lunes, 31 de agosto de 2020

“Que nuestra sabiduría no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”




1 Corintios 2, 1-5
Yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Palabra de Dios


Salmo 118 " ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!"

Lucas 4, 16-30
En aquel tiempo fue Jesús a Nazaret, donde se había criado; entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desarrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor". Y, enrollando el libro, lo devolvió al que lo ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: "¿No es éste el hijo de José?" Y les dijo: "Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí, en tu tierra, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm". Y añadió: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio". Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Palabra del Señor


El centro de nuestra fe es la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Algunos solo quedan en el sufrimiento, en el dolor, y no llegan a la resurrección, otros le hacen culto a la muerte y otros solo se quedan viviendo en la resurrección. Hay que pasar por los tres estados, pasión, muerte y resurrección, así como Cristo. Pero realmente cómo podemos entender esto? ¿Cómo esto nos ayuda en nuestra fe cristiana?

El momento de la pasión es reconocer el sufrimiento que es causado por nuestros apegos, nuestra desobediencia y por el pecado de los demás. Por ejemplo el mal genio, la tristeza, el desánimo, los miedos. El momento de la muerte es entregar todo eso a Cristo y dejarlo en la cruz. Es reconocer nuestras limitaciones y pedir ayuda a Cristo, quien es quien salva, sana y libera. Cuando reconocemos que es lo que nos hace sufrir y nos ponemos en movimiento hacia la cruz hay que entregárselo a Cristo para que sea Él quien nos transforme con la fuerza de su Espíritu Santo; porque recuerda en el momento que el soldado le lanza la espada en su costado a Cristo sale agua y sangre como signo de Su Espíritu Santo, ese Espíritu nos baña, nos sumerge en Su amor dándonos una nueva vida. Ahí es donde comenzamos a vivir como resucitados.      

El apóstol Pablo destaca dos actitudes que todo cristiano debe tener, la humildad y apoyarse en el don del Espíritu Santo. La comunidad cristiana debe pasar por este camino la humildad y dejarse guiar por el Espíritu Santo para poder vivir lo mismo que padeció Cristo, la pasión, la muerte y la resurrección. No creas en aquella religión que solo vive el sufrimiento, que le hace culto al dolor, al miedo y a la muerte. Pero tampoco creas aquellas ideologías que dicen que todo está bien, que se escandalizan con la cruz. Si somos de Cristo, padeceremos, moriremos y resucitaremos como Cristo. Pero recuerda siempre que Cristo no solo se quedó en la pasión, o se quedó solo en la parte de la película cómo fue la muerte, sino que la escena completa es Su resurrección.
Porque Pablo termina diciendo “ Para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios?”. El Espíritu Santo es el instrumento utilizado por Dios que es perfectamente consciente y nos muestra nuestra propia debilidad como también la grandeza, hermosura y oportunidad de la palabra que anuncia.

Hoy el evangelio Jesús dice “ El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista”.
Jesus reconoce que El ha venido a una misión y la misión es llevar la Buena Noticia. Pero antes de eso afirma “ El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido “. Osea Él viene porque El mismo Espíritu de Dios está sobre Él, lo ha ungido. Aquí tenemos que resaltar la importancia de la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas. Ahora ....¿Cuál es la misión de Cristo? llevar la Buena Noticia y es Buena noticia porque libera a los cautivos y recobra la vista a los ciegos. Pero solo quien se siente pobre, cautivo, oprimido o se siente ciego es capaz de aceptar el mensaje de Cristo para su vida porque descubre que Cristo viene para Él.  El problema es que no nos sentimos pobres porque el orgullo no nos deja vernos a nosotros mismos, no nos sentimos cautivos porque creemos que las cosas y los sentimientos las manejamos, que tenemos todo bajo control sin reconocer que ellas nos manejen a nosotros. No nos sentimos oprimidos porque nos negamos de la realidad que estamos viviendo y no nos sentimos ciegos porque es más fácil echarle la culpa a los demás que reconocer tu ceguera. Cuando descubro esa puerta que es la pobreza que hay en mi vida, entonces soy capaz de abrir esa puerta para que Cristo entre, de lo contrario esta puerta continuara cerrada. Jesus dice “ Yo he venido a dar libertad a los cautivos “. Jesús abre las puertas de mis necesidades para que nos acerquemos a Él con la esperanza que en Él voy a encontrar la libertad que tanto estoy buscando y necesitando.  

Mi amado Jesús, Tú quieres entrar en mi vida y es por eso que desde tu misericordia me haces ver la pobreza que tengo en mi corazón. Pero qué difícil es reconocer la pobreza que hay en mi. Que difícil es aceptar que tengo mucho conocimiento y que a la vez me desconozco, porque mi mundo es un laberinto que me da temor de recorrer porque no quiero reconocer los lunares de mi vida. Me siento cautivo y prisionero de mis ideas, de mis caprichos, de una religiosidad que solo es de prácticas pero que no generan cambios en mi vida, prisionero de mis miedos, de mis inseguridades y porqué no de mi orgullo y autosuficiencia.   Cuantas veces me reprimo de mis sentimientos porque no quiero ser vulnerable a las situaciones. Reprimo mis planes, mis sueños y hasta expresar sentimientos con palabras como “ te extraño y te amo”. Como soy de ciego al no reconocerte cuando Tu pasas en mi vida a través de situaciones o de personas. Hoy te pido que seas bendición para mis ojos para apreciar tu presencia y reconocer que allí estás tú, dame la gracia de la humildad para acercarme a ti, porque al pobre, al cautivo, al ciego y al oprimido tú has venido y yo soy uno de ellos, Amen.  

Dios te bendiga,

¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!
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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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