miércoles, 28 de julio de 2021

Descubre cómo Dios está en tu vida.

                                     

Descubre cómo Dios está en tu vida.


Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo 34,29-35:
Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas del Testimonio en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, por haber hablado con el Señor. Aarón y todos los hijos de Israel vieron a Moisés con la piel de la cara radiante, y no se atrevieron a acercarse a él.
Pero Moisés los llamó, Aarón y los jefes de la comunidad se acercaron a él, y Moisés habló con ellos.
Después se acercaron todos los hijos de Israel, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le habla dado en la montaña del Sinaí.
Cuando terminó de hablar con ellos, se cubrió la cara con un velo.
Siempre que Moisés entraba ante el Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Al salir, comunicaba a los hijos de Israel lo que le había mandado. Ellos veían la piel de la cara de Moisés radiante, y Moisés se cubría de nuevo la cara con el velo, hasta que volvía a hablar con Dios.
Palabra de Dios


Salmo  98, 5. 6. 7. 9 R/. ¡Santo eres, Señor, Dios nuestro!

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,44-46
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra».
Palabra del Señor


A lo largo de la travesía del desierto, Moisés habló muchas veces con Dios desde la tienda del encuentro, como intermediario entre él y el pueblo. Era el modo más común de comunicarse con él durante la mayor parte del recorrido. Pero ese trato singular con el Altísimo dejaba su huella visible en el resplandor del rostro de Moisés. Y los israelitas temían acercarse a él, porque la proximidad con aquella manifestación radiante de la gloria de Dios les parecía una amenaza de muerte (“no puede verme el hombre y seguir viviendo”: Ex 33, 20).

Aquí hay tres enseñanzas, la primera es inconcebible que una persona que dice ser discípulo de Cristo, que se dice que es cristiano y no se le note en su manera de ser. En su corazón aún sigue guardando el enojo, la envidia, el orgullo, el desamor y la falta de perdón. Nuestra relación con Dios se debe de notar y no en prácticas exteriores y desde la religiosidad, debe haber un cambio, una transformación desde adentro para que la gloria de Dios brille en nosotros y a través de nosotros.  

La segunda enseñanza es que Dios no es para solo algunos, sino que es para todos. En Moises por ejemplo nos dice la lectura que Él era el intermediario entre Dios y su pueblo. Nosotros tenemos uno que intercede que es Cristo pero Dios Padre y Dios hijo está cerca y al alcance de todos. A todos nos escucha y nos atiende nuestros ruegos, Él no tiene predilectos.

La tercera enseñanza es buscar la santidad, hay que imitar la santidad de Dios. “ Sed santos, porque yo soy santo” (Lev 19, 2). La santidad no es caminar en la nubes, o ser ermitaños distanciandonos de los demás. Por el contrario, hay que preocuparse y atender las necesidades del prójimo de una manera pronta y haciendo el bien, así como lo hizo Cristo.

En el evangelio, Jesús compara el Reino de los Cielos  con un tesoro escondido y con una perla fina, ambos ejemplos nos muestran que el Reino de Dios no es algo patente, sino más bien oculto a la simple mirada humana, más allá de las apariencias. La de la perla preciosa nos dice que no es frecuente toparse con él, que no hay que identificarlo con cualquier cosa de cierto valor que nos encontremos, que es algo de gran precio que puede sorprendernos en cualquier momento.

El Reino de los cielos no es cualquier cosa, es alguien, es haber encontrado la persona de Jesús en el campo de la vida. Y es tanta la alegría que nos produce el horizonte de sentido que le abre a nuestra existencia ese encuentro con él, que dejamos todo lo que considerábamos importante hasta ese momento. De este modo le damos lugar a la novedad de lo que hemos encontrado, no porque haya que pagar nada por lo que hemos encontrado. Al contrario, es su absoluta gratuidad la que nos lleva a querer venderlo todo para tener espacio donde recibirlo.

Hoy Jesús me invitas a vivir con alegría el poder descubrirte en mi vida porque al encontrarte no me puedo quedar de la misma manera sino hacer camino contigo. Durante el camino me hablaras no solo al oído, sino al corazón buscando que mi corazón de piedra se convierta en carne y provocar en mí un vuelco en la vida, para que yo pueda alcanzar una verdadera conversión. Hoy te pido que me des la gracia de recibir el don de descubrirte y no perder la novedad que Tú traes, porque esa es la mayor riqueza para mi, tenerte. Que por tu misericordia no permitas dejarme seducir por las cosas vanas de este mundo como el poder, el prestigio, el placer. Ayúdame Señor a descubrir cada día la novedad de tu llamada, que como tus discípulos podamos experimentar que nos miras a nuestros ojos y al corazón y me dices: “¡Sígueme!”. Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!--

Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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