miércoles, 2 de diciembre de 2020

Nuestro hambre solo puede ser saciado por Dios

Isaías 25,6-10a

Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. -Lo ha dicho el Señor-. Aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte."
Palabra de Dios


Salmo 22 "Habitaré en la casa del Señor por años sin término"

Mateo 15,29-37
En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino." Los discípulos le preguntaron: "¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?" Jesús les preguntó: "¿Cuántos panes tenéis?" Ellos contestaron: "Siete y unos pocos peces." Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas.
Palabradel Señor


Ayer decíamos que la Navidad tiene su significado y su valor es el adviento; y es que el Adviento nos lleva aumentar el amor por Cristo al reconocer que Él quiere venir a nuestro encuentro para sanarnos y fortalecernos.

Pero cómo hacer crecer el amor por Cristo en nuestra vida? Muchos hemos caído en la tibieza. Esa pereza y tibieza espiritual se manifiesta de muchas maneras, por ejemplo poco interés por las cosas de Dios, poca generosidad, tanto bien por hacer y tantos servicios para prestar y nos hacemos los desentendidos. A veces somos lentos, indiferentes, desinteresados, medio incrédulos, individualistas, egoístas y poco generosos. A veces necesitamos ser movidos hacia el amor de Cristo, ese deseo que Él viva en nosotros. Recordemos las palabras de Pablo “ No soy yo quien vive sino Cristo quien vive en mi “. Solo una persona puede decir esto cuando está llena de Dios, tiene fe, esperanza y caridad.

Algunos nos ha sucedido que cuando estamos enfermos no nos provoca comer, como me dice mi mama “ si el enfermo no come está grave “. Entonces cómo podemos recuperar esa hambre de Dios, esa hambre de Cristo? ¿Cómo volver a tener ese apetito por las cosas de Dios? Para eso nos ayuda el Adviento porque Cristo es quien hace realidad la sanación. Dios nos había prometido a través de los profetas el Mesías, en Isaias nos dice  “ El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros “, el tiempo de dolor se termina porque llega la sanación. La promesa de Dios se cumple con Cristo.

También Cristo es quien multiplica con abundancia el alimento y hace posible el banquete. Cristo llega a nuestra vida para sanar y fortalecer, Él sana nuestra vida y fortalece nuestra fe.  Cuando nosotros vemos estas obras de Cristo y reconocemos lo que Él puede hacer entonces se despierta en nosotros ese hambre y ese deseo de Dios. Cuando se nos abre el hambre de Dios queremos tener a Dios más cerca y nos ponemos en movimiento hacia El.  Eso es el adviento, es salir al encuentro de un Dios vivo que ha querido venir a encontrarnos.Este encuentro tiene dos finalidades, consolarnos y alimentarnos.

El Señor viene a consolarnos y alimentarnos. Consolar es como quitar las huellas del mal y alimentar es implantar el reinado del bien. Dios nos quiere quitar aquello que nos ha hecho daño y trae aquello que nos hace bien, eso es lo que Dios quiere hacer en tu corazón.  Y si miramos el evangelio eso es lo que Dios hace a través de Cristo.  En varios pasajes de la Biblia vemos a  un Cristo sanando, limpiando, curando las heridas y luego alimentandolos con sus bienes de sabiduría, con el torrente de sus milagros, con su amor. En este tiempo de Adviento pidamosle al Señor “ Ven a mi vida “, arranca los males que aún tengo e implanta en mi tu reinado.  

Mi amado Jesús, mi vida está agrietada y es ahí donde te pido que entres para que pueda alcanzar tu gracia que me ofreces. Despierta mi hambre por las cosas de Dios, dame la gracia en este adviento de reconocer que tu quieres transformar mi tristeza en alegría, Tu enjugaras mis lágrimas porque el tiempo de dolor termina cuando soy sanado por ti. En Adviento tú sales a mi encuentro y no quiero dejar pasar esta oportunidad para poder encontrarme con un Dios vivo que ha querido venir a encontrarse conmigo. Este encuentro es para consolarnos y alimentarnos. Consolar es quitar y alimentar es implantar, entonces por tu misericordia quitame las huellas del mal e implanta en mi corazón el reinado del bien, para que así Tu puedas habitar en la morada de mi corazón, Amén.  

Dios te bendiga,

¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!



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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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