jueves, 6 de agosto de 2020

La transfiguracion del Senor la necesitamos que ocurra una vez en nuestra vida

La transfiguración del Señor la necesitamos que ocurra un avez en nuestra vida.

Daniel 7,9-10.13-14
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Palabra de Dios


Salmo 96 " El Señor reina, altísimo sobre la tierra "

2 Pedro 1,16-19
Queridos hermanos: Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: "Éste es mi Hijo amado, mi predilecto." Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada. Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones.
Palabra de Dios


Mateo 17,1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo." Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: "Levantaos, no temáis." Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos."
Palabra del Señor


Porque digo que necesitamos que la transfiguración del Señor nos ocurra un avez en nuestra vida?

Hace algunos días me llamó la atención al padre Fray Alejandro Tobón quien explica la importancia de la comunión espiritual con Cristo. Somos seres espirituales como también seres carnales. Depende de lo que nosotros más alimentemos nos definirá si nos domina la carnalidad o si nos esforzamos para la vida espiritual, entonces  seremos más espirituales. Santa Teresa de Jesús nos dice que para llegar a la comunión espiritual con Cristo necesitamos la oración y para ella hay cuatro estados de oración, hoy solo tomaremos los dos primeros grados de la oración.

Si queremos tener una comunión espiritual con Cristo el único camino es la oración. Ahora bien, se preguntarán qué relación tiene el evangelio, la transfiguración del Señor,  con la comunión espiritual? Mucho que ver y vamos a ver el porqué.

El primer estado de la oración la Santa lo define como cuando encontramos un pozo de agua,  sabemos que en el fondo del pozo hay agua, pero tenemos que tomar una cuerda y un balde para sacar el agua. Esto significa que necesitamos hacer un esfuerzo de parte de nosotros. Nos podemos ayudar con devociones, con jaculatorias, con música de ambientación, con una vela, con una imagen, tomando una parte del evangelio y ponerlo en primera persona, leer los salmos y ajustarlo a la experiencia personal. Así descubriremos cómo Dios nos habla en su Palabra, descubrir su presencia en cosas tan sencillas como un amanecer, en el aire, en el canto de los pájaros, en la creación, cuando te encuentras con un amigo. Por eso no podemos desesperarnos si no sentimos nada, todo toma tiempo. No es mirar el tiempo, más bien disfrutar ese momento que tenemos con el Señor y dejar que fluyan las emociones.  

 El segundo grado de la oración es cuando la persona ve en sí con certeza que estuvo el Señor con ella porque va creciendo en virtudes. Esto es, empieza a perder la codicia de las cosas de este mundo, empieza a desear tener más tiempo con el amado buscando la soledad porque quiere gozar más de aquel bien, y el Señor va encendiendo en el alma el verdadero amor suyo. El alma siente en sí que la oración es el principio de todos los bienes y por nada querría dejarla.  Ayúdate por ejemplo con una imagen de Cristo, y utiliza tu mente y traelo y siéntalo al frente tuyo. Hablale como si le estuvieras hablando con un amigo. Cuando vas para el trabajo, o si estás en casa, hablale. Siente que Él te acompaña en todo momento y te habla, El te dice que debes y que no debes de hacer.

 Ahora bien, Qué les sucedió a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan cuando Jesús lo llevó aparte a una montaña alta?  Dice la lectura que Jesús se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Podemos deducir que a ellos lo que les sucedió fue que tuvieron una experiencia profunda con Jesús. Jesús los lleva a la montaña como símbolo para que se aparten de lo que les acongoja, lo que te preocupa,  lo que les roba su paz. Estar en la montaña con Jesús es como estar frente al sagrario, donde El me mira y yo lo miro, donde no hay distancia entre El y tu, porque solo una mirada es suficiente. Cuando permites tener esas sensaciones, esa experiencia de Jesús en tu vida, cuando te sientes amado por la misma fuente de amor, te das cuenta que ese es el amor que trae el verdadero sentido a tu vida.
Es por eso que digo que la experiencia de transfiguración de nuestro Señor lo deberíamos de tener aunque sea una vez en la vida, porque cuando Jesús entra a tu vida, Él la transforma de tal manera que el mismo Dios puede decir “ Este es mi hijo o mi hija amada a quien me complazco”, lo que significa que tu y yo complacemos a Dios en todo lo que hacemos. Y es que cuando nos acercamos al mismo Cristo y dejamos que Él obre en nosotros entonces lo estamos glorificando con nuestro actuar. De esta manera daremos testimonio que Dios existe y que Cristo es el hijo de Dios.

Mi amado Jesús, hoy me invitas a que suba a la montaña para para apartarme y dejar a una lado mis preocupaciones, mis tristezas, mis seguridades, mis angustias. Como me cuesta hacerlo porque significa soltar. Ayudame a poder soltar todo aquello que me limita, que me pesa, que no me deja avanzar. Lo necesito hacer para poder tomar tu mano y caminar a donde tu me quieres llevar. El lugar donde me llevas me abre los ojos para ver con claridad tus maravillas y confirmar la fe que tengo. Dame la gracia Jesús de acoger tu llamado, de subir a la montaña y tomar el tiempo para estar a solas contigo. Amen.

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!--

Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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