jueves, 26 de abril de 2018

Hay que tener los ojos creyentes, con la mirada y el corazón en Cristo, para llegar a ser un verdadero discípulo quien logra ver quien es el Hijo de Dios en nuestra carne.



Hechos 13,13-25

En aquellos días, Pablo y sus compañeros se hicieron a la vela en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Juan los dejó y se volvió a Jerusalén. Desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la Ley y los profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a decir: "Hermanos, si queréis exhortar al pueblo, hablad."
Pablo se puso en pie y, haciendo seña de que se callaran, dijo: "Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; unos cuarenta años los alimentó en el desierto, aniquiló siete naciones en el país de Canaán y les dio en posesión su territorio, unos cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. Pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, que reinó cuarenta años. Lo depuso y nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.""
Palabra de Dios


Hoy en la primera lectura vemos cómo el discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia es un testimonio maravilloso de la comprensión que los primeros cristianos tuvieron de una verdad fundamental: en Cristo Jesús el mensaje y la promesa del Antiguo Testamento tienen continuidad pero sobre todo alcanzan plenitud. Cristo es la plenitud de la antigua alianza, y en él Dios está cumpliendo toda promesa hecha a los patriarcas, reyes y profetas.

Recordemos algunas palabras que dijo Pablo “ "Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; unos cuarenta años los alimentó en el desierto, aniquiló siete naciones en el país de Canaán y les dio en posesión su territorio, unos cuatrocientos cincuenta años “. Lo primero que les dice Pablo es que Dios los eligió, si El nos elige es porque nos conoce, no importa lo que somos. Además tenemos que darnos cuenta como Dios recorre la historia del pueblo elegido, nos acompaña, nos cuida, nos bendice. A renglón seguido dice “ Los sacó de allí con brazo poderoso”,  a pesar de nuestra debilidad e infidelidad nos saca de la esclavitud.

Dios camina al lado de su pueblo con Moisés en el desierto, los jueces, en la conquista de Canaán, hasta llegar a Samuel; luego David, imagen del rey que deja reinar a Dios... son los grandes hitos que preparan la llegada del Mesías, anunciado por Juan, el bautista.

Que podemos ver con todo esto? La historia de Salvación que Dios prometió a su pueblo elegido desde el Antiguo Testamento hasta llegar al Nuevo Testamento con la llegada de Jesús.

Esto como lo podemos ver en nuestra propia vida? Si revisa tu vida te das cuenta que no has nacido por error, por casualidad, que muchas veces el mismo Dios a puesto su mano poderosa para liberarnos y cuidarnos del mal. Todas esas obras de amor, de presencia de Dios nos debe llevar a descubrir una línea que apunta hacia algo mejor, a tener un norte, teniendo los pies en la tierra y una mirada y un corazón puesto en Cristo. Como tambien en ser agradecidos por su amor y su presencia en nuestra vida.

Salmo 88 " Cantaré eternamente tus misericordias, Señor. "

Juan 13,16-20

Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo: "Os aseguro, el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: "El que compartía mi pan me ha traicionado." Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado me recibe a mí; y el que a mí me recibe, recibe al que me ha enviado."
Palabra de Dios

Hoy el evangelio nos trae el mensaje o la palabra “ enviar “. Jesús es el gran enviado como nos lo dice el evangelista Juan, pero Dios es quien lo envía. Quien el acompaña en la vía, es la Unción, es el Espíritu. La "vía" que recorre es la más larga imaginable: entre la grandeza infinita de Dios y la infinita pequeñez de nuestra condición de creaturas y sobre todo, de pecadores.

Jesucristo es quien une la inmensidad del cielo y la tierra de los hombres. El es quien nos lleva alcanzar la santidad a la que estamos llamados por ser hijos de Dios. Y cómo podemos alcanzar la santidad a la que estamos llamados ? si somos como el discípulo amado. Cuando el señor nos habla desde la cotidianidad y nos muestra tanta pobreza, cuánta indiferencia,  cuánta soledad y abandono, cuanta frialdad, cuando se mira con los ojos de Cristo, desde la misericordia. El Señor quiere que nosotros seamos como su hijo Jesucristo que desde la humildad, desde el amor, desde el servicio y desde la misericordia se acercó a los necesitados.

El domingo pasado leíamos el evangelio que Dios nos llama por nuestro nombre para que cumplamos su misión y también oramos por las vocaciones. Sera que estas haciendo caso omiso al llamado de El?

Cual es la actitud que vemos en Jesús en este evangelio. Recordemos que esta lectura es del jueves Santo, cuando Jesús está lavando los pies a sus discípulos. Jesús está en condición de siervo, esto lo podemos ver en esta parte de la lectura “ Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos”... Además el evangelio nos recuerda en qué condiciones nos envía: "un siervo no puede ser mayor que su señor, ni un enviado puede ser superior a quien lo envió"; mas, por otra parte, "todo el que reciba a quien yo envíe, me recibe a mí mismo y, al recibirme a mí, recibe al que me envió". En otras palabras sublime dignidad y profunda humildad; digna sobriedad y sobria dignidad de los enviados del Señor Jesús.

Señor ayúdame a tener un corazón y una mirada como el discípulo amado, quien tiene los pies puestos en esta tierra para ver las necesidades que hay alrededor. No necesito ir a misiones a otros países, mi misión es en mi propio hogar, en mi lugar de trabajo, de estudio, con la comunidad. Gracias por creer en mí sabiendo lo que soy. Tu sabes que soy débil y a pesar de eso me has llamado para servirte. Dame la gracia de hacerlo desde la voluntad y la humildad.  Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo!!!


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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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