martes, 24 de noviembre de 2020

Dependiendo de tu siembra será tu cosecha, tus actos siempre traen consecuencias!!!

 Apocalipsis 14, 14-19

Yo, Juan, miré y en la visión apareció una nube blanca; estaba sentado encima uno con aspecto de hombre, llevando en la cabeza una corona de oro y en la mano una hoz afilada. Del santuario salió otro ángel y gritó fuerte al que estaba sentado en la nube: "Arrima tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega, pues la mies de la tierra está más que madura." Y el que estaba sentado encima de la nube acercó su hoz a la tierra y la segó.
Otro ángel salió del santuario celeste llevando él también una hoz afilada. Del altar salió otro, el ángel que tiene poder sobre el fuego, y le gritó fuerte al de la hoz afilada: "Arrima tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque las uvas están en sazón."
El ángel acercó su hoz a la tierra y vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar del furor de Dios. Pisotearon el lagar fuera de la ciudad, y del lagar corrió tanta sangre, que subió hasta los bocados de los caballos en un radio de sesenta leguas.
Palabra de Dios


Salmo 95 " El Señor llega a regir la tierra "

Lucas 21, 5-11
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?"
Él contestó: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca", no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."
Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Palabra del Señor


Recordemos que estamos en el final del tiempo litúrgico y es por eso que estamos leyendo el libro del Apocalipsis. Decíamos que el apocalipsis es un libro cargado de esperanza porque tiene dos mensajes, el reinado de Dios y además que nuestra vida no se acaba aquí. Para nuestra fe es esencial una afirmación: la historia avanza. En nuestros días y en nuestra propia vida hay algo que está madurando. Llegará la cosecha. Es por eso que el Apocalipsis anuncia la llegada de la cosecha. Es el tiempo de la verdad; el tiempo para ver, no las hojas de las palabras, sino los frutos de las obras, según la expresión de Santa Catalina de Siena. La verdad aparece, todo engaño queda atrás, ninguna disculpa, ninguna retórica, ninguna publicidad es necesaria ni es posible: el trigo ha madurado.

La lectura nos dice “ cosecha de trigo y cosecha de uvas “. Si Israel fue llamada "viña de Dios" (Is 5,1ss; Mt 21,33ss), es porque hay un fruto que se espera. Una cosecha que se vuelve vino de fiesta. La imagen vigorosa de la hechura del vino nos impacta: hay que despedazar las uvas, exprimirlas, sacar su sangre, para que en esa sangre aparezca la verdad de la cosecha. Sólo en la sangre de las uvas se sabe qué había en la viña. Así como en la lectura nos habla que el pueblo de Dios ha de prepararse a ser oprimido y vejado como esas uvas, nosotros también tenemos que pasar por lo mismo. Siempre hemos dicho que seguir a Cristo es muy fácil cuando todo está saliendo bien. Seguir a Cristo cuando se padece una enfermedad, un dolor, persecución, calamidades, no es nada fácil. Pero este proceso es necesario que lo vivamos, ser triturados por todas estas tocas para que aparezca la verdad más profunda en nosotros.

En el evangelio se anuncia otra devastación comparable, el hermoso templo reconstruido con tanto esfuerzo no quedará piedra sobre piedra. Jesus se está refiriendo a nuestro templo, porque nosotros somos el templo donde habita el Espíritu Santo. Pero cómo entender esta lectura?

Una canción de Alex Campos “ Al taller del Maestro “, podría ser una paradoja a lo que quiere decir esta lectura. Nuestro templo tiene que ser martillado por Cristo para que pueda resplandecer o reflejar su rostro en cada uno de nosotros. El martillo que utiliza Cristo es el amor. El amor hace que nuestro corazón de piedra se convierta en corazón de carne. Él con su cincel va tallando poco a poco nuestro egoísmo, el orgullo, la falta de amor y caridad. Cada golpe que El da no es con la intención de lastimarnos sino por el contrario para que vaya saliendo poco a poco la huella que Él mismo nos impregnó en el momento de nacer.  Nosotros por nuestra parte debemos dejar que Él nos triture y pula y para eso se necesita humildad.

Todos sabemos que dependiendo de lo que siembras, tendrás una cosecha. Si cosechas un árbol de manzanas, seguramente esperas manzanas y no mangos. Bien lo decía Cristo, “ Una siembra buena dará buenos frutos, una siembra mala dará malos frutos “. Esto es la misma vida nos damos cuenta. Un alcohólico está expuesto a que su organismo tarde o temprano le pase la factura. Así mismo, la acumulacion de nuestros pecados y rebeldías van a dar frutos de maldad; en cambio en bien que sembremos dará frutos de bondad preparando la victoria definitiva de Nuestro Señor Jesucristo.

Mi amado Jesús, hoy me recuerdas que mis actos y pecados tienen consecuencias no solo en el nivel superficial sino en el nivel profundo, como es alcanzar la vida eterna. Tu me dices que no me olvide que mi vida no se acaba aquí, que mi historia avanza poco a poco y que algo va madurando porque llegará el día de la cosecha. Para esa cosecha tengo que pasar por Tu taller, ser golpeado y pulido con el cincel del amor. Mi templo necesita pasar por tus manos para ser reconstruido y poder reflejar tu rostro en mi. Quiero hacer una buena siembra con tu semilla de esta manera podré dar buenos frutos. Dame la gracia de poder lograrlo para poder preparar la victoria definitiva Tuya en mi, Amen.

Dios te bendiga,

¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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