Efesios
2, 12-22
Hermanos:
Antes no teníais un Mesías, erais extranjeros a la ciudadanía de Israel y
ajenos a las instituciones portadoras de la promesa. En el mundo no teníais ni
esperanza ni Dios. Ahora, en cambio, estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la
sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos.
Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con
su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus
mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un
solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo
cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia
de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos
y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
Por lo tanto, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de
los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el
cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo
Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va
levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros
os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el
Espíritu.
Palabra de Dios
El día de ayer miraba con tristeza lo que sucedió en las dos iglesias de Chile.
El odio de algunos por la Iglesia católica ha llegado hasta el punto de quemar
las iglesias católicas. Un grafiti que decía muerte al nazareno fue algo
que me dolió profundamente tal profanación.
Uno de los mensajes que nos decía el Padre John Mario Montoya sacerdote Eudista
el día de ayer es que tenemos que estar unidos los católicos. Dentro de la
misma iglesia católica hay divisiones, unos extremadamente conservadores llegando
hasta criticar al Papa Francisco. Es inconcebible que dentro de nuestra propia
iglesia católica se de la división, las contiendas, la crítica, el juzgamiento.
Pablo en la primera lectura nos habló de un "muro" que separaba a
"los dos pueblos." Ahora, sin embargo, el mismo apóstol dice que el
muro ha sido derribado y que el que lo ha logrado, el que ha vencido al odio y
traído la paz, se llama Jesucristo. Pero ello tuvo un precio.
El precio de la paz fue el sacrificio de Cristo. Pablo lo describe gráficamente
diciendo que Cristo derribó el muro "con su carne." Derribar un muro
con la propia carne es destrozar la propia carne, y eso es exactamente lo que
ha hecho Nuestro Señor. El lugar de la paz no es la mesa de negociación entre
intereses humanos sino la mesa del altar y del sacrificio. No se alcanza la paz
mirándonos unos a otros sino mirando juntos hacia la Cruz que denuncia todas
nuestras miserias y también las sana.
Pidámosle al buen Dios que nos ayude a permanecer fieles a Él, y que todos
juntos mirando hacia la cruz reconozcamos todas nuestras miserias y que Él nos
sane de todo aquello que nos divide.
Salmo 84 " Dios anuncia la paz a su pueblo "
Lucas 12, 35-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Tened ceñida la cintura y
encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor
vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a
quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá,
los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.
Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos
ellos.»
Palabra del Señor
Hoy el evangelio nos pide que estemos vigilantes, que estemos despiertos, pero
esta vigilancia no es para ver que hace y que deja de hacer mi vecino sino más
bien que está pasando dentro de mí, que está creciendo en mi corazón.
Pregúntate… ¿Cómo te sientes en cada eucaristía celebrada, vez algún cambio en
ti? Escuchas con detenimiento lo que dice el padre, la homilía y la Palabra de
Dios que es pronunciada hace algún efecto en ti o más bien recuerdas esas
palabras como si fueran historietas de un cuento? Permites que la palabra de
Dios te cuestione, que corrija, te talle o más bien piensas que estas palabras
son para el vecino y no para mi? Estar en vela es confrontarse con lo que me
dice Dios y que es lo que yo estoy haciendo. Cuantas visitas al santísimo he
aplazado, cuantas visitas a ese familiar enfermo he pospuesto, cuantos perdones
he aplazado sacando tontas justificaciones, cuanto amor he negado y me lo he
dejado para mi o solo para aquellos a quienes pienso que se lo merecen, cuantos
besos y abrazos he negado dar, cuantas misas he dejado pasar, cuantas veces he
pospuesto el sacramento de la confesión. ¿Cuántas cosas hemos dejado pasar?
Una de las frases de Santa Teresita del Niño Jesus que me encanta es “ Quiero
pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra “. Eso es lo que espera Cristo de
nosotros. Tener ceñida la cintura es permanecer fieles a Cristo a pesar
de las incomprensiones. Tener encendida la lámpara es estar unido a Él para que
permanezca en nosotros la Fe, la esperanza y el amor. Esta en guarda es
hacer lo que Él nos pide, o como dice la Santa “ Pasar mi cielo haciendo el
bien en la tierra “. ¿Estás dispuesto hacerlo?
Jesus, en Ti yo alcanzo la paz porque Tu eres el signo de la paz al
vencer el odio a través de la cruz que es salvación para todos nosotros.
Hoy me pides que cuando miramos juntos hacia la Cruz se revelan todas
nuestras miserias y acercándonos hacia ti nuestras heridas quedan sanadas con
tu poder. Dame la gracia Señor de permanecer fiel a ti, que se derrumbe el muro
de las divisiones, que no aplace todo el bien que puedo hacer, que no aplace
los perdones que tu me pides que de, que no aplace el amor, el abrazo, la
alegría, el compartir, participar en la eucaristía como también que no aplace
mi conversión. Ayúdame a vigilar mi corazón, que en el solo crezca tu amor
hacia ti y hacia mis hermanos para poder decir como Santa Teresita del Niño
Jesús “ Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra “, Amén.
Dios te bendiga,
¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!
--
† Que
la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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