viernes, 4 de octubre de 2019

Pidámosle al Señor la gracia del amor y del llanto hacia Él porque esas son las lágrimas que cambian nuestra vida.

Baruc 1,15-22
Confesemos que el Señor, nuestro Dios, es justo, y a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los judíos y vecinos de Jerusalén, a nuestros reyes y gobernantes, a nuestros sacerdotes y profetas y a nuestros padres; porque pecamos contra el Señor no haciéndole caso, desobedecimos al Señor, nuestro Dios, no siguiendo los mandatos que el Señor nos había dado. Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres de Egipto hasta hoy, no hemos hecho caso al Señor, nuestro Dios, hemos rehusado obedecerle. Por eso, nos persiguen ahora las desgracias y la maldición con que el Señor conminó a Moisés, su siervo, cuando sacó a nuestros padres de Egipto para darnos una tierra que mana leche y miel. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, que nos hablaba por medio de sus enviados, los profetas; todos seguimos nuestros malos deseos, sirviendo a dioses ajenos y haciendo lo que el Señor, nuestro, Dios reprueba. Palabra de Dios

Salmo 78 " Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre"


Lucas 10,13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús: "¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado."
Palabra de Dios

Recuerdo un sacerdote que decía “ cuando una persona viene hacia mi para que lo confiese yo quisiera hasta arrodillarme ante él, porque es un acto de humildad en querer hacerlo”. Y es que solo las almas grandes son capaces de arrepentirse. Hoy la primera lectura nos invita a aprender a arrepentirnos,como también nos deja saborear un poco de la dulzura de ese sentimiento tan noble y propio del alma que descubre la bondad de Dios y su infinita ternura y poder restaurador. Yo personalmente cuando salgo del confesionario me siento libre, feliz, a veces hasta con los ojos cansados de llorar pero con la alegría de saber que Dios desde su amor me perdona y me invita a no pecar más.
La confesión es una acto liberador y sanador. Si fuéramos más conscientes de este sacramento lo aprovechariamos cada vez más porque el mismo Dios nos lo dejo para que nos acercaramos más hacia El, para qué levantaramos nuestra mirada y nuestro corazón hacia El.

Pidámosle al buen Dios que nos dé la gracia del arrepentimiento porque el que carece esta gracia o este regalo cae en el encierro de sí mismo, en el orgullo y la soberbia.

Es por eso que en el evangelio escuchamos a Jesús decir “ Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida!”. Hoy la primera lectura nos hace esta pregunta…. Cual es el cimiento que estas haciendo a tu alegría?

Cuando vemos que van a construir una casa o un edifico hacen cimientos muy profundos para que haya buenas bases al principio para que después no tengamos la sorpresa de que la estructura se caiga o aparezcan grietas. Por ejemplo cuando vamos a las misas carismáticas, a los retiros espirituales, o participamos en un grupo de oración podemos llegar hasta experimentar alegría pero el cimiento real y profunda de esa alegría debe ser el arrepentimiento sincero. Porque lo digo, porque algunos pueden quedar hasta motivados por haber participado en alguna actividad, pero esa alegría se va yendo poco a poco y esto se da porque no llega al arrepentimiento profundo y sincero que necesitamos tener.
Una alegría profunda y sincera se vive en todo momento a pesar de los días opacos y lluviosos porque tenemos la confianza de que nos esforzamos de agradar y hacer la voluntad de Dios, bien lo decía Santa Teresita del Nino Jesus. “ La alegría y confianza esta en que siempre hago la voluntad de Dios “.

Otro cimiento que debemos tener en cuenta es la alabanza. El cimiento de la alabanza es la conversión. Dependiendo del tamaño de la conversión es el tamaño de la alabanza y el tamaño de la alegría es el tamaño del arrepentimiento. Por eso el que ha bajado hasta su misma miseria reconoce la grandeza de Dios o como también el que conoce la gravedad de sus pecados reconoce la inmensidad del amor de Dios. Es aquí donde es importante la predicación porque la predicación hace la función de un taladro, va perforando, haciendo el hueco o entrando al centro de nuestro ser para que descubramos realmente quienes somos, descubrir nuestras propias raíces.

Cual es el verdadero arrepentimiento? es aquel que toca las fibras de tu alma. Es cuando lloramos no solo por lo que hemos hecho y el dolor que hemos causado a otros sino también por el dolor que le hemos causado al ser amado osea a Cristo nuestro Señor. Pidámosle al Señor que nos dé la gracia del amor y del llanto hacia Él porque esas son las lágrimas que cambian nuestra vida.

Algunas veces podemos actuar de una manera rebelde al decir “ No me digan mas, yo se que tengo que corregirme”. El que tiene esta actitud nunca va a experimentar la grandeza del amor y del perdón de Dios, esa persona solo conoce una ley de Dios y conoce a Dios de lejos. La persona que dice “ yo se que tengo que corregirme “, no conoce a Dios. En cambio la persona que se arrepiente de verdad, el que le pide a Dios que le ayude a llorar sus pecados conoció a Dios y además conoció su amor.

Ambas personas salen a la vida y ambos han cometido faltas. Hay uno que con el arrepentimiento a podido palpar las llagas de Cristo y a podido descubrir su misericordia, el otro sabe que lo único que tiene que hacer es no volverla a embarrar. Ambos van caminando por la vida entonces qué va a pasar con ellos. Demos el caso que Pedro quien fue el que se arrepintió pero no con lagrimeos y dijo “ Yo me arrepiento y ya, no lo vuelvo hacer “. Juan es aquel que se arrepiente y quien descubrió la misericordia. Ahora vamos a ver como Pedro y Juan van a vivir.
Demos el caso que a ambos se les presenta la misma situación. Alguien se le atraviesa mientras están manejando, la actitud de Pedro no va ser paciente porque él no ha experimentado y no conoce la misericordia de Dios. Una persona así solo habla de ellos mismos, es que yo hago, es que yo pienso, se creen que ellos o ellas son mejores que todo el mundo y están seguros que los demás son los que están equivocados, siempre critican al otro, miran al otro con recelo o con sospechas. Ese camino lleva a la amargura, al orgullo, a la soledad, al desprecio, al insulto. Ahora vamos a ver la actitud de Juan en esa misma situación. Como Él a conocido la misericordia no se le olvida que también el a cometido errores, que también él se le ha atravesado a otros en el camino, y es consciente que ha dejado de hacer mucho el bien. El sabe que sus pecados son muchos y que las buenas obras esta muy pobre, como nos lo dice el Padre Pío “ “Comencemos hoy, hermanos a hacer el bien, que hasta ahora no hemos hecho nada”. Por eso cuando a Juan le sucede una cosa como estas entiende, comprende y además ayuda. Su alegría y su paz no son tan frágiles como las de Pedro.

No olvides cuanto más orgullosa sea una persona es más frágil. La persona más orgullosa es la que más fácilmente pierde la paz, la que tiene que disparar juicios y críticas a todo el mundo. La persona orgullosa en vez de revisarse ella misma lo que hace es criticar a los demás, una persona así es amarga y amarga el ambiente. Una persona asi es insoportable hasta para ella misma.

Señor Jesús gracias por este momento de oración que me regalas durante el dia. Cuánto me falta la gracia del arrepentimiento para llegar a una verdadera conversión. Hoy me dices que revise cuáles son los cimientos de mi alegría, estos cimientos solo me lo da un verdadero arrepentimiento. El arrepentimiento de reconocer el dolor que cause a otros y mucho más el dolor que yo te cause a ti, mi amado Señor. Porque el tamaño de mi alegría depende del tamaño de mi arrepentimiento. Dame la gracia de bajar a mi propia miseria para reconocer la grandeza de tu amor y de tu misericordia, Amén. Dios te bendiga, Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!! --
† Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero
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