lunes, 26 de abril de 2021

La gracia de Dios es más fuerte que nuestro pecado.


Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2, 1-10
Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino, como está escrito:
«Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman».
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Palabra de Dios


Es hermoso como comienza Pablo al hablarles a la comunidad de corintios, “ ... yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios “.

Pablo reconoce primero su debilidad, lo que es él, él se presenta débil y con miedo además afirma que su predicación es la manifestación del poder del Espíritu Santo; porque la fe no se apoya en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios. Los que hemos tenido una vida no muy ejemplar podemos decir que nos identificamos con estas palabras de Pablo.  Nos sentimos débiles porque desde nuestra debilidad Cristo nos llama a servirle y es algo que pudiéramos decir que es irónico porque desde la lógica humana es mucho más fácil cuando sirves desde tu fortaleza.  Desde nuestra debilidad Dios se glorifica al revelar toda su gracia y poder en aquellos que aceptan su misericordia.

Además, Pablo reconoce que recibió una misión y esta misión todos estamos llamados. El antes de recibir la misión por parte del Señor, el Señor le ha tocado la vida y él se ha dejado transformar por Él. Esto significa conocer a Cristo. Pablo nos deja ver cuál fue esa experiencia tan maravillosa que le cambió su vida. Pablo se sintió amado y salvado por un Dios que  ha salido a su encuentro, en el camino de Damasco; un Dios con rostro de crucificado, a quien él ha perseguido y ante quien cae de rodillas para decir: “Me amó y se entregó por mí”; un Dios cuya gracia ha sido más fuerte que su pecado.

Un corazón conquistado por el Señor acepta la misión de Dios sin importar nuestras limitaciones, pobrezas, nos convertimos en testigos de Cristo. El sólo nos pide poner nuestros ojos, nuestros oídos, nuestra voz, nuestras manos y nuestros pies a su servicio y sobre todo la confianza en la fuerza del Espíritu.

Preguntémonos hoy:
Para tu crecimiento de fe en que y en quienes te apoyas?
¿Cuál es el orden de tus prioridades en tu vida?
¿Confiamos en la fuerza de Dios para tocar y transformar los corazones de aquellos a quienes queremos anunciar su Palabra?

Salmo 118 “ Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero”.

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».
Palabra del Senor


Hoy Jesús nos afirma una verdad “ Vosotros sois la sal de la tierra “ lo que significa que esa es nuestra esencia, eso es lo que nos define, esa es nuestra identidad.  Estos dos símbolos los debemos de profundizar para que tomemos conciencia  cuando nos faltan o cuando están presentes en exceso. ¿Qué nos aportan y qué nos llama la atención de ellos?

La sal por ejemplo es importante para darle sazón a la comida, pero si le ponemos en exceso la comida no sabe bien. Valoramos la sal no de manera aislada sino dentro del guiso que vamos a comer. Valoramos la luz cuando vemos  las cosas con claridad y nitidez. Pero en el caso de las zonas del norte donde no se oculta el sol y siempre hay luz, fácilmente esas poblaciones quisieran tener algo de oscuridad para saber diferenciar el día de la noche porque de lo contrario les es difícil distinguir a menos que confirmen con el reloj. Ahí es cuando nos damos cuenta de cuán necesarias son la sal y la luz para la vida.

Si cada uno de nosotros somos sal y luz del mundo, significa que no podemos ser plenamente lo que somos sin abrirnos por un lado a recibir, de Dios, de los otros y de la creación, la sal y la luz que necesitamos y que permite que salga lo más valioso y auténtico de nosotros mismos; pero que al mismo sólo puede manifestarse como tal si se entrega gratuitamente a los demás, que necesitan también abrirse a nuestro don para poder ser en plenitud. Identificar el ser de la persona y su misión con ser sal y luz del mundo, me invita hoy a tomar conciencia de nuestra interdependencia, y de la importancia de vivir al  servicio del bien común y de la fraternidad. No como una opción entre otras, sino como la única que expresa nuestra verdadera identidad humana.

Mi amado Jesús, tú eres la puerta que me trae la vida y desde mi voluntad quiero aceptar esa vida que tú mismo me quieres regalar. Que sea el Espíritu Santo quien me impulse para levantarme hacia ti, a pesar de mi debilidad y los miedos deje manifestar el Espíritu Santo sobre mi vida. Tu me recuerdas que no tenga miedo porque tu necesitas mi debilidad para mostrar tu poder, tu te glorificas a través de mi debilidad para mostrarme tu misericordia. Mi vida cambia cuando al salir de mi misma te encuentro y experimento tu amor, un amor crucificado y que se entregó por mi, porque tu gracia es más fuerte que mi pecado.Dame la gracia de poner mis ojos, mis oídos, mi voz, mis manos y mis pies a tu servicio y sobre todo la confianza en la fuerza del Espíritu que obra en mi. Amen.

Dios te bendiga

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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