Apocalipsis 21,9b-14
El ángel me habló así: "Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero." Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.
Palabra de Dios
Salmo 144 " Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado"
Juan 1,45-51
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: "Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret." Natanael le replicó: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le contestó: "Ven y verás." Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y le añadió: "Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."
Palabra del Señor
Hoy nuestra iglesia celebra la fiesta del apóstol San Bartolomé. Que nos quiere enseñar este apóstol es la primera pregunta que nos podemos hacer. San Bartolomé nos enseña que aunque él siendo maestro aceptó ser discípulo. El no fue de aquellos que creyeron saber lo suficiente como para no aprender más.
Desde Mayo comencé en mi trabajo a entrenar al asistente de mi área de Mapping. Y una de las cosas que me da alegría es que en esta etapa de mi vida he redescubierto una vez más las ventajas y bendiciones que se tiene cuando uno no se encierra desde sus conocimientos, desde su orgullo, desde sus ideas, porque quien lo hace está destinado a morir en sí mismo, a encerrarse en sus caprichos y orgullo. Es alcanzar la humildad y sinceridad al reconocer que no todo uno lo sabe, es no sentir temor de decir “ No se!”, o en algunos casos es aceptar con paz que de los demás también se puede aprender. Eso es humildad y todos necesitamos de eso, humildad. San Bartolomé nos enseña que aunque él siendo maestro aceptó ser discípulo.
Bartolomé amaba la sabiduría, porque él era maestro de la ley, y es propio de quien ama la sabiduría ponerla en primer lugar, incluso por encima de sí mismo. Ahora bien, es un hecho que el orgullo trata de que nunca reconozcamos nuestras faltas, pecados o equivocaciones. Sin embargo, quien ama la sabiduría prefiere pasar por tonto o pecador y no teme desdecirse, porque sabe que cada mentira desechada es una verdad conquistada. Bien lo dijo San Augustin que la verdadera sabiduría empieza en aquella frase de profunda humildad "¡Ay de mí, que ni siquiera sé cuánto ignoro!" Aquel que se hace una idea de su propia ignorancia nunca será tan maestro que se le olvide ser discípulo.
En el evangelio notamos que Bartolome tomó una actitud despectiva, recordemos que él era rabino y por eso cuando él dijo "¿De Nazaret puede salir algo bueno?", esta expresión fue fundada únicamente en sus conocimientos humanos. Ahora bien, cuando Felipe le dice "Ven y verás." . Bartolomé no se quedó estático sino que se puso en movimiento hacia donde Jesús con Felipe y en este encuentro con Jesús, Bartolome descubre y reconoce la grandeza de aquel que le saludaba. A Bartolomé no le importó lo que iba a decir iba a contradecir lo que antes había dicho, "Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel!" Un cambio notable que le dejaba en realidad humillado, por lo menos frente a Felipe que había presenciado la primera actitud.
Mi amado Jesús, qué gran enseñanza nos traes con el apóstol Bartolome, enseñanzas para mi vida como que no se alcanza la verdad sin la humildad y que no se llega a la sabiduría sino librándose del pesado fardo del orgullo. Danos la gracia de no encerrarnos en nosotros mismos, en nuestros miedos, egoísmos y en nuestro orgullo. Ayúdanos a salir de ese estado que nos inmoviliza y nos lleva a la muerte. Hoy te pido que me ayudes a que crezca en mí la humildad para descubrir la verdad que hay en mi, y que la sabiduría no está en el cúmulo de conocimientos que pretenden dar por entendido que te conozco sino que la sabiduría está cuando tengo esa experiencia personal contigo, donde tu me hablas y yo te escucho, Amen.
Dios te bendiga,
¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!
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† Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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