viernes, 10 de enero de 2020

Jesús nos quiere sanar y no solo nos ofrece una sanación profunda y personal sino también una sanación emocional y social. La sanación es un proceso que toma tiempo.


1 Juan 5,5-13
Queridos hermanos: ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo.
Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios, un testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene dentro el testimonio. Quien no cree a Dios le hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y éste es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
Palabra de Dios


Hoy la primera lectura el apóstol Juan nos dice “Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo”, realmente qué significa esto?

Ayudándome con una de las predicaciones del sacerdote Fray Nelson Medina nos dice “ El Espíritu Santo es la voz de la conciencia, es la voz de Dios que nos habla, El agua es la vida de los sacramentos, es la presencia de Cristo en nuestra vida y la sangre es la Eucaristía, es el sacrificio de amor de Cristo por nosotros “.

Porque es importante estas tres?
Pues bien, el Espíritu Santo es quien nos da el gusto por las cosas de Dios,debemos de ser más conscientes de la acción del Espíritu de Dios en nuestra vida, hay que ponerlo a trabajar más en nosotros y a través de nosotros. Cuántas veces estamos embotados porque escuchamos muchas voces que nos hablan al oído, voces que nos aturden y no nos dejan escuchar el susurro de la voz de Dios. Para eso hay que apartarse de los problemas, de la situación, pedirle al Espíritu Santo que nos ilumine y nos muestre el camino, que es lo que nos quiere mostrar. Un ejercicio práctico y fácil es el examen de conciencia porque esto nos ayuda a revisar si las actitudes que tuvimos en el dia fue desde nuestro ego, o fue para darle Gloria a Dios.

El agua es la vida sacramental, decimos esto porque es la presencia de Cristo en la vida del ser humano. Cristo está presente en cada sacramento y es Él quien nos bautiza, escucha nuestras confesiones y nos perdona, y nos da su cuerpo y sangre en la eucaristía. Cuántos de nosotros hemos sentido esa paz y la alegría después de una buena confesión, en una buena participación en la celebración de la misa. Por eso Cristo está presente en nuestra vida.

La sangre lo vemos en el sacrificio de la eucaristía. El mismo se hace presente para que no solo tomemos el pan de la Palabra de Dios sino además Su cuerpo y Sangre que necesitamos para nuestras almas. En la sangre vemos reflejado lo que trae el pecado, destrucción y muerte, y como Él desde su amor somos redimidos, somos salvados.

Pidámosle al Señor que nos ayude a ser dóciles al don del Espíritu Santo, a que vivamos la vida de los sacramentos y que redescubramos el Cristo que está presente allí y que la sangre derramada por El es su gran amor por cada uno de nosotros.

Salmo 147 " Glorifica al Señor, Jerusalén"

Lucas 5,12-16
Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: "Señor, si quieres puedes limpiarme." Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida le dejó la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: "Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste."
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.
Palabra del Señor


Hoy el evangelio nos muestra la sanación de un leproso. Cuando escuchamos esto algunos solo se quedan con esta sanación exterior o los milagros que Dios continúa haciendo.
 En días pasados les decía que más que la sanación exterior Dios quiere que tu tengas una sanación interior, sanarte de tu lepra que hay en tu corazón, aquello que solo tu y Dios sabe, aquellos que te atormenta, que te indispone, que te entristece.

El Señor desde su sabiduría tiene muchas maneras de llevarnos por el camino de la sanación. En ciertas ocasiones El mismo permite que sucedan situaciones que nos incomodan y es para mostrarnos el barro que tenemos, otras veces cuando ya estamos ante la dificultad por ejemplo una enfermedad terminal, un accidente, cuando hay rupturas afectivas entre otras.

La sanación es un proceso, y como tal toma tiempo porque cuando las heridas fueron profundas y por larga duración, esto no se va sanar de la noche a la mañana. Es ahí donde volvemos a traer lo que nos dice la primera lectura “ dejarnos guiar por el Espíritu de Dios quien nos mostrará que detrás de ese mal viene una bendición”.  Además porque es el Espíritu Santo quien nos muestra las lepras en las que debemos ser sanados.

Cristo se hace presente en nuestra vida y en la vida de nuestros hermanos para que descubramos que es en lo que debemos ser sanos. Demos el caso que tengamos una peladura en el pie y nos invitaron hacer una caminata y cuando llevábamos parte del camino recorrido esa llaga o peladura se lastimo mas y aun decimos “ todo bien, puedo continuar “, te aseguro que si sigues caminando y no te dejas curar la llaga se empeorara.

Jesús quiere sanarte de una manera profunda y personal, Jesús empieza primero con esa sanación personal y luego Él también quiere que alcances una sanación  emocional y social.  Podemos decir que estamos verdaderamente sanos cuando restableces tus relaciones personales. Una sanación a medias es cuando decimos yo estoy sano ante mi y por mi pero esto no es suficiente. Estarás verdaderamente sano cuando puedas conectar de manera sana, constructiva, productiva, positiva con las demás personas.  Ahí tu sanación habrá alcanzado la verdadera fase y eso es lo que Jesús te ofrece.

Señor cada vez me asombras con tu mensaje, con tu bendita Palabra. Dame tu Fe para poder ver lo que yo no puedo ver, que mi mirada no sea de vista sino de confianza en Ti. Hoy me das una clave para poder vencer el mundo y es que crea en ti. Creer en Ti es recordar Tus Palabras antes de ascender a los cielos, “ Les enviaré mi Espíritu Santo”, dame la gracia de creer en Él y dejarme guiar por Él para vivir la vida conforme a Tu Santo Espíritu. Gracias por dejarnos los sacramentos porque Tu te haces presente ahi porque obras a través de ellos y por la sangre derramada por ti en la cruz demostración de un amor al extremo por cada uno de nosotros. Hoy reconozco que la sanación toma tiempo y tiene dos fases, la primera fase es la profunda y personal y la segunda fase es la sanación emocional y social. Cuando alcanzamos esta última podemos decir que verdaderamente estamos sanos porque es poder conectar de manera sana, constructiva, productiva, positiva con las demás personas.  Eso es lo que tú me ofreces Jesús por eso con fe y esperanza tomo el camino de la sanación, Amén.

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo por siempre sea Alabado!!!

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