Todos somos uno en Cristo
Romanos 12, 5-16ª
" Somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros."
Sal 130,1.2.3 R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 15-24
En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús:
«Bienaventurado el que coma en el reino de Dios!».
Jesús le contestó:
«Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los convidados:
“Venid, que ya está preparado”.
Pero todos a una empezaron a excusarse.
El primero le dijo:
“He comprado un campo y necesito ir a verlo. Dispénsame, por favor”.
Otro dijo:
“He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor”.
Otro dijo:
“Me acabo de casar y, por ello, no puedo ir”.
El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado:
“Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.
El criado dijo:
“Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”.
Entonces el señor dijo al criado:
“Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se llene mi casa.
Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete”».
Palabra del Señor
Nuestra humanidad nos exige ser seres relacionales, y esa relación con los demás nos permite salir de nosotros mismos, de dejar de ser el centro, de vivir en comunidad desde la fraternidad y el perdón como también de descubrir los talentos que tenemos y ponerlos al servicio de los demás. La unidad nos viene de ti Señor, porque Tú nos das la gracia de amarnos los unos a los otros, de vivir la Fe con alegría y esperanza, de permanecer en fidelidad a pesar de las tribulaciones, y ser perseverantes en la oración. Reconocerte que te necesito Señor me permite recordar con humildad que Tu estas por encima de mí para guiarme y protegerme. Reconocer lo que soy me hace consciente en reconocer los dones que tú generosamente me has dado sin merecerlo. Reconocer que mi hermano es parte de mí es saber que me interesa lo que le pase, porque el ejercicio fraterno va más allá de su aprobación o desaprobación; supone ir más allá de lo que él alcanza a ver, no como un ejercicio de poder sino como una obra de la misericordia.
Gracias Señor por no cansarte de tocar la puerta de mi corazón, ayúdame a entender que la conversión es un proceso continuo y siempre tu me invitas a permanecer en este proceso. Ayúdame para que mi voluntad acepte siempre la invitación que tú me haces, una invitación que está llena de amor y misericordia, Amén.
Dios te bendiga,
¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!
†
Que la
paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en
el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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