Hoy la primera lectura el mensaje es claro que Dios nos hace un llamado a cada uno de nosotros como lo hiso con Isaias desde el seno materno, esto quiere decir que no nacimos por accidente, ni por casualidad, ni porque a mis padres le fallaron las cuentas. Pero a que estamos llamados los hijos de Dios? para hacer grandes cosas, lo que consigamos como las cosas materiales en esta tierra es por anadudira, son pequenas conquistas, pero lo que nos debe importar mas, lo que debe ser nuestra razon de ser en este mundo es llevar una vida consagrada a Cristo, lo que significa esforzarnos a ser como Cristo, a tener su estatura de Cristo en personalidad, en caracter, en sentir, en pensar y en actuar como El. Ya vivimos el Domingo pasado la entrada triunfal de Jesus a Jerusalen, permitamos que El pase por nuestra vida, que nos toque , que nos transforme. Todos necesitamos una conversion no porque seamos malos, sino porque a veces vivimos en forma equivocada. El Senor siempre nos mira con sus ojos de misericordia y nos da todos los dias una oportunidad mas para que nos acerquemos a El, El se hace el encontradizo cuando tenemos problemas, cuando estamos alegres por lograr un triunfo El nos acompana, cuando estamos fatigados al terminar una jornada laboral El es nuestro descanso, cuando nos sentimos solos y tristes El es nuestra compania, El se hace presente con rostros concretos o con el viento que refresca el aire, con la sonrisa de algun desconocido, con la estrella que alumbra el firmamento o con el silencio de tu corazon. Asi como Dios envio a su hijo para ser la luz de las naciones y que nadie se perdiera en el pecado, de la misma manera Dios espera que seamos los Cristos en este mundo. En estos dias que ya nos estamos entrando para celebrar la Pascua vivamosla con intensidad, con fervor, con amor, con la conviccion que Dios nos ama y desea lo mejor para cada uno de nosotros, y que un dia Dios tambien pueda decirnos, " No solo eres mi siervo, estoy muy orgulloso de ti porque eres la luz de Cristo en este mundo ".
Salmo 70 " Mi boca contará tu salvación, Señor "
Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: “Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”.
Los discípulos comenzaron a mirarse unos a otros, preguntándose a quién podría referirse. Uno de ellos, el discípulo al que Jesús tanto amaba, estaba reclinado sobre el pecho de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a quién se refería. El discípulo que estaba reclinado sobre el pecho de Jesús le preguntó: “Señor, ¿quién es?” Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo dé el trozo de pan que voy a mojar en el plato”. Y, mojándolo, se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón. Cuando Judas recibió aquel trozo de pan mojado, Satanás entró en él.
Jesús le dijo: “Lo que vas a hacer, hazlo cuanto antes”. Ninguno de los que estaban a la mesa con Jesús entendió lo que había querido decir. Como Judas era el que llevaba la bolsa del dinero, algunos pensaron que le había encomendado que comprara lo necesario para la fiesta o que diera algo a los pobres. Judas, después de recibir el trozo de pan mojado, salió inmediatamente. Era de noche. Al salir Judas, dijo Jesús: “Ahora va a manifestarse la gloria del Hijo del hombre, Dios será glorificado en él. Y si Dios va a ser glorificado en el Hijo del hombre, también Dios lo glorificará a él. Y lo va a ser muy pronto. Hijos míos, ya no estaré con ustedes por mucho tiempo. Me buscarán, pero les digo ahora lo mismo que ya dije a los judíos: “Adonde yo voy, ustedes no pueden venir”“. Simón Pedro le preguntó: “Señor, ¿adónde vas?” Jesús le respondió: “Adonde yo voy tú no puedes seguirme ahora; algún día lo harás”. Pedro insistió: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Estoy dispuesto a dar mi vida por ti”. Jesús le dijo: “¡De modo que estás dispuesto a dar tu vida por mí! Te aseguro, Pedro, que antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces”.
Palabra del Señor
Gloria a ti Senor Jesus
El Cenáculo nos recuerda la despedida del Maestro y la promesa de volver a encontrarse con sus amigos. “Cuando vaya…, volveré y les llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estén también ustedes”. Jesús no nos deja, no nos abandona nunca, nos precede en la casa del Padre y allá nos quiere llevar con Él.
Pero el Cenáculo recuerda también la mezquindad, la curiosidad –“¿quién es el traidor?”–, la traición. Y cualquiera de nosotros, y no sólo siempre los demás, puede encarnar estas actitudes, cuando miramos con suficiencia al hermano, lo juzgamos; cuando traicionamos a Jesús con nuestros pecados.
El Cenáculo nos recuerda la comunión, la fraternidad, la armonía, la paz entre nosotros. ¡Cuánto amor, cuánto bien ha brotado del Cenáculo! ¡Cuánta caridad ha salido de aquí, como un río de su fuente, que al principio es un arroyo y después crece y se hace grande… Todos los santos han bebido de aquí; el gran río de la santidad de la Iglesia siempre encuentra su origen aquí, siempre de nuevo, del Corazón de Cristo, de la Eucaristía, de su Espíritu Santo.
El Cenáculo, finalmente, nos recuerda el nacimiento de la nueva familia, la Iglesia, nuestra santa madre Iglesia jerárquica, constituida por Cristo resucitado» (Homilía de S.S. Francisco, 26 de mayo de 2014).
Senor perdoname por las veces que te he traicionado y te he ofendido, por eso hoy vengo a ti porque quiero vivir en continua comunion contigo. Quiero que en este tiempo de Semana Santa sea diferente a las otras, quiero vivirla con entrega, con apertura en el corazon, abre mis ojos para que pueda ver lo que tu siempre me has querido mostrar, Tu gran amor hacia mi. Dame la gracia de perseverar en la fe y en la esperanza aunque mis fracasos me digan todo lo contrario, o mis limitaciones, mi propia debilidad o mi pecado. Reconozco que sin ti nada soy. Que gran amor nos tienes Oh Senor, quiero aprender amar como tu y tener la completa confianza a nuestro Padre como tu lo hiciste porque El siempre viene en nuestro auxilio. Como el discípulo amado, hoy me invitas a buscar nuestro consuelo y alegría junto al sagrario. Amen.
Tarea : Orar por aquellos que nos han traicionado u ofendido
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