“Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo en que están más secas las esperanzas”. Miguel de Cervantes
Jeremías 20,10-13
Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié: "A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él."
Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.
Palabra de Dios
La vida de Jeremias fue marcada por la incomprensión y la dureza de corazón de su propio pueblo. Jeremias nos enseña “ Amar a Dios sobre todas las cosas “. La soledad que tuvo que padecer, las amenazas de sus enemigos, y la incomprensión, a pesar de esto y mucho más, Él sigue firme en el Señor, el amor hacia el Señor es más fuerte. Pero cómo hacer para que esto suceda en nosotros?
La fe de Jeremias tiene raíces profundas. Su Fe no significa que no siente las burlas de sus agresores, o que no le duele la incomprensión. La Fe no es una anestesia para que no sientas cómo el mundo te ataca. Más bien la Fe nos ayuda a reconocer que detrás de todo eso hay un plan de salvación, un amor que se entregó por nosotros y está en la persona de Jesus.
Es hermoso la oración de Jeremias, “ Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo”. De alguna manera hemos sufrido traiciones y eso si que duele cuando viene de personas cercanas. Los amigos hoy están contigo y mañana quien sabe, hasta te dejan solo. Pero como dice una pasaje de la Biblia, “ Aunque tu madre te dejara y no se acordara de ti, Yo el Señor estaré contigo “. Esa es la esperanza y la convicción que debemos tener.
Es de ahí que la Fe en un creyente es muy importante. A cada paso debemos renovar nuestra adhesión a Él, de lo contrario, quedaríamos sumidos en una honda soledad y depresión y en una posible ausencia de fe. Pero si Él nos tiene sujetos y nosotros no forcejeamos -a veces sí- para liberarnos de Él, nuestro crecimiento personal creyente está asegurado. Sin duda, requiere tensión, cuidado, esfuerzo, pero algo nos dice que Su mano nos sostiene.
Salmo 17 " En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó."
Juan 10,31-42
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: "Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?" Los judíos le contestaron: "No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios." Jesús les replicó: "¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre."
Palabra del Señor
Los judios no soportaban que Jesús se pusiera a la misma altura de Dios. Las cosas buenas que había hecho les parecían bien, pero ser tan osado como para identificarse con Dios, era demasiado. Jesús sólo había dicho: Soy hijo de Dios. Eso ya les parecía un horror. Si nosotros a través del bautismo hacemos parte de la familia de Dios y somos coherederos entonces los Judios, aquellos que señalaban a Jesus entonces de quien eran? Tu y yo somos hij@s amados por Dios. ¡Qué bendición!¡Qué alegría!¡Somos imagen de Dios!
Jesus nunca trató de demostrar nada, simplemente a través de sus obras muestra quien lo envía. Lo mismo nos pasa a nosotros, nada de presumir de tales o cuales acciones, simplemente mostrarlas y que por ellas nos juzguen; y aunque a veces no son todo lo buenas que deberían, siempre queda nuestra capacidad de pedir perdón, de reconocer nuestras limitaciones, reconocer nuestros errores. Esta Semana Santa es un buen momento para que reorientemos, redirijamos la vida. No dejemos pasar este tiempo de gracia que Dios nos da. Sentémonos con el señor, hablemos con Él, digamosle cuales son nuestras quejas, nuestras preocupaciones, lloremos junto a Él, abramos nuestros corazon, llevamos a la cruz de Cristo todo aquello que nos separa, nuestro dolor, busquemos la sinceridad de nuestro corazón para que podamos resucitar con Él.
Hay grietas en mi vida y que necesitan ser sanadas, por eso te llamo Señor, escucha mi clamor, solo tu puedes hacer la obra en mi. Como necesito trabajar en mi voluntad para quedarme junto a ti, como me cuesta, llegan mis dudas, mi fe a veces depende de lo que veo y es por eso que forcejeo. Que por tu gracia mi Fe crezca y tenga profundas raíces y para eso necesito pasar por la tensión, el cuidado, y esfuerzo. Ayúdame Señor para que cada paso que de sea para renovar mi adhesión a ti. Amen.
Dios te bendiga,
¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!
†
Que la
paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en
el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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