miércoles, 9 de enero de 2019

Lectio Divina

De los sermones de San Proclo de Constantinopla
(Sermón 7 en la santa Teofanía, 1-3: PG 65, 758-759)
 
LA SANTIFICACIÓN DE LAS AGUAS
Cristo apareció en el mundo, y, al embellecerlo y acabar con su desorden, lo transformó
en brillante y jubiloso. Hizo suyo el pecado del mundo y acabó con el enemigo del mundo.
Santificó las fuentes de las aguas e iluminó las almas de los hombres. Acumuló milagros
sobre milagros cada vez mayores.
Y así, hoy, tierra y mar se han repartido entre sí la gracia del Salvador, y el universo
entero se halla bañado en alegría; hoy es precisamente el día que añade prodigios
mayores y más crecidos a los de la precedente solemnidad.
Pues en la solemnidad anterior, que era la del nacimiento del Salvador, se alegraba la
tierra, porque sostenía al Señor en el pesebre; en la presente festividad, en cambio, que
es la de las Teofanías, el mar es quien salta y se estremece de júbilo; y lo hace porque en
medio del Jordán encontró la bendición santificadora.
En la solemnidad anterior se nos mostraba un niño débil, que atestiguaba nuestra
propia imperfección; en cambio, en la festividad de hoy se nos presenta ya como un
hombre perfecto, mostrando que procede, como perfecto que es, de quien también lo es.
En aquel caso, el Rey vestía la púrpura de su cuerpo; en éste, la fuente rodea y como
recubre al río.
Atended, pues, a estos nuevos y estupendos prodigios. El Sol de justicia que se purifica
en el Jordán, el fuego sumergido en el agua, Dios santificado por ministerio de un
hombre.
Hoy la creación entera resuena de himnos: Bendito el que viene en nombre del Señor.
Bendito el que viene en todo momento: pues no es ahora la primera vez.

Y ¿de quién se trata? Dilo con más claridad, por favor, santo David: El Señor es Dios: él
nos ilumina. Y no es sólo David quien lo dice, sino que el apóstol Pablo se asocia también
a su testimonio y dice: Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los
hombres, enseñándonos. No «para unos cuantos», sino para todos: porque la salvación a
través del bautismo se otorga a todos, judíos y griegos; el bautismo ofrece a todos un
mismo y común beneficio.
Fijaos, mirad este diluvio sorprendente y nuevo, mayor y más prodigioso que el que
hubo en tiempos de Noé. Entonces, el agua del diluvio acabó con el género humano; en
cambio, ahora, el agua del bautismo, con la virtud de quien fue bautizado por Juan,
retorna los muertos a la vida. Entonces, la paloma con la rama de olivo figuró la fragancia
del olor de Cristo, nuestro Señor; ahora, el Espíritu Santo, al sobrevenir en forma de
paloma, manifiesta la misericordia del Señor.

Responsorio

R. Hoy se manifestó a nosotros el que es «Luz de Luz», al cual bautizó Juan en el Jordán:
* Nosotros creemos firmemente y proclamamos que nació de la Virgen María.
V. Los cielos se abrieron sobre él y se oyó la voz del Padre.
R. Nosotros creemos firmemente y proclamamos que nació de la Virgen María.

Oración

Oremos:
Señor, luz radiante de todas las naciones, concede a los pueblos de la tierra gozar de una
paz estable, e ilumina nuestros corazones con aquella luz espléndida que condujo a
nuestros padres al conocimiento de tu Hijo. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

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