martes, 4 de agosto de 2020

En las tormentas de nuestra vida hay uno quien siempre nos rescata si le clamamos, ese es Cristo!



Jeremías 30, 1-2. 12-15. 18-22
Palabra que Jeremías recibió del Señor: "Así dice el Señor, Dios de Israel: "Escribe en un libro todas las palabras que he dicho. Porque así dice el Señor: "Tu fractura es incurable, tu herida está enconada; no hay remedio para tu llaga, no hay medicinas que te cierren la herida. Tus amigos te olvidaron, ya no te buscan, porque te alcanzó el golpe enemigo, un cruel escarmiento, por el número de tus crímenes, por la muchedumbre de tus pecados.
¿Por qué gritas por tu herida? Tu llaga es incurable; por el número de tus crímenes, por la muchedumbre de tus pecados, te he tratado así." Así dice el Señor: "Yo cambiaré la suerte de las tiendas de Jacob, me compadeceré de sus moradas; sobre sus ruinas será reconstruida la ciudad, su palacio se asentará en su puesto. De ella saldrán alabanzas y gritos de alegría.
Los multiplicaré, y no disminuirán; los honraré, y no serán despreciados. Serán sus hijos como en otro tiempo, la asamblea será estable en mi presencia. Castigaré a sus opresores. Saldrá de ella un príncipe, su señor saldrá de en medio de ella; me lo acercaré y se llegará a mí, pues, ¿quién, si no, se atrevería a acercarse a mí? -oráculo del Señor-. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.""
Palabra de Dios


Será que a veces merecemos castigos? Será que Dios nos castiga?

Hay una verdad y es que Dios es justo y al ser justo El no va permitir la injusticia. Pero también hay una verdad y es que el ser humano es libre, libre para tomar decisiones, y cada decisión tendrá una consecuencia, esta consecuencia puede ser buena o no tan buena. Así es que cuando tomamos decisiones sin contar con Dios, ten la seguridad que esa consecuencia va traer dolor y sufrimiento para tu vida. Para algunos esto lo asocian como un castigo, pero la realidad fue la suma de tus errores. Ahora bien, ese “ castigo “, causado por nuestras malas decisiones, el mismo Dios nos ofrece un regalo inmerecido, su consuelo.

Así pues qué podríamos decir, de un castigo merecido y de un regalo inmerecido. Digamos que lo primero lo podríamos entender, porque se relaciona con la justicia; pero ¿cómo entender que Dios nos da un regalo? un regalo inmerecido?
San Agustín dijo una vez: la ley se dio para que descubriéramos que necesitábamos la gracia. Con el término "ley" se alude aquí a todo lo que nos ha llevado a conocernos y sobre todo a descubrir nuestros límites; sólo así descubrimos después que somos salvados por gracia, es decir, como un regalo y no como premio merecido por nuestro buen obrar.

Algunas personas caen en el error que la salvación depende de nuestro obrar. Entonces ponen todo su esfuerzo en ellos mismos y terminan pensando que todo lo que ellos están haciendo es lo correcto de esta manera se cierran en ellos mismos y sin darle la oportunidad a la gracia que Dios les ofrece. Es por eso tan común que algunos no vean la necesidad de irse a confesar con un sacerdote. Ellos piensan que no tiene nada de qué confesarse. El que piensa así, no se conoce ni en lo fondo, ni en lo ancho, ni en lo profundo.

Dios desde su misericordia se revela o nos muestra la realidad para que aprendamos que es lo que merecemos, la condenación. De esta manera aprendemos a valorar lo que no merecemos que es la salvación.

Salmo 101 " El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria"

Mateo 14, 22-36
Después que sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaron a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento les era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: "¡Animo, soy yo, no tengáis miedo! Pedro le contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua". El le dijo: "Ven". Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor, sálvame". En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?
En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios". Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron curados.
Palabra del Señor


Una buena descripción de la fe es la que trae en el evangelio de hoy, La Fe es como caminar sobre el agua. No por propia fuerza, así se tratara de la fuerza de la mente, sino por virtud de esa mirada sostenida en los ojos de Jesús y por vigor de su palabra que nos llama a avanzar hacia él.

Cuantas veces cuando estamos en momentos difíciles, y escuchamos esa voz que nos anima al decirnos “ Hágale, usted puede, no temas, continua”, y esa palabra de ánimo nos ayudó a salir de la crisis en la que estábamos. Si esas palabras que vienen de nuestra familia, y de amigos nos da ánimo para seguir adelante, te has puesto a pensar que será capaz la voz de Cristo?
La voz de Cristo tiene el poder de animarnos, de rescatrarnos, de levantarnos, de impulsarnos, de que volvamos a tener confianza en nosotros mismos, su voz es tan fuerte que es capaz de guiarnos en medio del lago y de la tormenta.  

Pidámosle al Señor que nos ayude asumir las crisis de nuestra vida con paciencia siendo conscientes que tomará tiempo para resolver el problema, salir de esa crisis por la que te estás enfrentando. Ese tiempo nos ejercitara el valor de la humildad, si tienes actitudes orgullosas tomará más tiempo en descubrir que necesitas ayuda. El humilde reconoce sus limitaciones y se da cuenta que la única opción que tiene es tomar a Cristo como salvador.  

Mi amado Jesús, estoy en medio de una tormenta, una tormenta que trata de ahogarme, y por mas que quiera salir de ella, no soy capaz. Me siento cansado, sin fuerzas, agotado, he perdido hasta la esperanza y por eso te pido que me ayudes y salgas a mi rescate porque me estoy hundiendo, hundiendo en el desespero, en el dolor, en la tristeza, en el desánimo, en las dudas. Por más que escucho tus promesas, no se que me pasa. Porque aparecen tantas dudas? porque a veces me cuesta escuchar tu voz Señor?  por eso Mi Jesús mírame con ojos de misericordia y te pido que “ Aumenta mi Fe en Ti” para que pueda asumir las cosas duras que trae la vida con un espíritu de esperanza al descubrir que detrás de esa dificultad hay una gran bendición allí, como también regalame un espíritu de gratitud para que cuando vengan cosas buenas para mi vida, Amen.

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!


--

Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

Encuentranos en : www.catolicosregina.com

Siguenos en facebook  https://facebook.com/orandoyviviendo/ 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios.

  Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios. Primera lectura Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a ...