el Evangelio de su salvación, al creer en Cristo han sido marcados con el Espíritu Santo prometido, garantía de nuestra herencia mientras llega la liberación del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios


La primera lectura es preciosa porque nos muestra a un Dios que se hace cercano a través de su Hijo Jesucristo. La expresión “ nosotros y ustedes ” nos deja ver que esa distancia entre Él y nosotros se ha reducido. Esto es bien importante para nosotros porque algunos siguen pensando que Dios está lejos porque al ser santo y divino no se puede o mas bien no se debe acercar a nosotros sabiendo que somos pecadores, todo lo contrario. El signo de Su presencia, el signo visible está en la Sagrada Eucaristía.  

Pero quién es que hace posible todo esta hermosura? El Espíritu Santo a través de Cristo. El Espíritu Santo es quien nos sella y hace posible esta unión fraterna que no es de sangre sino del mismo Espíritu de Dios. La misma Fe nos ha reunido en la confesión de un mismo Señor y Salvador, Jesucristo.

Pablo quiere dejar claro que cuan grande es el amor de Dios que Él mismo nos llama para hacer parte de su plan sin importar lo que somos, Dios cree y confía en cada uno de nosotros y espera que amemos como Él nos ama. Dios cumple la promesa dando esperanza a su pueblo de la antigua alianza porque nos envió a su Hijo Jesucristo para traernos la salvación. Esa es la misericordia de Dios, esa es la inmensidad de su amor.

Salmo 32 " Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad"

Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, la gente se aglomeraba por millares hasta no poder caminar. Entonces Jesús, dirigiéndose principalmente a sus discípulos, dijo:
«Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Porque no hay nada oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse. Por eso, lo que digan en la oscuridad, se dirá a plena luz, y lo que digan en voz baja y en privado, se proclamará desde las azoteas. A ustedes, amigos míos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo, y no pueden hacer nada más.
Les voy a decir a quién deben temer: teman al que tiene poder para matar y después arrojar al lugar de castigo. A ése es a quien hay que temer. ¿No se venden cinco pajarillas por muy poco dinero? Sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios. Más aún, hasta los cabellos de su cabeza están contados. No teman; ustedes valen más que todos los pajarillas».
Palabra del Señor


El evangelio de hoy nos ayuda a distinguir entre preocupaciones falsas y preocupaciones verdaderas.

Jesus vuelve a exhortar a sus discípulos y les advierte que tengan cuidado de ser como los fariseos. Y es que el fariseo conocedor de la ley cae en el error de estar soperiando o mirando lo que hacen los demás pero son incapaces de mirarse a ellos mismos. Eso es lo que le molesta a Jesus, las preocupaciones por ese buenismo farisaico. A qué me refiero con ese buenismo farisaico.

Cuando nos estamos acercando a las elecciones gubernamentales, los candidatos para ganar las elecciones se preocupan por los pobres, por los ancianos, por los niños, de como disminuir el suicidio, de como recoger dinero para dar ayudas y beneficios a los mas desprotegidos, mejor dicho organizan un plan para su campaña para ser favorecidos en las elecciones. La iglesia por ejemplo debe trabajar en las obras de misericordia corporales y espirituales, ambas deben ir unidas. Algunos caen en el error de solo enfocarse en las obras corporales descuidando las espirituales, sabiendo que estas últimas, las espirituales son las que nos van ayudar a cambiar nuestra mente, nuestro corazón.  

Hay comunidades que se preocupan del ritualismo enfocándose en lo exterior. Santa Teresa de Jesús les dice a las monjas de San José “ Cuando la obediencia os emplee en cosas exteriores, entended que si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor, ayudándonos en lo exterior y en lo interior”. Esto es, si rezan muchos rosarios, entonces que se te noce que Cristo vive en ti. Si escuchas la misa todos los días, que se note lo que la Palabra de Dios está haciendo en tu vida. Si eres de aquellos que te gusta estudiar la Palabra de Dios, entonces no te encierres en ti mismo y no te creas “ bueno”.  

Para orarle al Señor no se necesita estar frente al tabernáculo, o sentado en una iglesia, si se tiene el tiempo y la manera genial, pero sino en tu casa. Llévate a Cristo al partido de Fútbol, llévatelo a tu trabajo, llévatelo al lugar del concierto, llévatelo al lugar de amigos con quien estás tomando unas cervezas. Él quiere caminar contigo, estar cerca de ti. Cuando descubramos realmente quién es Cristo y que trae a nuestra vida, entonces dejaremos de ser tan fariseos viviendo de hipocresías,  dejaremos ese temor que es raíz de la hipocresía, porque el santo temor de Dios nos hará ver que es lo que realmente nosotros nos debemos de preocupar, no tanto por las cosas visibles, sino aquella cosas que son invisibles.

Mi amado Jesús, hoy quiero tomar una frase de Santa Teresita de Jesús para hacer mi oración. “ Cuando la obediencia os emplee en cosas exteriores, entended que si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor, ayudándonos en lo exterior y en lo interior”.
 
Tú sabes Señor que no siempre podré visitarte en la Iglesia o estar frente al tabernáculo, pero solo tu me pides que te lleve siempre a donde yo vaya. Por eso quiero llevarte Jesús al partido de Fútbol, a mi trabajo, al lugar del concierto, al bar donde estaré con mis amigos tomando unas cervezas. Yo quiero que camines conmigo y que estés siempre cerca de mi. Quiero tener los pies en la tierra y el corazón elevado al cielo,  pies en la tierra para ayudar a mis hermanos y el corazón elevado en el cielo para que no se me olvide que todo esos buenos deseos Tu mismo me los has puesto allí. Quiero tener los pies en la tierra para andar con mi hermano que ha perdido la fe, y también  tener el corazón en el cielo que me recuerda que en Ti está mi fe, que he sido salvado por Tu amor. Quiero tener los pies en la tierra para llevar tu amor a donde quieras que vaya y el corazón elevado al cielo que me recuerda que sigo a un Cristo crucificado y que en Él está mi resurrección, Amén.  

Dios te bendiga,

¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!



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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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