Necesitamos ser personas de oración
1Timoteo 2,1-8:
" Ruego, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar un vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto."
Orar por el hermano es una obra de misericordia que todos podemos hacer.
Sal 27, 2. 7. 8-9 R/. "Bendito el Señor, que escuchó mi voz suplicante"
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7,1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe». Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7,1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe». Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Palabra del Señor
Señor nos has dejado la oración un camino que me lleva hacia ti y hacia mis hermanos. La oración me lleva hacia ti porque en el silencio puedo escucharme, ser más consciente de mis sentidos de lo que escucho, percibo, y siento. Tu Señor al ser espíritu necesitas hablarle al espíritu que habita en mí; Al yo ser cuerpo, alma y espíritu aprovechas mis sentidos para que te pueda escuchar, percibir y sentir. Utilizas mi alma que es la mente para que desde la razón descubra la verdad que me quieres revelar y disponiendo mi espíritu hacia ti tú me invades con tu presencia y me sumerges en el infinito amor que sólo puedes ofrecer. Inundada por tu amor, llego al conocimiento de la única verdad que existe, " Tu quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad". Así como tu tuviste la misericordia en traerme hacia ti, tu deseas hacer eso con los que caminan junto a mi. Por eso dame la gracia Señor de disfrutar y vivir una vida llena de vida y de sentido junto con mis hermanos, a pesar de nuestras limitaciones.
Dame Señor la gracia de ser una persona de oración para acercarme a ti y recibir tu amor y por la oración de intercesión amamos a nuestros hermanos de un modo semejante como tu lo haces. Regálame Señor la gracia de reconocer quien soy desde mis fortalezas y debilidades, reconocer cuánto te necesito, acercarme a ti con la confianza en dejarte las manos libres para que obres en mí, eso implica obediencia al querer de Dios. Amen.
Dios te bendiga,
--
†
Que la
paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en
el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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