viernes, 9 de abril de 2021

Un corazón transformado es un corazón resucitado!!!


Hechos 4,1-12

En aquellos días, mientras hablaban al pueblo Pedro y Juan, se les presentaron los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Les echaron mano y, como ya era tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Muchos de los que habían oído el discurso, unos cinco mil hombres, abrazaron la fe.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas; entre ellos el sumo sacerdote Anás, Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y los interrogaron: "¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso?" Pedro, lleno de Espíritu Santo, respondió: "Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos."
Palabra de Dios


Salmo 117 " La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular ".

Juan 21,1-14
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar." Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo." Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?" Ellos contestaron: "No." Él les dice: "Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis." La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor." Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: "Traed de los peces que acabáis de coger." Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: "Vamos, almorzad." Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor


En la primera lectura notemos que a Pedro y a Juan los interrogan y los encarcelan por nombre de quién ellos han sanado a tal paralítico. En nuestro tiempo esto aún se repite, hay más noticias de desesperanza que de esperanza, quien está alegre le quieren opacar esa alegría con la tristeza, quien vive la paz y la serenidad se la quieren derribar a como dé lugar. Pedro, quien, impulsado por el Espíritu Santo, toma la iniciativa de dar la cara y de anunciar que es en nombre de Jesús el Nazareno, crucificado por los judíos, y resucitado por Dios quien mueve sus actos de fe, y sus actos de sanación. En un corazón transformado descubrimos al resucitado. Algunos creen conocer, amar, y hasta seguir al resucitado pero si su corazón no ha sido transformado por El, entonces miente, dice conocerlo, dice amarlo y dice seguirlo pero las obra en él están demostrando lo contrario.  

La palabra de vida que trae el resucitado, no puede quedar encerrada entre los muros de la irreligiosidad, de la intolerancia o de las múltiples formas que adopta la lucha contra Dios. La palabra del resucitado  lleva salud a los enfermos, consuelo a los afligidos, reconciliación, transformación del corazón. Que en esta semana Pascual vivamos la experiencia del resucitado, que al llenarse nuestro  corazón de alegría él se transforme para que otros descubran el resucitado que vive y reina en mi, Amen.  

En el evangelio es el resucitado quien anima a los discípulos a tirar las redes a pesar de que ellos estaban cansados. Como nos hace bien escuchar esas palabras de ánimo cuando estamos a punto de desfallecer. Eso les sucede a los discípulos, Jesús les indica que echen las redes hacia el otro lado, y es cuando encuentran un banco de peces abundante.

En mi vida personal por ejemplo, me he dado cuenta que los grandes éxitos que he logrado en mi vida personal y profesional ha sido cuando pongo a Dios en primera fila, cuando incluyo a Dios en mis planes, en los sueños y proyectos por más simples que sean. Nos cae bien hacernos por ejemplo estas preguntas :

¿qué es exactamente lo que busco? 
¿Estoy buscando mi gloria o la gloria para Dios? 
¿Buscamos realizar nuestra misión en las manos de Dios o más bien realizar mis planes?

Fue el cambio de perspectiva, el echar las redes hacia otro lugar, lo que convirtió la pesca de infructuosa en abundante. Todo por una palabra del resucitado. Si observamos el texto del Evangelio de hoy, es la comunidad de discípulos, no Pedro sólo los que están llevando la misión de pescar. Mientras pescan empeñados en sus propias fuerzas, no consiguen nada; es cuando centran la mirada y escuchan al resucitado, cuando su pesca es abundante. Es el discípulo a quien Jesús tanto amaba quien reconoce el gesto, la palabra, el milagro. ¿Por qué el discípulo amado es sólo quien reconoce al resucitado? La presencia del amor en él le hace afirmar que “es el Señor” y es que en el amor es donde se reconoce la vida.

Mi Jesús amado, gracias por las palabras de ánimo que me das en este peregrinar. Gracias por la alegría que me das para vivir la alegría pascual, y poder llevar la noticia de Cristo resucitado a donde vaya ese es el mayor signo que comprueba la experiencia del resucitado en mi. Dame la gracia de vivir esta experiencia transformadora para que otros descubran el resucitado que vive y reina en mi, Amen.  

Dios te bendiga,

¡¡¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!!!




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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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