miércoles, 31 de marzo de 2021

En tus proyectos esta incluido Dios?

 


Isaías 50, 4-9

En aquellos días dijo Isaías: Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor Dios me ha abierto el oído y yo no me he rebelado ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos.
Mi Señor me ayudaba, por eso no me quedaba confundido, por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado. Tengo cerca a mi abogado, ¿quién pleiteará contra mí? Vamos a enfrentarnos: ¿Quién es mi rival? Que se acerque. Mirad, mi Señor me ayuda: ¿quién probará que soy culpable?
 Palabra de Dios


Salmo 68 "  Señor, que tu bondad me escuche en el día de tu favor "

Mateo 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
 El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? Él contestó: Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos".
 Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Ellos consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo el Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¡Soy yo acaso, Maestro? Él respondió: Así es.
 Palabra del Señor


Una de las características que debe tener el siervo de Dios es que sabe escuchar. Su oído está atento a escuchar la voz divina a pesar de tanto ruido de este mundo. En la misma lectura nos dice “ El Señor Dios me ha abierto el oído ... “Además es valiente y perseverante porque al ser llenado por la fuente del amor se dona a sí mismo en favor de la humanidad. El verdadero siervo de Dios no se acobarda porque su fortaleza viene del Señor y esto lo ayudará a cumplir la misión de Dios hasta el final. El verdadero siervo sabe quién es su Señor porque sabe de quién es siervo. Cuando nosotros proclamamos a Dios como Señor, estamos a la vez proclamando que nosotros somos sus siervos. Y por eso las lecturas de estos días santos no son sólo un retrato de Cristo sino un camino para el cristiano. O con otras palabras: servir al Señor es prepararse para oír cómo oye el Siervo del Señor; hablar como él habla, padecer y resistir como él lo hace, triunfar con la gracia y el poder divino.

Nos dice el evangelista Juan que Jesús conocía lo que había en el corazón de cada uno. Pero porque Jesus no detuvo esta situación? Recordemos que Él es el siervo de Dios, y en un pasaje nos dice “ Jesús aprendió obedeciendo “. Jesus escucha y obedece al Padre celestial, esa es la característica del siervo de Dios.
Los proyectos de Jesus es de paz y de amor. Los proyectos de Judas no sintonizan con estos planteamientos. Judas fácilmente trató de forzar a Jesús a optar por otra vía, como sacarlo de la misión, pero Jesús permaneció firme al Padre. A pesar de sus últimas horas  de sufrimiento no quiso traicionar el proyecto de salvación. Judas en cambio estuvo lejos de comprender el perdón y la misericordia que le ofrecía a quien Él había traicionado  y es por eso que termina acabando con su vida.

En este miércoles santo detengámonos por un momento y descubramos:
¿Cómo estamos en la habilidad de la escucha?
Dios nos llama para ser sus servidores, ¿estás dispuesto a servirle o más bien sacas excusas?
¿Tienes presente en tus proyectos a Dios?

 Mi amado Jesús, hoy reconozco que no me es fácil escucharte porque mi corazón está puesto en otras cosas que no son de ti. Mi vida se ha construido desde mis planes, desde mis sueños, desde mis deseos, desde mis necesidades. Soy un siervo al dios dinero, dios del poder, dios de la fama, olvidándome que todo viene de ti porque tú lo creaste no para que yo le sirva y sean mis ídolos, sino para que todas esas bendiciones sean un medio para extender tu bendición y hacer que el Reino de Dios crezca. Dame la gracia de proclamarte como amo y Señor no solo con los labios sino con el corazón sirviendote desde la generosidad. Dame agudeza para escucharte, hablar como tu, padecer y resistir como tu lo hiciste para poder triunfar con la gracia y el poder de Dios. Amen.

Dios te bendiga,

¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!


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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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Lectio Divina

 La PLENITUD DEL AMOR

 

El Señor, hermanos muy amados, quiso dejar bien claro en qué consiste aquella plenitud del amor con que debemos amarnos mutuamente, cuando dijo: Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos. Consecuencia de ello es lo que nos dice el mismo evangelista Juan en su carta: Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar la vida por los hermanos, amándonos mutuamente como él nos amó, que dio su vida por nosotros.

 

Es la misma idea que encontramos en el libro de los Proverbios: Si te sientas a comer en la mesa de un señor, mira con atención lo que te ponen delante, y pon la mano en ello pensando que luego tendrás que preparar tú algo semejante. Esta mesa de tal señor no es otra que aquella de la cual tomamos el cuerpo y la sangre de aquel que dio su vida por nosotros. Sentarse a ella significa acercarse a la misma con humildad. Mirar con atención lo que nos ponen delante equivale a tomar conciencia de la grandeza de este don. Y poner la mano en ello, pensando que luego tendremos que preparar algo semejante, significa lo que ya he dicho antes: que así como Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar la vida por los hermanos. Como dice el apóstol Pedro: Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Esto significa preparar algo semejante. Esto es lo que hicieron los mártires, llevados por un amor ardiente; si no queremos celebrar en vano su recuerdo, y si nos acercamos a la mesa del Señor para participar del banquete en que ellos se saciaron, es necesario que, tal como ellos hicieron, preparemos luego nosotros algo semejante.

 

Por esto, al reunirnos junto a la mesa del Señor, no los recordamos del mismo modo que a los demás que descansan en paz, para rogar por ellos, sino más bien para que ellos rueguen por nosotros, a fin de que sigamos su ejemplo, ya que ellos pusieron en práctica aquel amor del que dice el Señor que no hay otro más grande. Ellos mostraron a sus hermanos la manera como hay que preparar algo semejante a lo que también ellos habían tomado de la mesa del Señor.

 

Lo que hemos dicho no hay que entenderlo como si nosotros pudiéramos igualarnos al Señor, aun en el caso de que lleguemos por él hasta el testimonio de nuestra sangre. Él era libre para dar su vida y libre para volverla a tomar, nosotros no vivimos todo el tiempo que queremos y morimos aunque no queramos; él, en el momento de morir, mató en sí mismo a la muerte, nosotros somos librados de la muerte por su muerte; su carne no experimentó la corrupción, la nuestra ha de pasar por la corrupción, hasta que al final de este mundo seamos revestidos por él de la incorruptibilidad; él no necesitó de nosotros para salvarnos, nosotros sin él nada podemos hacer; él, a nosotros, sus sarmientos, se nos dio como vid, nosotros, separados de él, no podemos tener vida.

 

Finalmente, aunque los hermanos mueran por sus hermanos, ningún mártir derrama su sangre para el perdón de los pecados de sus hermanos, como hizo él por nosotros, ya que en esto no nos dio un ejemplo que imitar, sino un motivo para congratularnos. Los mártires, al derramar su sangre por sus hermanos, no hicieron sino mostrar lo que habían tomado de la mesa del Señor. Amémonos, pues, los unos a los otros, como Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.

 

RESPONSORIO    Jn 4, 9. 11. 10b

 

R. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. * Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.

V. Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.

R. Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios nuestro, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

martes, 30 de marzo de 2021

Muchas veces tenemos actitudes como la de Pedro…..





Isaías 49, 1-6
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tu eres mi esclavo (Israel), de quien estoy orgulloso".
Mientras yo pensaba: "En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas", en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios.
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel, -tanto me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza-. Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel: te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
Palabra de Dios

Ayer decíamos que el Señor presenta a su Hijo Jesucristo como el siervo, Él es el elegido para llevar el anuncio de Dios a todas las naciones y anunciar la paz. El no amenaza, no castiga, sostiene lo que se está cayendo y levantará al caído. Dios siempre muestra su misericordia y nos invita a gozar de ella, aunque no la merezcamos demasiado. Así como Dios llama a su hijo para darle una misión, Dios espera que de parte de nosotros haya disponibilidad para llevar a cabo su plan a través de nosotros.
 
Isaias más adelante levantará un canto al Siervo quién será el instrumento de glorificación. Dios pone en su siervo el poder para llevar de nuevo al redil a todo el pueblo, incluso desde las islas lejanas.
Dios habla a Isaías y a través de él a todos los que hemos conocido la salvación. El profeta dejó su mensaje y murió; nosotros tenemos que recoger ese mensaje y ayudar a llevarlo hasta las islas lejanas, por ejemplo a nuestros hogares que son las primeras comunidades. No es un mensaje que se dio y ahí se terminó, sino un mensaje que debe continuar su camino por medio de nosotros. Somos luz de las naciones, -al menos debemos serlo- y la gloria de Dios caminará de nuestra mano y seguirá viviendo, o nos callaremos, acabará en nosotros el mensaje, morirá en nosotros su luz, y en la nueva Jerusalén quedará el hueco de los que deberíamos haber llevado y no lo hicimos.

Salmo 70 " Mi boca contará tu auxilio"

Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba a la mesa a su derecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces el, apoyándose en el pecho de Jesús, le pregunto Señor: ¿quién es?
Le contestó Jesús: Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él (Si Dios es glorificado en el, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará).
Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contesto: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.
Palabra del Señor


Vemos a Jesús angustiado porque sabe lo que le viene encima. Ha lavado los pies a sus discípulos, Judas incluido; se han sentado a la mesa y la cena ha comenzado. Los discípulos ni siquiera sospechan los acontecimientos que vienen sobre Jesús, y celebran la pascua con la alegría propia de la gran fiesta judía que se avecina. Todos estaban entretenidos en sus cosas, pudiéramos decir porque  Jesús sigue hablando, ¡pero nadie le entiende!

Pedro habla pero a la vez no sabe que está hablando, solo se dará cuenta cuando se enfrente a la dura realidad. Las promesas se olvidarán y la negación saldrá espontánea. ¿Encontramos algún parecido entre nosotros? ¿Nos recuerda algo nuestro “sí, soy católico, pero no practico”?  ¿ Soy Cristiano pero estoy a favor del aborto y de la eutanasia?

Todos somos Pedro en muchas ocasiones. Oímos las palabras de Jesús pero a la vez no las escuchamos, no las bajamos al corazón y mucho menos las llevamos a la acción. Somos, como Pedro, valientes y decididos de salón para seguir a Jesús mientras estamos en el banquete, pero cuando la fiesta acaba y llega el momento de dar la cara puede que escondamos la nuestra y neguemos seguir al Maestro.

Ya estamos en la recta final de la cuaresma, pregúntate!,
¿Eres consecuente con la fe que decimos profesar y seguir?
 ¿Mi boca, tu boca, nuestra boca, cantará su salvación o seremos nuevos “Pedros” negando al Señor?

Mi amado Jesús, al mediodía de esta jornada es maravilloso reconocer que así como Tu fuiste el siervo de Dios nosotros también estamos llamados a servirle al Padre Celestial para ser instrumento útil a sus manos y poder así glorificar al Padre que está en los cielos. No tengo que temer porque en Dios está mi fuerza. No permitas que por los afanes del día, o mis intereses y deseos personales traicione tu amor. Dame la gracia de escucharte con el corazón para llevarlo al corazón y concretarlo en la acción. Amen.

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!


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Lectio Divina Marzo 30

 ES UNA SOLA LA MUERTE EN FAVOR DEL MUNDO Y UNA SOLA LA RESURRECCIÓN DE ENTRE LOS MUERTOS

 

Nuestro Dios y Salvador realizó su plan de salvar al hombre levantándolo de su caída y haciendo que pasara del estado de alejamiento, en que había incurrido por su desobediencia, al estado de familiaridad con Dios. Éste fue el motivo de la venida de Cristo en la carne, de su convivencia con los hombres, de sus sufrimientos, de su cruz, de su sepultura y de su resurrección: que el hombre, una vez salvado, recobrara, por la imitación de Cristo, su antigua condición de hijo adoptivo.

 

Y así, para llegar a una vida perfecta, es necesario imitar a Cristo, no sólo en los ejemplos que nos dio durante su vida, ejemplos de mansedumbre, de humildad y de paciencia, sino también en su muerte, como dice Pablo, el imitador de Cristo: Muriendo su misma muerte, para alcanzar también la resurrección de entre los muertos.

 

Mas, ¿de qué manera podremos reproducir en nosotros su muerte? Sepultándonos con él por el bautismo. ¿En qué consiste este modo de sepultura, y de qué nos sirve el imitarla? En primer lugar, es necesario cortar con la vida anterior. Y esto nadie puede conseguirlo sin aquel nuevo nacimiento de que nos habla el Señor, ya que la regeneración, como su mismo nombre indica, es el comienzo de una vida nueva. Por esto, antes de comenzar esta vida nueva, es necesario poner fin a la anterior. En esto sucede lo mismo que con los que corren en el estadio: éstos, al llegar al fin de la primera parte de la carrera, antes de girar en redondo, necesitan hacer una pequeña parada o pausa, para reemprender luego el camino de vuelta; así también, en este cambio de vida, era necesario interponer la muerte entre la primera vida y la posterior, muerte que pone fin a los actos precedentes y da comienzo a los subsiguientes.

 

¿Cómo podremos, pues, imitar a Cristo en su descenso a la región de los muertos? Imitando su sepultura mediante el bautismo. En efecto, los cuerpos de los que son bautizados quedan, en cierto modo, sepultados bajo las aguas. Por esto el bautismo significa, de un modo arcano, el despojo de las obras de la carne, según aquellas palabras del Apóstol: Habéis sido circuncidados, no con operación quirúrgica, sino con la circuncisión de Cristo, que consiste en el despojo de vuestra condición mortal; con Cristo fuisteis sepultados en el bautismo, ya que el bautismo en cierto modo purifica el alma de las manchas ocasionadas en ella por el influjo de esta vida en carne mortal, según está escrito: Lávame: quedaré más blanco que la nieve. Por esto reconocemos un solo bautismo salvador, ya que es una sola la muerte en favor del mundo y una sola la resurrección de entre los muertos, y de ambas es figura el bautismo.

 

RESPONSORIO    Rm 6, 3. 5. 4

 

R. Cuantos en el bautismo fuimos sumergidos en Cristo Jesús fuimos sumergidos en su muerte. * Y si hemos sido injertados vitalmente en Cristo por la imagen de su muerte, también lo estaremos por la imagen de su resurrección.

V. Por nuestro bautismo fuimos sepultados con él, para participar de su muerte.

R. Y si hemos sido injertados vitalmente en Cristo por la imagen de su muerte, también lo estaremos por la imagen de su resurrección.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

lunes, 29 de marzo de 2021

El Espíritu Santo de Dios es quien nos da la fuerza para permanecer como hijos de Dios.

 


Isaías42, 1-7

Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamara, no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará., el pabilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.
Así dice el Señor Dios, que creo y desplegó los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, dio el respiro al pueblo que lo habita y el aliento a los que se mueven en ella.
Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.
Palabra de Dios


Esta es la última semana de cuaresma. Los evangelios nos harán revivir hora por hora, los últimos instantes de Jesús en nuestra historia, hasta el momento de su Resurrección. Para llegar a este acontecimiento es preciso vivir y contemplar antes al Siervo sufriente, un siervo que por amor se entrega hasta dar su vida en cruz. ¿Quién hace posible todo esto? El Espíritu de Dios porque Él nos da la fuerza para permanecer en el amor de Dios. Dios mismo sabe que por nuestras fuerzas nos seríamos capaces de lograr alcanzar la misión que Él nos da,  por eso nos infunde su Espíritu para que podamos tener la unión con Él y tener sus mismos deseos.  

Recordemos lo que dice la primera lectura : “es mi elegido, a quien sostengo, en quien he puesto mi espíritu, y, en quien me complazco.” “No gritará, no clamara, no voceará por las calle. La caña cascada no la quebrará., el pabilo vacilante no lo apagará…” Contrastan el comportamiento y el propósito del siervo con el comportamiento y los propósitos de  los líderes y poderosos de todos los tiempos. El siervo nunca usará la fuerza para imponerse.La docilidad del sirvo de Dios estará marcada con la disponibilidad para dejarse guiar por el Espíritu de Dios.  Dios elige al Siervo y lo presenta a Israel y a las naciones.  Es el perfecto siervo de Dios.

El Señor nos dice : ”mirad-contemplad”, tan válida y urgente, ayer y hoy. Nos invita a no distraernos, a que todos nuestros sentidos puedan captar todo el mensaje de  este Siervo. El ser humano vive distraído por los afanes del dia dia, las preocupaciones, el cansancio, y hoy el Señor nos habla a través del profeta Isaías ”mirad-contemplad”. Mirad - Contemplad las grandezas de Dios, mirad y contemplad a Cristo quien ha venido al rescate por todos nosotros, este mensaje es de salvación porque  trae esperanza para nosotros.  

¿Cuál es el mensaje que nos deja este siervo?
El primer contraste es que el siervo no hará ninguna exhibición ostentosa para ganarse a la gente. No habrá trompeta que anuncie su llegada, y su obra no será espectacular ni grandilocuente, no codicia el poder. Él trabaja  de una forma, y con un estilo, en el que el respeto y el cuidado de los marginados y los débiles estarán en primera línea: “ la caña cascada y el pábilo vacilante…” ; estas son metáforas para mostrarnos el cuidado, la misericordia y ternura de nuestro Dios.  De manera que nunca asumirá la violencia en su misión. Ésta, es traer “el derecho a las naciones “. Es un orden social basado en la justicia que Dios aporta a los hombres, es casi como decir: la salvación-la redención. Por eso Jesús es la luz de las naciones.

Salmo 26 " El señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado"

Juan 12, 1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él en la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? (Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando)
Entonces Jesús dijo: Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis con vosotros, pero a mi no siempre me tenéis.
Una muchedumbre de Judíos se enteró de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor


Jesus es cercano y lo hace porque le interesa lo que padece o sufre el ser humano. Nos dice la lectura que Jesus va a la casa de sus amigos. Lázaro, Marta y María, ofrecen una cena al Maestro. Vamos a ver que hay un contraste en la generosidad de algunos que están presentes con Él como también aparecen actitudes incapaces de abrirse al amor. María de Betania, “tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos”. El gesto de María es la expresión de fe y de amor grandes por el Señor, para ella no es suficiente lavar los pies del Maestro con agua, sino que los unge con una gran cantidad de perfume precioso y caro que se expande y contagia a los de casa. Ella ofrece a Jesús cuánto tiene de mayor valor y lo hace con un gesto de profunda devoción. El amor no calcula, no mide, no repara en gastos, no pone barreras, sino que sabe donar con alegría, es respuesta al amor infinito de Dios. Se pone a los pies de Jesús en humilde actitud de servicio.  María ha aprendido la regla de oro que Jesús ha ido enseñando a su comunidad de discípulos. Es la del amor que sabe servir hasta el don de la vida.

El gesto de María tiene diferentes lecturas, Jesús ha guardado silencio ante tanto amor, pero ante el reproche de Judas Jesus interviene y toma la palabra en favor de este gesto de María, señalando el significado que tiene para Él: “¡Déjala! que lo guarde para el día de mi sepultura”,Jesús subraya lo que María acaba de hacer, Él piensa ya en su muerte…Todo está cerca y María anticipa con su gesto el ritual y cuidados que los judíos realizan al cadáver al colocarlo en la sepultura.

Esta hermosa lectura del evangelio nos lleva a meditar lo siguiente:
¿Con qué podemos ungir hoy los pies de Jesús? , ¿Qué acciones concretas podemos entregarle a Jesus y a nuestro prójimo? , La comunidad a la que hacemos parte, esto es la comunidad de nuestra familia, la comunidad del trabajo, el grupo de amigos, la comunidad eclesial a qué huele, cómo la estamos aromatizando ?

Mi amado Jesús, vengo a donde ti a ofrecerte lo que tengo de mayor valor, la vida que tú me has dado. Ayudame a que cada dia yo me gaste dando amor a los demas porque asi yo te estoy amando. No quiero tener un amor calculador,  que se mide, un amor tacaño, más bien quiero donarme a los otros asi como tu lo hiciste con alegría, con prontitud; que mi amor por ti se llene cada vez más en mi para que yo pueda ir hacia el encuentro con los demás. Hoy me pongo a tus pies en una humilde actitud de servicio para que yo pueda aprender que el verdadero amor es el que sabe servir hasta el don de la vida. Amen.

Dios te bendiga,

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Santa misa


 

Lectio Divina Marzo 29

 GLORIÉMONOS TAMBIÉN NOSOTROS EN LA CRUZ DEL SEÑOR

 

La pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es origen de nuestra esperanza en la gloria y nos enseña a sufrir. En efecto, ¿qué hay que no puedan esperar de la bondad divina los corazones de los fieles, si por ellos el Hijo único de Dios, eterno como el Padre, tuvo en poco el hacerse hombre, naciendo del linaje humano, y quiso además morir de manos de los hombres, que él había creado?

 

Mucho es lo que Dios nos promete; pero es mucho más lo que recordamos que ha hecho ya por nosotros. ¿Dónde estábamos o qué éramos, cuando Cristo murió por nosotros, pecadores? ¿Quién dudará que el Señor ha de dar la vida a sus santos, siendo así que les dio su misma muerte? ¿Por qué vacila la fragilidad humana en creer que los hombres vivirán con Dios en el futuro?

 

Mucho más increíble es lo que ha sido ya realizado: que Dios ha muerto por los hombres.

 

¿Quién es, en efecto, Cristo, sino aquella Palabra que existía al comienzo de las cosas, que estaba con Dios y que era Dios? Esta Palabra de Dios se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Es que, si no hubiese tomado de nosotros carne mortal, no hubiera podido morir por nosotros. De este modo el que era inmortal pudo morir, de este modo quiso darnos la vida a nosotros, los mortales; y ello para hacernos partícipes de su ser, después de haberse hecho él partícipe del nuestro. Pues, del mismo modo que no había en nosotros principio de vida, así no había en él principio de muerte. Admirable intercambio, pues, el que realizó con esta recíproca participación: de nosotros asumió la mortalidad, de él recibimos la vida.

 

Por tanto, no sólo no debemos avergonzarnos de la muerte del Señor, nuestro Dios, sino, al contrario, debemos poner en ella toda nuestra confianza y toda nuestra gloria, ya que al tomar de nosotros la mortalidad, cual la encontró en nosotros, nos ofreció la máxima garantía de que nos daría la vida, que no podemos tener por nosotros mismos. Pues quien tanto nos amó, hasta el grado de sufrir el castigo que merecían nuestros pecados, siendo él mismo inocente, ¿cómo va ahora a negarnos, él, que nos ha justificado, lo que con esa justificación nos ha merecido? ¿Cómo no va a dar el que es veraz en sus promesas el premio a sus santos, él, que, sin culpa alguna, soportó el castigo de los pecadores?

 

Así pues, hermanos, reconozcamos animosamente, mejor aún, proclamemos que Cristo fue crucificado por nosotros; digámoslo no con temor sino con gozo, no con vergüenza sino con orgullo.

 

El apóstol Pablo se dio cuenta de este título de gloria y lo hizo prevalecer. Él, que podía mencionar muchas cosas grandes y divinas de Cristo, no dijo que se gloriaba en estas grandezas de Cristo -por ejemplo, en que es Dios junto con el Padre, en que creó el mundo, en que, incluso siendo hombre como nosotros, manifestó su dominio sobre el mundo-, sino: En cuanto a mí -dice-, líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

 

RESPONSORIO

 

R. Señor, adoramos tu cruz y veneramos tu pasión gloriosa. * Ten misericordia de nosotros, tú que por nosotros padeciste.

V. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste con tu sangre.

R. Ten misericordia de nosotros, tú que por nosotros padeciste.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza y, con la fuerza de la pasión de tu Hijo, levanta nuestra esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

domingo, 28 de marzo de 2021

Lectio Divina Marzo 28

 BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR, EL REY DE ISRAEL.

 

Venid, subamos juntos al monte de los Olivos y salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy desde Betania, y que se encamina por su propia voluntad hacia aquella venerable y bienaventurada pasión, para llevar a término el misterio de nuestra salvación.

 

Viene, en efecto, voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a nosotros, bajó del cielo para exaltarnos con él, como dice la Escritura, por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que exista, a nosotros que yacíamos postrados.

 

Él viene, pero no como quien toma posesión de su gloria, con fasto y ostentación. No gritará -dice la Escritura-, no clamará, no voceará por las calles, sino que será manso y humilde, con apariencia insignificante, aunque le ha sido preparada una entrada suntuosa.

 

Corramos, pues, con el que se dirige con presteza a la pasión, e imitemos a los que salían a su encuentro. No para alfombrarle el camino con ramos de olivo, tapices, mantos y ramas de palmera, sino para poner bajo sus pies nuestras propias personas, con un espíritu humillado al máximo, con una mente y un propósito sinceros, para que podamos así recibir a la Palabra que viene a nosotros y dar cabida a Dios, a quien nadie puede contener.

 

Alegrémonos, por tanto, de que se nos haya mostrado con tanta mansedumbre aquel que es manso y que sube sobre el ocaso de nuestra pequeñez, a tal extremo, que vino y convivió con nosotros, para elevarnos hasta sí mismo, haciéndose de nuestra familia.

 

Dice el salmo: Subió a lo más alto de los cielos, hacia oriente (hacia su propia gloria y divinidad, interpreto yo), con las primicias de nuestra naturaleza, hasta la cual se había abajado Impregnándose de ella; sin embargo, no por ello abandona su inclinación hacia el género humano, sino que seguirá cuidando de él para irlo elevando de gloria en gloria, desde lo ínfimo de la tierra, hasta hacerlo partícipe de su propia sublimidad.

 

Así, pues, en vez de unas túnicas o unos ramos inanimados, en vez de unas ramas de arbustos, que pronto pierden su verdor y que por poco tiempo recrean la mirada, pongámonos nosotros mismos bajo los pies de Cristo, revestidos de su gracia, mejor aún, de toda su persona, porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo; extendámonos tendidos a sus pies, a manera de túnicas.

 

Nosotros, que antes éramos como escarlata por la inmundicia de nuestros pecados, pero que después nos hemos vuelto blancos como la nieve con el baño saludable del bautismo, ofrezcamos al vencedor de la muerte no ya ramas de palmera, sino el botín de su victoria, que somos nosotros mismos.

 

Aclamémoslo también nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos espirituales del alma y diciéndole un día y otro: Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel.

 

RESPONSORIO    Jn 12, 12. 13; Mt 21, 8. 9

 

R. Cuando la multitud se enteró de que Jesús llegaba a Jerusalén, salió a su encuentro. Un inmenso gentío iba tendiendo sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y alfombraban con ellas el camino y gritaban: * «¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»

V. La muchedumbre que lo precedía y también la que iba detrás gritaban:

R. «¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

viernes, 26 de marzo de 2021

“Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo en que están más secas las esperanzas”. Miguel de Cervantes

 


“Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo en que están más secas las esperanzas”. Miguel de Cervantes


Jeremías 20,10-13
Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié: "A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él."
Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.
Palabra de Dios


La vida de Jeremias fue marcada por la incomprensión y la dureza de corazón de su propio pueblo. Jeremias nos enseña “ Amar a Dios sobre todas las cosas “. La soledad que tuvo que padecer, las amenazas de sus enemigos, y la incomprensión, a pesar de esto y mucho más, Él sigue firme en el Señor, el amor hacia el Señor es más fuerte. Pero cómo hacer para que esto suceda en nosotros?

La fe de Jeremias tiene raíces profundas. Su Fe no significa que no siente las burlas de sus agresores, o que no le duele la incomprensión. La Fe no es una anestesia para que no sientas cómo el mundo te ataca.  Más bien la Fe nos ayuda a reconocer que detrás de todo eso hay un plan de salvación, un amor que se entregó por nosotros y está en la persona de Jesus.

Es hermoso la oración de Jeremias, “ Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo”. De alguna manera hemos sufrido traiciones y eso si que duele cuando viene de personas cercanas. Los amigos hoy están contigo y mañana quien sabe, hasta te dejan solo. Pero como dice una pasaje de la Biblia, “ Aunque tu madre te dejara y no se acordara de ti, Yo el Señor estaré contigo “. Esa es la esperanza y la convicción que debemos tener.

Es de ahí que la Fe en un creyente es muy importante. A cada paso debemos renovar nuestra adhesión a Él, de lo contrario, quedaríamos sumidos en una honda soledad y depresión y en una posible ausencia de fe. Pero si Él nos tiene sujetos y nosotros no forcejeamos -a veces sí- para liberarnos de Él, nuestro crecimiento personal creyente está asegurado. Sin duda, requiere tensión, cuidado, esfuerzo, pero algo nos dice que Su mano nos sostiene.

Salmo 17 " En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó."

Juan 10,31-42
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: "Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?" Los judíos le contestaron: "No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios." Jesús les replicó: "¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre."
Palabra del Señor


Los judios no soportaban que Jesús se pusiera a la misma altura de Dios. Las cosas buenas que había hecho les parecían bien, pero ser tan osado como para identificarse con Dios, era demasiado. Jesús sólo había dicho: Soy hijo de Dios. Eso ya les parecía un horror. Si nosotros a través del bautismo hacemos parte de la familia de Dios y somos coherederos entonces los Judios, aquellos que señalaban a Jesus entonces de quien eran?  Tu y yo somos hij@s amados por Dios. ¡Qué bendición!¡Qué alegría!¡Somos imagen de Dios!

Jesus nunca trató de demostrar nada, simplemente a través de sus obras muestra quien lo envía. Lo mismo nos pasa a nosotros, nada de presumir de tales o cuales acciones, simplemente mostrarlas y que por ellas nos juzguen; y aunque a veces no son todo lo buenas que deberían, siempre queda nuestra capacidad de pedir perdón, de reconocer nuestras limitaciones, reconocer nuestros errores. Esta Semana Santa es un buen momento para que reorientemos, redirijamos la vida. No dejemos pasar este tiempo de gracia que Dios nos da. Sentémonos con el señor, hablemos con Él, digamosle cuales son nuestras quejas, nuestras preocupaciones, lloremos junto a Él, abramos nuestros corazon, llevamos a la cruz de Cristo todo aquello que nos separa, nuestro dolor, busquemos la sinceridad de nuestro corazón para que podamos resucitar con Él.

Hay grietas en mi vida y que necesitan ser sanadas,  por eso te llamo Señor, escucha mi clamor, solo tu puedes hacer la obra en mi. Como necesito trabajar en mi voluntad para quedarme junto a ti, como me cuesta, llegan mis dudas, mi fe a veces depende de lo que veo y es por eso que forcejeo. Que por tu gracia mi Fe crezca y tenga profundas raíces y para eso necesito pasar por la tensión, el cuidado, y esfuerzo. Ayúdame Señor para que cada paso que de sea para renovar mi adhesión a ti. Amen.

Dios te bendiga,

¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!



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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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Santa misa


 

Lectio Divina Marzo 26

 SE ENTREGÓ POR NOSOTROS

 

Los sacrificios de víctimas carnales, que la Santísima Trinidad, el mismo y único Dios del antiguo y del nuevo Testamento, había mandado a nuestros padres que le fueran ofrecidos, significaban la agradabilísima ofrenda de aquel sacrificio en el cual el Hijo de Dios había de ofrecerse misericordiosamente según la carne, él solo, por nosotros.

 

Él, en efecto, como nos enseña el Apóstol, se entregó por nosotros a Dios como oblación de suave fragancia. Él es el verdadero Dios y el verdadero sumo sacerdote, que por nosotros penetró una sola vez en el santuario, no con la sangre de toros o de machos cabríos, sino con su propia sangre. Esto es lo que significaba el sumo sacerdote del antiguo Testamento cuando entraba con la sangre de las víctimas, una vez al año, en el santuario.

 

Él es, por tanto, el que manifestó en su sola persona todo lo que sabía que era necesario para nuestra redención; él mismo fue sacerdote y sacrificio, Dios y templo; sacerdote por quien fuimos absueltos, sacrificio con el que fuimos perdonados, templo en el que fuimos purificados, Dios con el que fuimos reconciliados. Pero él fue sacerdote, sacrificio y templo sólo en su condición de Dios unido a la naturaleza de siervo; no en su condición divina sola, porque bajo este aspecto todo es común con el Padre y el Espíritu Santo.

 

Debemos, pues, retener firmemente y sin asomo de duda que el mismo Hijo único de Dios, la Palabra hecha carne, se ofreció por nosotros a Dios en oblación y sacrificio de agradable olor; el mismo al que, junto con el Padre y el Espíritu Santo, los patriarcas, profetas y sacerdotes del antiguo Testamento sacrificaban animales; el mismo al que ahora, en el nuevo Testamento, junto con el Padre y el Espíritu Santo, con los que es un solo Dios, la santa Iglesia católica no cesa de ofrecerle, en la fe y la caridad, por todo el orbe de la tierra, el sacrificio de pan y vino.

 

Aquellas víctimas carnales significaban la carne de Cristo, que él, libre de pecado, había de ofrecer por nuestros pecados, y la sangre que para el perdón de ellos había de derramar; pero en este sacrificio se halla la acción de gracias y el memorial de la carne de Cristo, que él ofreció por nosotros, y de la sangre, que el mismo Dios derramó por nosotros. Acerca de lo cual dice san Pablo en los Hechos de los apóstoles: Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo.

 

Por tanto, los antiguos sacrificios eran figura y signo de lo que se nos daría en el futuro; pero en este sacrificio se nos muestra de modo evidente lo que ya nos ha sido dado.

 

Los sacrificios antiguos anunciaban por anticipado que el Hijo de Dios sería muerto en favor de los impíos; pero en este sacrificio se anuncia ya realizada esta muerte, como lo atestigua el Apóstol, al decir: Cuando estábamos nosotros todavía sumidos en la impotencia del pecado, murió Cristo por los pecadores, en el tiempo prefijado por el Padre; y añade: Siendo enemigos, hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.

 

RESPONSORIO    Cf. Col 1, 21-22; Rm 3,25

 

R. A vosotros, que antes estabais enajenados y enemigos en vuestra mente por las obras malas, ahora Dios os ha reconciliado en el cuerpo de carne de Cristo mediante la muerte, * presentándoos ante él como santos sin mancha y sin falta.

V. Dios ha propuesto a Cristo como instrumento de propiciación, por su propia sangre y mediante la fe.

R. Presentándoos ante él como santos sin mancha y sin falta.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Perdona, Señor, las culpas que hemos cometido a causa de nuestra debilidad y, por tu misericordia, líbranos de la esclavitud en que nos tienen cautivos nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén


Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios.

  Déjate iluminar para que puedas iluminar a otros con la Luz de Dios. Primera lectura Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a ...