martes, 16 de marzo de 2021

Recuerda de dónde te ha sacado el Señor.

 


Recuerda de dónde te ha sacado el Señor.

 
Ezequiel 47,1-9.12
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho. El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia levante. Midió mil codos y me hizo atravesar las aguas: ¡agua hasta los tobillos! Midió otros mil y me hizo cruzar las aguas: ¡agua hasta las rodillas! Midió otros mil y me hizo pasar: ¡agua hasta la cintura! Midió otros mil. Era un torrente que no pude cruzar, pues habían crecido las aguas y no se hacía pie; era un torrente que no se podía vadear. Me dijo entonces: "¿Has visto, hijo de Adán?" A la vuelta me condujo por la orilla del torrente. Al regresar, vi a la orilla del río una gran arboleda en sus dos márgenes.
Me dijo: "Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales."
Palabra de Dios

 
El agua es fuente de vida tanto para las plantas, como para los hombres y animales. El agua es un elemento de primera necesidad ya que la limpieza de manos es fundamental y más en este tiempo de pandemia. En la antigüedad el agua era un signo de bendición, lava y hace desaparecer las impurezas. En toda la historia del pueblo de Dios el agua ha sido un símbolo y elemento fundamental. En el Antiguo Testamento era primordial el agua en numerosos acontecimientos y en muchas ocasiones para seguir unos ritos y tradiciones. Lavar los pies al huésped para limpiarlo del polvo del camino era un signo de hospitalidad; el ritual judío prescribía numerosas purificaciones por el agua, el sumo sacerdote debía lavarse para prepararse a su investidura; El agua era símbolo de limpieza moral por eso había rituales prescritas con el agua por ejemplo si se había tocado un cadáver, para purificarse de la lepra o de toda impureza sexual.
 
El templo futuro de la visión de Ezequiel es manantial de vida. El templo, símbolo de la presencia del Señor, es capaz de dar vida. Si en el caso de los huesos secos era el viento, imagen del Espíritu de Dios quien los reanimaba y resucitaba, ahora es el agua que mana del templo e inunda la tierra prometida, quien purifica aguas estancadas, dando nueva vida a las plantas, a los animales y al hombre. El pueblo de Dios hallará en estas aguas la pureza, la vida y la santidad.
 Para Ezequiel, nuevo Moisés que pretende reorganizar al pueblo de los desterrados, es evidente el valor del templo, símbolo de unidad y fuente de vida espiritual. Del templo emanan las leyes que harán de ese templo moribundo, un pueblo unido en la prosperidad y definitivamente vivo, con la vida misma de Dios. El agua que Ezequiel vio salir del templo simboliza el poder vivificador de Dios, que se derramará en los tiempos mesiánicos y permitirá a los hombres producir fruto en plenitud.
 
Este hermoso símbolo de Ezequiel nos invita para que nos acerquemos al Señor que es fuente del agua viva para que Él nos limpie de nuestras impurezas, nos de vida en abundancia y nos ayude a alcanzar la santidad a la que estamos todos llamados.
 
Salmo 45 "El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob."

Juan 5,1-3.5-16
En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: "¿Quieres quedar sano?" El enfermo le contestó: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado." Jesús le dice: "Levántate, toma tu camilla y echa a andar." Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: "Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla." El les contestó: "El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar." Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?" Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: "Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor." Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
Palabra del Señor.

  
En el evangelio volvemos a tocar el tema del agua. Esta vez se trata de una piscina con propiedades que hoy llamaríamos "mágicas" : el enfermo que logra acercarse al agua cuando se revuelve, queda curado. Método que es absurdo en realidad, porque implica varias cosas, sanar al que menos está enfermo porque seguramente solo es sanado quien  tiene fuerzas para entrar a la piscina, lo segundo es dejar que la “ suerte “ esté contigo porque te sanas solo en un momento específico y es cuando se remueve el agua.
 
 La manera de Jesus sanar es muy diferente. Jesus se interesa por aquel que pasa desapercibido para los otros, aquel que no cuenta, que se volvió paisaje para nosotros. Lo que sana a este paralítico no es el agua sino el poder de la Palabra de Jesús pronunciada y su vida de unión con Dios.  Jesús al decirle, “ Levántate, toma tu camilla y echa andar “, es una Palabra con autoridad.  Hoy Jesús nos pregunta… “ Tu me crees? ¿Crees en mis Palabras? ¿ Crees en lo que yo puedo hacer por ti y por tu familia?
 
 Tomar tu camilla significa dar testimonio de lo que Dios ha hecho en ti, haz memoria de todas las bendiciones recibidas por Dios, hay que recordar de donde fuimos sacados para reconocer la misericordia que Dios ha tenido con nosotros y así como nosotros vivimos la alegría de haber sido levantados, perdonados, sanados y liberados tenemos un llamado al servicio hacia los demás. No te salvas solo, recuerdalo, no te salvas solo, hay que ayudar a otros a subirse a la barca que está Cristo.
  
Que alegría y paz siento al acercarme a ti Señor, tú que eres la fuente de agua viva. Tu que eres el agua que refresca y calma la sed, un agua que limpia, da vida y vida en abundancia. Así como el enfermo del evangelio necesito ser sanado una y otra vez por ti. Hoy me pides que haga memoria de las veces de donde me has sacado, que reconozca todas las veces que tu has sido misericordioso conmigo porque tu no me tratas conforme a mis pecados. Me invitas y me pides que sea testigo de tu misericordia para que otros también vengan a donde ti. Dame la voluntad de hacerlo y servirte con amor, Amen.
  
Dios te bendiga,
 
¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!

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