viernes, 9 de octubre de 2020

Los prejuicios nos daña la Fe, la relación con Dios y con nuestros hermanos.



Gálatas 3, 7-14
Hermanos:Comprended de una vez que hijos de Abrahán son los hombres de fe.
Además, la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, le adelantó a Abrahán la buena noticia: «Por ti serán benditas todas las naciones.»
Es! que son los hombres de fe los que reciben la bendición con Abrahán, el fiel.
En cambio, los que se apoyan en la observancia de la ley tienen encima una maldición, porque dice la Escritura:
«Maldito el que no cumple todo lo escrito en el libro de la ley.»
Que en base a la ley nadie se justifica ante Dios es evidente, porque lo que está dicho es que «el justo vivirá por su fe», y la ley no arranca de la fe, sino que «el que la cumple vivirá por ella.»
Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros un maldito, porque dice la Escritura:
«Maldito todo el que cuelga de un árbol.»
Esto sucedió para que, por medio de Jesucristo, la bendición de Abrahán alcanzase a los gentiles, y por la fe recibiéramos el Espíritu prometido.
Palabra de Dios


Salmo 110 " El Señor recuerda siempre su alianza"

Lucas 11, 15-26
En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:
-«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.»
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo:
-«Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.
Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice:
"Volveré a la casa de donde salí."
Al volver, se la encuentra barrida y arreglada.
Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí.
Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.»
Palabra del Señor


La primera lectura nos habla de lo importante que es la Fe. Recordemos que los gálatas confundidos por la llegada de otros predicadores posteriores a la evangelización que había hecho Pablo, empieza a creer que su fe estaba incompleta si no empezaban a obedecer la Ley de Moisés. Por ejemplo la Ley de Moisés se centraba mucho en las prácticas exteriores entre ellas la circuncisión. Es por eso que Pablo utiliza un tono fuerte en su exhortación de solo pensar que el mensaje central de su enseñanza está por perderse. Y tomando el tema por su raíz misma, se remonta hasta Abrahán. Si todo el orgullo de los predicadores que le hacen la competencia a Pablo es lograr que los gálatas se circunciden para que así empiecen a ser "hijos de Abrahán," pues entonces examinemos qué es ser hijo de Abrahán. Nacer de Abrahán es tener la vida que él tuvo, pues un hijo recibe vida de su padre. Y lo que le dio vida a Abrahán, lo único que lo salvó de la esterilidad y con ello de una vida absurda, fue la fe. Tener la vida de Abrahán es vivir de fe como vivió Abrahán.

Las lecturas de esta semana llegan a un mismo mensaje, cuidar la fe recibida, tener cuidado con aquellas personas que quieren deformar la Fe, Cristo murió en la Cruz y por Gracia somos salvados porque es el Espíritu Santo quien hace posible que transforme nuestra vida.

Tomando de los escritos del primer conmonitorio de san Vicente de Lerins, presbítero:
 “ Si el progreso de los conocimientos religiosos trae un auténtico progreso a la fe, esto debe ser bien recibida porque en vez de un retroceso en la fe lo que hay es un progreso en la misma fe. Y es que lo propio del progreso es que la misma cosas que progresa crezca y aumente, mientras lo característico del cambio es que la cosa que se muda se convierta en algo totalmente distinto. Por eso es conveniente por tanto que a través de todos los tiempos y de todas las edades, crezca y progrese la inteligencia, la ciencia, y la sabiduría de cada una de las personas y del conjunto de los hombres, tanto por parte de la Iglesia entera, como por parte de cada uno de sus miembros”.

En el evangelio vamos a ver cómo los prejuicios hacen tanto daño que nos enceguecen. Si en la primera lectura notamos que los predicadores que le hacen competencia a Pablo están llenos de prejuicios y en el evangelio notamos como Jesús es criticado por algunos a pesar de que está haciendo el bien porque los fariseos piensan que todo lo que Jesus hace es por obra del poder de Belzebú. El problema de los prejuicios es que nos incapacita ver la gracia o el regalo que Dios nos quiere dar. Los fariseos veían a Jesus como un enemigo de la propuesta que ellos traían. Para los fariseos el único camino válido era la observancia estricta de la ley de Moises. Ellos pensaban que solo quienes volvían a la ley de Moises podrían llegar al Reino de Dios.  

 Jesus nos enseña que no es producto del esfuerzo y la voluntad para cumplir con la ley de Moises, sino que se necesita la gracia del Espíritu Santo para que sea posible una transformación en el ser humano. Además, los fariseos al ser tan rigurosos con la ley entonces se pierde la misericordia porque anteponen la ley por encima de la misericordia.    

Pidámosle al Señor que nos ayude a no tener un corazón dividido sino que nos acerquemos a Él para que al tener un corazón unido al de Él no haya cabida para que el mal siembre en nosotros la duda, el miedo, la división, la crítica, la intriga, la mala interpretación todo aquello que destruye. Que sea el mismo Cristo liberándonos para que podamos descubrir el bien que hay en otras personas quienes lo hacen en Su Nombre. No permitamos que por diferencias, o porque no nos caiga bien la otra persona o por causa de heridas no sanadas por el pasado seamos nosotros un obstáculo para los que hacen el bien. Que el Señor por su misericordia nos libere de nuestras cárceles, abra nuestros pensamiento, nos libere de nuestros prejuicios y nos vuelve a dar claridad a nuestra vida, que Él nos deje experimentar Su Luz, Amen.

Dios te bendiga,
¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!



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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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