jueves, 14 de octubre de 2021

Dios es misericordioso y es justo, por eso Él mismo nos pedirá cuentas.

 


Dios es misericordioso y es justo, por eso Él mismo nos pedirá cuentas.


Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (3,21-30a)
Hermanos:
Ahora, sin la ley se ha manifestado la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas; justicia de Dios por la fe en Jesucristo para todos los que creen. Pues no hay distinción, ya que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención realizada en Cristo Jesús.
Dios lo constituyó medio de propiciación mediante la fe en su sangre, para mostrar su justicia pasando por alto los pecados del pasado en el tiempo de la paciencia de Dios; actuó así para mostrar su justicia en este tiempo, a fin de manifestar que era justo y que justifica al que tiene fe en Jesús.
Y ahora, ¿dónde está la gloria? Queda eliminada. ¿En virtud de qué ley? ¿De la ley de las obras? No, sino en virtud de la ley de la fe.
Pues sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley.
¿Acaso Dios lo es solo de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? También lo es de los gentiles, si es verdad que no hay más que un Dios.
Palabra de Dios

Salmo  129,1-2.3-4.5 R/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,47-54)
En aquel tiempo, dijo el Señor:
«¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, a quienes mataron vuestros padres!
Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron y vosotros les edificáis mausoleos.
Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos de ellos los matarán y perseguirán”; y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario.
Sí, os digo: se le pedirá cuenta a esta generación.
¡Ay de vosotros, maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia: vosotros no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis impedido! ».
Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas para cazarlo con alguna palabra de su boca.
Palabra del Señor


En la primera lectura Pablo nos recuerda que somos salvados por Cristo y no por la ley Judía, ya que la ley judía se resume en cumplir los preceptos, mucho hacia fuera, prácticas  de religiosidades vacías, vivir en apariencia de ser “ buenos” pero no había un cambio o una transformación desde dentro.

Casi todos podemos decir que hemos sido cistianos desde siempre y más en este lado del continente porque desde el nacimiento y bautismo ya pertenecemos a Cristo y ese encuentro inicial lo hicieron nuestros padres por nosotros. De alguna manera u otra fuimos encaminados hacia una fe cristiana.
Vamos creciendo y nuestra responsabilidad es ir creciendo en la fe y en esa amistad con Cristo. Cada vez que vamos conociendo a Cristo, nuestra amistad se va fortaleciendo porque lo vamos conociendo más, como habla, como actúa, como piensa...Al conocerlo a profundidad, entonces nos abrimos a la experiencia de dejarnos corregir, enseñar y El nos va guiando como debemos de vivir y cuál debe ser nuestra actitud ante Dios y los demás. De esta manera poco a poco aprendemos a poner nuestra confianza en Él. Esto es un proceso maravilloso porque nos ayuda a vivir la vida como Dios quiere que la vivamos en felicidad, en prosperidad y en paz.  

Pidámosle al Señor que nos ayude a dejar que Cristo sea el dueño y señor de nuestro corazón y él nos empujará a caminar por su mismo camino, a realizar las mismas obras que él realizó, que aceptemos con agradecimiento y amor la amistad que él nos brinda y a vivir consecuentemente con esa amistad en nuestro obrar y vivir para darle Honor y Gloria al Padre que está en los cielos. Amen.

El evangelio continúa con las lamentaciones de Jesus, los Hay!. Dos “ayes” les dedica hoy Jesús: “¡Ay de vosotros!, que aprobáis lo que hicieron vuestros padres que mataron a los profetas”, “¡Ay de vosotros!, que os habéis quedado con la llave del saber”.

En nuestro tiempo seguimos matando a los profetas que viene en el Nombre de Dios cuando somos indiferentes al mensaje que nos traen, cuando las Iglesias están abiertas para que en comunidad celebremos la Fe y ahora están vacías porque son muy pocos quienes se acercan a participar en el banquete del Señor. Cuántos rechazan de una manera u otra las Palabras de Dios sabiendo que ella nos trae sabiduría a nuestra vida porque nos habla sobre cómo vivir nuestra vida humana, y alcanzar la salvación.

También se lamenta Jesús, en un nuevo “ay”, de que los juristas no quieran trasmitir la verdad, encerrándola, quedándose con la llave del saber, sin dejar que llegue a sus destinatarios. Una advertencia para todos los cristianos, para todos los predicadores cristianos que hemos de transmitir el evangelio de Jesús tal como él nos lo predicó, su verdad, la verdad que salva, libera y da sentido a nuestra vida.

Muchos cristianos son perseguidos y rechazados, igual que Jesús y los profetas. La vida y la palabra de los profetas y apóstoles, con frecuencia, chocan con los egoísmos mundanos. Entonces, hemos de reflexionar: “Lo mismo hicieron con Jesús”. Y sus seguidores sacamos las consecuencias; necesitamos fe, fortaleza, audacia, perdón y testimonio. Si así lo hacemos, estaremos dispuestos ante  lo que hoy se repite en el evangelio: el Señor nos pedirá cuentas.

Mi amado Jesús, es maravilloso tener esta experiencia de amistad contigo porque tú le pones orden a toda mi vida, los amores, las prioridades, los deseos, los sueños, mis pensamientos, potencializas los dones que me has dado para el servicio de los demás, entre otras cosas. Gracias por traer sabiduría a mi vida para que pueda vivir esta vida terrenal como si estuviera en la vida eterna desde la paz y el gozo. Ha sido una bendición que tú me hayas alcanzado porque le has dado el verdadero sentido a mi vida desde lo que soy. No es fácil vivir en el mundo porque tu palabra choca con los antivalores de este mundo. Por eso ayúdame a crecer más en la fe, fortalece mi esperanza, regalame la audacia para reconocer las cosas que no vienen de ti, regalame el regalo de perdón y que mi vida sea un verdadero testimonio que soy una hij@ de Dios. Amen.


Dios te bendiga,


¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!--

Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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