Jesús sabe del sufrimiento y por lo tanto puede entender a quienes sufren.
Isaías 50, 4-9
El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Salmo 68
" Señor, que tu bondad me escuche en el día de tu favor "
Salmo 68
" Señor, que tu bondad me escuche en el día de tu favor "
Mateo 26, 14-25
" El Hijo del hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregarlo! "
" El Hijo del hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregarlo! "
En este Miércoles Santo, nos hacemos tres preguntas: ¿Quién pleiteará contra mí?, ¿Quién es mi rival?, ¿Quién probará que soy culpable?
Tú Señor fuiste el servidor fiel de Dios porque confiaste plenamente en Él. Este es el llamado que tú nos haces a cada uno de nosotros para que nuestra fe y esperanza sea tan robusta como la tuya. Nuestra vida cristiana es una constante lucha que junto con la mano de Dios no debemos darnos por vencidos. No importa quien peleara contra mí, quizás pueden ser enemigos externos o internos, nuestra atención y lo que importa es entender que la traición es una falta de amor porque le dimos mayor importancia a otras bolsas, la bolsa de la traición por sentimientos o la bolsa de la traición por la codicia del dinero. Así como en nuestra vida aparecen traidores como Judas, quienes nos han causado un profundo dolor en el corazón y han dejado una cicatriz, de la misma manera nosotros hemos tenido el corazón de Judas. No permitas Señor que mi corazón tome el camino de Judas, quien no vigiló la casa interior, quien pretendio servirse de Dios para lograr su plan personal, quien le dio paso a la codicia oportunista y quien se expuso a la tentación.
Al mirarte y contemplarte en la cruz aprendo el valor de la generosidad y de la fidelidad, ambas marcadas por el amor. Quién es mi rival? El rival es todo aquello o quienes generen temor en mi, por eso un corazón que está lleno de ti, echa fuera el temor. Si soy culpable o no, en ambos casos tu Señor sales a mi encuentro para salvarme, si no soy culpable la misma conciencia me dará la tranquilidad en mi obrar, pero si soy culpable entonces tú Señor me perdonas.
Gracias Señor por pasar por el camino del sufrimiento porque solo aquel quien lo ha padecido es capaz de entender al que sufre, gracias porque cuando todos me abandonan Tú permaneces fiel a mi para darme el aliento que necesito para continuar el camino, Amen.
Dios te bendiga,
¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!
†
Que la
paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en
el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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